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Casi Redención #2

Capítulo 1

...Ya no soy valiente, cariño. Estoy todo roto, ellos me destrozaron....

^^^- Ernest Hemingway.^^^

Heridas, todos tenemos heridas, algunas físicas y otros en el alma, esas heridas muchas veces nos detienen y otras veces nos convierten en la mejor versión de nosotros mismos, eso es algo que debemos decidir. Es inevitable que te lastimen o rompan tu corazón, eso lo he aprendido con los años, existen muchas maneras de que tu corazón sea destrozado y perder a tu hermana es una de ellas.

Perdí a Kalsey hace un año, al principio sentí que no podía continuar, pero debía hacerlo, porque al verme en el espejo veía mi abdomen abultado y recordaba que estaba esperando a mi hijo, debía hacer lo correcto y por primera vez no permití que el dolor me amargara, no podía permitir que el dolor hiciera lo que mejor sabe hacer, cambiar.

Con los meses mi herida fue sanando, pero nunca va a desaparecer porque esa chica que murió en las vegas era mi bebe, mi hermana menor y a pesar del desastre que era, ella merecía un mejor final y cada noche me pregunto ¿ella esta bien? ¿es feliz? son preguntas que nunca tendrán respuestas, pero está bien, lo sé.

Ahora mi vida ha cambiado, soy madre de un pequeño ruidoso de 8 meses de edad y su nombre es Scott como su padre, es un bebe feliz y sonriente, no suele llorar mucho y es mi dulce caramelo, sus ojos son tan azules que me sorprenden cada vez que los veo, tiene los ojos de su padre y mi nariz.

Abandono mis pensamientos al escuchar un fuerte quejido, observo a la fisioterapeuta y noto como Paul hace una mueca de dolor cuando esta toca el área de su rodilla. Su pierna no se ha recuperado, al menos eso dice Paul y hemos visitado muchos doctores, todos dicen lo mismo, él se encuentra bien, eso me hace sentir culpa y me pregunto ¿será que su dolor es psicológico? ¿Qué sucedería si simplemente se encuentra herido después de lo que pasó? No lo culparía, yo lo estoy.

- Creo que eso sería todo. – dice Amanda con una sonrisa. – sigue haciendo los ejercicios que te envié y volveremos a hacer un chequeo. – le dice a Paul.

No responde y suspiro con molestia, es siempre lo mismo, él la odia porque quiere dejar de sentir dolor, pero ella hace su trabajo, no puede hacer magia.

-Gracias, Amanda. – le digo con cortesía.

-¿Podemos hablar unos minutos? – me pregunta.

Frunzo mi ceño con confusión al notar su incomodidad ¿Qué sucede? miro a Paul y este la mira de la misma manera.

- Si. – le digo.

La sigo y nos alejamos de Paul, lo veo ponerse de pie y maldecir mirando su pierna. Con los meses Paul no se ha endulzado, se ha vuelto más amargo con el resto del mundo, al menos sigue siendo dulce conmigo, pero cambió, él cambió, después de que regreso de las vegas no es el mismo y eso me preocupa.

- ¿Ha estado haciendo sus ejercicios? – me pregunta.

- Cada uno de ellos. – le respondo. - hemos seguido todo como lo ha ordenado, incluso ha cambiado su rutina de ejercicio general. – le digo.

- Entiendo. – me dice pensativa.

- ¿Sucede algo? – pregunto sin poder evitarlo.

- Desde mi punto de vista profesional puedo decir que su esposo no necesita fisioterapia, su pierna se encuentra bien y incluso supera cada una de las pruebas. – empieza a decir. - por eso recomendaría un leve descanso y otro chequeo, los estudios anteriores fueron perfectos. – me dice.

- Entiendo. – le digo. – me parece buena idea. – digo después de unos segundos.

Retrocedo y me giro, doy unos pasos hacia Paul, cuando escucho la voz de Amanda me giro de inmediato.

- Ten un feliz resto del día Charlotte. – me dice con amabilidad.

- Igual tú. – le digo.

Sigo mi camino, pero siento que ella quería decirme algo más, ese algo eran sus verdaderos pensamientos, supongo que su profesionalismo le impide que me diga eso, pero no debo adivinar, el resto de doctores y especialistas dijeron lo mismo, el problema no es físico, no lo es. Al salir del pequeño centro terapéutico privado, caminamos hacia nuestro auto, es algo que es notorio en la ciudad, al ser un Porsche.

Subimos al auto y solo puedo pensar en volver a casa, deje al pequeño Scott con una niñera y no estoy tranquila al saber que podría suceder algo, soy una madre demasiado protectora, quiero que sea feliz. Observo a Paul y lo veo suspirar, enciende el auto y nos quedamos en silencio, noto que aumenta la velocidad, supongo que quiere llegar a casa.

- ¿Qué te dijo? – me pregunta después de unos segundos en silencio.

- Nada importante, solo sobre hacer un chequeo. – respondo.

- Debemos cambiar de lugar. – me dice. – no son buenos, no saben lo que hacen, hemos pagado mucho dinero y solo hablan demasiado. – al escuchar eso dejo de mirarlo.

-¿De nuevo? – pregunto. – creo que hemos visitado todos los especialistas en la ciudad o el estado. – le digo.

- Lo sé. – me dice. – de todas maneras, no creo que sea necesario, mi pierna ha mejorado. – dice.

