Prólogo
Elena Gilli, criada por lobos, odiada por todos y temida por todo el pueblo. Es una chica de 22 años. Desde la muerte de sus padres ella ha vivido alejada de la civilización y en compañía de su manada, quienes la cuidan. Salvaje, fría, rebelde e indomable luchará con todo aquel que la quiera lastimar. No tiene muchos amigos por el gran odio que les tiene ya que culpa a las personas de haber perdido a sus padres.
Sebastián Palacios es un joven conde de 27 años. Frió, audaz, temerario y calculador ha ganado cada una de sus batallas y del mismo modo se ha ganado el respeto de las personas, obteniendo como apodo el conde sanguinario. Es uno de los solteros más codiciados por todo el reino, así que las mujeres jamás le hicieron falta ya que para él jamás las tomó enserio y solo les servían para una noche. Hasta que conoce a Elena y sus vidas cambian…
Personajes:
Nombre: Elena Gilli
Edad: 22 años
Nombre: Sebastián Palacios (Conde)
Edad: 27 años
Nombre: Génesis Torres (mejor amiga de Elena)
Edad: 16 años
Nombre: Erik Reyes (asistente y mejor amigo de Sebastián)
Edad: 24 años
Nombre: Orlando Palacios (Conde y papá se Sebastián)
Edad: 56 años
Nombre: Victoria Palacios (Condesa y mamá de Sebastián)
Edad: 48 años
Nombre: Andrea Palacios (hermana de Sebastián)
Edad: 14 años
Nombre: Marco Turner (Doctor)
Edad: 51 años
La Mayor (tribu)
edad: 56 años
Nombre: María skarlet (tribu)
Edad: 21 años
Nombre: Héctor Halliburton (tribu)
Edad: 21 años
Rey Stefan del Castillo
Edad: 48 años
Nombre: Gema Helsinki
Edad: 22 años
Nombre: Miguel Gilli (tío de Elena)
Edad: 40 años
Nombre: Emely Vlador (nodriza)
Edad: 18 años
Mi vida era normal, vivía con mis padres en la mansión dentro del bosque. Mi padre, un hombre muy apuesto y amoroso, siempre se preocupó por su familia. Para él, éramos su mundo junto con mi madre. Ocupaba un puesto en el ejército del emperador, él era el capitán, encargado de guiar a los hombres en las batallas. Él siempre me enseñaba a defenderme, temía que algo malo me sucediera, por eso practicábamos tiro con flecha y espadas casi todas las tardes. Mi madre una mujer hermosa y talentosa, apasionada por la costura se dedicaba a diseñar sus propios vestidos, no era muy reconocida en el pueblo, pero me hacía unos vestidos fabulosos, los cuales yo me los ponía y lucía para ella. Además ella se encargaba de mi educación, como lo son los modales y algo de baile, ya saben todas esas cosas para poder estar preparada al momento de casarme. Mi padre casi siempre pasaba muy ausente debido a su cargo, pero cada vez que llegaba a casa, trataba de recuperar el tiempo perdido con su familia. Me gustaba mucho vivir dentro del bosque, es tranquilo y acogedor, hay muchos animales y yo puedo correr y cabalgar sin que nadie se repusiera o me juzgará. Adoraba a mis padres, ellos eran mi todo, pero por cosas del destino o por personas realmente malvadas me los arrebataron.
Yo acompañaba a mi madre al pueblo, para comprar las tela para sus diseños y siempre me quedaba observando el pequeño baile que había en la plaza. Todos sonreían y bailaban al ritmo de la música, era una absoluta paz y calma, nadie tenía angustias cuando se dejaban abrazar por el ritmo de la melodía. Realmente yo era muy feliz y dichosa en aquellos tiempos.
