serás el presidente de palker crusiers
durante un año dijo el abogado- dijo el abogado haciendo una pausa dramática para alzar los ojos del testamento de Antonio palker y mirar a Cristian palker, el hijo mayor del fallecido-. Tendrás que convencer a Bianca Sánchez para que regrese y sea tu asistente personal.
Las palabras del abogado hirieron a Cristian como si le hubiesen disparado a bocajarro.Se recosto en el respaldo de la silla, incapaz de respirar.
—Dios mío,no .....
El abogado no se inmutó.Haber trabajado tantos años con su padre debería de haberle dejado insensible a cualquier reacción.
—Si te niegas a hacerlo, no solo perderás tu parte de la herencia de tu padre–continuo el abogado, sino que tú hermana y tú hermano correrán la misma suerte. En realidad, si algunos de los tres no cumple las obligaciones estipuladas en el testamento, tengo órdenes de vender los negocios de Antonio, sus propiedades y todo su dinero a Garbi cruising por un dólar.
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—Garbin cruising es el principal competidor de palker Cruiser, y su presidente ha Sido siempre el enemigo más encarnizado de mi padre.
—Soy consiente de ello.
Cómo si fuera un animal enjaulado, Cristian deambuló inquieto por el salón de la mansión palker con los puños cerrados.Observó a su hermano y a su hermana y vio en sus rostros algo más que temor y pánico.Vio resignación y , en el caso de su hermano frustración e irá contenida.
Estaban esperando a que saliera huyendo igual que había hecho cinco años antes.El que desde entonces se hubiera negado hablar con ellos había conseguido que hubieran perdido la confianza en él.Sin embargo, si había cortado toda comunicación, había sido para no mezclarles en la guerra que había librado con su padre.
Cristian luchó por librarse de la invisible camisa de fuerza que le aprisionaba.Se se lo debía a Carlos y a Natalia.
—Cualquiera menos ella–dijo mirando de nuevo el abogado. Cualquiera menos Bianca Sánchez.
Tres semanas después de que ella le hubiera declarado su amor y le hubiese pedido pasar el resto de su vida a su lado, Bianca había en pos de fortunas más prometedoras al ver que el no era capaz de comprarle el anillo de compromiso que quería.
—Lo siento, Crista– dijo el abogado–.Antonio insistió en que debería ser la señorita Sánchez.
Aquello era típico del déspota de su padre. Siempre había sentido una envidia atroz por todo lo que él había conseguido, y había hecho todo lo posible por quitárselo para después tirarlo despreocupadamente, como un gato dejando el cuerpo sin vida de un ratón en su madriguera.
—¿Y si ella se niega?– pregunto Cristian sospechando que esa iba hacer la reacción de Bianca.
—En ese caso, tendrás que hacer que cambie de opinión. No hay otra escapatoria.
Otro callejón sin salida.La frustración le carcomía por dentro como si fuera ácido.
—impugnarè el testamento–anuncio.
—Si algunos de los tres lo hace, lo perderán todo –le advirtió el abogado sin pestañear.
Cristian tenías ganas de golpear algo. Su padre se había encargado de dejarlo todo atado y bien atado antes de caer fulminado por un ataque al corazón tres días antes, en la cama de unas de sus amantes. Debía de haber alguna escapatoria. Tenia que encontrala.
Cristian puso los puños sobre la mesa y miro al abogado.
—Ricardo, sabes también como yo que mi padre debía de estar senil para redactar este testamento.
—No lo estaba, Cristian–replici su hermano, Carlos, antes de que el abogado pudiera decir nada–.Le conocía. Trabajaba con el todos los días. De no haber desaparecido, tú también lo sabrías–añadio sin ocultar su enfadó.
—Puede que papá fuera un hombre insensible e inmoral, pero no estaba loco–dijo Natalia asintiendo aora expresar su conformidad con las palabras de Carlos.
—¿Y tú por qué no protestas?– le pregunto Cristian a Carlos señalandole con el dedo–. El puesto de presidente debería ser tuyo.
—Papá decidió que fueras ti– respondió conteniendose.
