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SACRIFICIO DE OLVIDO

¿Quién es ella?

¿De dónde viene esa sirena capaz de pisar está tierra de mortales? Pensó al verla salir del mar.

Sus rasgos eran tan exquisitos que lo habían impresionado queriendo tener una vista más larga y cercana con su presencia, pero desapareció.

Casi la deseo con dolor, pero eso nunca podría ser para él o ¿sería capaz de ser tan inmoral?

Ella era . . . bella . . .muy bella, a pesar de la distancia, no podía equivocarse.

Si pensara en angeles, lo más segura serían cómo ella.

¿cómo llegó a este momento?

Era un día caluroso de arduo trabajo, un día cualquiera en su vida.

Él estaba trabajando en unos papeles, mientras charlaba con un amigo.

Estaba concentrado sobre una gran mesa de plástico, preparando un esquema completo de lo que se trabajaría en las próximas semanas, incluyendo lo que cada integrante iba a hacer, era todo un lío sin fin, sin embargo era necesario para poder recibir el cheque que cubriría los gastos del viaje.

Trabajar en estas Islas lo compensaban, siempre abordo de ese espectacular barco blanco de unos 500 m de largo, muy bien equipado, y que sería todo suyo por la mitad del año.

Cansado de tantas decenas de papel llenas de letras, se levantó a estirar las piernas y disfrutar de las vistas, de ese cálido clima tan refrescante; de los árboles frondosos con sus enormes frutos, de las palmeras de hojas verdes que crecían no muy lejos de la ventana del movimiento de las olas que rompían las orillas.

Iba llenando su vista de todas esas maravillas a lo largo de la costa, hasta que se distrajo con un cuerpo curvilíneo divino entre las aguas del mar.

Estaba comenzando a ver espejismos por el exceso de trabajo, y eso que aún no habían comenzado oficialmente.

A pesar de la lejanía se podía adivinar que tenía una muy exquisita figura y era hermosa, tan hermosa que casi olvidó respirar.

Aquella aparición daba elegantes brazadas como si de un cisne se tratara, el agua ondulaba a su alrededor en finas ondas.

La vio nadar hacia una orilla apartada en una de sus vueltas, no quería quitar la vista por sí desapareciera, y la siguiente acción de ella le hizo a tragar saliva.

Del mar salió una diosa de brillante piel con aspecto que arrancaba suspiros a todo aquel que prestaste atención; primero apareció su cabeza, después sus hombros que sostenían unos pechos que envidiarían muchas, seguido de su escultural cintura, y por último unas piernas bien torneadas.

Ese cuerpo posiblemente no debía ser humano, era tanta la delicadeza de los rasgos.

Podía distinguir también una piel tan lista como la porcelana, una abundante cabellera castaña qué le llegaba por las caderas, tan sedosa que brillaba el sol, ¿cómo serían sus rasgos si estuviera más cerca esa? Esa pequeña espina se incrustó en su mente.

Sus sentido se habían puesto a tope con ese cuerpo que estaba cubierto por escasa tela conformada por el traje de baño.

Las mujeres bellas siempre despertaban ese tipo de instintos, sin querer.

Como deseo poseer ese cuerpo, se sintió tan inmoral, el más que nadie no podía cruzar la línea; qué terrible posición en la que se encontraba.

Tal vez estaba condenado a sólo mirar y desear.

La miro moverse con ese aire arrogante, altiva y segura, de esa persona que se sabe aprovechar de todo el poder que le fue concedido por la naturaleza.

Ella giro el rostro como si intuyera que alguien la veía y sonrío descaradamente. Sus labios dibujaron una sonrisa malévola.

Después se esfumó como si no hubiese estado ahí. Como si hubiese sido sólo un sueño, un sueño perturbador de una tarde cálida.

Él se quedó parado por largo tiempo junto a la ventana de la oficina de madera, al lado su amigo, quién también parecía una estatua.

No recordaba que el estuviese a su lado.

. . .

Su nuevo equipo estaba enfrente de él, dentro de la oficina de madera, parados en fila India en espera de las instrucciones del jefe, había ido llegando uno a uno durante la hora.

Qué bien se sentía ser el que daba las órdenes, el que liderará un buen equipo de trabajo, esta sería su primera vez al igual que la de algunos de sus colegas, pero en la posición del jefe, sabía lo que era estar de ese lado. Ahora a disfrutar del mando.

