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Enredados [libro 2: ¡Atrapada!]

Principio de todo.

Se dice que hay personas que nacen bajo una estrella y otras que nacen estrellados, para mí desgracia me tocó la segunda opción, nací más que estrellada.

Mi vida empezó a ir cuesta abajo el día que mi padre murió, y mi madre que tenía menos insisto maternal que las llenas, me maltrató tanto física como mental a su antojo.

Pensé que podía librarme de ella, al saber que se casó con un hombre adinerado, pero para mí mala suerte no fue así, sino que empeoró a un más mi desdicha.

El hombre, por llamarlo de alguna manera, me metía en situaciones embarazosas por no decir muy incómodas, hasta que la que me dió la vida, lo descubrió.

Cómo el ser sucio y cobarde que es, me culpó de todo y como la estúpida madre que tengo le creyó a él en vez de a mí, lo que empeoró aún más mis días, si es que podrían estar peor.

Cuando ya no pudo sacarme ningún provecho, ella y su marido hurgaron un plan inhumano y me vendieron a un ser vil, por unos míseros millones.

El hombre en cuestión, engreído, arrogante y malvado, al darse cuenta que no me iba a doblegar ante él, hizo lo que núnca se le debería a hacer a un ser humano.

Después de aquel cruel abuso, me sentí morir, tanto fue así que intenté quitarme la vida, pensado que por fin terminaría mi sufrimiento.

Qué ilusa fui, no sabía que solo era el comienzo de una profunda desgracia.

Sin saber la razón seguía vida, pero aquellos que sabían la verdad, decidieron ocultarla de mí y usarme, mentirme por alrededor de un año.

¿cuál fue la verdad? se preguntarán, pues resulta que borraron todo cuanto tenía que ver con aquel vil hombre, y la violación en mi persona.

Ajena a la verdad, a pesar de tener una relación odiosa con aquel ser, me fui enamorado de él, fui confiando, tanto en él como en su hermana, sin darme cuenta del error que estaba cometiendo.

Conocí a muchas personas en ese proceso, las cuales también me trajeron algún que otro problema, poniendo mi vida en peligro varias veces.

Por suerte o por desgracia, quedé embarazada de él, lo que trajo consigo un torbellino de emociones, tragedias y desgracias.

La hermana con un amor enfermizo hacia su hermano, no soportó tal traición de nuestra parte e intentó matarme, pero al no conseguir el cometido, devolvió todos mis recuerdos, toda la ilusión el amor que sentí y viví fue todo un juego un truco, lo que me hizo desease morir una vez más, pero de nuevo, fui salvada en contra de mi voluntad y para empotrar la situación fui convertida en un ser igual a ese hombre.

Parece ser que el cielo, ni el infierno me querían, o querían seguir viéndome sufrir una y otra vez, hasta quedar satisfechos, y para colmo siquiera podía matarlo con mis propias manos, por dañarme y usarme de esta manera, así que decidí dañarlo de otra manera, matando a sus hijos que llevaba en mi vientre.

Pero al final siquiera pude hacer algo como eso, no pude matarlos a pesar que odiaba todo cuanto se relacionara con él, así pues hice un trato con el hombre vil, yo tendría a sus hijos y núnca más volvería a ver su rostro, ni el la mía, ni yo la suya.

El gran día.

Los siguientes meses, fueron una completa locura, decir que era un ser viviente llena de emociones era quedarse muy corta.

Y esta reciente trasformación tampoco ayudó mucho, para colmo tuve que ver a ese ser más veces de las que me hubiera gustado.

Mi odio se redujo un poco, bueno más bien diría que mi instinto asesino, disminuyó, era agotador, y de nada servía seguir así si no podía matarlo, además como quedamos en ese trato, solo debía esperar para perderlo de vista para siempre.

A pesar de seguir enfadada con Lionel también, debo decir que me siento agradecida por tener su ayuda, no creo que hubiera podido con este embarazado yo sola.

Durante los meses del embarazo restantes me enseñó cuanto sabía, a poder vivir a partir de ahora con esta nueva apariencia.

El sol que me quemaba, cada vez que me exponía a el, ahora era mucho más soportable.

Resulta ser, que los neófitos convertidos, tienen poca tolerancia a la luz solar, pero que eso se va asentando poco a poco según va pasando el tiempo, y esto solo afecta a los convertidos, ya que personas cómo Leiot que era nacido, no tenían por qué lidiar con ello.

También tuve que estar, bebiendo de la sangre de Leiot, para que mi sistema se asentará y no convertirme en un fallo.

Los fallos eran aquellas trasformaciones que se llevaban a cabo pero no funcionaban y el convertido se trasformaba en un vampiro sin emociones, ni sentimientos, como si fueran Zombies, bestias sedientas de sangre.

