Lo vio por primera vez en el gran salón. Era una cena de gente acomodada, en donde predominaban los vestidos bonitos de las mujeres y los trajes hechos a medida de los hombres.
El lugar era enorme, de altos techos en color crema, adornado de suaves tonos y mesas con manteles a juego.
Todo se veía muy sofisticado, dándole al ambiente un aire de elegancia.
Ella había ido a esa fiesta por culpa de su compañera de cuarto, quién le devolvería la llave del departamento que rentaban juntas, le dijo que se pusiera algo bonito porque debía pasar por una fiesta formal, y para llegar a ella no podía entrar con ropa de calle, y le mandó la dirección.
Había pensado no venir, sin embargo, no tenía opción, necesitaba esa llave para el futuro inquilino.
Hasta el momento aquella no había dado señales de vida, se sentía estafada, lo más seguro es que la hubiese hecho ir a esta recepción sin su consentimiento, porque sabía que no era muy fan de las fiestas, estaba mejor en casa que aquí entre la multitud.
Dio varias vueltas entre las personas, esperando encontrarsela, aunque sea de casualidad, no tuvo mucha suerte.
Miro la mesa de aperitivos, ¡ya que está aquí!, porque no pasar a saborear esas delicias.
Se acercó mirando a todos lados, como si estuviese prohibido tocar esa mesa, era sólo timidez, tomó un plato pequeño de la pila y comenzó a divagar alrededor de la mesa escogiendo los que tuviera mejor aspecto para su paladar.
Pasó los siguientes minutos parada en un rincón comiendo y mirando a los demás.
Hasta que se topó con una persona que dio un rumbo más interesante a la velada.
Él era tan sexy; alto, de complexión muy en forma, de espalda ancha bajo ese traje oscuro de pingüino que le sentaba bien, pero que muy bien, dedos delgados varoniles que sostenían una copa de champagne, de cabello oscuro y alborotado que le daban un aspecto informal y fresco, para completar ese cuadro una sonrisa que te hacía olvidar hasta el nombre.
Tenía que encontrar una bebida rápido, para poder pasarse esa comida antes de que se le atorara.
Tómo lo que encontró primero, fue un error, estuvo a punto de escupirlo, era alcohol, nunca la había gustado y eso no iba a cambiar.
Volvió a dejarlo y esta vez aseguro de agarrar algo menos invasivo para su sistema.
Ella solo le miró toda la velada sin atreverse a acercarse, ¿porque lo haría? Solo que le despertaba curiosidad su belleza atípica, no era muy común que viera ese tipo de chicos, salvo tal vez en las revistas de moda.
¿Por qué no beber un rato de esa belleza? No estaba prohibido mirar o ¿sí?
Corrían las copas de champagne cada vez, con más frecuencia, los borrachos comenzaban a predominar, cayéndoseles esa máscara de sofisticación que con tanto empeño se ponían y su compañera de cuarto seguía sin aparecer.
¿Pues en qué parte se había metido o sería que se había equivocado de lugar? Miró su celular una vez más, comprobando que la dirección era la correcta, ¿Entonces, que había pasado? Ojalá no estuviera en aprietos.
Escribió preguntándole por si las dudas, sin recibir respuesta alguna. ¿Acaso pensaba tenerla toda la noche aquí? No iba a quedarse a ver el decline de la fiesta, aunque hubiese encontrado un muy buen entretenimiento.
Aquel chico hablaba con distintas personas, eran más las féminas que parecían llamar su atención todo el tiempo, aunque parecía aburrido y algo decepcionado.
¿Que estaría buscando? Él solo dedicaba unos minutos a la femina cuestión antes de poner cara de desinterés y desalentar toda ilusión formada.
No sabía si reírse o no de aquella situación, pobres mujeres, no quería estar en los zapatos de ninguna.
Al parecer aquel no pudo con el aburrimiento, y desapareció de su vista, perdiéndose entre la multitud, sin saber su rumbo.