- Paul. – digo su nombre.

Decido mirarlo, me mira por unos segundos y vuelve a mirar el camino.

-¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así? – me pregunta con confusión.

- ¿estás bien? – le pregunto.

No responde por unos segundos.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Estamos bien. – responde.

Sujeta mi mano y la lleva a sus labios, deja un corto beso.

Lo observo, veo cada uno de sus rasgos y ha cambiado incluso físicamente, su cabello cae en su nuca y su barba se encuentra totalmente arreglada, ha estado ejercitándose mucho y su cuerpo puede mostrar eso, es el hombre más atractivo que conozco, pero algo lo lastima y creo saber que es, se siente culpable por la muerte de Kalsey y su mente debe gritarle que vuelva a casa, todavía recuerdo esa noche que soñaba con su padre.

- Te pregunto sobre ti mismo. – le digo. – no te pregunto sobre nosotros. – digo.

- Estoy bien. – me dice de inmediato. – no debes preocuparte, resolveré esto. – me asegura.

- Sé que lo harás, solo quiero que me digas si puedo ayudarte. – le digo.

- Ya lo estás haciendo. – me dice, vuelve a besar mi mano. – tenemos un hijo, es más de lo que podría querer. – me dice.

Sonrío y decido no seguir, no quiero arruinar su humor, solo espero que algún día se apoye en mi como todos estos meses yo me he apoyado en él, sin olvidar a mis hermanas.

Mis hermanas también sufrieron por esto, Evelyn sigue siento la misma, trabaja como asistente contable y se encuentra saliendo con su jefe, pero Esmeralda es un desastre, no sale de su habitación nunca, ayer descubrí que tenía dos semanas sin abandonar su habitación y aunque siempre ha sido rara, esto es demasiado y quizás deba ir a Jacksonville.

Al llegar a nuestra casa, bajo del auto y trato de ignorar a todos los hombres que nos cuidan, hay al menos veinte hombres armados por todo el terreno, en el bosque y en la carretera, tenemos suerte de que nuestros vecinos nunca estén en casa, aunque son lejanos, son personas que podrían encontrar esto extraño, como la niñera.

Entro a la casa después de poner la contraseña en la puerta, Paul me sigue de cerca, entro a la sala de estar y veo a Cara jugar con Scott en el suelo, mi hijo sonríe mirándola y luego sujeta su cabello, balbucea algo y luego hala.

- No Scott. – se queja Cara.

Nota nuestra presencia y se pone de pie cargando a Scott, me acerco a ellos y tomo a mi bebe, le doy un corto beso en su mejilla y se ríe, lo abrazo y su olor es algo que nunca podré superar, se siente como hogar y lo es, es lo único puro que tengo.

- ¿Cómo se comportó? – pregunto.

- Como un ángel, es demasiado dulce, señora Adams. – me dice con una sonrisa.

Solo tiene 20 años y estudia en una universidad a muchos kilómetros de aquí, pero está de vacaciones y necesita el dinero, le pagamos mucho por su discreción y ella se ve contenta. Me despido de ella en la puerta y noto que he perdido a Paul ¿Dónde está? Decido buscarlo en nuestro sótano, el sótano se ha convertido en un centro de operaciones, luce normal a simple vista, pero detrás de una puerta hay muchas pantallas y demás, todo lo necesario para mantenernos a salvo.

Bajo las escaleras del sótano y me sorprendo al ver a uno de los hombres de seguridad delante de mí.

-Disculpe señora. – me dice.

- No quiero armas en la casa. – le pido.

- Si, señora. – me dice.

Lo veo subir las escaleras, al girarme frunzo mi ceño al ver a un hombre hablando con Paul en el cuarto de cámaras ¿Qué hace? Paul le señala algo en una pantalla, me acerco a ellos.

- Eso no puede volver a suceder ¿entendido? – le pregunta Paul.

- Si, señor. – responde el hombre.

Ni siquiera sé los nombres de todos, es tan extraño.

Veo al hombre irse y Paul nos mira, sonríe mirando a su hijo y lo carga, lo abraza y cierra sus ojos por unos segundos, él ama a su hijo y yo lo amo a él, es curioso como poco a poco me enamore tan fuerte de este hombre, con solo verlo siento mi corazón sacudirse, ese es el efecto de Henri Miller.

- ¿Por qué hay tantos hombres? Pensé que solo serían algunos. – le digo.

- La seguridad es necesaria, ya lo hemos hablando. – me dice al abrir sus ojos.

- Pensé que queríamos llevar una vida normal, sin llamar la atención. – le recuerdo.

-Lo hacemos. – dice acercándose a mí. – pero no voy a arriesgarme. – me dice.

-¿Qué te preocupa? Podemos cuidarlo. – le digo, miro a mi hijo por unos segundos. – no necesitamos un ejército. – le digo.

- No voy a cambiar de opinión. – me dice. – la seguridad de ustedes es lo más importante, lo sabes. – dice.

Suspiro porque sé que esta conversación no terminará bien, vamos a discutir y no quiero hacerlo, es una locura el nivel de seguridad que tiene está casa y lo agradezco, pero yo quería una vida normal.

Miro a Paul con confusión cuando se acerca más a mí y sonríe.

- Hola. – dice en voz baja.

-¿Qué haces? – le pregunto.

