Vivía en un pequeño reino. Mi padre era el gobernante de aquel pueblo, mi madre la reina y yo su heredera al trono. No eramos muy reconocidos por los demás reinos, debido a que nos encontrábamos muy lejos de los otros pueblos, pero no importaba, éramos felices entre todos los habitantes del pueblo, las personas nos respetaban y nosotros a ellos.
Cuando tenía 5 años mi madre murió por causas naturales, quedé devastada ante su pérdida. Unos meses después mi padre contrajo matrimonio con mujer muy bella, ella tomó el lugar de mi madre, quedándo como la nueva reina, yo era muy pequeña para asumir el poder en ese entonces. Al principio se mostraba gentil y amorosa, siempre sonriente ante los demás, por algún motivo adoraba a los niños. No sabía mucho sobre su vida o quién era, solo sabía que era la nueva gobernante y también mi madrastra.
Un año después mi padre falleció, yo quedé en custodia de mi madrastra Karolay Taylor. Como dije no sé nada de su pasado, ni incluso jamás nos dijo su apellido, fue una mujer llena de misterios. Al momento en que se casó con mi padre obtuvo el nuestro, convirtiéndose en mi único familiar. Solo bastaron unos días para que ella cambiará tan repentinamente.
Se volvió fría, toda esa alegría que tenía se deterioró. Comenzó hacer más agresiva con todos en el reino y a mí me castigaba por cualquier cosa, no entendía su repentino cambio.
Me dijo que las muertes de mis padres no fueron un accidente o por causas naturales, fueron lideradas y ordenadas por la familia Palacios, Condes del reino de Toledo. La ira me invadió ante tal confesió. Juré que esa familia pagaría las muertes de mis padres, se iban a arrepentir por tales actos, como era posible llamarlos Condes si eran unos criminales. Juré venganza.
Mi madrastra ahora mi madre, se a dedicado en mis entrenamientos, me ha dicho que mi venganza deberá ser completada para que mis padres descansen en paz. Por cada error que cometía se me daba un castigo, era ella quien los realizaba. Cada castigo que se me daba solo pensaba en acabar con toda la familia Palacios. Ya no soy gentil ni humilde, todo lo contrario soy fría, amargada y llena de odio.
Cada día que pasaba, mis únicos compañeros fueron los arcos y flechas, junto a las espadas. Luchaba con los soldados para saber mis destrezas en las batallas. Me tomó casi 14 años en prepararme.
Ahora que he cumplido 20 años y se que estoy lista para mi venganza, me dirijo al reino de Toledo, ahí me espera mi objetivo. Antes de viajar investigué, todo sobre ellos. Son una familia de cuatro, Sebastián Palacios un Conde muy temido y respetado por el pueblo, es esposo de Elena Palacios, una mujer que es capaz de fulminar con la mirada a todo aquel que la desafíe, Leornad Palacio y Gisela Palacios son sus hijos, ambos tienen los mismos rasgos que sus padres. Acabaré con cada uno de ellos. También averigüe que ellos están rodeados por una manada de lobos. Será algo difícil cumplir con mi objetivo, pero no imposible, solo tengo que acercarme a ellos como una persona común, ganarme su confianza y atacar cuando menos se lo esperen. Mi madre no me acompañará, ella viajará después, yo le estaré informando cada acontecimiento que pasé, por alguna razón ella quiere estar presente cuando los destruya.
Personajes
Nombre: Samanta Taylor
Edad: 20 años
Nombre: karolay Taylor Gilli
Edad: 44 años
Nombre: Leornad Palacio
Edad: 21 años
Nombre: Gisela Palacio
Edad: 16 años
Nombre: Elena Palacio Gilli
Edad: 44
Nombre: Sebastián Palacios
Edad: 49 años
Nombre: Erika Reyes
Edad: 19 años
Nombre: Andrés Reyes
Edad: 10 años
Nombre: Génesis Reyes
Edad: 38 años
Nombre: Erik Reyes
Edad: 46 años
Nombre: Edwards Squire (mejor amigo de Leornad)
Edad: 22 años
Nombre: María skarlet (tribu)
Edad: 42 años
Nombre: Martina Cervantes (tribu)
Edad : 20 años
Nombre : Alfonso Peñasco (tribu)
Edad: 24 años
La Mayor (tribu)
Edad: 77 años
Nombre: Ema Saltep (nana de Sam)
Edad: 52 años
Nombre: Katherine Peña
Edad: 20 años
Sacerdote del pueblo: Padre Miguel
Edad: 61 años
Nombre: Charles Fletcher (Herrero)
Edad: 35 años
Nombre: Evans Ford (fiel seguidor de Karolay)
Edad: 49 años
Manada
Elena...