Aún no se habían presentado, eso lo dejaría para después, pero por los currículos adivinaba quiénes eran, unos amigos y otros nuevos.

Salvo por la última persona en integrarse que no tenía su foto por alguna extraña razón, sin embargo, fue contratada por su impresionante información.

Cada uno había sido seleccionado entre los mejores con respecto a su ramo, y no había habido poca competencia, así que debían demostrar porque se habían ganado el puesto de trabajo.

Paseo por enfrente de cada individuo entregando bitácoras del trabajo, y corroborando sus identidades con la de su hoja de vida.

Todo transcurrió con calma y tranquilidad, entre la corroboración y los últimos detalles.

Hasta llegar frente a una persona que lo desubicó por completo.

No la había visto llegar.

Parpadeo varias veces y miró a los demás, ¿sería que aún no estaba del todo despierto? Miro la carpeta que traía entre manos, era la que no tenía foto, alzo la vista y enfrentó a la aparición.

Era aquella femina exquisita que se había esfumado en medio de la tarde tras un candente baño en el mar, y volvía a sonreír pero esta vez de forma tímida como si tuviera temor de no estar en el lugar correcto, no podía decir que no era la misma, porque instintivamente sabía que era ella, a pesar de la apariencia.

Ella se había vuelto su pequeño secreto que no quería compartir con nadie, una fantasía que en realidad no era tan secreta porque su amigo también lo había visto, sólo que se había olvidado de él por estar tan embobado.

De cerca ella era, si cabía en una sola palabra, impresionante.

Lo que había visto antes había sido una mera silueta sin definición, pero ahora era diferente, que sin querer pasó su vista por todo ese devastador cuerpo, comenzando por su pelo qué lograba asomarse de dónde estaba oculto, su suave rostro, sus ojos y sus pestañas que estaban tras unas enormes gafas, ese fino cuello, un poco más abajo un pecho generoso, su pequeña cintura que se adivinaba tras sus movimientos y sus largas piernas.

Sus ojos volvieron a ser atraídos por esos misteriosos labios ¿Si pudiera alguna vez probar el sabor de ellos? sacudió ese pensamiento lejos.

No, eso jamás sería posible.

Su mente estaba nublada, cómo podía un ser más allá de la perfección estar aquí haciendo un trabajo tan simple, con gente normal bueno no tan normal, pues cada uno era un profesionista de su rama.

Era como si una diosa hubiera descendido a cuidar de su pequeño equipo.

Siguió su camino en la fila después de lograr terminar todos los puntos importantes del papeleo para aparentar que le quitaba importancia el haberse encontrado con semejante mujer.

También había otra chica entre ellos, una que era importante para él, de igual forma revisó los papeles que realmente no eran necesarios.

Cayó de pronto en la cuenta que no era el único que la miraba disimuladamente, tosió para desviar las miradas.

Los demás chicos le lanzaban miradas escrutadoras, en espera de poder acercarse a semejante tímida belleza.

Parecían lobos al acecho de un tierno corderito o puede que él también se hubiese convertido en un lobo, pero un lobo sin dientes.

Suspiró mentalmente.

Qué bueno que nadie pudiera leer su mente o ya estaría rindiendo cuentas.

El día transcurrió entre preparativos para acomodarlos a todos en el gran barco, hacía un buen viento para marchar rumbo a las Islas, pero aún no era hora.

El trabajo estaba preparado para durar seis meses.

Seis meses en que tendría a su cargo tan interesante y estresante equipo.

Y ella, esa criatura que no parecía humana, con esa elegancia que hacía que olvidará lo que era importante para él.

Eso que le había costado conseguir a pesar de todas las adversidades que se presentaron en su camino.

No podía perderlo por un simple desliz, por más que deseara ese algo, tenía prioridades iba a seguirlas, porque era un hombre de palabra.

Al menos sus pensamientos estaban a salvo, mientras cuidará por dónde paseaban sus ojos.

;)

Atravesando el portal

Había viajado a este mundo de humanos considerados como los originales, a través de una puerta conocida como el portal, en dónde las emociones fluyen en cada esquina; esta era una característica que predominaba aquí.

Se le había encomendado una tarea de relevancia al igual que muchos de los de su especie.

