Dos años atrás
En ocasiones pienso que una casa demasiado grande es algo que te hace sentir mil veces más sola. Entrar en cada una de las habitaciones y sentir la ausencia de propiedad, provoca melancolía en mí haciendo a mis entrañas retorcerse. Jenny dice que soy sensible y puede que tenga razón.
Miro las paredes vacías de mi casa y suelto un suspiro. Mañana nos mudaremos Mike y yo a una nueva ciudad, así que me he dedicado a limpiar y empacar de arriba a abajo con la ayuda de Jenny y ahora que hemos terminado puedo notar mil veces más mi soledad. Mi esposo trabaja demasiado desde que empezó a meterse en la política, así que solo soy yo en esta familia de dos.
— ¿Por qué esa mirada tan melancólica, señorita Briseida? —La voz de Jenny hace que me sobresalte un poco.
— ¿Es melancólica?
—Sí, lo cual es extraño, ya que siempre ha odiado esta casa —ladea la cabeza estudiándome — ¿Va a extrañarla?
Sonrío levemente y miro la habitación vacía.
¿Cómo le explico que mi mirada melancólica no es porque la extrañaré, si no porque es la más fuerte evidencia de mi vida tan patética?
—Que la odiara no quiere decir que no piense en ella —miro a la mujer frente a mí —Aunque quiera irme, seguirán habitando recuerdos que se vivieron aquí.
Asiente lentamente.
—Entiendo, a pesar de todo, fue la primera casa del Joven Mike y suya, ya como esposos.
—Así es —asiento sonriente —Ese es un lindo recuerdo de este lugar —suelto un suspiro y la miro —Vamos por algo de comer.
Pedimos algo de comida China y nos sentamos en el solitario comedor. Los muebles empezaron a ser movidos el día de hoy en la mañana, así que solo nos quedamos con lo indispensable para una noche más.
—Me emociona que conoceré la ciudad —murmura emocionada —Gracias por llevarme.
—No tienes que agradecerme nada —sonrío —No confío en nadie más para que se pasee en mi casa libremente. Mike opina lo mismo.
—El joven Mike debe estar mucho más emocionado al ser ascendido en su puesto.
—Lo está —asiento mientras termino la comida que tengo en la boca —Es muy feliz.
—Usted no parece estarlo tanto —susurra —He notado que ha estado cabizbaja desde hace un tiempo.
—Bueno —Muevo la comida con mis palillos —Es un hombre ocupado, ahora creo que estará mucho más ocupado —La miro —Yo... lo extraño.
—Oh, señorita —Toma mi mano y la aprieta —Debe hablar con él.
—Estoy bien —sonrío —Si él es feliz, también lo soy.
—Pero no debe de ser así, usted debe...
—Estoy bien Jenny —sonrío para tranquilizarla —Además, ahora tengo entrada VIP a muchas partes.
Una sonrisa emocionada aparece en su rostro dejando olvidada por completo su reciente angustia. Sé muy bien lo que las personas esperan escuchar de mí, como esposa de alguien de poder, he aprendido el oficio.
*
— ¿Por qué no le habla al joven Mike para ver si llegará para la cena?
Miro a Jenny parada en la entrada de mi habitación.
—Claro, enseguida le marco, así contemplas la cantidad de comida.
—Bien —asiente sonriente y se aleja.
Busco su número en mi marcación rápida y espero a que empiece a timbrar.
— ¿Si cariño? —contesta al tercer timbrazo.
—Hola amor, ¿aun estás muy ocupado? —contemplo el techo blanco con la lámpara colgante que nunca termino de gustarme.
—Estoy de salida —escucho las voces al fondo y cosas siendo removidas —Solo encuentro mis llaves entre estas cajas y voy —lo escucho soltar un suspiro —Es agotador dejar todo en orden, pero he terminado.
—Qué bueno amor, ¿Deseas algo para cenar? Será nuestra última cena en esta casa.
—Puede ser lo que tú quieras.
Sonrío emocionada.
—Bien, maneja con cuidado, ¿escuchaste?
—Escuche.
—De acuerdo. Te veo en un rato. Te quiero.
—Te quiero.
Cuelgo con mi humor de felicidad por las nubes, así que me apresuro a correr escaleras abajo.
—Vendrá a cenar —encuentro a Jenny en la cocina con algunos ingredientes en la barrita —Preparemos algo rico.
Sonríe contenta.
—Manos a la obra.
Cuando llega Mike me apresuro a esperarlo en la entrada de la puerta y brinco a sus brazos nada más cruzar el umbral.
—Te extrañe —susurro contra su cuello.
—Yo también —me abraza fuertemente y empieza a caminar hacia la cocina.
Esa noche hacemos el amor por última vez en la habitación que nos miró por dos años como esposos. Mike me trata con tanta delicadeza, con tanto cariño y devoción que mi corazón se acelera por tenerlo en mis brazos.
Es el hombre que llevo conociendo toda mi vida que no puedo imaginar una vida sin él.
Espero a que se quede dormido para desenredarme de su abrazo y voy al baño. Observo mi pequeño cuerpo en el espejo y me ruborizo al notar el chupete que me ha hecho en el cuello. Mis labios están tan hinchados que me avergüenzo un poco. Me limpio y vuelvo a su lado. Sonrío cuando abraza mejor la almohada y hace un puchero de niño. Suelto un suspiro y me dispongo a dormir después de tan largo día.
*
—Cariño, estaba pensando que para este año nuevo podemos traer a mi padre y a su esposa a la nueva casa —Miro a Mike junto a mi mientras el chofer nos lleva a la nueva ciudad.
Son solo tres horas de camino, pero de igual forma por la nueva posición que tomo Mike en su trabajo, debemos movernos con un chofer siempre, es un poco incómodo, pero puedo acostumbrarme si es necesario.
— ¿Crees que quiera? —Me mira rápidamente despegando sus ojos de su celular —No le gusta viajar mucho.
—Bueno... puedo convencerlo —digo esperanzada. Jamás hemos pasado una navidad separados, pero ahora qué estaré en otra ciudad, no puedo evitar preocuparme.
—Como quieras, cariño —sonríe rápidamente y regresa la vista al aparato.
Suelto un suspiro y veo a través de la ventana. Mis ojos empiezan a pesar cuando siento a Mike acercarse.
— ¿Duermes?
— ¿Uh? No —me río —Pero si empezaba a hacerlo.
—Bien, hazlo. Aún queda camino —se acerca y me da un rápido beso.
—Deberías dormir igual.
—No puedo —mueve su celular mientras me lo muestra —Reviso unos correos. Pero está bien, solo duerme —mueve el pelo de mi frente y se acerca más a mí —Puedes usar mi hombro.
—Gracias —sonrío y me inclino hacia él para recargarme. No pasa mucho tiempo cuando pierdo la conciencia por el sueño.