Han pasado 20 años, mis hijos han crecido con el tiempo, sobretodo Leornad, se parece físicamente a mí, pero tiene el carácter de su padre. Podrá emitir miedo, pero yo doy mucho más que él, soy su madre y también una mujer loba. Gisela es más centrada, se dedica mucho a leer, pero cuando se enfada es como yo, una fiera, ella es muy parecida a su padre, tiene sus ojos y esa sonrisa. Mi bello esposo Sebastián siempre ha sido tan cariñoso conmigo y muy temerario con nuestros enemigos. En el pareciera que el tiempo lo hiciera ver más atractivo que cuando era joven, sus cabellos antes castaños ahora son grises y largos, pero ese detalle lo hace ver simplemente único, su cuerpo se ve más musculoso que antes. Este hombre me trae loca.
Génesis, Erik y sus hijos Erika, junto con el pequeño Andres son nuestra familia y siempre nos apoyamos en todo y en cada momento. No he dejado de entrenar con la manada. Mis hijos se toman un tiempo para sus entrenamientos, su padre los guía, ellos tienen que estar preparados ante el peligro. Erika también viene a nuestro entrenamientos, es una joven muy bella, heredó la nobleza de su madre y la gentileza que solo en ellas es muy notorio, tiene los ojos de su padre a igual que su cabello, negro, muy largo y ondulado. Andrés es más parecido físicamente a su madre de cabellos amarillo y ojos azules, pero en el carácter se parece a Erik.
En todo este tiempo no hemos sabido nada de mi prima, no tenemos ninguna pista, lo único que teníamos fue aquella carta, pensamos que se cambió de nombre. Todavía vivo con esa angustia, Sebastián me dice que tal vez falleció, no creo que haya muerto, se que esta por ahí, tratando de lastimarnos, estaré pendiente a su regreso, la esperare.
- Si no aprendes a concentrarte en tu objetivo, jamás lograrás derribarlo - le digo a Gisela, mientras entrenabamos en la parte trasera de mi mansión.
- Madre esto es muy difícil, no puedo hacer que mis instintos me guíen - dice mi hija.
- Tranquila, pronto sabrás como hacerlo.
- Debes de tener paciencia prima, yo pude prender mis instintos cuando tenía 17 años - dice Erika, apuntado con una flecha y dándole al blanco.
- Lo sé, pero mi madre pudo hacerlo desde los 13.
- Yo tuve una vida muy difícil cielo, todo a su tiempo - le digo y retiró los arcos - es todo por hoy, será mejor ir a darnos un baño.
En ese momento llegan Sebastián y Leornad en sus caballos. Sebastián me recibe con una gran sonrisa y baja de inmediato para ir a abrazarme y besarme.
- No aquí en frente de los chicos - le digo muy feliz.
- Ya son adolescentes y nos ven haciendo esto todo los días - dice Sebastián tomándome de la cintura y acercándo su frente a la mía.
- Papá creo que yo también me merezco un abrazo - comenta Gisela.
Sebastián se acerca y la abraza levantandola del suelo.
- Claro que sí mi pequeña.
- Buenas tardes tío Sebastián - lo saluda Erika.
- Hola Erika - le responde Sebastián y también la abraza.
- Hola mamá - saluda Leornad
- Hola hijo - lo saludo y lo abrazó - ¿Cómo les ha ido?
- Bien, el reino vecino aceptó nuestra alianza - dice mi hijo.
- Hermano y ¿para mi no hay abrazo?
Leornad sonríe ante el comentario de Gisela y le dice.
- Solo si le atinas a aquel árbol del frente - Gisela lo mira muy enfadada, Leornad esta al pendiente de que Gisela tiene muy mala puntería - es broma, ven para acá hermanita.
- Hola Leornad - saluda Erika
- Hola Erika - la saluda y también la abraza.
- Nosotras nos retiramos, iremos a darnos un baño - dice Gisela, tomando la mano de Erika.
- Con su permiso - responde Erika mientras es llevada por Gisela.
Ambas se retiraron dejándonos solo a los 3.
- Ha sido un viaje muy largo, deberían pasar a bañarse y comer algo ¿Dónde está el resto de la manada? - les pregunto.
- Unos se quedaron a beber en el estanque y otros fueron de caza - responde Sebastián.
Pasamos a la mansión, nos bañamos y fuimos a preparar la comida. En mi mansión no hay sirvientes, y todos nos encargamos de hacer los quehaceres y nuestros alimentos.
Sebastián....