Antes de cumplir 12 años mi padre tuvo que prepararse para la guerra, así que se marchó sin antes despedirse de nosotras. Mi madre y yo nos quedamos solas, esperando noticias de mi padre y las hubo. Al parecer, él había muerto al enfrentarse a sus enemigos, fue la peor noticia para ambas, quedamos devastadas, el vacío en nuestros corazones se hizo presente. En esa misma tarde unas personas en carruaje llegaron a la mansión, unos hombres bajaron a toda prisa. Mi madre al ver a un tipo muy elegante que bajó de aquel carruaje, me escondió y dijo que no saliera, estaba muy asustas y solo obedecí y me quede en silencio. El tiempo pasó, fue una eternidad, solo se escuchaban como tiraban y destruían la casa por completo. Al no saber noticias de mi madre, decidí salir. Sin hacer ningún ruido me asomé por una esquina para poder observar lo que estaba pasando. Vi a mi madre de rodillas con sus manos atadas, su rostro estaba totalmente neutro, no tenía ningún sentimiento y miraba al mismo tipo que tenía una ropa elegante muy seria, este tipo estaba parado frente a ella, también la miraba y sonreía irónico, mientras que con su mano agarraba la barbilla de mi madre, luego le dijo.
Cuñada no lo repetiré otra vez ¿dónde está mi hermosa sobrina?
Mi madre se quedó en silencio, él se enfado al ver que mi madre no le iba a decir ninguna sola palabra, tomó su espada que de encontraba en su cintura y sosteniéndola en el aire, atravesó el abdomen de mi madre. Al ver esa escena grité con todas mis fuerzas, mientras mi pobre madre caía al suelo. El rostro de mi madre se tiño muy triste, antes era neutro ahora tenía una inmensa tristeza, ella con su último aliento y con lágrimas en los ojos me dijo.
- Corre hija
El hombre que mató a mi madre me regresó a ver, luego dio la orden de mí captura. No sabía que hacer, estaba aterrorizada al ver como uno de ellos se me acercaba y por el otro lado no quería dejar a mi pobre madre, regresé a verla y volvió a decir.
- Por favor hija corre y no regresés a ver a tras.
Salí corriendo con todas mis fuerzas con lágrimas en los ojos, me entré en lo mas profundo del bosque y me escondí en una cueva. Mi corazón palpitaba muy fuerte, quería regresar por mi madre, pero luego escuché unos pasos muy cerca, tape con mis manos mi boca y trataba de no hacer ningún ruido, cuando escuché unas voces y observé antorchas prendidas pensé lo peor, después se fueron alejando poco a poco. Ellos me perdieron el rastro, perdiéndose en la nada. Yo deseaba que todo fuera una pesadilla, quería despertar de ese horrible sueño, quería creer que todo lo que vi era una fantasía. En ese fatal día mataron a mis padres y también fue mi cumpleaños, en ese día la dulce Elena había muerto y reencarnado en otro ser. Nunca olvidaré el rostro de aquel hombre. Juré venganza, yo vengaría la muerte de mi madre así sea lo último que haga.
Cansada de tanto llorar, me quede dormida, en mis sueños se repetía una y otra vez el momento en que ese hombre la mató, él me miraba y luego sonreía. De sus ojos salía fuego, su sonrisa era macabra y en su mano tenia la espada llena de sangre con la que la mató, ella yacía en el suelo, inmóvil, su mirada era de una inmensa tristeza, sus últimas palabras fueron corre.
A la mañana siguiente me desperté al escuchar unos pequeños chillidos, lentamente abrí los ojos con mucha pesadez, observé por todo el lugar de donde provenía y que era. Miré a mi alrededor y me di cuenta que estaba en una cueva, que al parecer le pertenecía a una madre loba que en ese momento estaba pariendo. Me acerqué a ella para ayudarla, pero me gruñó. Tenía miedo que la lastimara ya que ella estaba desprotegida pero no permitiría que les hicieran daños a sus criaturas, así que volví a intentarlo, me acerqué a ella muy lento y la acaricié, ella me olfateó y lamió mi mano, se dio cuenta que era inofensiva, tuvimos conexión rápida.
