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¿CÓMO VIVIR DESPUÉS DE TÍ?

PRÓLOGO

                 ¿Como vivir después de ti?

^^^ "En su voz y en su recuerdo algo de mí quedará, porque la verdadera muerte es el olvido."^^^

^^^(Gabriel Rolón)      ^^^

PRÓLOGO.

“Otra noche. Otra noche más en que las pesadillas no me permiten conciliar el sueño.

Otra noche más, desde hace 2 años, que no puedo dormir. Mi reloj marca las 2 a.m. Dentro de unas horas debo asistir a trabajar y no he podido pegar el ojo.

Mi mente viaja hasta esa noche. Un 5 de febrero. Ese fue el día en que lo perdí todo. Un 5 de febrero a las 10 p.m. La llovizna mojaba las calles de Chicago. Era una noche fría. Nunca la olvidaré.

Esa noche cambió mi vida para siempre. Desde ese día, no volví a ser la misma persona.”

...****...

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CAPÍTULO 1.

CAPÍTULO 1.

Por Isabella.

Me levanté de la cama siendo las 5 de la mañana. Tomé una ducha rápida y me vestí para comenzar mi día laboral. Por suerte es viernes.

Desde hace un año trabajo como ejecutiva en una empresa muy importante comercializadora de vinos: F&M.

Se trata de una compañía de mucho prestigio y bastante reconocida, ya que sus vinos circulan por todo el mundo. No existe ningún evento en el cual no haya una botella de vinos de su marca.

Mientras elegía mi atuendo para enfrentar un nuevo día, el timbre del apartamento sonaba sin parar. Obviamente, se trataba de Mariana, mi mejor amiga. Ambas trabajamos para la misma compañía y desde que ingrese a trabajar allí, pasa por mí todas las mañanas para ir juntas. Es su forma de asegurarse mi bienestar, ya que, después de todo lo que pasamos juntas, no hay persona más incondicional para mí que ella.

Le abrí la puerta, invitándola a pasar a la habitación, mientras que yo, finalmente, juntaba las fuerzas necesarias para vestirme.

-¿Cómo amaneciste, Issi? -Saludo Mariana con una pequeña sonrisa.

-Igual que hace dos años y cinco meses.

-Amiga…

-No, Mariana. No empieces. Hago lo mejor que puedo. Pero no puedo olvidarlo. No lo olvidaré jamás. -exclame

-Está bien amiga. -Exclamo una Mariana muy abatida. -Vamos, es hora de irnos. Estás espléndida hoy.

-Gracias. Y tú también.

Ambas nos dirigimos a la compañía. Aunque no tenía ganas de ir a trabajar. Hacía tiempo que había perdido el interés por seguir viviendo. Cada día deseaba que sea viernes para entrar a mi cama y levantarme el lunes por la mañana, obligadamente, para ir nuevamente a trabajar y continuar así con una rutina vacía que llevo desde aquel trágico día. Nada tenía sentido. Nada tenía sentido sin él. Para mí, Ezequiel fue y siempre seguirá siendo el amor de mi vida. Mi primer amor. Su ausencia estaba marcada en mi pecho, como si se tratara de una cicatriz que jamás podría quitarse. Aún no podía olvidarlo. Esa tragedia me dejó marcas, en el alma y en la piel. Heridas que duelen. Duelen en lo más profundo de mi ser y por más que trate, no logro sanarlas.

Desde aquel trágico día, cualquier cosa que para un ser humano sea básico en su día a día para mí, significaba un gran esfuerzo. Cosas como bañarse, peinarse, vestirse y; peor aún salir de casa.

Por suerte, el Sr. Marshall, mi jefe, es un hombre comprensivo. Desde que trabajo para él se ha ocupado de mí como si fuese su hija. Me ha dado tiempo y espacio cuando lo necesito y también apoyo.

Al llegar a la empresa, Mariana y yo nos dirigimos al noveno piso, donde se encuentran nuestros respectivos puestos de trabajo. Deje mis pertenencias sobre el escritorio y me anuncie, como cada día, con mi jefe para saber que se le ofrecía el día de hoy.

-Isabella. Que bueno que llegas. Estaba esperándote ya que necesito que prepares el salón de eventos para esta misma tarde. Tengo un anuncio muy importante que dar y es necesario que todos los empleados de la compañía estén presentes.

-Claro señor. ¿Está todo bien? - pregunté

-No tienes nada de que preocuparte, dulce Isabella. -Dijo él con su característico tono paternal.