Fue un viaje largo y agotador en caballo, casi diez horas. Elena insistió en que llevará a la manada, no me puedo negar ante ella, se que se preocupa por nosotros y si eso la tranquiliza lo haré. El viaje fue tranquilo en todo el camino, también fueron mis hombres. La alianza se hizo con el reino vecino. Me enorgullece que mi hijo siga mis pasos para formarse como el próximo Conde.
Al llegar a casa, lo primero que vi, fue a mi esposa junto a mi hija y Erika. Ver a mi esposa me hace sentir muy dichoso. El tiempo le ha echo un favor, cada vez se ve mucho más hermosa, diría más que antes. Ella se muestra muy cariñosa conmigo pero ante los demás sigue siendo la misma mujer salvaje de hace veinte años atrás. Nos hemos dedicado a proteger y entrenar a nuestros hijos, no estaremos toda la vida con ellos y deberán enfrentar el mundo solos, luego tienen que seguir con sus hijos, ayudarlos, hacer fuertes e inteligentes. Mi bella Gisela es muy rebelde cuando se lo propone, me recuerda a su madre, salvaje e indomable, poco a poco tendrá que controlar sus emociones, es punto clave para nuestra familia.
Erik, sigue siendo mi asistente, como el no hay nadie, es un gran amigo y padre a la vez. Él junto con Génesis han cuidado y protegido a Erika y al pequeño Andrés. Nos pidieron entrenamiento para toda su familia, cosa que no nos negamos, vamos de caza todos y debes en cuando subimos a las montañas, donde esta ubicada la aldea de la Mayor. Con el pasar del tiempo, La Mayor sigue con nosotros, una mujer muy sabia y a ayudado a nuestros hijos a concentrarse en los entrenamientos a igual que saber manejar sus instintos. Estos son claves para tener éxito en las batalla, a igual que saber prender los sentidos, es esencial sentir, oler, escuchar, saborear y observar el panorama.
Durante estos veinte años he aprendido que la familia es lo primero, ahora entiendo a mi padre porque quería tanto estar unidos, y cada vez que nos separabamos el se preocupaba, aunque no lo demostraba, siempre fue de carácter fuerte. Mi bella madre fue la más débil en sentimientos pero no en fuerza. Nos visitan a menudo, ahora viven en otro pueblo. Mi padre decidió darse una vacaciones, dejándome a mi en el poder. Mi hermana se casó, tuvo una hermosa bebe y ahora vive con su familia. Quien la desposó es un gran muchacho, de buena familia, no me refiero a los títulos, sino a su nobleza, a demostrado ser digno para ella.
Mi familia a crecido y temo que esto sea un blanco fácil para nosotros, me volvería loco si algo les pasará. La manda nos custodia, baja a la mansión cada noche, los guardias nos vigilan a cada momento, eso me hace estar más tranquilo. Es necesario estar a salvo, le dije a Elena que su prima tal vez este muerta para que dejará de preocuparse, yo estoy tras su rastro para terminar con esta maldita angustia de una vez por todas. Lo único que se de ella es que se casó, no se, si eso es bueno o malo para nuestra familia, solo se que tengo que encontrarla.
Entramos a la mansión y decidí darme un baño, Elena entró conmigo, sus caricias suaves exploran todo mi cuerpo mientras nos besamos apasionadamente y el agua cae sobre nuestra piel.
Su escultural cuerpo y delicada piel me vuelve loco he invita que la haga mía una y otra vez, su aroma me envuelve como si fueran sábanas, en ella se puede oler el fuego, el sabor de sus labios es una combinación dulce y ardiente a la vez, como chocolate amargo con fresas.
- ¿Tratas de seducirme mi pequeña salvaje? - pregunté con mucha lujuria.
- Por supuesto que no, Conde Sebastián - dice ella dejando ver su amplia sonrisa y sus ojos llenos de pasión.
La observé detenidamente, continuamos así por un momento, hasta que decido subirla a mi cadera mientras beso su delicado cuello. La miró a los ojos y ella me sonríe muy lujuriosa y yo le devuelvo la misma sonrisa. Empiezo a embestirla poco a poco. Después de 21 años ella sigue estando estrecha y eso es algo que me excita aun más, arquea su espalda y empieza a gemir de extasis, decidí llevar sus manos a sus labios para tapar sus gemidos, retiró sus manos y la beso, ahora sus gemidos están dentro mío. Comienzo a acelerar mi ritmo cada vez rápido, ella se sujeta de mi hundiendo sus manos en mi espalda a punto de venirse, siento sus paredes vaginales contraerse y esto hace que mi cuerpo decida venirse dentro de ella haciendo una mezcla de ambos líquidos. Deposita su cabeza en mi hombro y la bajo con mucho cuidado.