—Cariño —siento que me mueven levemente —Cariño, hemos llegado, despierta —Miro a Mike sonreír mientras me da un beso en la frente —Estás en tú nueva casa.
Me enderezo lentamente y miro a través de la ventana. La casa de estilo toscano de color gris con blanco, es bastante hermosa y definitivamente es más grande que la anterior. Observo el amplio jardín y puedo visualizar las futuras flores que pondré ahí.
— ¿Te gusta? —pregunta cerca de mi oído.
—Sí —lo miro rápidamente mientras sonrío —Es muy bonita.
Sonríe.
—El jardín te encantó, ¿no?
—Lo hizo —mi corazón se hincha en mi pecho. Amo que sepa que es lo que me gusta.
—Bien, vamos —Abre la puerta y espera a que lo siga.
Miro a dos hombres vestidos de negro vigilando los alrededores y me hace sentir intimidada, pero el fuerte apretón en mi mano por parte de Mike me reconforta. El chofer se inclina levemente en muestra de respeto y cierra la puerta por nosotros.
— ¿Dónde está Jenny?
—Llegó en la mañana con el camión de mudanzas —mira a los hombres que al parecer son nuestros guardaespaldas, pero al escuchar mi voz se gira a mí —Debe estar adentro.
Cuando llegamos al umbral de la puerta, me dispongo a abrirla, pero esta es abierta por una sonriente Jenny.
—Bienvenidos —se inclina para nosotros.
—Hola —le sonrío.
—Hola señorita Briseida, hola joven Mike —a este último le sonríe más respetuosamente —Espero no se hayan cansado tanto en el camino.
—Me dormí —me río —El hombro de Mike es cómodo.
Mike se ríe levemente, pero sin llegar a olvidar la compostura. Nunca ha entrado en demasiada confianza con alguien del personal, no me prohíbe que mi mejor amiga sea la chica que nos ayuda en la casa, pero eso no quiere decir que él lo haga igual.
—Es bueno escuchar eso, señorita —sonríe Jenny —la comida estará lista en unos minutos, serviré en cuanto lo deseen.
—Gracias, pero prefiero que Mike duerma un poco primero.
—No Briseida, no puedo, debo atender unos asuntos —Me mira con el entrecejo fruncido esperando mi reacción.
—Pero... pero acabamos de llagar —susurro y por el rabillo de mi ojo miro a Jenny alejarse —Debes descansar.
—No puedo, hay cosas que atender. Más ahora con este puesto —me abraza —Mis responsabilidades han crecido, cariño.
— ¿A qué hora te irás?
—Tengo como 40 minutos para una reunión.
Eso es tan poco.
— ¿Al menos comerás? Debes hacerlo —lo regaño alejándome para mirar su rostro.
—Bien —sonríe y besa mi frente —Puedo comer algo rápido.
—Iré a buscar a Jenny —asiente mientras vuelve a revisar su celular.
Camino hacia dónde miré a la chica desaparecer y me encuentro con una enorme cocina rústica. Me encanta. Observo a Jenny bailar levemente mientras tararea una canción y acomoda cosas en los cajones.
— ¿Jenny?
Se gira y puedo notar su rostro preocupado.
— ¿Todo bien Briseida? ¿El joven Mike debe irse?
Suelto un suspiro lastimero mientras asiento.
—Sí, pero dijo que comerá —sonrío levemente porque eso es algo bueno —Así que, por favor, sirve para nosotros.
—Oh, claro —sonríe —La mesa está puesta ya, tenía la esperanza de que comieran juntos.
—Gracias —sonrío — ¿Te ayudo?
—No, está bien. Todo está cubierto.
—Bien.
— ¿Por qué no se enamora del comedor? —sonríe mientras me indica el camino.
Es bastante grande igual, así como rústico a juego con la cocina. Observo los sitios en la mesa acomodados y me decido a caminar más allá para encontrar el jardín trasero. Definitivamente me gusta este diseño, pero no sé si voy a llegar a amarla.
— ¿Te ha gustado el diseño de interiores? —escucho a Mike detrás de mí.
—Sí —asiento.
—Eso es bueno —besa mi nuca.
—Ven, la comida debe estar lista —tomo su mano y lo llevo hasta el gran comedor.
Es tarde cuando Mike regresa a casa, por lo que me encuentra acostada leyendo un libro.
— ¿Por qué no duermes aun? —pregunta mientras se quita el saco y va al walking closet. Esta habitación es más grande que la anterior, así como de las cuatro con las que cuenta la casa.
—Te esperaba —cierro el libro y lo pongo en la mesita de noche.
—No debiste, no sabías qué tan tarde llegaría —Habla desde lo lejos.
—No importa, no es como que vaya a trabajar mañana —frunzo el ceño al imaginar lo que tendré qué hacer, mi lista implica ordenar todo en casa.
—No me gusta que te desveles, lo sabes —sale del closet con su pijama y camina hacia mí, así que sonrío para que deje de regañarme.
—Solo ven aquí y dame un beso.
Sonríe.
—Bien, soy un idiota en ocasiones.
—Lo eres —asiento mientras lo tomo del cuello y lo acerco a mí —Pero así te quiero.
—Yo también —me besa rápidamente y después se aleja —Y ya que hablaste de mañana, el jueves habrá una cena y tengo que asistir, es importante que lo haga, ya que conoceré a las personas con las que debo relacionarme y que implican influencia en mi nuevo puesto como alcalde.
—Me dices esto porque... —Levanto las cejas esperando lo que temo.
—Debes ir conmigo, todos saben que soy un hombre casado y se espera que vaya con mi pareja.
Reprimo una queja y sonrío. Nunca me ha gustado ir a las reuniones de Mike, pero puedo hacerlo, si es importante para él, puedo hacerlo.
—Bien. ¿A qué hora?
—A las 6:00 p.m. —suelta un suspiro mientras se recuesta mejor en la cama —Solo será un par de horas.
—Está bien —Lo observo mientras sus ojos empiezan a cerrarse —Descansa.
—Igual, cariño —No abre los ojos mientras sus palabras son apenas un susurro.
—Te amo —Pero no responde, porque el leve ronquido del fondo de su garganta es la indicación de que se ha quedado dormido.
Apago la luz de la lamparita y me acuesto cerca de él. Observo su rostro relajado y sonrío para mis adentros. A pesar de que mi día fue de solo acomodar su estudio, la habitación, la estancia y la cocina con la compañía de Jenny, sé qué él está mucho más cansado que yo, por lo que puedo esperar para escucharlo decir "Te amo también"
Al día siguiente, miércoles, descubro el pequeño invernadero en el jardín trasero, definitivamente no está en muy buen estado, pero me emociona la idea de repáralo con mis manos para convertirlo en mi pequeño estudio alrededor de la naturaleza y así a su vez, traer a la vida muchas flores, amo la jardinería y leer un buen libro. Ese invernadero es mi escondite perfecto. Paso el día entero arreglando el lugar, no sin antes ir a la ferretería para comprar herramientas, así como materiales, lo único incomodo es que fue con el chofer y dos guardaespaldas. Pensé que solo eran dos los que vigilaban la casa, pero realmente son cuatro.