Era hora de marcharse también, ya vería la forma de conseguir unas nuevas llaves y si su compañera no aparecía.
Comenzó a dirigir sus pasos hacia la salida, no creía que su compañera fuera a parecer a esta altura, seguramente ya hasta se había ido si es que se había dignado en venir después de su engaño.
Miró su celular con resentimiento, como si este tuviese la culpa por no poder recibir contestación, siguio revisando por si aparecía un mensaje.
Recogió sus pertenencias en el vestíbulo, y caminó lentamente cerciorándose que traía su identificación de la universidad, tal vez consiguiera un descuento a pesar de la noche, muchos alumnos podían salir a estas horas, aunque no precisamente de una fiesta.
Realmente necesitaba esa credencial.
Una sombra se acercó rápidamente, pisando el mismo lugar en el que ella intentaba poner el pie para caminar.
Estuvo a punto de perder el equilibrio al no mirar que alguien salía de la nada, es decir, al no fijarse que más personas intentaban salir.
Instintivamente salto hacia atrás. No debía ser tocada, que diga chocar.
Aquel se detuvo frente a ella, a menos de un paso.
Alzo la vista. Aquella sombra resultó ser aquel chico sexy, al parecer también ya se iba, traía su celular en una mano y un abrigo verde militar en la otra, ¿acaso esperaba que los demás le cedieron el paso? Su enojo nunca llegó a cobrar fuerza.
De cerca era muy lindo, como no habrían de perdonarle lo que fuera, aunque tenía una expresión cansada.
Tragó saliva.
Le vio darle un recorrido por su persona, lo que la hizo incomodarse.
No era tan atractiva como aquellas chicas que antes se habían acercado a él, además de que había escogido un vestido algo grande, borrando cualquier forma que llegaste a beneficiarle.
Tal vez la salvasen su par de ojos penetrantes.
Él le dio una de esas sonrisas extrañas, como si se estuviera riendo de su ropa.
Al parecer eso era lo único que merecía ser visto de ella.
No espero una disculpa que seguramente no llegaría ni tampoco quiso darla, sólo huyó, huyó de ese momento y ese lugar.
De alguna manera se sintió agraviada, no por ser atractivo tenía el derecho a menospreciarla, o afuera que su poca autoestima le hiciese creer eso.
Al menos le hubiese dado otro tipo de sonrisa, así podría guardarlo en su mente de una forma agradable, ahora sólo recordaría esa sonrisa burlona.
Agradeció a los cielos nunca volver a encontrarlo.
Sacó su credencial y se marchó a casa, en donde el portero le daría la llave que había intentado conseguir en otro lugar tan distante.
;)
La mañana era fría, no queriendo salir de sus cobijas, su alarma que había tocado, se envolvió por última vez para retener todo ese calor antes que se disipará por su marcha.
Malos pensamientos empezaron a invadir su mente haciéndole decaer su ánimo.
Ir a la universidad era muchas veces un fiasco; tenía que poner especial atención temiendo perderse una palabra que luego podría venir en el examen, tener compañeros que luego se portaban culeros, maestros que la hacían sentir insegura con tanta información por recordar, debía soportar todo esto con tal de tener una carrera si quería en un futuro cercano, un buen trabajo o eso se pensaba.
Tenía amigas, pero se sentía abandonada por que andaban más con sus respectivos novios, no le importaría si no fueran insegura de sí misma, puede que se estuviera apoyando mucho en ellas, debía cambiar esa parte pronto, aún no sabía cómo.
Aún así, tiró su cobija, tendió su cama, y busco sus zapatos, después de pararse para irse, claro.
Se miro en el espejo antes de salir, no estaba mal, solo le molestaba no tener más pecho.
Frunció el ceño en señal de molestia.
Camino por los pasillos de la universidad, en busca del salón con su horario en mano. Estaban en la primera semana de inicio de clase, y aún no terminaba de ubicar todo sus salones.