- Te amo Sebastián - dice Elena muy feliz.
Abrazó a mi hermosa Elena y le digo.
- Por ti daría hasta mi vida, te amo.
Hola con todos, espero que les guste esta segunda parte de la novela.
A partir de aquí Samanta y Leornad nos contarán la historia.
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Samanta.....
Llegué a mi destino y me instalé en una mansión, tiene todo lo que necesito, tanto como el servicio y un enorme patio para poder entrenar.
Decidí salir a dar un paseo y aprovecho para conocer el pueblo. Me puse un vestido común de color café y una zapatillas negras, no hay necesidad de tantos lujos. Al salir me topé con una joven, es una muchacha que vive alado de donde me estoy instalando.
- Hola, bienvenida al pueblo, veo que no eres de por aquí - dice la muchacha.
- La verdad que no, solo estoy de visita, a propósito soy Samanta Taylor.
- Mucho gusto, yo soy Katherine Peña y ¿Qué haces por estos rumbos? - pregunta muy curiosa.
- Solo he venido para distraerme, me llamó mucho la atención sobre los que se dice de este pueblo y la familia Condesa.
- Ah sí, es una gran historia. El conde junto con su familia son personas muy buenas, aunque algunos todavía les seguimos temiendo, ya sabes por los lobos.
- ¿Todos en el pueblo les temen?
- Es una combinación entre respeto y temor.
- Quisiera saber más de ellos, son muy misteriosos.
- Lo son, pero te aconsejo que no te acerques mucho, nunca se sabe, la mamá tanto como sus hijos fueron criados por lobos. No te quito más tu tiempo, pero debo de irme.
- Está bien gracias por la información - nos despedimos con un beso en la mejilla y antes de marcharse me dijo.
- Antes de irme, quiero aconsejarte que no vayas sola al bosque, esta plagado por lobos. No habido ningún ataque pero más vale prevenir - Dijo Katherine.
- De acuerdo - le dije y se marchó.
Así que les temen, tomaré eso a mi favor. Decidí ir al bosque, no tomé la advertencia de Katherine yo iría preparada, llevé mi arco con muchas flechas y unos cuantos cuchillos escondidos en mi pierna.
Al llegar al bosque noté que habían carteles que decían, no pasar más allá del límite. Lo tiré al piso y seguí con mi camino. Creo que sería buen momento en que los lobos me atacarán, así podré entrenar con ellos, atravesándoles mis flechas.
En lo más profundo del bosque observé que estaba lleno de animales, como un verdadero jardín de edén. Escale un árbol hasta la copa, me acomode y tomé mi arco, quería practicar con mi arco. Me fue muy difícil disparar, los animales no tienen la culpa de nada, solo me quedé a observar.
Noté que se acercaba un lobo y este estaba cazando a un venado, estaba dispuesta a ahuyentarlo, no ha herirlo, me di cuenta que no tenía corazón para eso. Comencé a apuntar y observé que en la parte derecha salió un joven muy apuesto, de cabellos castaños, piel trigueña, alto muy alto, y de cuerpo musculoso. Usaba unas prendas de vestir algo viejas y arrugadas, en su cuello llevaba un collar, tal vez era un colmillo de lobo. Me quedé observándolo por un momento, luego noté que tanto como el joven y el lobo, estaban cazando juntos. Bajé muy silenciosa del árbol sin que me vieran, ellos estaban a unos 25 metros de distancia. Cuando ellos ya estaban a punto de tomar al venado, salí de entro los arbustos poniéndome enfrente de ellos apuntándolos con mi arco.
- ¡ALTO! no te atrevas hacerle daño - el venado salió corriendo a toda velocidad, yo no quitaba mi mirada de encima de aquel joven, al parecer de cerca es mucho más guapo, esos ojos verdes esmeraldas que no me dejan de ver me hechizaron. Retire ese pensamiento absurdo de mismo cabeza y me dije en mis adentro, podrá ser muy guapo, pero yo soy una mujer llena de rencor y no iba a flaquear ante él.
- Pero ¿Qué crees que haces mujer? - dijo aquel joven con una voz muy potente y algo molesto.
- Trató de que no le hagas daño - le dije muy seria sin dejar de apuntarle con mi arco.
El lobo al ver lo que estaba ocurriendo se sentó y me observó muy detenidamente. El joven vio al lobo, luego me miró y sonrió sarcásticamente.
- Entiendo amigo - le dijo al lobo.
- ¿Entiendes que? - dije algo molesta.