—Quedará hermoso —Exclama Jenny mientras lijo las paredes de madera para comenzar a pintarlas.
—Eso espero —sonrío —Pienso comprar una mesita con sillas y un sillón, blancos, para que hagan juego con la pintura.
— ¿También espacio para las plantas?
—Sí, en aquel extremo —señalo la otra mitad del lugar.
—Me encanta —asiente emocionada.
—Esperemos que esos tutoriales de YouTube sirvan de algo —señalo mi MacBook en la silla plegable.
Se ríe y empieza a barrer de nuevo.
Al día siguiente después de comer subo a mi habitación y busco algo lindo para ponerme, así que termino eligiendo un vestido gris que compré el año anterior. Lo he usado poco, por lo que está como nuevo, ya que no soy de vestidos, sino de playeras y tenis.
Miro mi reflejo en el espejo de cuerpo completo en el walking closet y me gusta lo que veo.
—Te miras hermosa —Mike se acerca por mi espalda y besa un lado de mi frente.
—Gracias, igual tú —Lo miro a través del espejo.
—Estoy igual que siempre —se ríe.
—Bueno, siempre estás hermoso.
—Gracias. ¿Así que nos vamos?
—Sí.
—Bien —toma mi mano entre la suya y caminamos a la planta baja.
Miro a Jenny sonreír cuando me observa bajar las escaleras, por lo que le regreso la mirada.
—Vendremos en un par de horas.
—Claro, joven Mike.
—Adiós, Jenny —le digo cuando me da mi gabardina.
—Adiós, señorita Briseida.
El camino al lugar de la cena, es corto, pero definitivamente es una residencial de casas impresionantes. Mi nueva casa es grande, pero a la que llegamos es el doble y de un estilo completamente moderno. Miro el montón de autos aparcados en todas partes que me sorprende que no sea toda la ciudad entera.
—Dijiste una cena —digo en voz alta para que me escuche Mike, pero no dejo de mirar la casa.
—Es una cena, pero no era consciente de la cantidad de personas.
—Cena es su manera de llamarle a esta fiesta. Esto es un maldito baile —lo miro fruncir el ceño y recuerdo que no le gusta que diga groserías, al menos no enfrente de empleados y el chofer está adelante.
—Esto será así Briseida, debes acostumbrarte —Toma mi mano, así que suelto un suspiro.
Cuándo estacionamos enfrente de la gran entrada un hombre se acerca a abrirnos la puerta.
—Bienvenido, señor Benavent —el hombre se inclina ante nosotros y cierra la puerta.
—Gracias —contesta Mike y me jala para que empiece a caminar junto con el otro montón de invitados que se bajan de sus autos.
Al ingresar a la casa un leve jadeo escapa de mí garganta al mirar la gran escultura de hielo en el centro, así como todo el montón de arreglos de hermosas flores alrededor de la casa. Solo de mirar puedo notar que todo este evento ha salido una gran fortuna y todas las personas aquí irradian dinero y me intimida como el carajo. Antes había ido a un montón de eventos de Mike, pero nunca uno tan grande.
— ¿De quién es está casa? —Le susurro mientras se adentra en la ella y entre las personas.
—Sé qué es uno de los hombres más ricos del país, creo que cuenta con su línea hoteleras por todo el mundo, su nomb...
— ¡Señor Benavent! —exclama un hombre mientras se nos acerca sonriente con copa en mano —Que bueno es verlo de nuevo después del desayuno en la mañana.
—Señor Quiroga, un placer —se estrechan la mano firmemente, entonces el hombre ligeramente moreno me mira —Ella es mi esposa, Briseida Llamas.
—Un placer —Tiendo mi mano hacia él.
—El placer es mío, soy Sergio Quiroga.
—Es el jefe de seguridad —Dice Mike junto a mí.
—Oh, claro.
—Veo que tienes buen ojo —Sergio le sonríe a Mike, lo cual me hace fruncir el ceño ligeramente —Bien, vamos, acompáñame. Quiero que conozcas al anfitrión. Desea conocerte.
—Claro, vamos.
Sigo a Mike sin soltarle la mano mientras miro a muchas personas hablar y reír a nuestro alrededor, en tanto cientos de meseros pasan con charolas de bocadillos y copas para que ellos no dejen de consumir. Noto cuándo nos acercamos a tres hombres que tienen una plática muy amena. Uno va vestido de beige, un traje bastante bonito; otro de un azul rey, también es lindo y, por último, está el hombre vestido de negro, un chico alto y de complexión delgada.
—Hola jóvenes, miren a quién me encontré —Anuncia en voz alta Sergio cuándo nos acercamos a ellos —Es el señor Mike Benavent, nuestro nuevo alcalde, en compañía de su hermosa esposa, Briseida Llamas —Me pregunto si "hermosa" era necesario.
—Hola, un gusto —saluda Mike mientras me suelta lentamente y estrecha la mano de traje beige.
—Hola, mi nombre es Pablo Olivera —Se gira hacía mí y lo saludo estrechando su mano.
—Un placer —le sonrío.
—Hola, soy Mateo Mendoza —Saluda traje azul rey a Mike y después a mí.
Por último, observo cuándo mi esposo se gira al chico de negro, así que hago lo mismo, entonces puedo notar cuando mi respiración se traba levemente por lo hermoso que es. No lo había visto de frente. Todos ellos son guapos, pero él en particular tiene un porte varonil y elegante que te deja sin respiración.
—Hola, Damián Leiva, un placer tenerlo en la fiesta.
— ¿Eres Damián Leiva? —Pregunta asombrado Mike —He escuchado mucho de ti.
—Cosas buenas, espero —sonríe de lado.
—Claro —ríe Mike —Tenía curiosidad por conocer al anfitrión de este lindo evento.
¿Es el jodido dueño de esto? Carajo, con razón su porte de hombre imponente.
—Bueno, ese soy yo —lo mira una última vez y entonces se gira hacía mi —Hola, Briseida Llamas —creo que mi mano tiene una sacudida mientras la estiro para dársela. No esperaba que dijera mi nombre —Un placer.
—El placer es mío —sonrío levemente y me felicito mentalmente porque mi voz salió sin complicaciones.
—Espero estén disfrutando del evento —Dice sin despegar los ojos de mi rostro, pero dirigiendo sus palabras también para Mike, después de unos segundos deja ir mi mano y voltea a mi marido —Si necesitan algo, solo deben decirme —Me mira de nuevo rápidamente antes de girarse por completo a él.