Yo le ayudé a traer a sus 8 hijos, eran muy adorables. Le día agua porque se encontraba muy cansada, bebió sin dudarlo, estaba muy sedeienta. Después de un rato llegó su manada, rodearon toda la cueva, me asusté y me escondí tras ella buscando refugio y protección, toda su manada me gruñía y quería atacarme, ella tomó fuerzas y los enfrentó. Al ver el gesto de la mama loba, todos los demás dejaron de gruñirme y me aceptaron, es decir, me adoptaron como parte de su manada.
Han pasado 10 años, he aprendido a casar junto a mi manada que ahora son mi familia. Siempre me acompañan cuando salgo algún sitio. No vivimos en la cueva, nos mudamos a la mansión y ellos siempre pasan rodeándola. No he olvidado a mis padres ni a mi juramenro de venganza, todos los días me preparo para ello. Ninguna persona se acerca a nuestro hogar por miedo hacer devorados por los lobos y por miedo a mí. Desde que me uní a los lobos las personas del pueblo han inventado muchas cosas horribles, no me interesa, solo yo se la verdad y he preferido guardarla.
La única persona que me visita es Génesis Torres, es 6 años menor que yo, es decir, ella tiene 16 años. Es una niña realmente hermosa, su color de piel es muy blanca, su cabello es amarillo como el sol, sus ojos son azules, su cara es de rasgos finos, delgada y de mediana estatura. Tiene un gran corazón, desde el primer momento en que me conoció nunca me juzgó. Ella es muy generosa, al parecer no le teme a mis lobos y ellos no la molestan. Vive en la pueblo junto a sus padres. La defendí cuando unos hombres trataron de violarla. Por suerte yo estaba cazando junto a mi manada y pude escuchar sus gritos de auxilio, acudí a su ayuda para defenderla. La traje a casa y mis lobos se encargaron de aquellos hombres. Desde ahí hemos formado lazos de amistad.
¿Cómo haz estado? - preguntó Génesis mientras se acercaba a mí con una canasta entre sus brazos, yo estaba practicando mi puntería así que le respondí.
- Bien, hasta que llegaste ¿Me has traído algo? - dije mientras soltaba mi flecha y le daba al blanco.
Ella me observó detenidamente y me dijo.
– Sí, te he traído algo de comida y ropa. Hoy iremos al pueblo así que tendrás que bañarte, apestas a perro - todos los lobos la miraron tras su comentario - sin ofender.
No tenía ganas de ir, pero si le decía que no, ella insistiría hasta convencerme. Así que dejé mi arco y flecha y le respondí.
- Iré contigo, pero no me pondré zapatos, no me gustan.
Ella asentó la cabeza y muy feliz dijo.
- De acuerdo, te espero hasta que te bañes, hasta eso te ensillare el caballo para poder marcharnos.
Subí a mi habitación y tomé un baño, me puse la ropa que me había traído Génesis, que en su mayoría eran vestidos. Tomé el vestido negro ya que era el más cómodo, después salí a su encuentro. Mientras salía pensaba por qué que ella no me temía, todos en el pueblo decían que yo era una pequeña salvaje y que era hija lobos y muchas cosas. En el fondo no me ofendían, lo contrario me alagaban y mucho, al saber que yo les daba miedo y entre más lejos estén de mí, mucho mejor. Bajé a su encuentro.
Ella ya estaba lista con los caballos y observándome me dijo.
- Vaya, haz tardado una eternidad en llegar. Démonos prisa antes de que caiga la noche.
- Tranquila estás conmigo y no dejaré que nadie te lastime, ha demás mi manada nos acompaña ¿Quién sería tan bruto para querer atacarnos? – le respondí con ironía.
- Tienes toda la razón – dijo ella.
Mientras íbamos cabalgando, junto con mi manada que siempre me escoltaban le pregunté.
- ¿Por qué sigues sin tenerme miedo?