-¿Todavía te gusta la pasta, Kaleani? – me sorprende escuchar mi nombre después de tanto.

Entiendo luego de unos segundos de que habla, dije que me quedaría con él hasta que me dejara de gustar la pasta.

- Lo hace. – le digo sonriendo. - yo amo la pasta. – le digo.

-La pasta también te ama. – dice.

-Eres tan cursi. – le digo.

- Sé que te gusta. – me dice.

Acerca sus labios a los míos y me besa, nos separamos al escuchar a nuestro hijo quejarse, eso nos hace reírnos de ello. Escucho el teléfono de la habitación sonar, ese teléfono solo se utiliza para emergencias y para que pueda hablar con mis hermanas sin preocuparme por ser rastreada.

Veo a Paul contestar.

- ¿Qué? – pregunta al hacerlo. - ¿de qué hablas? Debes relajarte, no entiendo nada. – dice y eso llama mi atención, se queda en silencio por un rato.

Sus ojos me miran y puedo ver preocupación ¿qué sucedió?

- ¿Desde cuándo? – pregunta. – no, solo cállate y escúchame, debes destrozar esa puerta ahora ¿me escuchas? Hazlo ahora. – dice.

- Paul. – digo su nombre preocupada. - ¿Qué sucede? – pregunto.

-Evelyn, solo cállate. – dice molesto ¿Evelyn?

Al escuchar su nombre le quito el teléfono de su mano, me alejo de él de inmediato, pongo el teléfono en mi oreja y escucho gritos ¿Qué sucede? es Evelyn discutiendo con alguien sobre algo y no entiendo que sucede.

- No sé que hacer Paul, se volvió loca. – dice Evelyn alejándose del ruido. – esta destrozando todo y no deja de llorar, debes poner a Charlotte al teléfono ahora, ella debe saber esto…- la interrumpo.

- ¿Saber qué? – pregunto de inmediato.

- ¿Kal? – pregunta sin poder evitarlo.

- ¿Qué sucede? ¿esa es Esmeralda? – le pregunto.

- No sé que hacer. – empieza a decir. – empezó a destrozar todo, solo escucho cosas caer en su habitación y solo grita locuras, debes venir ¿entiendes? Te necesito aquí, eres la única que podría hacerla salir. – me dice.

- ¿Qué sucedió? – pregunto preocupada. – hable con ella ayer y estaba bien, solo me dijo que no quería salir y que estaba bien, se escuchaba estable. – digo.

Miro hacia atrás y Paul hace algo en uno de los monitores ¿Qué hace? Camino hacia él de inmediato.

- ¿Qué hago? – me pregunta Evelyn.

-Destroza la puerta. – le digo. – no permitiremos que haga algo estúpido. – digo.

- Van a llamar a la policía, el ruido es demasiado. – me informa. – se volvió loca. – me dice.

- Es humana. – le recuerdo. – puede romperse, solo vamos a cuidarla, no está loca. – le digo.

- Yo…- se detiene y me cuelga.

¿Qué acaba de hacer?

Antes de que pueda preguntarle a Paul que está haciendo, me doy cuenta de lo que hace, observo como abre un programa de videollamadas y luego me mira, llamamos a Esmeralda y no contesta, lo mismo sucede con Evelyn ¿Qué están haciendo? Suspiro aliviada cuando a la cuarta vez Esmeralda contesta la videollamada, se ve despeinada y su rostro se encuentra enrojecido, su habitación se encuentra destrozada detrás de ella.

- ¿Qué sucede? – le pregunto.

- Debemos hablar a solas. – dice de inmediato al notar la presencia de Paul.

Miro a Paul y asiente, observo a mi hijo cuando lo veo alejarse junto a su padre ¿Qué sucede hoy? El día se siente tan triste y quizás sea todo porque un día como hoy ella se fue, el mundo perdió cierto color cuando se marchó.

- Te ves horrible. – le digo.

La veo sonreír.

-Lo sé. – dice.

- ¿Tuviste un mal día? – le pregunto.

- ¿Por qué eres tan buena conmigo? ¿no estas enojadas? Sé que Evelyn lo está, no ha dejado de gritar. – me dice.

- Creo que he envejecido. – digo con una sonrisa.

Tomo asiento en una silla cercana a mí, miro la pantalla fijamente y la veo suspirar, sonríe, pero eso luce tan triste.

- La extraño. – la escucho decir. – recuerdo todo, ella siempre estuvo conmigo y me cuido, extraño su risa y como era tan ruidosa, quiero volver a esa noche y pelear. – me dice.

Me quedo en silencio por unos segundos y luego suspiro.

- También la extraño. – admito. – sé que estás así porque hace un año todo sucedió, no voy a pelear contigo y pedirte que lo superes, que sigas adelante, puedes tomar tu tiempo con esto. – le digo.

- Entonces ¿Por qué no hicimos algo? todas actúan como si lo olvidaron, como si olvidaron a Kalsey. – dice molesta, una lágrima cae por su mejilla. – ella hubiera quemado las vegas si una de nosotras hubiera muerto, pero nosotras nos quedamos sentadas sin hacer nada y continuamos. – dice.

- Cierra la boca. – le pido con molestia. – ella hubiera querido que estuviéramos bien, que hiciéramos las cosas bien ¡¿Por qué no lo entiendes?!- grito molesta.