Decenas de alumnos caminaban rumbo a sus clases, mezclándose los nuevos con los veteranos, la escuela no era muy grande, pero si lo suficiente para entretenerse un rato buscándolo salones o laboratorios, según lo que se requiriera.
Todavía no divisaba a alguna de sus amigas, no quiso llamar a ninguna, era mejor llegar directamente sin esperar su ayuda, la cual no sabía si la prestarían al estar probablemente ya entretenidas.
Corroboro el número del salón, y entró. Dentro ya estaban muchas caras conocidas y parte de sus amigas. La saludo y se sentó cerca del pizarrón, junto a ellas, dónde solían siempre escoger.
Intercambio algunas palabras con ellas antes de la llegada del profesor.
Una interesante sorpresa la esperaba sin siquiera imaginarlo, una sorpresa bien planeada por una persona que había ido provocando los encuentros necesarios para llegar a ella, sabiendo que esto no era una casualidad sino una puesta en escena para acercarse, ella era su trabajo o lo sería por las próximas semanas.
El profesor entró al salón y se presentó. Después hizo entrar a un chico que había sido transferido desde la otra universidad a la misma carrera.
El salón entero sé conmocióno, o diría las féminas, era un joven muy atractivo, los compañeros varones ni siquiera le llegaban a los talones, y eso que había algunos que no estaban tan mal.
Era el mismo que había visto y conocido en la cena de anoche. No esperaba encontrarlo tan pronto, más bien nunca.
Con ese aspecto de estudiante lucia igual de arrebatador quién aquel traje de pingüino.
Ojalá no la viera.
Agacho la cabeza e hizo como si escribiera algo sumamente importante para no olvidarlo.
Esto solo llamo la atención, de inmediato, de aquel joven que se presentó como Yun.
Las chicas vieron aparecer una sonrisa misteriosa en su perfecto rostro al mirar por el salón, cuánto en realidad le había echado un vistazo a ella y desviado rápidamente la mirada para evitar que los relacionarán desde el primer día aquí.
Ella alzó la cabeza y miro de reojo, el profesor le había dicho que podía tomar el asiento que quisiera, entonces el camino hacia el lado opuesto del salón, atrayendo miradas femeninas y de paso ceños fruncidos de parte de los chicos.
Había llegado la competencia.
El semestre se había puesto interesante. Al parecer sus amigas también lo miraban embelesadas.
Sintió enojó, porque ella ya tenían novio, pero varias eran capaces de abandonarlos.
Observó a una de sus amigas que era muy guapa, muchas veces la hacía sentirse menos bonita, era la única que por el momento no tenía novio.
Sintió ansias.
De todos modos, como podía fijarse en alguien que se había reído de su ropa, era improbable si quiera que le dirigiera la palabra, debía sacarlo de sus pensamientos cuanto antes.
Si no había dirigido la mirada a las mujeres de la fiesta qué probabilidades tenía de que le prestara atención.
Seguramente en una semana estaría saliendo con sus amiga bonita.
Su estado de ánimo de cayó.
Las clases continuaron, tratando de no prestar atención a lo que ocurría alrededor de él.
No era de su incumbencia, trato de convencerce. Solo mirando al frente y copiando todo lo que el profesor escribía y borraba, y escribía y volvía a borrar del pizarrón.
Maldijo la clase, se contuvo de hacerlo con el profesor, aunque ganas no le faltaron, ¿Qué clase de método de enseñanza era ese? Parecía más bien una coacción para ir seleccionando y sacando a los que no echaban ganas a las clases.
¿Podría ser que les estaba enseñando como era la vida laboral? Qué terrible, entonces.
Sus pensamientos volaron a su inseguridad. Sí ya le costaba adaptarse a la universidad que sería fuera.
Le dieron ganas de llorar.