—Claro, te mantendremos informado —Mike suena casual, como si no hubiese visto a un hombre muy guapo observarme más de la cuenta o tal vez solo fue un segundo, pero a mí me parecieron minutos.
Giro mi rostro un poco hacia un lado fingiendo observar a las personas y aprovecho para tomar un gran respiro y tranquilizarme. Soy una mujer casada y amo a Mike, pero eso no impide que sepa distinguir a hombres guapos y Damián Leiva en definitiva lo es.
Después de unos minutos de conversación entre ellos, llega otro hombre que lleva a Mike para conocer a más personas y finalmente nos aleja de ese cuarteto de hombres; que no tenía problema con todos, solo con uno, porque en todo momento sentí su mirada en mí, pero cuando me giraba a mirarlo, lo encontraba charlando y mirando con alguno de los otros. Me cansé, imaginar que alguien te observa ya no es normal.
En algún punto Mike se aleja a platicar con un hombre y me deja cerca de la mesa de los bocadillos y las bebidas, así que me acerco y pruebo unos quesos.
— ¿Te gustan? —Pregunta una voz a mi espalda y sé perfectamente quién es, porque después de escucharlo hablar por varios minutos mientras imaginaba que me observaba me llevó a aprenderme el sonido de su voz.
—Son muy buenos —me giro lentamente para encontrarlo observándome con su mano izquierda en el bolsillo del pantalón, mientras en la derecha sostiene una copa de vino.
—Bien, porque costaron una fortuna, deberían ser malditamente deliciosos —sonríe de lado.
—Claro, lo imagino —No sé qué decir, el hombre acaba de maldecir.
— ¿No quieres un poco de vino? —Toma una de las copas de la charola de uno de los meseros.
— ¿También es un vino que debe ser malditamente delicioso? —en cuanto las palabras salen de mi boca quiero golpearlas adentro, así que abro demasiado mis ojos al darme cuenta de lo que hice. Pero en cambio la sonrisa de Damián se vuelve genuina y más pronunciada mientras estira su brazo izquierdo para dármela.
—Definitivamente es malditamente delicioso —Me incita a tomar la copa, así que lo hago.
—Perdón por mi lenguaje —Tomo un sorbo y enseguida entiendo de lo que habla.
—No te disculpes, el momento lo amerita —señala la copa — ¿Acaso me equivoco?
Sonrío.
—Es muy bueno.
—No es muy bueno, es malditamente bueno —levanta su ceja derecha esperando a que discuta y carajo si no es aún más caliente cuándo hace eso.
—Lo es —asiento —En definitiva, lo es.
—Hola, ¿Me pierdo de algo? —Mike se acerca a mí.
—No, solo hablaba del vino con... tú esposa, Briseida —Damián me mira directo a los ojos —Llegamos a la conclusión mutua de que es delicioso.
Sentir su mirada en mí me hace dudar de si realmente habla del vino, pero ni siquiera despega sus ojos de mi rostro y puedo jurar que es igual a la sensación a cuándo te observan de arriba abajo.
Estoy muy mal.
—Claro —asiente Mike.
—Bien, los dejo disfrutar de la noche. Los veo por ahí —Con una última mirada por parte de él hacia nosotros, se gira y desaparece entre la multitud.
Necesito más vino, mucho más vino para esta noche larga.
***Presente ***
Correr en una caminadora es algo que no me encanta porque prefiero el aire libre, pero hace tiempo entendí que ser la esposa de un alcalde tenía sus ventajas y desventajas, como lo es salir cuando lo deseé al exterior sin alguien cuidándome.
Me di cuenta que el único sitio en el que podía estar sin alguien vigilándome en una esquina, era en el club deportivo del que Mike formaba parte, el lugar era como una alucinante pequeña ciudad, por lo que todo está muy bien vigilado por toda la cantidad de personas importantes que acuden a él.
Al principio me sentía tan fuera de lugar que quise huir, pero al ser mi marido una figura pública, se espera que yo tenga mis apariciones en público de vez en cuando y el club no era tan malo. Solo sonreír aquí y allá, enfocarme en mi ejercicio y después correr de nuevo a casa.
Después de una hora de correr decido ir a tomar una ducha antes de irme, pero en mi trayecto a los casilleros me topo a un grupo de mujeres, quienes son esposas de unos hombres que trabajan con mi esposo. Debería conocer sus nombres, pero no los recuerdo.
—Hola, Briseida —Saluda la chica bajita de cabello rubio — ¿Cómo has estado?
—Bien y ¿ustedes? Es un placer encontrarlas —No es verdad y no miro la hora de huir de aquí al mirar sus sonrisas falsas.
—Es mejor ahora qué te hemos encontrado —Contesta otra — ¿Cómo está Mike?
—Oh, muy bien —sonrío —Trabajando, con reuniones, igual que siempre.
—Eso es genial —sonríe una de ellas mientras mira a la mujer de al lado como si tuviesen un secreto entre ellas.
—Bien, fue un gusto, pero me retiro.
—Claro, adiós —Agitan su mano y hago lo mismo antes de pasarlas de largo.
Llevo apenas dos pasos cuándo escucho la voz de la rubia.
— ¿Creen qué hoy venga Damián?
—Lo dudo, dicen que extrañamente viene en jueves.
Instintivamente me detengo y empiezo a revisar la jardinera con grandes flores, porque soy una mujer de flores, no porque me interese escucharlas.
—Hablando de Damián, ¿escucharon lo que se dice de él? Al parecer anda con una chica jovencita. El león ataca de nuevo —se ríe.
Frunzo el ceño al escuchar eso y me acerco a contemplar la gardenia.
— ¿Se sabe con quién? —pregunta otra.
—Solo es un rumor, no se dijeron nombres.
—Ese hombre es tan potente que muero de ganas por probarlo yo misma. Necesito a ese león en mi vida.
Abro los ojos levemente y miro a la chica morena por encima de mi hombro mientras enreda su cabello en su dedo índice.
—Cariño, todas queremos probar su paquete —se ríe otra de ellas.
A lo que sé, todas esas mujeres están casadas, pero quién soy yo para juzgarlas, si a lo que he escuchado a lo largo del tiempo sobre Damián es que es un hombre que disfruta a rienda suelta de su sexualidad, pero lo que hace que sea un cotilleo de mujeres en el club es que él es un hombre casado. Dato del que me enteré minutos después la noche que lo conocí en aquella grandísima fiesta.