- Entiendo que solo eres una mujer y que no hay peligro contigo, no asustas a nadie con ese arco, oh, perdón si asustas, asustaste a mi cena - dijo él y dio unos pasos hacia mí.
- No te atrevas avanzar más, o si no..
- O sino ¿Qué?
- Soltaré la flecha - dije entre dientes.
- No me digas - se acercó y con unos movimientos me desarmó y votó mi arco con las flechas, me tomó de la cintura aferrándose a mí.
- Primero los arcos no se toman así, segundo la flecha siempre deben de estar en dirección con el viento, para una mejor puntería y tercero - dijo olfateándome - no tienes permitido entrar ha estos territorios.
Su rostro estaba tan cerca del mío, podía escuchar su respiración y su aroma. Recordé que tenía unos cuchillos en mi pierna, lo saqué de inmediato y se lo puse en el cuello e hice presión. Él al ver lo que ocurrió sonrió. Noté que en su mirada no había temor, era como sí gozará de ese momento.
- Suéltame maldito o no respondo.
- jajaja te voy a soltar salvajita, pero con una condición.
- Aquí el único salvaje eres tú - dije presionando el cuchillo más en su cuello - yo no hago tratos con nadie.
- Ya lo veremos - se acercó más a mi y me besó, trate de soltarme de su agarre pero fue imposible. Cedí ante su beso, el sabor de sus labios y el aroma de su piel me hechizaron por completo, yo en realidad estaba disfrutando de sus besos. Subió su mano muy despacio hasta donde estaba el cuchillo, lo tomó y lo arrojó al suelo, sin dejar de besarme.
Escuché que el lobo chilló y me separe de él a una distancia prudente, escupiendo al suelo.
- Se que disfrutaste ese beso tanto como yo - dijo el sonriendo descaradamente.
- Han habido mejores besos que los tuyos - dije furiosa.
- No salvajita, mis besos no se comparan con nadie.
- Pues déjame hacerte bajar de tu nube, maldito egocéntrico.
Me miró y sólo sonreía el muy descarado, se pausó por un momento y luego dijo.
- Me encantaría seguir con esta charla, pero me tengo que marchar. Otro día te seguiré dando más de mis besos.
Tomó mi arco y el cuchillo del suelo y me los dio.
- Toma, los necesitarás, hay muchos ladrones por esta zona.
- Eso lo he tenido muy claro - tomé mis armas y cuando regresé a verlo ya no estaba.
Como apareció se fue. Desapareció en un segundo junto con el lobo, era muy veloz y silencioso ¿Quién era él? estaba muy mal vestido para pertenecer a la Nobleza. Lo único que sé de aquel joven misterioso, es que vive cerca de aquí y que es muy egocéntrico.
Decidí marcharme de aquel lugar. En la noche tendría un baile y tenía que estar lista para conocer a mis enemigos.
Leornad......
Cuando acabamos de comer, decidí ir de caza con mi lobo, solo somos los dos, no ando mucho con toda la manda, los dos somos suficientes.
Mis padres se dirigieron a la mansión del pueblo, yo en un rato iría. Cuando voy de caza, no significa que voy con el objetivo de matar animales, solo los atrapo y después los libero. Es algo que hacemos siempre para saber mis destrezas en la velocidad y el silencio.
Mi objetivo estaba listo, el lobo estaría atacando a la derecha y yo saldría por la izquierda. De repente una muchacha sale de la nada y hace que el venado huyera del lugar.
Vaya que si estaba guapa, me llamó mucho la atención, la forma de como se me enfrentó y me desafió. Mi lobo a igual que yo, notamos que no tenía las destrezas suficientes para domar el arco, así que el lobo se sentó al ver lo que iba hacer. Me acerqué y entre más lo hacía se me hacía mucho más guapa. Ella tiene una tez muy blanca, sus ojos son marrones, de pelo castaño y ondulado, algo delgada, de rasgos finos y de una mediana estatura.
Observé que era algo salvaje, cuando me puso el cuchillo en el cuello, vi furia en sus ojos. Ninguna mujer se había resistido ante mis encantos. Decidí besarla, no voy a negar, goce del beso, del sabor de sus labios y el olor que ella emitía.
Se separó muy enojada, ella es algo diferente ante las otras mujeres, cualquier otra mujer cedería ante mí, pero ella hizo sinónimo de rechazo escupiendo al suelo. Me dio algo de coraje cuando dijo que habían mejores besos que los míos. Por ser caballeroso tomé sus herramientas y se las devolví, luego desaparecí de aquel lugar.
¿Por qué me siento tan atraído a ella?
Te volveré a ver salvajita, te lo aseguro.
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