- Fácil - dijo ella mientras hacía una pausa - tú podrás imponer mucho miedo, pero nadie te conoce tanto como yo. Esos cuentos de que eres una mujer lobo son falsos, todos en el pueblo se equivocan, además tus lobos son mansos, bueno conmigo lo son - dijo mientras sonreía.
Llegamos al pueblo junto con mi manada y mi amiga. Todos nos observan y murmuran a mis espaldas, no era la primera vez que ellos me veían llegar, no me importa en lo absoluto, entre más miedo les dé mejor. Algunos de mis lobos me esperan afuera y solo decido entrar con uno.
- Vaya al parecer sí que les das miedo - dice Genesis, mientras se reía al ver los rostros de pánico de los demás.
- Sí, me encanta - le dije dando una sonrisa irónica.
- Vamos te mostrare algo - se apuró Génesis a decir.
Me llevó hasta donde se encontraban algunas personas danzando con alegría. Ella comenzó a bailar y me llevo consigo al centro. Al parecer a los demás no les importó que yo estuviera ahí, debido a que están tan concentrados en aquel baile y la melodía.
Yo siempre estaba descalza y disfrutaba mucho del baile, así que decidí unirme a ellos. Bailé como nunca al ritmo de los tambores junto con mi amiga, sentir la música en mis venas me llenaba de vida, era una sensación exquisita, hasta que de un momento a otro choqué de espaldas con una persona y ella al reconocerme gritó con todas sus fuerzas y retrocedió sin dudarlo. La música paró de inmediato y todos me observaron muy nerviosos y con miedo en sus rostros. Mi lobo que estaba muy cerca notó lo ocurrido y se acercó a defenderme. Las personas comenzaron a temblar así que les dije con una voz firme.
- Adelante, sigan bailando, yo me retiro – caminé dejándolos solos, todos me quedaron observando, podía sentir sus miradas, Génesis al ver que me marchaba me alcanzó y me dijo.
- ¿Por qué te vas? Creí que te la estabas pasando bien – ella estaba algo triste.
- Esta oscureciendo y lo mejor será que me vaya, antes que empiece a aullar mis lobos - le respondí muy seria, no quería que ella notará mi disgusto de hace un rato.
- Está bien, te acompaño hasta la entrada.
- Ni hablar, te llevaré a tu casa.
- De acuerdo - dijo ella mirando al cielo.
Fui a dejarla, ya era algo tarde, el sol se estaba ocultado, así que me dispuse a marcharme. Al ir por mi caballo, alguien salió de entre los arbustos y me tomó del brazo.
- Hola pequeña salvaje – respondió aquel señor de aproximadamente 48 años, era alto, algo obeso, sus ojos eran dorados como la miel, de tez blanca, tenía barba y se le notaban sus canas blancas en su cabello negro. Tenia una vestimenta común a los del pueblo.
No era la primera vez que se me acercaba, siempre trataba de poseerme cada vez que entraba al pueblo. No podía aventarles a los lobos, aunque quisiera, debido a que ese territorio no nos pertenece y no quería que se iniciara una cacería de lobos por mi culpa. Un ataque de lobos en el bosque es entendido, pero en el pueblo es un crimen.
Me zafe de su agarre y le aruñe la cara, mi peludo amigo había visto todo y le ordené que se mantenga alejado.
- Maldita salvaje, me has lastimado ya estoy cansando de que siempre me rechaces - dijo entre dientes mientras se topaba la cara.
- Yo ya estoy harta de ti, tienes la maldita suerte de estar en el pueblo, pero si algún día sales al bosque, no dudes que te aventaré a los lobos – le dije, mientras lo miraba directamente a sus ojos llena furia, furia que corría por mis venas.
El me tomó de la cintura y acariciando mi rostro me dijo
– Hoy vas a ser mía, salvajita - yo traté de soltarme y lo mordí en la mano, el chilló de dolor, me tomó del brazo y con la mano que tenía desocupada me dio una bofetada haciéndome caer al suelo. Me enfurecí, estaba dispuesta a lanzarme sobre él y hacerlo comida para lobos.