Su mujer, Miranda, era una de las personas que mayor impresión tuvo en mí, porque podía sentir como podía congelar una habitación con su sola presencia. La observé durante toda la noche y nunca llegué a entender como ella y Damián estaban casados, siendo él un hombre tan carismático de una manera coqueta, mientras ella miraba por encima de su hombro, como si todos a su alrededor fuesen más bajos que ella; podía entender que posiblemente si era la mujer más rica económicamente en el salón, pero carajo, causaba una sensación extrañamente fascinante al verla. Era como si ella supiera que todos éramos conscientes de su hermosamente fría presencia. Me avergoncé al darme cuenta de mi retorcida necesidad por mirarlos juntos, ya que era como si estuviesen coreografiados para no tocarse más allá de lo acordado. Eran un espectáculo exquisitamente de mirar. Al menos para mí.
Fueron meses después en el mismo club que escuché que él le era infiel, al principio me causo una sensación de enojo, porque vamos, ¿para qué te casas si vas a engañar a tu esposa?, entonces fue cuando escuché lo que de verdad me impresionó. Que ella era consciente de sus infidelidades y lo aceptaba, eso me hizo hacer memoria de la noche en que los conocí, en como ella era fría con todos, hasta con él, recordé como él nunca tocó más allá de su brazo, también el como nunca se miraron entre sí, aunque estuviesen a unas pulgadas de distancia, comprendí que tenían una retorcida relación amorosa de apariencias. Al menos esa fue mi conclusión después de analizar su relación pública y de escuchar todos los distintos chismes de infidelidades por parte de él.
Aún me es difícil llegar a creerlo porque siempre lo he visto ser un caballero con todas las personas, pero siempre he pensado que, si la gente habla, es porque hay una historia detrás. La vida a veces puede llegar a ser muy retorcida.
Después de escuchar las pláticas explícitas de las mujeres decido irme antes de llegar a oír cuál es su posición sexual favorita.
Tomo una ducha rápidamente y me pongo mis tenis converse blancos a juego con mi playera, completado con mis jeans negros.
Miro a mujeres ir de aquí para allá a las regaderas y salgo prácticamente corriendo antes de encontrarme con alguna otra conocida.
Voy pasando por enfrente de la piscina cubierta cuando miro a Damián venir hacía mi por el lado contrario y ya me ha notado, por lo que dar marcha atrás no es opción. Siempre intento evitarlo lo máximo posible, porque logra generar esa extraña sensación a mi cuerpo y no me gusta.
—Hola, Briseida —sonríe mientras no puedo evitar mirar su atuendo deportivo que le queda a la medida y me encanta.
—Hola, Damián —sonrío y aprieto más mi maleta con mi mano.
— ¿Ya te vas? —Señala mi bolso y mi cabello húmedo — ¿Cuál es tu horario?
—Sí, ya me voy. Regularmente estoy aquí al medio día, solo un par de horas en la caminadora.
—Claro —asiente en entendimiento mientras mira rápidamente hacia las personas en la piscina.
Quiero decirle que se supone no viene en jueves, pero como hacerlo cuando él es uno de los dueños.
—Bueno... te dejo para que hagas lo que vienes a hacer —sonrío amablemente y empiezo a rodearlo.
—Espera —dice de repente, así que me giro — ¿Cómo está Mike? ¿Sigue ocupado cómo siempre?
Siento mis mejillas volverse rosadas mientras me observa detenidamente a la cara. Solo de recordar el evento anterior cuando llegamos tarde por el trabajo de Mike, quiero mirar hacia otro lado.
—Él... está ocupado con todo esto de ser el alcalde —me encojo de hombros restándole importancia.
— ¿Y tú?
— ¿Yo?
—Sí, ¿no estás ocupada al ser... la esposa del alcalde?
—Uh... voy a algunos eventos benéficos, pero eso es todo.
Sonríe.
—Eso es seguro.
— ¿Y Miranda? —suelto de repente sorprendiéndome a mí misma.
Lo veo fruncir el ceño confundido.
—Ella está en... un viaje de negocios por su línea de ropa.
—Claro —trago duro —Eso es bueno —Sonrío levemente mientras me golpeo mentalmente.
Pero si lo pienso a fondo, es muy conveniente tener una relación prohibida ahora que está solo. Tal vez lo de la chica joven tiene algo de verdad.
—Sí, es bueno —sonríe —Cambiando de tema, quería avisarte de un baile benéfico qué se realizará en dos meses, falta un tiempo, pero para que le digas a Mike y así puedan agendarlo.
—Eso es genial, le diré.
—Bien —se aclara la garganta —Ahora sí debería dejarte seguir tú camino.
Sonrío.
—Fue un placer verte Damián.
—Igualmente —Hace una pequeña reverencia mientras sonríe —Siempre es bueno verte —me mira de nuevo a la cara y ahí está de nuevo, su mirada coqueta, creo que no es consciente de que la hace.
—Igual, adiós —Me voy antes de que tenga oportunidad de volver a hablarme. Mi nuca quema, estoy noventa por ciento segura de que me observa, pero el otro diez es mi cordura y esa es la qué me permite no volverme loca con mi imaginación.
Camino hacía el estacionamiento subterráneo, dónde está el nombre de Mike en el sitio que me situé; esa fue la única manera que lo convencí para que me dejara andar sin chófer. Así que venir al club también es un escape de los hombres que vigilan todos mis movimientos.
Al llegar a casa me dirijo a mi habitación y dejo mis cosas, después voy en busca de Jenny a la cocina.
—Hola, Briseida —sonríe — ¿Cómo te fue en el club?
—Bien, el mismo ambiente de personas interesadas en el dinero —me encojo de hombros —Y sexo.
Se ríe.
—Quiero ir entonces.
—Vamos —la miro emocionada.
—Era broma, la casa es grande y es difícil mantenerla limpia.
— ¿Quieres qué te ayude? ¿Qué falta? —Me acerco y tomo una manzana del frutero.
—Ese es mi trabajo, para eso me pagan una pequeña fortuna.
—Pero quiero hacerlo, así que limpiare el despacho de Mike.
—Pero...
—Está bien, sé que no te gusta entrar ahí por si mueves algo que no debías.
Sonríe agradecida.
—Gracias.
Me encojo de hombros
—No es como que deba hacer algo más.
— ¿Tal vez seguir escribiendo ese grandioso libro?
—No hay inspiración —suelto un suspiro lastimero —Seguiré buscándola mientras limpio.
—Ya vendrá.
—Eso espero —me giro y voy al cuarto de servicio por los instrumentos para limpiar.
Cuando es la hora de comida le marco a Mike, temiendo ya su respuesta.
— ¿Cariño?
— ¿Sí? —contesta distraído.
— ¿Vendrás a comer?
—No, tengo trabajo que hacer —suelta un suspiro —De hecho, no llegare a dormir.
— ¿De nuevo? —mi pecho siente un fuerte apretón.
—Salió un improvisto y debo hacer de nuevo un viaje fugaz —se queda callado unos segundos —Regresaré pasado mañana.
Siento el nudo en mi garganta, pero miro al techo intentando que las lágrimas no salgan. Durante el último año Mike empezó a viajar demasiado para visitar los distintos departamentos que estaban a su cargo, al menos es un viaje al mes. Este cambio en nuestras vidas hacia que añorara mi antiguo hogar, al menos antes siempre llegaba a casa.