La clase al fin terminó y sus amigas se juntaron para cotillear los detalles del nuevo chico, trato de no rozar ninguna piel, por mínimo que fuera, al acercarse.
Ella solo se quedó callada y las escucho.
Desde que sus padres habían tenido ese accidente, muchas cosas habían cambiado, y otras tantas estaban sin resolver.
Extrañamente, muchas veces sentía que nadaba sin rumbo, sin llegar a saber por qué, como si debiera recordar algo más, algo de vital importancia que le daba propósito a su vida.
Sus amigas eran como un ancla a la vida, un ancla que se sentía inestable, como si fuese a desaparecer en cualquier momento.
Se levantó, sus amigas la miraron por ese repentino movimiento, algunas molestas.
- Voy al baño, ya vuelvo - Y se marchó.
Miro su reflejo en el baño, le molestaba su inseguridad y timidez, que solía limitarla muchas veces, todo esto podría estar originado porque no podía tocar a nadie, lo que pintaba una línea invisible que la hacía sentir la falta de pertenencia a cualquier grupo.
Ojalá pudiera tener la respuesta a este extraño padecimiento.
Se lavó la cara, tal vez será mejor dejar de pensar demasiado.
Salió rumbo al salón, entrando al mismo tiempo que cierta persona que no vio venir.
Él puso cara de sorpresa, reconociéndola, algo debió pensar porque al final río, como si hubiese escuchado un chiste.
Corrió a sentarse a su asiento molesta, ¿qué tanto le causaba gracia siempre que la veía? Trato de recordar su aspecto del espejo.
;)
Volvió a tomar su lugar entre sus amigas, que seguían hablando del mismo tema, puede que desmenuzando el quinto detalle relevante, que encontraron en el chico, y no vieron el pequeño percance en la puerta.
Giro la cabeza hacia él para saber qué hacía, una de sus acciones le desconcertó. Por qué le vio sentarse en una fila cercana la ventana y mirarla, cuánto no le había hecho con ninguna del salón, o eso pensaba después de pasar el día espiandolo, pero se olvidó de ella al acercarse le una compañera para prestarle atención.
Ya estaba aplicando su magia de nuevo; esa pose y sonrisa que aceleraba corazones.
Volvió a prestar atención a sus amigas.
Un rato después de estar las escuchando, una de ellas que se sentaba a su costado la miro detenidamente, haciéndose preguntar si se le había pegado algo en el baño, por lo que bajó la vista en busca desde algo.
La escucho hablar antes de volver a mirarla.
- ¿Acaso usan tu ropa? -.
- ¿Por que?- Dijo quedamente.
- Siempre son demasiado grandes para ti, ¿no tienes algún espejo? -.
- Sí, si tengo uno en casa-.
- Tal vez debas usarlo, porque te ves extraña o ¿no sabes comprar ropa?-.
- No es eso -.
- Me apenas - La vio volver a la conversación con las demás como si nunca hubieran hablado del tema.
¿ En serio se veía tan rara? , ¿Cómo debía vestirse entonces? Espero a que le dijera algo más, pero estaba concentrada en aportar su punto de vista al tema.
Ese día tuvieron varias clases en el mismo salón, así que no salió en busca de las aulas, ni se preocupó de perderse y llegar tarde.
Solo se ocupó de poner atención a lo que fuese que dijese cada maestro.
Esto no evito echarle vistazos a ese tipo, qué le hacía querer saber más y al mismo tiempo le molestaba, sobre todo después de lo del accidente de la primera clase.
Recordar le hacía enojarse aún más, se sentía pisoteada, herida, en su orgullo, de tanta risa. ¿ Que le pasaba?
Ya tenía suficiente con lo del día para que se quisiera agregar el.
Pudo darse cuenta que él había comenzado a recibir muchas visitas en ese pupitre, no de chicos, sino de chicas.
Chicas que intentaban llamar un poco de su atención, y si la obtenían se empeñaban a por más.