-Bien… Iré a preparar todo, señor. -exclame, saliendo de la oficina para cumplir con sus órdenes.

Las palabras del Sr. Marshall daban vueltas en mi mente.

-¿Qué querrá anunciar mi jefe? -me preguntaba. -Probablemente, haya un aumento o alguno de los empleados se retirará y quiere darles un homenaje.

Lorenzo Marshall es el jefe más justo y agradable del mundo de los negocios. Su empresa es parte de su familia. Cada empleado tiene el reconocimiento que se merece. Todos están conformes con este empleo. Es una empresa muy grande y próspera, con un sistema de motivación muy grande. La filosofía de los Marshall, era que si el empleado está bien motivado, es más productivo. A pesar de ser personas que tenían demasiado dinero, eso no era impedimento para tratar de iguales a sus empleados.

Me encargué de que el salón esté listo y escogí personalmente las mejores botellas de vino de la cava de la empresa. Una vez finalice, le anuncie a mi jefe que todo estaba listo. Él dio la orden de que luego de la hora de descanso, todos los empleados se reúnan allí, lo que hacía que mi intriga, y del resto de los empleados, crezca aún más.

Mientras Mariana me hablaba de los planes que habían hecho con Julia, mi otra mejor amiga, para el fin de semana, mi cabeza no dejaba de pensar en el anuncio que daría mi jefe.

-¿Me estás escuchando Issi? Ni siquiera has tocado tu almuerzo. - Preguntó Mariana.

-Lo siento. Estoy preocupada por el anuncio que dará el Sr. Marshall. De qué crees que se trate?

-De seguro no es nada. Quizá la presentación de una nueva línea de vinos.

-Tal vez. -Me limité a responder. Aunque no estoy muy convencida.

Luego del almuerzo, todos estaban esperando, ansiosos en el salón de eventos, tal y como lo había pedido el jefe. Todos los empleados de la empresa estaban allí degustando los vinos y algún que otro bocadillo. Me invadió un leve sentimiento de felicidad al saber que todo estaba yendo de maravilla. Luego de un rato de espera, el tan esperado anuncio estaba llegando:

-Muy bien. -Hablo Marshall. - Los he reunido a todos aquí, porque he tomado una decisión muy importante y creo que todos ustedes como parte de la compañía deben estar al tanto. Como muchos ya se lo esperaban, luego de recapacitar y pensar bastante, he decidido renunciar al cargo de presidente de esta compañía y cederle el puesto a mi hijo Valentino Marshall.

Todos los empleados nos quedamos impactados ante el anuncio del jefe. A pesar de que todo el mundo era consciente de que ese día llegaría, nadie esperaba que fuese tan pronto. Además, ¿Quién es exactamente el hijo del Sr. Lorenzo Marshall? -Era la pregunta que todos se hacían. Muy pocas veces ha aparecido por la compañía y no todos habíamos tenido la oportunidad de verlo. Sin embargo, se dice que si la arrogancia tuviera una forma física, probablemente sería Valentino. Ante la estupefacción de los empleados, el jefe volvió a tomar la palabra:

-“Se que muchos de ustedes están preocupados por este cambio tan repentino. Sin embargo, quiero que sepan que lo he estado reflexionando desde hace un tiempo. Quiero que sepan, además, que una de las condiciones que tendrá mi hijo al asumir como presidente de F&M es que los empleados seguirán conservando sus puestos de trabajo a menos que requiera un ascenso o un despido. Este último caso, como ustedes saben, se realiza bajo un estricto seguimiento para evitar injusticias. De otro modo, todo seguirá como venía hasta el momento. Confío plenamente en el criterio de mi hijo, de lo contrario no estaría dándole una responsabilidad tan importante. Todos estos años al frente de la compañía han sido grandiosos y he conocido muchas personas que quedaran para siempre en mi corazón. Solo espero que Valentino tenga la misma suerte que yo. Gracias por todo”

Finalmente, todos aplaudimos al jefe. Pero aún se podía ver algunas caras de preocupación a pesar de que Lorenzo haya intentado traernos calma. Para ponerle broche de oro al discurso, el jefe invitó a Valentino a que pase al frente para presentarse oficialmente con todos. Valentino se subió al escenario y se presentó con palabras simples. Fue conciso y al pie:

-Buenas tardes. Mi nombre es Valentino Marshall y tal como dijo mi padre, seré su nuevo jefe a partir de ahora. Haré algunos cambios que serán mínimos y espero que no afecte al rendimiento de la empresa. Cualquier duda o inconveniente que tengan, pueden presentarse en mi oficina. Eso es todo lo que tengo para decir. -exclamo finalmente, bajando del escenario.