—Está bien.
—Te traeré lo que desees, ¿sí? Solo pídelo.
—Te quiero a ti —suelto en un susurro y lo escucho suspirar.
—Briseida, hemos hablado de esto.
—Lo sé.
Escuchamos nuestras respiraciones por un largo tiempo sin saber que decir para calmar el par de corazones.
—Un dije del lugar al que vas —digo en voz baja.
—Lo tendrás —promete, entonces escucho voces al fondo llamándolo —Debo irme.
—Cuídate. Te amo.
—También te amo —la línea se corta mientras una lagrima corre por mi mejilla.
De repente las ganas de comer se han ido y me dirijo al invernadero. Miro el lienzo a medio terminar que inicie intentando aprender algo de pintura hace unos meses, pero soy espantosa. No me importa, así que tomo un lienzo distinto y empiezo trazando una línea azul. Pasa el tiempo sin darme cuenta mientras me concentro en el dibujo del colibrí que intento lograr.
— ¿Bri? —escucho la voz de Jenny detrás de mí.
— ¿Es bonito? —Pregunto sin dejar de pintar —Creo que casi lo logro.
—Briseida, ¿qué haces aquí? ¿Qué sucede?
—Intento pintar un colibrí, creo que no está mal.
—Cariño, ¿Qué sucede?
—Pinto un colibrí —Una lagrima vuelve a salir por mi mejilla.
—Bri…
— ¿Sabes por qué elegí un colibrí?
—No —escucho la duda en su voz.
—Los colibrís son rápidos —mi voz se rompe —Los colibrís pueden volar, volar lejos.
—Oh, cariño —me abraza fuertemente desde atrás impidiendo que siga pintando.
Lloro en su hombro por mucho tiempo mientras me sostiene, entonces me mira.
—Eres fuerte Briseida.
—Me estoy cansando Jenny —susurro —Es tan cansado que en ocasiones no quiero levantarme, en ocasiones quiero quedarme todo el día en la cama porque cuesta caminar de lo cansada que estoy —la miro a los ojos —Mi vida me cansa tanto.
Miro sus ojos brillar por sus lágrimas detenidas.
—Él te ama, solo que... se ha perdido un poco en el camino, pero él te quiere.
Quiero decirle que tengo mis dudas, quiero decirle que por mi mente han pasado pensamientos de él con alguien más, pero son estúpidos, porque él me ama, él no me haría algo así. No nos haría eso, porque aun miro el amor en sus ojos cuando está conmigo.
Esa noche Jenny duerme conmigo después de obligarme a pasar un poco de sopa por mi garganta. Al día siguiente me siento mejor y después de pensar con la cabeza fría decido ir a una casa hogar para llevar algunos juguetes y comida. Me gusta visitar distintos sitios así para sentir todo el amor de esos niños y darles el mío. Es como si necesitara sentir que alguien me necesita, que soy más que solo la esposa trofeo del alcalde. Definitivamente fue la mejor decisión, porque salgo con mi corazón lleno de todas esas risas de los niños, por lo que esa tarde no pinto más colibrís.
Esa noche miro un programa de variedades que pasan en la televisión y de repente miro a Miranda, esa mujer tan hermosa sale hablando de su línea de ropa y como planea expandirla mundialmente después del buen recibimiento que ha tenido. No puedo dejar de asombrarme por los exquisitamente hermosa que es. Le hacen algunas preguntas sobre su matrimonio con Damián, multimillonario empresario de una de las más grandes cadenas hoteleras del país. Pero la mujer da respuestas concisas y tajantes, demostrando que no está ahí para hablar de su esposo, sino de su trabajo. Por lo que dice me doy cuenta que es una entrevista de unas semanas atrás, ya que menciona viajar al extranjero en las próximas semanas. Después de unos minutos más de preguntas sobre sus proyectos, la entrevista termina.
—Esa mujer es tan imponente —Dice Jenny a mi lado provocando que grite del susto, así que se ríe —Lo siento.
—Eres demasiado silenciosa.
—Gajes del oficio —se encoge de hombros y señala la televisión —Esa mujer, ¿La conoces?
—Sí, he coincidido con ella en algunos eventos de Mike, pero nunca hemos cruzado palabra.
—Es la esposa de ese hombre... el rico y condenadamente guapo, ¿cierto?
Me rio.
—Hay muchos hombres ricos y guapos.
— ¡Damián! ¡Damián Leiva! —Dice triunfante —Lo he escuchado muchas veces en televisión. Siempre da de qué hablar.
— ¿En serio? —Me giro por completo a verla — ¿Qué dicen? —Trago ansiosa esperando su respuesta.
—De lo asquerosamente guapo que es a tan joven edad y que muchas personas quisieran estar en su radar. Pero viendo a su esposa, quién podría tener una oportunidad, ¿cierto?
No sé porque escuchar eso me relaja.
—Sí, es tonto —Miro mi celular esperando el mensaje de Mike y para mi felicidad lo encuentro, me avisa que está bien y que me llamará más tarde.
— ¿Mañana irá al club? —Pregunta Jenny —Damián es dueño de ese lugar, ¿cierto?
—No sé si iré, pero sí, es uno de los dueños.
— ¿Se lo ha topado?
A mi mente viene el día de ayer en la mañana cuando lo vi en su short gris y playera blanca, traje que le sentaba perfectamente.
—Lo he visto —asiento sin decir más.
— ¿Es igual de guapo en persona que en televisión?
— ¡Jenny! —me rio para disimular mi nerviosismo y mis ganas de decirle que la pantalla no le hace justicia.
—Lo siento.
—Mañana vendrás al club conmigo, tal vez lo mires por ti misma.
— ¿En verdad? —Pregunta emocionada, pero rápidamente decae —Y el tra...
—Soy tu jefa y te doy el día libre.
Sonríe.
—Lo que diga la jefa.
Nos reímos y vamos a la cocina a cenar. No me gusta usar el comedor para mí sola, lo que es muy a menudo últimamente, así que prefiero la gran barra de la cocina. Esa noche hablo con Mike por un gran tiempo y la sensación de que todo está bien entre nosotros es lo único que recuerdo antes de cerrar mis ojos.
Después de intentar escribir un poco en mi grandiosa historia de romance y solo conseguir frases inconclusas, me doy por vencida. Mi cabeza empieza a doler, así que cierro mi computadora y decido probar con las orquídeas nuevas que compré. Es difícil mantenerlas vivas, así que las checo cada que puedo.
Escucho mi celular timbrar en el escritorio.
—Hola.
—Cariño —escuchar la voz de Mike hace que sonría — ¿Qué haces?
—Estoy regando mis plantas. ¿Qué haces tú?