Mi lobo quien había visto todo se disponía a atacar, y en ese momento un joven muy apuesto se acercó y con una potente voz dijo.
- NO TE ATREVES HACERLE DAÑO – su mirada era realmente fría, no mostraba reacción alguna y lo miraba fijamente, se podía notar su furia en sus ojos, esos ojos vacíos. Él era realmente hermoso, de tez blanca, pelo castaño y largo, ojos azules como el cielo, muy alto, tenía un cuerpo atlético y musculoso. Vestía un lujoso traje color negro, con muchas insignias en su pecho, botas brillantes de color negro, un cabello bien arreglado y peinado.
- No te metas en lo que no te interesa – respondió el hombre con bastante furia– anda y juega a los saldaditos, esta mujer me pertenece.
El joven se puso al frente de aquel hombre y tomándolo del brazo le dijo.
– Creo que no has entendido ¿sabes quién soy?
- Un pequeño insolente que se mete donde no le corresponde – respondió el hombre.
- Soy el Conde Sebastián Palacios - dijo haciendo una media sonrisa - así que te pido que te largues y dejes a la muchacha en paz, sino quieres que te lleve a la celda por faltarme el respeto – esto último lo dijo con mucha seriedad
El señor se puso blanco como papel, sin saber que responder. Al parecer no esperaba ser enfrentado por el Conde.
- ¡MARCHAOS! – volvió a gritar el joven conde.
- Pero señor, ella es una muchacha salvaje, no vale la pena, deje que yo me la llevé - dijo suavizando la voz aquel hombre.
-HE DICHO QUE TE MARCHES - Volvió a decir el conde, haciendo que su voz se escuchara por todo el callejon, esa voz era potente y profunda.
El señor hizo una reverencia y se fue corriendo sin mirar atrás. El conde se agachó para ayudarme. No tomé su mano porque no quería ser intimidada por el conde, no me importa si era una persona poderosa. Decidí levantarme sin su ayuda y sobretodo sin quitarle la mirada.
- ¿Te encuentras bien? - Preguntó el conde algo molestó por no tomar su mano.
- Sí, estoy bien –respondí mientras calmaba a mi amigo que no paraba de gruñir. Temía que aullara y llamará a los demás.
- No es bueno que pasees hasta esta hora de la noche - dijo el mientras miraba al lobo.
- No me preocupa, se cuidarme - respondí muy seria.
- Eso no parecía que hicieras hace rato - dijo mientras doblaba sus brazos y dejaba escapar una sonrisa resplandeciente de su rostro.
- Me tomó por sorpresa esta vez. Siempre lo hace y sale lastimado cuando nos enfrentamos.
Sentí que algo rodaba de mis labios, me topé y al mirar lo que era, me enfurecí ya que del golpe que me dio me sacó unas gotas de sangre.
- Maldito - dije entre dientes, mientras me limpiaba.
El conde saco un pañuelo y me lo ofreció. No quería tomarlo porque no lo conocía así que me negué. Él, al ver mi rechazo, tomó el pañuelo y lo pasó por mis labios.
Nos miramos fijamente por un pequeño tiempo. Acarició mis labios con sus dedos, una chispa salió dentro de mí. Lo que me sucedía era raro, se sentía como una pequeña electricidad que recorría por todo mi cuerpo, el corazón me latía más de lo normal. Nuestras miradas no dejaron de verse, hasta que mi lobo volvió a gruñir. Volví en mí, me alejé de él, tomé a mi caballo y me marché de aquel lugar sin decir nada.
Cuando salí, toda mi manada estaba por entrar, pero me vieron y comenzaron a correr tras de mí. Yo hice que me caballo corriera con más fuerza, haciendo que este se alzará de sus patas traseras, era noche de luna llena y fue imposible no aullar en lo alto de la colina con el resto de la manada.
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