Las damas de la compañía comenzaron a inquietarse, a simple vista Valentino es un hombre muy elegante y sofisticado. Además de ser sexy. Sin embargo, a mí no me interesaba lo más mínimo. Mi mente seguía con aquel hombre que me había robado todos los suspiros hace unos años. Claro, que me preocupaba por el hecho de que, a partir de ahora, Valentino será mi jefe, pero realmente no estaba interesada en pensar en su belleza, sino en su capacidad para dirigir la empresa.

En estos momentos, solo quería llegar a mi casa y meterme en la cama. Ya había pasado el horario de salida, nos habíamos demorado para la presentación del nuevo presidente. A partir de la semana próxima, las cosas tendrían un cambio rotundo. Un hombre del cual no se sabía absolutamente nada será el nuevo jefe de todos y por lo que se veía, tiene cara de pocos amigos.

Me acerqué a Lorenzo y lo abracé. Le deseé suerte y un buen descanso ahora que se retiraba. A mis espaldas, sentí un fuerte escalofríos. Me giré y vi la fuerte y penetrante mirada de ese hombre tan misterioso. Era una mirada fría, parecía vacía. Tenía una muy buena cara de póquer. Yo no sabía qué pensamientos cruzaban por su mente, solo sabia que provocaba una extraña sensación en mí.

CAPÍTULO 2.

CAPÍTULO 2.

Por Isabella.

Esa tarde. Llegue a mi departamento y deje mis cosas sobre el sofá. Me dirigí a la habitación a sacarme esa ropa de una vez por todas y ponerme una pijama. Me acosté en la cama y otra vez las imágenes de la sonrisa de Ezequiel invadían mi mente. No sentía ánimos de comer, de bañarme, solo quería estar acostada todo el fin de semana. Observe la mesa de luz y vi aquella foto tan bonita, la tome en mis brazos y la abrace. Las imágenes regresaban una a una a mi mente. Aquella tragedia. El día en que lo perdí para siempre.

“Dolor. El dolor invadía mi cuerpo. Mis brazos. Mi rodilla izquierda. Sentía un gran dolor. Abrí los ojos. No entendía qué pasó. Veía todo al revés. Intente moverme y no podía. Note que tenía puesto el cinturón de seguridad y me lo quite. Mi cuerpo cayó rápido, aumentando el dolor. Me di cuenta de que tenía algunos cortes en la barriga también, habian demasiados vidrios por todas partes, probablemente alguno se incrustó allí. Busque a Ezequiel. Estaba a mi lado. Lo llamo pero no responde. Parecía estar muy golpeado. Intente sacarlo de allí, pero es muy difícil. Su cuerpo pesa bastante. Lo arrastré unos metros con dificultad. Las lágrimas nublan mi vista, lo abrace esperando que reaccione. En ese momento, una fuerte explosión ensordeció mis oídos y todo se puso negro.”

Me desperté de golpe oyendo el sonido del timbre. Con pesar me dirigí a abrir la puerta. Mi cuerpo dolía mucho. El dolor insoportable en mis piernas me permitían caminar apenas. Dolor fantasma, así lo llamaban los médicos. Abrí la puerta sabiendo que se trata de mis locas amigas. Ellas han sido un gran apoyo para mi desde aquel día. No me han abandonado en ningún momento.

-Hey. ¿Qué haces en pijama un viernes por la noche? -preguntó Julia.

-Intentaba dormir, pero es imposible. -Exclame

-¿Tomaste tu medicación? - preguntó Mariana.

-Lo olvidé por completo. Las tomaré después. -Dije

-¿Por qué no te vistes y nos vamos por unos tragos? -preguntó Julia.

-¿Acaso estás loca? -Dije. - ¿Cómo crees que quiero salir de fiesta?

-Vamos Issi. No puedes seguir así. No te hace bien. -Dijo Mariana.

-Claro que no estoy bien. A menos que devuelvas a Ezequiel a la Vida, no lo estaré.

-Sabes que no puedo hacer eso. Pero, ¿crees que él estaría feliz de verte así? Han pasado dos años, Issi, por Dios. Tienes que empezar a vivir. -Exclamo Mariana.