Me ve sorprendida, me pongo de pie.

- Kal…- dice sorprendida.

-¿Crees que es fácil? Esto no es fácil para nadie. – le digo. – todas estamos haciendo las cosas lo mejor que podemos. – le recuerdo. – no podemos ir a las vegas y destrozar todo, porque sin importar lo que hagamos ella no va a volver, se fue…- me detengo y sollozo.

- Yo…- se detiene.

- Sé que estás herida, pero eres una Wagner. – le digo. – si Kalsey estuviera aquí estaría decepcionada de lo que haces, nosotras no perdemos el control, nosotras peleamos y sobrevivimos. – le recuerdo.

- Lo sé. – me dice. – perdí el control. – admite.

- Yo también. – le digo. – siempre lo hago, pero recuerdo todo lo que hemos superado, somos buenas en esto, podemos sobrevivir, podemos hacerlo ¿cierto, Keysi? – pregunto con una sonrisa.

Una lágrima cae por mi mejilla.

- Creo que iré a visitarte. – me informa.

- Ven a mí. – le pido. - yo te cuidaré. – le aseguro.

Asiente y luego cuelga.

Me sujeto del escritorio evitando caer al suelo, debo ser fuerte y no permitir que el dolor me consuma, no puedo permitirlo. Me giro lentamente y me sorprende encontrar a Paul mirándome ¿Dónde está el bebe? Se acerca a mi lentamente y limpia mis mejillas, apoyo mi rostro en su mano, pongo mi mano en su pecho.

-Estoy aquí. – me dice.

- Fui muy dura con ella. – digo.

- No, fue perfecto. – me asegura.

Pone su mano en mi barbilla y me obliga a mirarlo.

- No me consueles. – le pido, me mira confundido. – yo debería consolarte. – le digo.

- ¿De qué hablas? Estoy bien. – me asegura.

- No sabes mentir. – le digo.

Sujeta mi rostro con sus manos, besa mis labios y abro mi boca permitiendo que su lengua toque la mía, lo abrazo de inmediato, siento su mano tocar mi cabello rizado y acercarme más a él. Se detiene y apoya su frente en la mía.

- Vamos a estar bien, lo prometo. – dice.

- Lo estaremos. – le digo. - te odio, Henri. – digo en voz baja.

Sonríe.

- Te amo. – dice antes de volver a besarme.

Estaremos bien…

Capítulo 2

...Mis lágrimas son invisibles ahora que me estoy ahogando....

^^^- Perry Poetry.^^^

Cuelgo mi celular después de hablar con Evelyn, media hora después de nuestra conversación Esmeralda salió de su habitación y ahora debe disculparte con su hermana mayor por horas, siempre he dicho que Evelyn da miedo cuando se enoja, pero nadie me ha creído, espero que ahora todos confíen en mí.

Casi grito al escuchar un fuerte ladrido, miro hacia abajo y Fate me ve emocionada, supongo que la chica que la lleva al parque a terminado su recorrido. He notado que no salgo tanto de la casa, siempre estoy aquí y me gusta, estoy feliz aquí y quisiera que mis hermanas también estuvieran aquí, pero no quieren vivir con nosotros a pesar de todo.

Me agacho y acaricio a Fate con una sonrisa.

- Hola bonita. – digo. - ¿Quién es la más hermosa de todo el lugar? esa eres tú. – veo su cola moverse con rapidez y vuelve a ladrar.

Me pongo de pie y salgo de la cocina, me aseguro de que todo este limpio y listo para preparar el almuerzo, este día acaba de empezar y es una locura, estoy perdiendo mi cabeza y quiero que se termine. Subo las escaleras y al llegar al segundo piso me dirijo hacia la habitación de Scott, al entrar lo escucho balbucear en su cuna, en ocasiones siento que dice mamá, pero debe ser mi imaginación.

-Así que te enviaron a la cárcel. – digo bromeando al verlo sentado sujetándose. – no te preocupes, mamá está aquí. – digo sonriéndole.

Lo cargo y empiezo a bailar con él, sujeta mi suéter.

Yo quiero creer que seré mejor madre que ella, que yo nunca enviaré a mi hijo a un orfanato y que nunca permitiré que sufra lo que yo sufrí por años, quiero creer que soy mejor madre de lo que fue mi madre. No quiero juzgar a esa mujer, pero ahora al ver a mi hijo me pregunto ¿Cómo pudo dejarme ir? Soy su única hija y nunca me visito, por años esperé que fuera por mí, pero al entrar a secundaria lo supe, ella nunca iba a volver.

Envidié a esos niños huérfanos por años, ellos fueron criados por mi madre y yo, su propia hija fui vendida a una loca con complejos de proxeneta, pero debo agradecerle. Todo lo que tengo es gracias a la mujer que me convertí, admito que hay oscuridad en mí, pero por eso me enamore de Paul, él también es oscuridad, pero sabe pelear en medio de la noche, es el indicado.

- ¿Qué piensas? – escucho decir detrás de mí.

Me giro y veo a Paul apoyado en el marco de la puerta.

- Quiero otro bebe. – digo.

Borra su sonrisa y finge toser de manera exagerada, eso me hace reír.

- Estás loca. - dice con una sonrisa, se acerca a mí.

- ¿Por qué? podemos tener gemelas. – digo con una sonrisa.

- No gracias, eres suficiente. – me dice.