Las veces que peor la pasaba eran, las noches de luna llena, como era una híbrida y embarazada, no tenía el poder de convertirme en un animal, lo que sinceramente agradecí mucho, eso de trasformarme en una bola de pelos gigante no me gustaba mucho la idea.

Pero si debía soportar el dolor como si fuera una transformación real, era horrible, la sensación era desgarradora, todos mis sentidos se nublaban y perdía la razón, solo me invadían los instintos y la sed de sangre.

Sentir como todos los huesos se desgarran miembro a miembro, cada vez que pasaba, deseaba huir, salir de ese sufrimiento y dolor, muchas veces tuvieron que atarme, por que parece ser que golpeaba otra las cosas, o me autolesionaba. Prueba de ello es la cicatriz que le dejé a Lionel en la cara, cada vez que lo veía me sentía culpable, a pesar que me decía que no pasaba nada.

O los antojos excesivamente grandes que tenia, ya sea de sangre comida incluso…

Moví la cabeza intentando no pensar en ello, me odiaba a mi misma incluso por tener aquellos pensamitos, por desearlo aun, después de todo cuento me hizo, me tranquilizaba saber que este deseo era un efecto secundario de beber su sangre.

Era tan dulce y embriagador, solo con un sorbo perdía todo sentido, era como una derogación addictiva que sabes que no es bueno, pero aún así quieres seguir y seguir consumiendo.

...…...

Ahora, estaba de camino al hospital, las contracciones eran insoportables, inspiraba y exhalaba, una y otra vez como si fuera un inflador de globos.

En el coche se encontraban, Leiot, que conducía como un poco al volante, se que quería llegar lo más rápido posible, ¡pero por dios! ¿quería matarnos antes que llegáramos al hospital?

Lionel a mi lado en la parte trasera del coche, me ayudaba a contener mi fuerza y poder a ralla.

—sigue respirando—insistía una vez más.

—¿y que te crees que estoy haciendo?—le respondí casi a gritos, frustrada y molesta.

Hizo oídos sordos a mi respuesta, y siguió más de lo mismo, los dolores se hacían cada vez más intensos.

Es como si ellos quisieran abrirse paso a través de mi vientre y destrozarme sin ningún miramiento.

Por suerte llegamos al hospital bastante rápido, al bajar, varios doctores me pusieron en una silla de ruedas, llevándome directamente a la sala de parto.

La ginecóloga, que estuvo llevando mi seguimiento, era la misma que me iba a atender, ella y otra compañera suya, las dos eran licántropos, de diferentes manadas, al parecer habían más personas con peculiaridades de las que imaginaba.

No se si era por que ahora era una de ellos, por decirlo de alguna forma, y por ello veía a más personas extrañas, o quizás es que siempre estuvieron allí a la vista, solo que no se dejaban ver su identidad.

—¿es normal que se haya adelantando el parto?—dije con preocupación.

—para ser alguien que no desea saber nada de esos niños, te estás preocupando mucho—soltó Melanie.

Enrojecí, de vergüenza y molestia, ¿cómo se atrevía a decirme algo a si? se bien lo que dije, pero los tuve en mi vientre siente meses, las cuales cuantro de ellos, los amé como núnca amé algo en mi vida, independientemente de tener mis recuerdos bloqueados, lo sentí todo como algo real, no soy una inhumana.

Iris la echó una miraba de desaprobación, colocándose los guantes y la mascarilla

.

—no te preocupes, es normal, teniendo en cuanta que traerás al mundo dos seres únicos.

—empezaremos pronto, quieres que alguno de los dos asista al parto o prefieres…

—está bien, quiero que este Leiot.

Ambas me miraron con los ojos abiertos, sorprendidas, ¿cuál era el problema? dejando a un lado todo lo sucedido, él era quien se iba a ser cargo de ellos, que menos que darle ese beneficio.

Leiot entró minutos después, su cara estaba llena de preocupación y angustia, ¿así es como se sintió mi padre cuando mi madre me dio a luz?

—grandullón necesito que te pongas detrás de ella, la sujetarás fuerte y bajo ningún concepto debes soltarla—ordenó iris mirando a Leiot con seriedad.

A pesar que estaba confundido asintió, siguiendo sus órdenes.

Se colocó detrás de mi, cauteloso, evaluando mi reacción, colocó sus fuertes brazos sobre mis ojos, noté la calidez que emanaba.

—núnca antes hemos estado en este tipo de situación así que no se con exactitud, lo que podría pasar.

Se que iris no lo decía con la intención de asustarme, simplemente estaba siendo franca y sincera con la realidad, pero aún así no pude evitar preocuparme.

