«SOLARES Y SOMBRANOS»
La tierra era habitada por los humanos, hasta que un fenómeno climático hizo que la tierra fuera demasiado fría y todo el cielo estuviera lleno de nubes y ni un rayo de sol se vió por más de 9 décadas, mucha gente murió a causa de ello, pero lo que no sabía el tercer Estado, era que el clero y la nobleza ya se habían instalado en el cielo, especialmente en las nubes donde formaron sus colonias, además habían creado algo capaz de que las nubes sostuvieran tanto peso, tanto como el de una estrella. Los tercermundistas llegaron a enterarse de esto un lustro después de este fenómeno natural, al cual llamaron: Sombrath. Los del clero y la nobleza por estar tanto tiempo en el cielo llegaron a evolucionar gracias a su basto poder económico, lo cual permitió que pudieran traer a personas muy importantes en el campo de la arquitectura, de la ciencia y de la medicina, que les permitió evolucionar tecnológicamente al igual que genéticamente, esto se debió a la inceminación de mujeres con genes de hombres blancos, altos, ojos azules y obviamente rubios, también llegaron a ser más fuertes a saltar más alto y a tener habilidades de pelea.
Mientras tanto, en la tierra los humanos padecían hambruna, la raza humana no evolucionada moría en cantidades devastadoras, pero un día en el año tres mil veinticinco, los del clero y la nobleza dieron un mensaje que se escuchó en todo el planeta, diciendo el nuevo nombre que los identificó: «Solares» y a los humanos no evolucionados los llamaron: «Sombranos»
Un año después, el mundo de los solares tembló, una gran discusión entre una Solara y el rey Solar hizo que por primera vez en 95 décadas que habitaron en las nubes se viera el Sol. Expulsadando una Solara real, que era yo. Bueno, a dormir mis Sombranos pequeños, eso es todo por hoy.
-Bueno, Necta!
- Hasta mañana, mamá - Exclamó otra voz.
- Que duerman, mis niños.
«Solares Y Sombranos»
- Mi rey Solar, localizamos a la princesa Solara en el mundo de los Sombrath
- ¿Cómo está?
- tiene un hijo
- ¿Qué?
- se llama Wetnet, mi señor .
- Traigánla a «Solar»
- Como usted ordene.
La asistente se retiró del recinto y le dijo a dos guardias que se encontraban en la entrada que fueran por la princesa, los guardias se fueron a la gran entrada y abrieron las nubes para poder bajar a suelo firme.
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Los pocos Sombranos que nunca habían observado un rayo de sol, estaban deleitados con tal espectáculo, pero cuando se fijaron mejor, vieron dos hombres al extremo de la nube que se lanzaron a tierra firme, sin duda los sombranos que se encontraban presentes hicieron sonar la alarma que informaba a los demás Sombranos sobre la aparición de los Solares en tierra firme.
-Traigan mi arco -ordenó Necta, que se encontraba observando el espectáculo
- ¡Aquí está, Necta, atrápalo!
Sin duda ella lo atrapó y su vestimenta cambió de una forma extraordinaria, al igual que su apariencia, ya su piel de color moreno, era de un tono blanco cálido, sus ojos negros eran azules y además la cabellera castaña que tenía cambió de forma repentina a un color amarillo claro, su pelo era tan lasio que aún estando en movimiento seguía de tal forma.
Ella fue corriendo hacia donde habían caído los guardias y paró a pocos metros de éstos.
- Princesa, Necta, por ordenes del Rey usted debe volver a Solar -dijeron los guardias cordinadamente.
- Díganle a mi padre que nunca volveré, solo regresaré a Solar cuando haya igualdad, cuando ricos y pobres sean solo una sola sociedad.
Necta tomó el arco y empezó a disparar sus flechas, estas eran de oro al igual que su arco. Sin duda empezó un confrontamiento entre los guardias y Necta.
Los guardias se lanzaron hacia Necta para atraparla, pero ésta ya estaba a sus espaldas y configuró su arco para lanzar dos fechas a la vez. Las cuales los atravesaron demasiado rápido.
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La asistente del rey estaba intrigada por los guardias, se le hacía demasiado extraño que no llegaran, así que esta se fué a la gran entrada para observar lo que sucedía.
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- Necta vió como los guardias habían caído al suelo, cuando vió a alguien que estaba en la gran entrada observándolos, ella se dirigió hacia un guardia y le quitó sus lentes los cuales le permitían ver a larga distancia, sin embargo ésta salto muy velozmente a donde se encontraba aquella persona, al estar frente a frente, con su arco lanzó una fecha la cual la atravesó.
Esta herida logró dar un señal de auxilio, la cual llegó hasta el monarca, quien se encargó de cerrar de manera inmediata la gran entrada.