—Acabo de salir de una reunión, así que... tengo unas horas libres. ¿Pensé en una cena para nosotros?
Mi corazón se hincha de emoción y felicidad. No recuerdo cuándo fue la última vez que cenamos juntos.
—Eso me gustaría mucho —me río mientras corro al interior de la casa.
—Bien, pues te llevaré a cenar a un lindo lugar. Pasaré por ti en una hora.
—Estaré lista —sonrío emocionada mientras miro a Jenny en la estancia acomodando unos cuadros.
—Hasta dentro de un rato —Lo escucho reír.
—Te esperaré, adiós.
—Adiós —cuelga.
— ¿Buenas noticias? —Jenny me mira expectante.
— ¡Mike me llevará a cenar!
—Eso es asombroso —se emociona —Vamos, debe ponerse algo bonito.
—Sí —asiento y corro escaleras arriba.
Busco algo que ponerme, pero nada me convence y al final elijo un vestido azul marino, entonces me meto a bañar. Mike llega una hora después, como dijo.
Lo abrazo fuertemente mientras besa mi frente.
—Vamos —toma mi mano y caminamos escaleras abajo.
El lugar al que me lleva se encuentra situado en un grandísimo edificio y el restaurante está en el último piso, por lo que se tiene una impresionante vista de la ciudad.
—Es hermoso —Murmuro mientras nos sentamos en una mesa que tenía reservada frente al gran ventanal.
—Sabía que te gustaría —alarga su mano por encima de la mesa, así que la tomo —Perdón por todo esté tiempo que no te daba para nosotros.
Suelto un suspiro.
—Tu trabajo es demandante —miro hacía las luces de la ciudad —Muchas de estas personas están a tu cargo.
—Pero la persona más importante para mí está aquí —aprieta mi mano y puedo ver la devoción en sus ojos al mirarme —No me perdono abandonarte así.
—Está bien, estamos bien —aprieto su mano y sonríe, entonces el camarero llega y Mike ordena por los dos.
—He notado que has ido a muchos lugares benéficos —comenta mientras cómenos un delicioso filete —Tus fotografías siempre están en los periódicos —Sonríe, así que lo hago igual, pero en el fondo siento un fuerte apretón al darme cuenta que él se entera de todo eso por medio de un papel, no de nuestra comunicación.
—Sí, es algo que me gusta hacer —me encojo de hombros.
—Me parece genial —asiente mientras deja la copa de vino tinto en la mesa —No sabes cómo las personas te aman por eso.
Me sonrojo.
—No quiero que me amén, no busco hacerlo por eso.
—Lo sé —Sonríe orgulloso —Por eso te amo.
—También te amo —Hablar de actos benéficos hace que recuerde algo —Por cierto, la semana pasada miré a Damián en el club —Me mira prestando total atención —Me comentó que habrá un baile como motivo para recaudar fondos benéficos, me pidió qué te pasara el dato y lo tuvieses en cuenta.
—Claro, es asombroso —Comenta, pero frunce el ceño —Podría haberme dejado un recado con Cinthia, mi secretaría.
—Sí, bueno... es un hombre igual de ocupado, tal vez lo olvidó.
—Puede ser —Asiente en concordancia — ¿Te comentó fecha?
Al instante que escucho su pregunta me siento estúpida por no preguntarle a Damián, pero mi urgencia por alejarme de él me impidió pensar en nimiedades como esa.
—No le pregunté —susurro —Tampoco la comentó.
—Bien —suelta un suspiro —Puedo hacer que Cinthia la investigue y así agendarlo.
—Claro.
Después de terminar de cenar, damos un pequeño paseo por la ciudad, pero es un tanto extraño, ya que, los hombres de seguridad nos siguen en un auto detrás.
— ¿Te gustó el dije? —entrelaza su mano izquierda con la mía mientras observo por la ventana.
—Me gustó mucho, gracias —miramos la pulsera en mi muñeca con los cinco dijes, mismos que he pedido en los últimos viajes que ha realizado. El último es una rosa llena de espinas. Me encanta.
—He pensado que podía tomarme un fin de semana para nosotros dos. Ir por allí a algún lugar remoto, solo tú y yo.
Lo miro incrédula y entonces salto a su regazo contenta.
—Eso me encantaría
—Lo necesitamos —Besa mi barbilla —Solo espera a que deje todo listo y en unas semanas podremos hacerlo.
—Bien, puedo esperar —La sonrisa en mi rostro puede que no desaparezca por el resto de la noche.
*
A la mañana siguiente mientras me encuentro desayunando escucho un leve ladrido en el patio trasero, por lo que me bajo del taburete en el que me encuentro y camino hacía la puerta corrediza posterior. Al abrirla el ladrido es más fuerte, pero sigo sin mirar nada. Recorro el perímetro de la casa y miro a los hombres de seguridad notarme, pero no se acercan y siguen checando las calles. Al final encuentro a un pequeño cachorro atorado en una enredadera a un lado de mi invernadero.
—Hey, hola amiguito —me pongo de rodillas y saco su patita trasera atorada —Listo —me ladra y da vueltas, pero se cae. Se mira muy pequeño, de acaso un mes de nacido, pero su pelaje es tan sucio que me dice que no tiene dueño — ¿Cómo llegaste aquí? —Ladra y me río —Ven, te revisaré.
Lo cargo hasta el cuarto de servicio dónde me encuentro a Jenny sacando ropa de la secadora.
— ¿Qué es eso? —Entrecierra los ojos hacia la bola de pelos sucia en mis brazos.
—Un cachorro —Lo levanto para que lo mire.
— ¿De dónde salió? —frunce el ceño.
—Lo encontré vagando por el jardín —Lo pongo en el lavadero y empiezo a revisarlo a fondo.
— ¿No me digas qué piensas quedártelo?
—Es una buena idea —sonrío por encima de mi hombro —Solo míralo, es tan tierno.
—No, no lo es —Se acerca a mirarlo —Es un montón de pelos sucios que están infestando mi lavadero de pulgas.
Le lanzo una mirada molesta.
—Deja de juzgarlo, es un bebé —rasco la cabeza del animal y preparo agua tibia para bañarlo —La mugre desaparecerá ahorita.
—Si tú dices —se aleja —Iré a acomodar esto —Señala la ropa en ganchos.
—Bien —asiento y regreso mi atención al cachorro que en mejores días era blanco — ¿Qué te parece eso? —Empiezo a bañarlo — ¿Podrías vivir en esta gran casa? —Me ladra y me río. Definitivamente ya se ganó mi corazón.
Después de bañarlo y secarlo, voy a la tienda a comprar las cosas para él, como su comida o un colchón para perros.
—Si te quedarás con él, ¿cierto? —Jenny inspecciona las cosas de las bolsas.
—Sí, mañana lo llevaré con un veterinario a ponerle sus vacunas, dudo que tenga alguna.