Ambas mujeres, Iris y Melanie, estaban listas para comenzar, y lo que pasó a continuación siquiera tendría calificativos para describir tal dolor.

El parto.

Gritaba como nunca antes, intentaba zafarme del agarré del Leiot pero para mi frustración no podía.

Dolía mucho, era como si aquellos monstruos quisieran abrirse camino por su propio pie, sin la necesidad de mi ayuda, no podía soportarlo, quería huir, lejos.

—¡dejarme ir!

Todo se estaba tiñendo de rojo a mi alrededor, una espesa niebla se apoderó de mi mente impidiéndome ver con claridad.

Al abrir los ojos de nuevo, apareció aquel hombre tan despreciable, como si fuera una especie de proyección, me miraba con una sonrisa burlona y su aspecto era mucho más siniestra de lo que estaba acostumbrada.

—¡noo! ¡no te acerques a mi!

Las manos de Leiot que antes me sujetaban ahora estaban remplazadas con grilletes y esposas, impidiéndome moverme.

Este posaba sus manos sobre mí, y yo papeleaba con lágrimas en los ojos.

—noo, por favor.

Mi madre aparecio al otro lado de la camilla, con los brazos en cruz se reía, mientras miraba todo sin hacer nada.

—Aliah, escúchame, cálmate, escucha mi voz.

La voz de Leiot, retumbó en mi cabeza sobresaltandome

—estoy aquí, respira, es todo una ilusión, recupera tus sentidos.

—¡no!, todos quieren hacerme daño, todos quieren matarme.

—nadie te hará daño, no mientras yo siga vivo.

—¿me protegerás?

—juro que lo haré, siempre incluso si no deseas, lo haré, despierta, eres más fuerte que esto.

Y como si de un hechizo se trata, mi mente se despejó, despertando de aquella pesadilla con el llanto de dos recién nacidos, embarrados en sangre.

Ambos bebés sujetos en los brazos de Leiot, la cual los miraba con completa adoración y amor, sus ojos estaban teñidos de lágrimas.

—Gracias, nunca pensé que me mereciera algo como esto, que pudiera sentirme tan pleno,lo has hecho muy bien—decía entre lágrimas.

Su pecho está cubierto de sangre, con heridas, como si le hubieran rasgado la piel, ¿eso lo hice yo?

Las dos enfermeras sorprendidas pero alegres, también se las veía exhaustas.

Yo ni siquiera tenía fuerzas para nada más, el cuerpo me pesaba, que lo único que quería, era descansar.

...UNASvHORAS DESPUÉS…...

Desperté, mirando alrededor, en la habitación se encontraba una pequeña cuña la cual, los dos recién nacidos dormían plácidamente, inocentes y ajenos a la vida.

Me volví a dormir para despertarme a la mañana siguiente sobresaltada por los llantos, aunque decir que es un llanto se quedaría corto.

Los gritos eran tan fuertes que podía sentir las vibraciones y ondas en la ventana, que amenazaban con romperse en cualquier momento.

Mi vista se centró en Leiot y Lionel, que intentaban de forma desesperada acallarlos, sus expresiones representaban la viva imagen de la desesperación y la frustración.

No pude contener más la risa y estallé, si ellos iban a ser quienes se encargaran del ellos, temía por esos bebés.

—¿de que tanto te ríes? sibcrees que puedes hacerlo mejor entonces adelante—me reprochó Lionel tendiéndome a la bebe de cabello negro como su padre.

—oye, yo no dije que…

Eso me pasa por reírme, pero la bebé que estaba tendida en mi pecho cesó su llanto.

—reconocen a la loca de su madre—dijo Lionel sonriendo.

Lo miré con mala cara, fulminándolo con la mirada, lo que hizo que se fuera aún más.

—¿podrías ayudarnos con este otro ?

Lionel le quito el bebé de las manos a Leiot, su cabello era de un color rojizo, como el atardecer, la dejó sobre mi otro pecho.

—no tienes por que, puedo encargarme…

Al igual que la otra este también se quedó callado al momento.

—¿quizás sea por el olor?—soltó Lionel de la nada.

—¿olor?—pregunté curiosa.

—piénsalo, los tuviste por un largo tiempo dentro de ti, además que cada ser tiene un olor característico, por lo que deben semstir seguridad por tu esencia.—explicó.

¿esto era cosa de familia o algo por estilo? recordé aquella vez que me encontré por primera vez con Lionel y como me olfateo como si fuera un perro.

—por cierto, ¿quieres saber que nombre tienen?—dijo señalando a los recién nacidos.

No son mis hijos, pensé, pero me quede callada sin poder decir aquellas palabras en voz alta.

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