- Que malo eres. – le digo.

- Lo que digas. – me dice. - ¿Qué quieres almorzar? Podemos ordenar algo. – me sugiere.

- Sería lo mejor, no quiero cocinar. – digo.

-Que sorpresa. – dice.

Golpeo su pecho con mi puño y finge que le dolió, retrocede y lo veo alejarse, mi sonrisa se borra al verlo tener problemas con su pierna, quiero sanarlo, pero no puedo hacerlo, debe dejarme ver su dolor y sé que su orgullo no lo permite. Pongo a Scott de vuelta en su cuna y entro a su pequeño closet, busco algo más cómodo para ponerle, Cara siempre lo viste con demasiada ropa, hace mucho calor.

Visto a Scott con un simple conjunto de dos piezas de color rojo al igual que mi suéter y en sus pequeños pies pongo unas medias de color blanco, dejo lentamente a mi bebe en el piso y sonrió al verlo gatear, lo hace de una manera extraña, pero para mí es perfecto, todo en él lo es.

- Scott. – digo su nombre. – ven con mamá. – le digo.

Me agacho delante de él y lo veo acercarse a mí, cuando se encuentra a pocos centímetros lo cargo y lo felicito, ha crecido tan rápido y todavía recuerdo como era estar embarazada, no pienso volver a repetirlo, no me gustó la sensación de sentir que no tengo el control, tuve miedo la mayor parte del embarazo, temía que algo sucediera, porque yo nunca puedo ser completamente feliz, es mi maldición.

(Horas después)

Cierro mis ojos al sentir el agua de la ducha caer en mi rostro, es fría y creo que ya me he acostumbrado a ello, todo por culpa de haber entrenado por años. Abro mis ojos al sentir movimiento, frunzo mi ceño al ver a través del vidrio una figura, llevo mi mano a mi pecho cuando Paul abre la puerta de repente, me mira con confusión antes de entrar desnudo a la ducha.

- ¿Qué? – pregunta.

- ¿Dónde está Scott? – le pregunto.

- Durmiendo. – responde. - ¿Por qué me miras así? – pregunta acercándose a mí.

- Me sorprendiste. – respondo.

- ¿Qué te he dicho? Nada va a suceder. – me dice.

Me abraza, suspiro y apoyo mi cabeza en su pecho, lo abrazo y cierro mis ojos.

Me gustan estos momentos así, no sé cómo Paul lo logra, pero cuando me toca me hace sentir paz, creo que es porque me he mostrado como soy con él, no estoy fingiendo, él sabe mi pasado y no le importa, él me ve por quien soy a su lado y no por quien fui, eso es algo que siempre le agradeceré, aunque no lo diga en voz alta.

-¿De verdad quieres otro bebe? – me pregunta, lo miro de inmediato, veo la determinación en su rostro.

- Creo que estamos bien, solo nosotros tres ¿no crees? – pregunto.

- Solo quiero que seas feliz. – responde.

- Ya lo soy. – le aseguro. - ¿Eres feliz? – le pregunto con curiosidad.

Sonríe.

- No. – responde, frunzo mi ceño. – tengamos otro bebe. – me dice.

Abro mis ojos sorprendida y trato de alejarme de él, me ataca a besos y no puedo evitar reírme ruidosamente, golpeo sus brazos tratando de que me suelte, pero mis golpes deben hacerle cosquillas, dejo de reírme al sentir su aliento en mi cuello.

- ¿Eso es un no? – me pregunta levantando su rostro.

- Es un tal vez. – le respondo. – te diré mi respuesta el día que vea a Scott caminar. – le digo.

- Trato hecho. – dice sonriendo.

Lo beso y de inmediato me abraza, nos besamos como dos adolescentes que tienen miedo a lo desconocido, yo solía odiar estás situaciones en donde podía sentir por la manera en que alguien me besaba sus sentimientos, pero ahora soy adicta, con cada beso puedo sentirlo, me asusta lo mucho que él siente por mí, tengo miedo de lastimarlo, de que descubra que detrás de todo el maltrato que sufrí por años, yo lo disfrutaba, en ocasiones llegue a amar el dolor y eso me hace un fenómeno, la dueña del circo.

- Paul. – digo, me encuentro jadeando.

-Tranquila, es nuestro secreto. – dice encima de mis labios. – nadie sabrá que tanto lo haces. – me asegura.

-¿de qué hablas? – pregunto.

-Nadie descubrirá que tan fuerte caímos el uno por el otro, es nuestro secreto. – responde.

- Deja de ser tan cursi. – le pido.

-Sueles decir eso cuando sabes que digo la verdad. – me dice.

-Quizás. – admito. - ¿me ayudas a bañarme? – le pregunto.

- Sería un placer. – responde.

Nos movemos y el agua cae sobre nosotros, siento sus manos acariciar mis brazos y cierro mis ojos, disfruto cada toque y cuando me giro hacia él, al mirar sus ojos no puedo evitar perderme, pongo mi mano en su mejilla y quiero decir tanto, pero no sé cómo explicarlo sin morir en el proceso, yo siempre siento demasiado, todavía no sé si eso es bueno, espero descubrirlo pronto.

-¿Qué? – pregunta.

- No fue tu culpa. – le digo, deja de mirarme.

-No lo …- lo interrumpo.