—No tiene sentido–dijo Cristian–. Tu siempre fuiste si favorito, su mano derecha .Yo, en cambio, era su saco de boxeo.
Nunca le había golpeado físicamente, pero si había competido despiadadamente con él en los deportes, en los negocios y en lo relativo a las mujeres.
—Esta nueva filosofía de todos o ninguno me parece una estupidez–dijo Cristian–.Sobre todo viniendo de alguien que pasó toda su vida alejándonos de él.
—Pues parece que , a la hora de morir, a querido asegurarse de que estaremos unidos– carraspeó Ricardo–Antinio se dió cuenta de que había cometido algunos errores. Lo que pretende ahora es que lo ayuden a rectificar.
—¿Seguirá dirigiendo nuestras vidas desde el infierno?–preguntò Cristian, sintiendo el peso del testamento de su padre como un losa sobre sus hombros.
<< No sé a qué juego pretendes jugar ahora, viejo, pero te lo ganaré>>, pensó Cristian.
Estaba dispuesto a vencer aunque eso significara volver a ver a Bianca.
—Lo haré–anunció mirando fijamente a su hermano–. volveré a palker crusiers y le haré a Bianca Sánchez una oferta que no podrá rechazar.
" *lo que no se espera es que el también se llevará una gran sorpresa con la oferta que Bianca le va hacer "
está es mi primer novela espero les guste , dejen sus comentarios 😘😘*
El timbre de la puerta retumbó dentro de la casa justo en el momento en que Bianca se estaba quitando las sandalias.
Sujetándose a una columna para no perder el equilibrio , pensó en ignorarlo,aunque, quien quiera que fuera,debía de averla visto entrar treinta segundos antes.
El timbre volvió a sonar.
Debía de tratarse de otro agente inmobiliario dispuesto hacerle una oferta por si vieja casa para después demolerla y construir una lujosa mansión, tal como había sucedido con la mayoría de sus antiguos vecinos. Aquella zona de Miami se había convertido en un barrio de moda en los últimos tiempos. Pero no podía acceder. Se lo había prometido a su madre.
Bianca se hecho el pelo hacia atrás, después del horrible día que habia tendido, lo último que necesitaba era discutir con un agente inmobiliario.. El baño de agua caliente que había pensado darse y la cena en Ben & Jerry's tendrá que esperar.
Dispuesta a despachar a quien estuviera del otro lado de la puerta lo antes posible, cruzó el vestíbulo y abrió la puerta.
Había un hombre alto y ancho de hombros delante de ella,ocupando la entrada. Bianca dió un paso atrás en estado de shock.
—Cristian... – murmuró
Una ligera brisa agitó el pelo color chocolate de Cristian y sus ojos azules la miraron de arriba abajo.
Miles de emociones se acumularon en su pecho como si fueran cataratas cayendo a toda velocidad. Vergüenza. Dolor. Ira. Al mismo tiempo, sintió un dulce calor en su interior.¿podía ser amor? ¿era posible que todavía quedar algún rastro de aquel incómodo sentimiento?
<< ¿Estás segura de que todavía no estás prendada de este hombre,al que no has visto y con el que no has hablado en cinco años? >>.
—¿Puedo entrar?
Lo había pedido en tono educado, correcto, todo lo contrario a como lo había hecho la última vez que lo había visto, todo lo contrario a la frialda y la crueldad que había usado entonces.
<< No has perdido el tiempo verdad,¿verdad?>>, pensó Cristian. << No pudiste atraparme y te fuiste detrás de otra víctima. Pero ahora tendrás que dar marcha atrás.El viejo quiere que vuelvas por qué piensa que es lo que yo quiero. Pero ya te tuve, Bianca, y acabé contigo>>.
El escalofrío que tuvo aquella noche en la casa de los palkers volvió de nuevo. Cruzó los brazos sobre el pecho intentando defenderse de los oscuros recuerdos que la asaltaban y miró al hombre que tenía delante de ella.
—¿Que quieres Cristian?