-Eso es precisamente lo que no quiero. Yo debí haber muerto con él en ese accidente. -Dije, rompiendo en llanto.

-No digas eso amiga. Vamos. Iremos a ese antro y tú te divertirás. Irás si o sí. ¿Entendido? -Interrumpió Julia. -Así que vamos. Toma tu medicación, te vistes y nos iremos. La pasaremos bien y cuando no te sientas bien, regresaremos.

Revolee los ojos. Sabía que si no aceptaba, otra vez tendría problemas con los vecinos, como la última vez que hicieron su propia fiesta frente a mi casa.

Mis amigas me ayudaron a bañarme, secarme el pelo, maquillarme y finalmente vestirme. Revisaron el armario por completo hasta que encontraron un atuendo en el que todas estuvieron de acuerdo de que me quedaría bien.

-No estoy segura de querer salir chicas. Esto no está bien. -Suspire.

-Lo que no está bien es que te quedes aquí sufriendo. Por favor, Isabella, acabas de salir de un pozo depresivo. No queremos que vuelvas a recaer. -Dijo Julia.

-Iré con ustedes, pero deben prometerme que solo serán unos tragos. -exclame. -Y si en algún momento me quiero regresar, no se opondrán.

-Claro que sí amiga. -Dijeron ambas al unísono.

Tome las llaves de su carro y nos dirigimos hacia un prestigioso bar en el centro de la ciudad.

-¿Y como van las cosas con Matías, Juli?.- pregunte.

-Bien… Tal vez lo vea esta noche en el bar. -exclamo Julia. -Creo que irá con sus amigos.

-Pues me alegra por ustedes, amiga mía. -Dije. Al igual que las chicas, Matías había sido un gran amigo para mi. Además de ser el mejor amigo de Ezequiel. Yo lo aprecio mucho. ¿Y como no hacerlo?, si es un hombre increíble.

Entramos al antro que ya estaba en su mejor momento de la noche y yo me dirigí inmediatamente a la barra por unos tragos, seguida por mis amigas. Pedimos tres mojitos y nos quedamos sentadas allí por un largo rato, charlando y escuchando la música que sonaba a volúmenes muy altos. Intento ambientarme pero es difícil. Ese lugar me recuerda a Ezequiel. Todo me recuerda a Ezequiel. A su enorme sonrisa. Ezequiel amaba venir a ese bar. Además, fue el sitio donde lo conocí.

-¿Issi? -La voz de Mariana la sacó de sus pensamientos.

-¿Sí? Lo siento. No estaba prestando atención. -exclame, suspirando.

-Te decía que Valentino Marshall está por allí. El jefe.

-Oh. Vaya. Me preocupa como será el día a día de la empresa de ahora en más. -exclame. -Sobre todo por mi, seré quien lo vea a diario.

-Vamos chicas. No pueden estar pensando en trabajo. Es viernes y la noche aún es joven. -Exclamó Julia.

-Lo dices porque no tienes que preocuparte por tu jefe. -Dijo Mariana.

-El Sr. Edward es un gran jefe. Hace tantos años que trabajo en su empresa. Aunque nunca he visto a ningún otro Marshall por allí. Supongo que su relación no es muy buena.

-¿Bromeas? -Dijo Mariana. -Ellos se odian. No se la razón. Pero no tienen ningún tipo de relación.

-Hola niñas. ¿Interrumpo?.- preguntó Matías, que venía acompañado por un hombre alto, serio y muy elegante. Con unos ojos azules que hipnotizaban a cualquier persona, una fragancia masculina digna de cualquier galán y con esa seriedad que lo hacía aún más interesante.

-¡Mi amor! ¿Qué haces aquí?.- preguntó Julia. -Creí que te vería luego.

-Estaba con mis amigos y al verlas quise venir a saludar a mi bella novia y sus bellas amigas. -Dijo él riendo. Mientras recibía a Julia en sus brazos.

Matías es una persona increíble. Se conocían desde la universidad, donde se puso de novio con Julia. Gracias a él, conocí a Ezequiel. Él estuvo ahí, en cada momento del duro proceso que pase con psicólogos y psiquiatras. Al igual que a las chicas, considero a Matt, mi mejor amigo.

Volví a la realidad notando que mi nuevo jefe era el acompañante de Matías. Lo observe por unos segundos, pero quite inmediatamente la vista de él cuándo Matías volvió a hablar.