- Déjame hablar ¿de acuerdo? mírame. – le pido, lo hace de inmediato. – no puedes ser el héroe siempre, en ocasiones las cosas no serán como queremos y lo sabes, ambos hemos aprendido eso con los años ¿cierto? – le pregunto.

No responde.

- Las cosas pudieron ser diferentes, pero no lo fueron. – le digo. – debemos continuar, lo que voy a decirte ahora solo lo diré una vez ¿de acuerdo? – no responde, golpeo ligeramente su mejilla.

-De acuerdo. – responde.

- Quiero a mi hombre de vuelta. – le digo, frunce su ceño. – te veo y estás aquí, pero me ocultas algo, el hombre que conocí en las vegas era el hombre más directo que había conocido, hablaba sin miedo a las consecuencias, quiero que vuelva. – le pido.

- Estoy aquí, no sé de…- lo interrumpo.

-Por favor. – le pido.

Antes de que pueda decir algo, escucho mi celular sonar y suspiro, sujeto su brazo cuando lo veo intentando salir de la ducha.

- ¿A dónde vas? – pregunto.

- Puede ser importante. – responde.

Lo miro molesta cuando sale de la ducha y maldigo ruidosamente, me cubro con una toalla y salgo en su búsqueda, al salir del baño lo veo de pie con mi celular en su oreja, el agua cae por su cuerpo y esta imagen es algo que voy a recordar por un largo tiempo. Sus ojos me encuentran y no me gusta lo que veo en ellos, me acerco a él, cuelga segundos después.

-¿Qué sucede? – pregunto.

-Esmeralda se fue. – responde.

-¿Qué? – pregunto sorprendida. – no deben preocuparse, le pedí que viniera a visitarnos, seguro está tomando el vuelo, estoy segura. – digo al recordar lo que hablamos en la mañana.

- No dijo nada y desapareció. – me dice. – Evelyn bajo en busca de la cena y ella ya no estaba al regresar. – me dice.

Llevo mi mano a mi cabello y pienso que hacer ¿Por qué este día no termina? Por unos segundos nos quedamos en silencio y cuando mi realidad cae encima de mí, quiero gritar por mi estupidez.

- Ya sé hacia dónde va. – digo.

- ¿A las vegas? – me pregunta, lo miro.

- A New York. – respondo. – somos Wagner, ella va de regreso a casa. – digo.

-Enviaré a alguien por ella. – me dice.

-No. – le digo. – yo iré por ella. – digo

- No. – me dice de inmediato.

Veo el enojo en su rostro y suspiro.

- Debo hacerlo. – le digo.

- No puedes ir ahí ¿recuerdas? – pregunta. – no puedes arriesgarte de esa manera, enviaré a alguien de confianza y en menos de un día estará aquí ¿bien? – pregunta.

-La conozco. – digo. – es la persona más inteligente que conozco, no van a encontrarla al menos que ella lo quiera, se oculta muy bien. – le aseguro.

- No puedes. – dice.

Toma una de mis manos.

-Paul. – digo. – yo tampoco quiero ir, pero he dejado que su control se perdiera a este nivel, tengo que traerla de vuelta. – le digo.

- No puedes hacer esto, hemos luchado por el anonimato y todo podría ser en vano si te descubren. – me dice. – te necesito aquí, nuestro hijo te necesita aquí. – me dice.

Sujeto su mano con fuerza.

- Ella me necesita. – le digo. – no voy a permitir que otra de mis chicas muera, voy a ir por ella. – le digo.

- Es un adulto, no es una niña. – empieza a decir. – debes dejar que tome sus decisiones. – me dice.

- No puedo. – le digo. – sus decisiones pueden ser un desastre, tengo que ir. – digo decidida.

Niega soltando mi mano, frunzo mi ceño, lo veo retroceder y luego volver hacia el baño, cierra la puerta de golpee y me pregunto ¿Qué es esto? ¿Qué debo hacer? Llevo mis manos a mi cabeza y cierro mis ojos, no quiero volver ahí, pero ¿dejo a mi hermana sola? ¿Qué hago si alguien la lastima al descubrir que es una Wagner? Es un riesgo muy grande, yo sé que puedo sobrevivir, pero ella siempre ha sido tan buena y eso no ha cambiado, ella confía en las personas y eso no es bueno cuando todos nos consideran un circo de locas.

¿Qué debo hacer?

Capítulo 3

...Si hubiera un mundo sin problemas, en dónde las cosas fueran menos complicadas, sé que él sería el indicado, yo podría amarlo....

^^^-Kaleani W.^^^

Observo el techo de mi habitación y vuelvo a suspirar ¿Qué hora es? No he podido dormir ni por un segundo, no dejo de pensar en Esmeralda, temo que algo malo suceda y yo no esté ahí para defenderla de la oscuridad, no quiero que sea lastimada. Puedo decir que ella es fuerte, puede pelear, pero existe algo en su interior que la hace tan vulnerable, ella siente y lo demuestra de inmediato, no puede controlarse como yo.

¿Por qué esto debe suceder ahora? Han pasado meses de silencio, incluso he subido de peso como consecuencia de mi tranquilidad, he tenido los días más difíciles de mi vida y a su vez han estado maquillados con ciertos colores, eso se debe al nacimiento de mi hijo. Toda esa tranquilidad será destruida si algo sucede, tengo la confianza en que Esmeralda puede estar en New York sin ser descubierta por al menos dos días, pero es inevitable, es una Wagner, las personas hablan y nosotras somos el centro de atención en los círculos cercanos a la mafia.