La estaba mirando sin pestañear, sin moverse, sin hacer la más mínima arruga al elegante traje oscuro que llevaba puesto y que hacía juego con una camisa blanca y una corbata roja, como sino quisiera estar allí, como si estuviera experimentando la misma necesidad de ella de terminar cuanto antes
—Quiero hablar contigo de la última voluntad de mi padre–repondió.
Antonio palkers
—He oído que a muerto hace poco–dijo ella–. Lo siento mucho.
—Su testamento te implica directamente–replicó Cristian, que no parecía apresumbrado por la pérdida.
Antonio siempre había sido amable con ella, pero ¿ por qué su antiguo jefe habría de tenerla en cuenta antes de morir, tomando en consideración, además, la forma en que ella había salido de la vida de la familia palkers?
—¿Me ha dejado algo?
—No–repondió él muy serio–. Pero, a menos que accedas a sus peticiones, lo perderemos todo.
A Bianca le sorprendió el tono dramático que estaba utilizando Cristian. Nunca había sido un hombre al que le gustará andarse por las ramas. Siempre iba directo, había dejado claro lo que quería y lo que no quería.
Bianca se pasó la mano por el pelo y se preguntó si Cristian se había dado cuenta de que se lo había cortado, de que había perdido peso desde que habían estado juntos. ¿O acaso se había acostado desde entonces con tantas mujeres que sus rostros se mezclaban en su cabeza, confundiendose unos con otros? ¿Había dejado algún recuerdo imborrable dentro de el?.
Cinco años antes se había enamorado de él a pesar de su reputación. Pero eso le había sucedido con venticuatro años cuando no era más que una chiquilla llena de timidez e ingenua. Parecía haber pasado toda una vida desde entonces. Ver morir a su madre le había hecho crecer a toda velocidad.
Aunque tenía ganas de echar a patadas a Cristian, le picaba la curiosidad.
—Adelante –dijo apartándose para dejarle entrar. Al pasar junto a ella, le llegó su perfume, el aroma que había conocido, un olor que le había apuñalado por la espalda infligiendole un dolor tan intenso como la traición de un amigo.
Pero tenía que ser sincera consigo misma. Desde el principio de la relación, Cristian había dicho que no estaba interesado en compromisos a largo plazo. Era ella la que había roto las normas enamorándose de él.
¿Cómo habrá podido evitarlo, tratándose de un hombre atractivo, inteligente, atento, caballeroso y maravilloso en la cama? ¿Cómo habría podido impedirlo cuando había sido lo que siempre había soñado?
Nunca había dejado de preguntarse si habría podido hacerle cambiar de opinión manteniendo la boca cerrada, si el amor habría entrado poco a poco en él. Pero había hecho lo contrario. A los tres meses de estar juntos, después de hacer el amor, le había declarado su amor, le había confesado todos los sentimientos que tenía hacía él.
Sus palabras habían provocado la inmediata huída de Cristian. Había salido de su apartamento como un rayo y había abandonado el país.
—No se parece en nada a tu antiguo apartamento–dijo frunciendo el ceño.
Entonces se acordaba. Contra su voluntad, le dió un vuelco el corazón dentro del pecho.
— Es la casa de mi madre y de mis abuelos–dijo ella observando los muebles de estilo tradicional.
—¿Está tu madre en casa? – preguntó el mirando hacia la cocina.
—Mi madre murió–repondio ella sintiendo una fría cuchilla partiendola en dos y causándole un dolor que parecía no tener fin.
—¿Cuando sucedió?
Bianca le dió las gracias en secreto por reaccionar de esa forma tan civilizada, pero no quería hablar de aquel tema con nadie. La herida era todavía demasiado dolorosa.
—Hace un año–respondio ella–. Pero eso no es lo que te ha traído por aquí.¿Podríamos ir al grano, por favor? tengo planes para esta noche.
Planes para estar sola, como lo había estado desde la muerte de su madre, día tras día, soñando con compartir su soledad y su dolor con alguien, teniendo que rechazar a otros hombres por ser incapaz de estar con alguien que no fuera Cristian. Nunca había vuelto a encontrar la intimidad y la magia que había vivido con Cristian, como tampoco había encontrado consuelo durante cinco largos años. Los hombres que había conocido en ese tiempo me habían dejado un vacío todavía mayor.