No creyó que durará, el parecía ser del tipo que se aburría fácilmente.
Se mordió el labio y garabateo en uno de sus cuadernos. Al bajar la cabeza miro que había perfeccionado la silueta del chico, a cada trazo, con la punta de su lápiz.
Su disgusto hizo que rayara por completo aquella hoja.
Solo era un tipo guapo, del mal carácter, puede que las chicas le cayeran a docenas, a ella que le importaba.
Arrancó la hoja y comenzó a doblarla hasta que no pudo hacer otra decena de dobleces, y lo guardo en su bolsa.
Las últimas clases fueron mortalmente aburridas, como solía suceder con los maestros de algunas clases, qué fueron precisamente estas.
Lucho por mantener sus ojos abiertos a toda costa. La voz del profesor pareció ser muy buen arrullo porque se quedó dormida apoyando la cabeza sobre una mano.
Lo bueno es que había cambiado con otra amiga de asiento, hacia el fondo de la fila.
Despertó cuando la última de sus amigas le habló, el salón estaba casi vacío.
Entonces las demás se habían ido sin ella, fue más una confirmación de sus deducciones, esos novios y que las mantenían ocupadas.
Tomo sus cosas y se levantó del asiento, quitándose los restos de aquel breve sueño, esperaba no haber perdido nada importante de la clase, y salió junto a su amiga, quién se despidió en la puerta de la universidad.
Siempre tomaba un camino diferente al resto de ellas, como si se hubieran puesto de acuerdo para rentar del mismo lado.
Camino hacia su departamento el cual le quedaba a unas cuantas cuadras, permitiéndole de esta manera poder llegar caminando, mientras recordaba que por desgracia su compañera de cuarto se iría, después de haber estado rentando unos meses juntas, para irse a no sé dónde ahora que había terminado.
Según le dijo ya había encontrado un sustituto de confianza, que se ajustaba a lo que buscaba de un inquilino, olvidó si era él o ella, para que compartiera los gastos.
Se quedó intranquila, pues no sabía cómo sería aquella persona escogida por su ex compañera, ¿y qué tal que no congeniaban? Puede que fuera una chica de mal talante como solía encontrarse muchas veces, o un chico que no supiera mantener las cosas en su lugar, le molestaba el desorden.
Había muchos factores a tomar en cuenta.
Subió por las escaleras para hacer tiempo, o más bien por si volvía a descomponerse el elevador a medio camino, poniendo suavemente un pie escalón escalón.
Era bueno hacer algo de ejercicio, eso había dicho muchos maestros quedaban materia sobre la salud.
Aún no sabía cuánto llegaría a aquella nueva persona, puede que en el transcurso de la semana, ya que era inicio de semestre.
Tomo un poco de aire, descansando los pies por un rato, ya solo faltaba subir cuatro pisos más para llegar al suyo. tal vez era mejor mudarse sino arreglaban ese elevador no subiría tantas escaleras y llevara algo de peso extra.
Por fin llegó al piso veinte, boqueando por mas aire y con las piernas ardiendo, sí que había hecho ejercicio suficiente para la semana.
Camino por el pasillo pensando que al llegar tomaría agua en el vaso más grande que encontrará, y buscando las llaves entre el revoltijo de cosas que era su mochila.
Algo llamo su atención por lo que alzó la vista. Se paró en seco, había una persona sentada en cuclillas a un costado de la puerta, parecía dormir, pero no podía saberlo a ciencia cierta, porque una capucha se alzaba sobre su cabeza cubriéndolo y dejando solo asomarse un retazo de nariz, que sobresalía de la sombra.
Puede que fuera el nuevo inquilino, podía intuir el género por su ropa, a menos que se equivocara, lo cual no creía.
A leguas se veía que aquella persona sabía vestirse a pesar de lo sencillo de su ropa, o eso pareció al darle un rápido recorrido.
:)
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