Me levanto lentamente y me siento en la cama, observo la oscuridad, ya no le temo a lo que puede haber en ella, pero el silencio en estos momentos me lastima, quiero saber que sucede porque yo nunca me he quedado tranquila cuando se refiere a la seguridad de mis hermanas.

Sé que Paul ha enviado a alguien por ella e incluso Evelyn se ofreció a ir mañana en la noche si no puede ser encontrada, pero eso no me ofrece paz ¿Qué estaba pensando cuando tomó esa decisión? Quisiera poder leer su mente y decirle que todos esos sentimientos son temporales, que ese dolor se irá, pero ¿Quién soy yo para asegurar eso?

Alejo las sábanas de mi cuerpo y antes de que pueda ponerme de pie soy sujetada, me sorprende saber que Paul todavía esta despierto, lo miro de inmediato, pero no puedo ver su rostro con claridad, decido encender una de las lámparas de noche y luego pongo toda mi atención en él.

- ¿Por qué estas despierto? – le pregunto.

Noto que no suelta mi brazo en ningún momento.

- No puedo dormir. – me dice.

Se acomoda en la cama y puedo ver parte de su cuerpo desnudo.

- Estás preocupado, crees que me iré mientras duermes. – empiezo a decir, me acuesto a su lado y suelta mi brazo, apoyo mi cabeza en su pecho y me abraza de inmediato. – no voy a irme, puedes dormir. – le pido.

- No puedo confiar en ti. – me dice, me levanto ligeramente y observo su rostro. – no eres inteligente cuando se trata de tus hermanas, lo sabes. – dice.

- ¿Eso que significa? Acabas de decir una estupidez. – digo con molestia.

Trato de alejarme de él, pero me sujeta con fuerza.

- Sabes que tengo razón. – dice sin dudar. – no voy a permitir que te arriesgues de nuevo, vas a quedarte aquí, conmigo. – me dice.

- No puedes evitar que me vaya si esa es mi decisión. – le digo con molestia. – no entiendes lo que esto significa, nuestras cabezas valen millones, sabemos cosas que podrían destruir un imperio y Keysi, esa chica es lo más valioso de todo lo relacionado al apellido Wagner. – le digo.

- Lo sé. – me dice. - ¿crees que no lo sé? Lo supe desde el primer día, pero las cosas cambiaron ahora, todo cambio. – dice.

Lo empujo con todas mis fuerzas y logro que me suelte, lo miro con molestia y trato de controlarme, me alejo de él y salgo de la cama, al ponerme de pie escucho movimiento detrás de mí, sé que también se encuentra de pie, me giro y lo miro, se encuentra del otro lado de la cama y su cuerpo protege la puerta.

- Sé que todo cambio y por eso estoy aquí. – digo. – estoy haciendo lo que me pediste, estoy esperando aquí y creo que puedo estar preocupada, no quiero que me estés vigilando, no voy a irme. -le digo.

- Tienes razón. – dice de acuerdo. – pero te equivocas, no estoy vigilándote, te estoy cuidando, creo que puedo hacer eso ¿cierto? – pregunta.

No respondo y puedo decir que me siento tan cansada, este día a sido tan largo y no parece terminar, quiero que termine, pero me preocupa el mañana, odio este miedo que siento, hace meses que no lo sentía y cuando ese miedo toca mi puerta, algo malo siempre sucede.

- Solo vamos a dormir. – me pide.

- Henri. – digo su nombre después de tanto, frunce su ceño. – estoy preocupada. – admito.

Lo veo acercarse a mí de inmediato, en pocos pasos se encuentra de pie delante de mí, me mira fijamente y me pregunto ¿Qué está pensando?

- Confía en mí. – me pide. – todo está controlado, no debes preocuparte. – me dice.

- Si algo sucede… - me interrumpe.

-Si algo sucede, iré por ella. – me dice.

- No. – digo de inmediato. – no vas a hacer eso de nuevo, no voy a permitirlo. – le digo.

- ¿No confías en que puedo lograrlo? – pregunta con molestia.

Sus ojos dejan de mirarme y veo decepción en su rostro.

-No me hagas esto, sabes que no me refiero a eso. – respondo.

-Nos he mantenido a salvo todo este tiempo, creo que he demostrado que puedo hacerlo… - lo interrumpo.

- ¡No quiero que sufras! - grito molesta.

Me mira sorprendido.

- Yo no… - lo interrumpo.

-Cierra la boca y vamos a dormir. – digo molesta. – no quiero hablar sobre esto y por favor, ve por Scott, quiero que duerma con nosotros hoy. – digo.

Dejo de mirarlo.

- De acuerdo. – dice simplemente.

Decido mirarlo y lo veo caminar hacia el closet, sale segundos después con un simple pantalón pijama y abandona la habitación, siento mi corazón latir demasiado rápido y tomo asiento en la cama, veo mi celular en la mesa de noche y lo tomo, no tengo alguna llamada perdida y Esmeralda no ha respondido alguno de mis mensajes, decido llamarla de nuevo y pongo mi celular en mi oreja.

Escucho el buzón de voz de inmediato, acaba de apagar su celular, decido dejar un mensaje en su buzón.