—Antonio ha exigido que vuelva a palkers Cruiser como presidente...–empezó Cristian.
—¿volver?– le interrumpió ella–¿dejaste palker crusier?¿Cuándo?¿Por qué? Esa compañía es tu vida.
—Si la dejé–respondio el quitándole importancia–. Ahora mi padre ha dejado estipulado que quiere que vuelva. , e insiste en que tú seas mi asistente personal durante un año.
La revelación de Cristian hizo que Bianca se olvidara de todas las preguntas a las que no había respondido.
—¿Yo?¿Por qué? Y , sobre todo...¿ Por qué tendría que hacerlo?
—Si no lo haces , Carlos y Natalia perderán sus trabajos, sus casas... Lo perderán todo.
Bianca sintió el peso de la culpabilidad. Durante tres años, Natalia había sido su mejor amiga,la mejor que nunca había tenido. Sin embargo, a raíz de la ruptura con Cristian, las cosas se habían complicado, para terminar por quebrarse definitivamente a raíz de la propuesta de Antonio. El dolor y la vergüenza le habían impedido volver a mirar la cara de un palker.
—No lo entiendo–dijo ella–¿por qué querría Antonio que regresará a mi antigüo puesto?¿Por qué ahora?
—¿Quien sabe lo que le pasó al viejo por su retorcida cabeza antes de morir? Nos tiene a todos bailando al son de su música. Debe de estar riéndose de lo lindo en su tumba–dijo Cristian con amargura y rabia.
¿Que había sucedido entre Cristian y su padre? Siempre habían sido muy competitivos, pero no recordaba que Cristian le hubiera odiado nunca.
—¿No puedes hacer nada para oponerte al testamento?–le pregunto Bianca.
—Tengo un equipo de abogados leyéndolo palabra por palabra en busca de algo a lo que aferrarme, pero no va hacer fácil. Lo que te propongo es pagarte díez mil dólares al mes, más comisiones.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—No.
La cifra era el doble de lo que había ganado en si último año en palkers Cruiser y tres veces su salario actual.
Después de abandonar palker crusiers, le había costado cuatro meses encontrar trabajo. No había sido fácil al carecer de referencias, algo que había preferido no pedir después de la forma en que había terminado todo, después del modo en que se había despedido, sin dar siquiera aviso.
Cuando finalmente había encontrado trabajo, había cancelado todas sus cuentas, había dejado su apartamento y se había instalado en la casa de su madre.
Aunque su salario en su nuevo trabajo había sido muy inferior, lo había aceptado por la flexibilidad de horarios, algo que le había permitido gozar del tiempo necesario para cuidar a su madre y darle ánimos para superar la quimioterapia.
Sin embargo todo había cambiado con la muerte de su madre. Había empezado a perder interés por el trabajo y su jefe, poco a poco, se había ido convirtiendo en un dèspota cuya idea de horario flexible habia empezado a ser tenerla trabajando a todas horas.
Había empezado a analizar sus posibilidades para cambiar de trabajo, pero trabajar de nuevo para Cristian...
Teniendo en cuenta como habían salido las cosas la primera vez , aceptar era una opción demasiado arriesgada. Aquel hombre ya le había roto el corazón una vez. Había que ser muy tonta para meterse de nuevo en la boca del lobo.
—Lo siento–dijo Bianca–. No me interesa.
—Quince mil dólares al mes–dijo Cristian mejorando su propuesta.
Bianca lo miró, casi ofendida por la escandalosa cifra que le estaba proponiendo. El trabajo de su madre como estilista no le había permitido llevar un tren de vida demasiado boyante, nisiquiera había podido contratar un seguro de vida . A su muerte, Bianca, aparte de aquella casa , sólo había heredado deudas. Con el dinero que le estaba ofreciendo Cristian podría pagar las facturas de la clínica que había tratado a su madre y que todavía estaban sin pagar, así como otras muchas deudas más.
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