-Chicas. Casi lo olvido, les presento a Valentino Marshall. Aunque supongo que ya lo conocen. - Exclamó Matías.

-Solo de lejos. -Dijo Mariana. -Es un gusto jefe. Es bueno conocerlo al fin. -Exclamó. -Le deseo mucha suerte en su nuevo puesto.

Valentino asintió con modestia y agradeció las palabras de Mariana con una sonrisa y un apretón de manos. Después, su mirada se posó en Isabella.

-Srta. Moretti… -exclamo. - Tengo entendido que usted será mi asistente. Mi padre me habló mucho de usted. -Dijo él.

-Así es.- Dije. -Espero que le haya dicho cosas buenas.

Valentino asintió en respuesta, pero no le quitaba los ojos de encima. Era una mirada muy profunda y fría. Me estaba incomodando más de lo que esperaba. Sus ojos son preciosos. Parecía estarme analizando. Quise salir de ese mal momento, así que me levante para ir al tocador. Una vez allí, moje mi rostro con cuidado de no arruinar el maquillaje para así componerme un poco. Me sentía nerviosa. Agitada. Este lugar me estaba ahogando. La mirada de Valentino. Esa mirada tan profunda hizo que me sienta demasiado nerviosa. Pero a la vez la sentía familiar.

-Dios, ayúdame. -pedí. - estoy enloqueciendo otra vez. Necesito regresar a casa.

 Así que, con aquellos pensamientos en la mente, salí dispuesta a avisarle a mis amigas que se iría a casa. Esta situación no daba para más. Ya había soportado demasiado. Saliendo del baño, tropecé con alguien.

-Lo lamento. No te he visto. -Dije, sin ver a quién tenía en frente.

-Señorita Moretti. Creo que fueron demasiados mojitos para usted.

-Sr. Marshall. Disculpe. Debo irme.

Valentino me tomó por el brazo intentando detenerme. Yo estaba mal y, él se veía preocupado.

-¿Qué hace? Por favor. Suélteme.- Exclame.

-Está muy alterada. Entienda que no puedo dejarla ir de esa manera.

-Estoy bien. Debo ir por mis amigas. Permiso. - Dije y me alejé de él.

Busque a mis amigas para avisarles que me iba. Les pedí que se queden, no quería arruinarles el resto de la noche. Al subir a mi coche solo pude llorar. Lloré y lloré. Deseaba con todo mi corazón que Ezequiel estuviese conmigo. Arranqué mi carro y regresé a mi apartamento. Al llegar dejé mis cosas y me metí en la cama sin quitarme la ropa. Tomé la foto de Ezequiel que guardaba en el cajón de mi mesita de noche y la abracé con todas mis fuerzas mientras lloré. Lloré como cada noche desde que lo perdí.

****************

Por Valentino.

El día de hoy mi padre decidió presentarme como el nuevo presidente de F&M. Nuestra empresa familiar. Durante todo este tiempo estuvo hablándome de su asistente. No dejaba de decirme lo buena que era. La verdad es que no me importaba. Solo quiero hacer mi trabajo y seguir con el legado de mi familia. Luego de que mi padre diera su discurso y yo me presente, conocí brevemente a mi futura asistente. No sé cuál era el motivo, pero no podía dejar de mirarla. Había algo en ella que me llamaba la atención. En ese momento, mi instinto de cazador me dijo que no me detendría hasta tenerla en mi cama gritando mi nombre. Pero a su vez, había algo que me frenaba. Era como una fuerza invisible que me impedía hacer algo malo con ella.

Más tarde, mis amigos decidieron festejar mi nuevo empleo, además de mi primera medida como presidente, que fue nombrar a mi amigo Matías como vicepresidente. Decidimos salir al antro que solemos ir. Luego de un rato de tragos y de mirar mujeres, Matías se excusó, ya que su novia estaba allí. Fue en ese momento donde la vi a ella y decidí que tenía que aprovechar a conocerla. Me acerqué a ellos tratando de que la chica note mi presencia. Sin embargo, estaba distraída. Me ignoro completamente y eso no me agradó. Ella se dirigió al baño y luego de un rato decidí ir a buscarla, ya que, para mi parecer, demoraba mucho y por aquí había mucho depravado suelto. Fui en busca de ella y nos topamos cuando ella salía de ahí. Estaba muy alterada y no se porque motivo quise intentar detenerla. Sin embargo, no lo logré. Ella se fue de allí, dejándome con el mal gusto del rechazo.

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