- Esto no es algo inteligente y lo sabes. – empiezo a decir. – no eres esto ¿me escuchas? Sé que estás fingiendo no ver las llamadas y mensajes, deberías contestar y escuchar lo que tengo para decir. – me detengo por unos segundos. – entiendo que necesites espacio y llorar, pero asegúrate de que nadie te reconozca ahí y vuelve a casa cuando estés lista, solo vuelve. – digo antes de colgar.

Pongo el celular de vuelta en la mesa de noche y me giro al escuchar la puerta cerrarse, veo a Paul cargar a nuestro hijo dormido, camina hacia la cama y sube a ella, acomoda a Scott en el centro y luego se acuesta a su lado, hago lo mismo, observo el rostro de Paul y me mira fijamente, sé que quiere decir algo, pero teme mi reacción.

- Diles a tus hombres que si logran encontrarla, deben dejarla en paz, solo deben vigilar lo que hace. – le digo.

Me mira con confusión.

- ¿Estás segura? – pregunta.

- Le daré una oportunidad de ser un adulto y hacer las cosas bien. – respondo. – si hace una locura iré por ella, aunque deba atarte a nuestra cama. – digo.

- No creo que lo logres. – me dice.

Lo miro fijamente ¿acaba de amenazarme? No me sorprende, es Henri después de todo.

- Eso veremos. – digo antes de acercarme un poco más a Scott y cerrar mis ojos.

- No te…- le interrumpo.

- Solo duerme. – le pido.

- Buenas noches, dulzura. - lo escucho decir con sarcasmo.

Una sonrisa aparece en mis labios.

(Tiempo desconocido después)

Frunzo mi ceño al escuchar un ruido insoportable ¿Qué es eso? Abro mis ojos lentamente y la claridad me dificulta ver completamente por unos segundos, veo las cortinas moverse cubriendo la salida al balcón de nuestra habitación, miro de inmediato hacia la mesa de noche al reconocer aquel ruido insoportable, es mi celular y decido levantarme, lo tomo.

Miro hacia la cama y veo a Paul completamente dormido al lado de nuestro hijo, Scott tiene sus pequeñas manos cerca de su rostro y ver esto, verlos a ellos me hace feliz y no quiero destruir mi felicidad, tampoco la felicidad que estoy dándole a Paul, pero el mundo parece tener otros planes.

Observo la pantalla de mi celular cuando deja de sonar, es un número desconocido ¿Quién era? Pongo mi celular en vibrador y camino hacia el balcón, abro completamente ambas puertas y salgo, me quedo mirando los árboles hasta que siento mi celular vibrar en mis manos, contesto de inmediato.

- ¿Sí? – digo.

Por unos segundos no recibo respuestas y pienso en colgar, pero escucho su voz.

- Hola Cielo. – escucho decir a ¿Audrey? – Necesitamos hablar. – lo escucho decir.

Siento enojo ¿Cómo se atreve a llamarme después de tanto? Aunque lo extrañe, no puedo evitar recordar que me mintió y que no protegió a Kalsey, no puedo perdonarlo tan fácil y él lo sabe, no me había llamado en meses y eso me hace preguntar ¿Por qué ahora?

- No tenemos nada de que hablar. – digo de inmediato.

- Entiendo que estés enojada, incluso decepcionada. – empieza a decir. – aquella noche sucedieron cosas que no eran parte del plan, perdimos personas importantes y debemos vivir con las consecuencias. – me dice.

- Exacto. – digo molesta. – esta es una consecuencia de haberme mentido, no vuelvas a llamar. – digo.

- No cuelgues. – me pide de inmediato. – No estoy llamando para excusar mis acciones y explicarte porque le pedí ayuda a tu hermana, tampoco porque te mentí, estoy llamándote por algo más y no puedo ignorarlo. – dice.

-¿Qué? tienes dos minutos, no tengo tiempo para esto. – le digo y suspiro.

-¿Dónde está Keysi? – pregunta sorprendiéndome.

¿Lo sabe? Aunque he estado maldiciendo su nombre por meses, creo que todavía respeto a Audrey, posiblemente es un bastardo al igual que su hermano, pero él me ayudo y salvo a Henri, sé que esa noche todos perdimos, pero no puedo olvidar, siento que las cosas hubieran sido diferentes si hubiéramos sabido todo desde el inicio.

- Eso no es tu problema. – respondo.

- ¡Lo es! – grita sorprendiéndome. – yo le prometí a Kalsey que las cuidaría y lo he hecho, me he mantenido fuera de sus vidas por meses, pero alguien acaba de ver a tu hermana menor en Queens ¿Qué tienes que decir sobre eso? – pregunta.

No sé que responder.

- Kaleani. – dice mi nombre.

-Estás demasiado enojado por algo que no debe importarte. – empiezo a decir. – son mis hermanas y yo me encargo, no vuelvas a hablar de Kalsey y sobre alguna promesa, todos sabemos que no cumpliste la más importante, ella murió. – digo antes de colgar.

Observo el celular en mi mano y quiero gritar, si Audrey sabe de su llegada a New York, en poco tiempo más personas lo sabrán, sabía que esto sucedería, quiero confiar en que Keysi volverá antes de que algo suceda, pero acaba de demostrarme que no le importa ser reconocida en las calles y eso me hace cuestionar su salud mental en estos momentos.

¿Qué hago?

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