— ¿Le dijiste al joven Mike?
—Uh... no, pero no creo que se niegue —Recojo al cachorro del suelo y lo cargo —Es encantador ahora que está limpio, no puede echarlo.
—Bueno... sí es una cosita bonita ahora —sonríe mientras le rasca su cabeza.
—Le comentaré a Mike cuándo lo vea.
Le acondiciono un espacio en el invernadero para que no haga sus necesidades por toda la casa y que Mike se niegue rotundamente.
—Estarás aquí hasta que resuelva qué hacer contigo.
Me lanza su peculiar ladrido chillante y lo dejo para ir al club.
—Jenny, deje al cachorro en el invernadero, tiene todo lo necesario para que esté tranquilo unas horas. Iré al club.
—Bien, diviértete —Sonríe —La semana pasada me di cuenta que hay muchos chicos guapos allí, lástima que no miré a Damián Leiva.
—Jenny, estoy casada, deja de decir tonterías —Agarro las llaves y camino a la salida —Te veo en unas horas.
— ¡Adiós!
— ¡Adiós!
Llegar al club me toma 20 minutos, por lo que son pasadas de las 2:00 p.m. Cuando me estaciono.
Ir a la tienda a comprar cosas para el cachorro hizo que viniera fuera de mi horario habitual, pero siempre estoy aquí mínimo cuatro días a la semana para así sentir que hago algo con mi cuerpo y no solo sentarme a mirar televisión todo el día.
Camino hacia las caminadoras, pero al mirar a unas personas en la piscina exterior me despierta la curiosidad de intentar dar algunas vueltas nadando, pero hacerlo al aire libre no me agrada porque mi piel es demasiado delicada, así que elijo la interior, la cual se encuentra en el otro edifico; contemplo realizar la rutina de siempre o modificarlo. Finalmente, suelto un suspiro y me dirijo al exterior.
Afuera saludo a varias personas que conozco, pero no me detengo a platicar con ellas y sigo mi camino. Al entrar a la gran piscina la encuentro casi vacía porque me imagino la mayoría prefiere el sol. Voy hacia los vestidores y tomo un baño rápido como lo pide el reglamento.
Nadar me hace recordar cuándo era una niña y mi padre me enseñó a hacerlo.
Sentir el agua mientras doy unas vueltas al estilo libre hace a mis músculos relajarse al instante y me cuestiono porque no lo intente antes. Después de dar más de diez vueltas me detengo y me siento en la orilla con las piernas aún metidas en el agua, entonces contemplo a la chica que sigue nadando sin parar. Definitivamente está en una muy buena condición. Sonrío levemente y salto de nuevo al agua cuando mi respiración empieza a normalizarse.
Faltan quince minutos para las cuatro cuando salgo de los vestidores después de darme una ducha. Al llegar a la puerta miro las hermosas escaleras que te llevan a los niveles superiores, dónde sé que se encuentra otro gimnasio, así como una sala de baile, pero en los niveles arriba de ellos es desconocido para mí, ya que nunca me he tomado el tiempo para recorrer todo el club. Suelto la manija de la puerta y subo las escaleras, llego primero al gran gimnasio que es una réplica exacta al que está en el otro edificio, solo que este cuenta con vista al campo de golf, lo cual es mejor que solo mirar a personas nadar en una alberca o en las mesas de la cafetería.
En el siguiente piso escucho la música electrónica salir de una de las puertas y mi curiosidad me hace acercarme, por lo que miro a varias personas bailar al ritmo del sonido. Es hipnotizante verlas, pero cuándo una mujer me sonríe al verme observarlos por el gran ventanal, sonrío rápidamente y doy marcha atrás.
El siguiente nivel lo identifico como un área para crossfit, pero solo miro a unas cuántas personas en uno de los extremos, lo cual llama mi atención y me adentro a conocer el lugar. Las personas me miran y sonríen cortésmente, pero siguen con sus actividades; por último, reviso los casilleros y al darme cuenta que no hay nada distinto a los del gimnasio, doy marcha atrás rápidamente para salir de esa habitación, pero un sonido me detiene al estar a punto de abrir la puerta y me giro en busca del ruido, entonces camino hacia dónde lo escuché y abro por instinto una puerta con la que me encontré.
Tres cosas pasaran por mi mente cuando abrí esa puerta.
Una, no debí haberme detenido al escuchar ese sonido y simplemente debí haber salido de los vestidores.
Dos, mirar dos personas besarse de esa manera tan intensa me hizo avergonzarme tanto por el torrente de imágenes que vinieron a mi cabeza, porque al mirar a la chica bajita y delgada tomar por el cuello al hombre alto solo me hizo pensar en alguien y no fue en Mike, porque yo sabía quién era ese hombre, yo lo conocía muy bien, sabía perfectamente que era Damián Leiva.
Y tres, confirme qué él le era infiel a Miranda.
¿Lo peor? Fue que la chica me miro, así que Damián volteó y me notó. Sentí que estaba invadiendo su privacidad y creo que así era, pero cuándo me miró a la cara pude notar algo en sus ojos, algo que no era molestia por encontrarlos, tampoco era vergüenza y… me atrapó; quería despegar mi mirada de él, pero algo me lo impedía; hasta que la chica se aclaró la garganta y la miré, estaba molesta por quitar la atención de Damián sobre ella. Entendí que debía salir de ahí rápido.
Bajé la mirada evitando mirarlos.
—Lo siento —murmuré rápidamente y cerré la puerta, entonces caminé apresurada por el piso, por lo que al llegar a las escaleras no me detuve hasta llegar abajo.
La imagen de Damián besando a una chica me inquietaba más de lo que ya lograba hacerme. No era bueno, no era nada bueno.
¿Damián realmente es infiel? No lo puedo creer, por más que escuche esos rumores siempre pensé que serían mentira, pero Dios… mirar como besó a esa chica fue… fue… Carajo, ¿Por qué me importa como bese a otras chicas? Debo olvidar esa escena, debo hacerlo ahora.
Corrí hasta el auto y en todo el trayecto a casa intenté prestar atención a la música, es estúpido decir que funcionó.
— ¿Cariño? —Escucho la voz de Mike llamarme al pasar por su despacho, lo cual causa que lance un pequeño grito.
— ¿Mike? ¿Qué haces aquí? —Bajo los escalones que había subido y voy hacia él.
—Vine por unos papeles —Frunce el ceño — ¿Estás bien? Te noto agitada.
—Nada, solo... quería ducharme rápido. Vengo del club —Levanto mi maleta.
—Claro —Besa mi frente —Tengo una junta, pero regreso en unas horas.
—Bien, suerte —Forjo una sonrisa en mi rostro y cuándo desaparece corro al baño de mí habitación para prepararme un baño en la tina, tal vez ayude.
No lo hace.
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