Al principio había pensado rechazarlo por su falta de seguridad, pero si no iba no acumularía experiencia, temía ser enrredada por esta marea de emociones.

Era una tarea sumamente peligrosa desde el punto de vista de su clan.

Pero como decía un dicho: " el que no arriesga no gana".

En el último momento terminó aceptando por lo que una identidad para ella fue procesada en el mundo humano.

Camino hacia su destino siguiendo una ancha calle pavimentada rodeada de altísimos edificios muy pintorescos, mirando a izquierda, observando a derecha, toda persona a su paso, mientras jugaba a adivinar cada emoción.

Era muy interesante lo que se podía encontrar si se ponía un poco de atención, tal vez después de todo sí que sería uno de sus planos preferidos.

Envidiaba en parte la vida de estos seres, porque podían sentir con libertad cada emoción, eso le habían contado algunos, sin temor a la invasión de la oscuridad.

Se dirigió al punto x para conseguir su nueva identidad. El lugar parecía un pequeño hotel por fuera, y cuánto se traspasaba la puerta el lugar tenía un aspecto parecido al de su mundo.

Un mar de bellos cristales formaban pequeñas habitaciones, dando al lugar una fuente de luz permanente.

Eran cristales sumamente duros, capaz de soportar toneladas de peso para poder permanecer en pie formando todo este complicado conjunto.

En el centro de todo esto se alzaba un cristal que era muy especial y el cual jugaría un papel muy importante en su tarea sin saberlo.

Este pequeño lugar se sentía como en casa y al mismo tiempo lejana y cercana al abismo por estar en el mundo humano.

Se dirigió a una mujer que extendía las identidades. Ella parecía más una humana, sin todas esas características que los delataba a ellos, tenía un muy buen camuflaje para estar en su puesto.

Si alguien se fijara en su persona que aún no había hecho los cambios tal vez la confundieran con una modelo y si no encajaba con ese papel diría un ángel, pues su pelo no era de un color común, que decir del color de sus ojos o la textura de su piel, el cual parecía sumamente suave e hidratada.

Además de que sus cuerpos delataban elegancia y delicadeza.

Cuando todo estuvo listo, vio con admiración lo bien estructurado que había quedado todo para su identidad.

Esta mujer sabía lo que hacía hasta el último detalle; es decir, de la ropa a la maleta, pasando por los arreglos a su persona.

Ella sólo tenía que meterse en el papel.

Al salir por la puerta ella era una persona de cabellos y ojos oscuros de temperamento tímido y figura hermosa, el cual parecía querer ocultar a toda costa con un enorme suéter para pasar desapercibida.

Fingió caminar con pasos temerosos, hacia la orilla del mar, en dónde se encontraba una embarcación muy famosa, en donde se realizaban proyectos de suma importancia, para presentarse como la cantidata que llenaría un puesto.

No sin antes haber disfrutado de las aguas del mar.

Una chica con gorro de estambre bien calado hasta las orejas que aprisionaba toda su melena, con una montura de lentes muy pasado de moda que ocultaba parte de su cara, y un suéter algo grande que conformaban su atuendo de camuflaje físico, se acercó a un edificio de madera en donde otras personas de su edad esperaban.

Su trabajo oficial había comenzado.

. . .

El que parecía el líder terminó de revisar sus documentos mientras los miraba uno a uno ubicandolos, parecía un buen tipo, sensato y centrado.

Les dio otras tantas instrucciones y recomendaciones que les llevó parte del día.

Cuánto comenzaba a sentir que sus pies ya no la mantendrían parada, les asignó un camarote propio para toda la estancia y los mandó a acomodarse para el largo viaje.

Ella podía percibir que a pesar de su enorme suéter la miraban con disimulo, sonrío para sí, y eso que esto era sólo un disfraz, ¿qué pasaría si la vieran cómo era ? Lo más seguro es que comenzarían un culto.

No podía culpar a los humanos por perseguir la belleza, que parecía escasa en este mundo, salvo tal vez, en el de ella.

Ser un depredador requería tener armas especiales.

Recorrió los pasillos del enorme barco en busca de su habitación siguiendo a los demás que no paraban de lanzarle miradas, puede que siguieran creyendo que no era real.

Así que éste sería su hogar por una breve temporada conviviendo con los originales, una muy breve para aprender de ellos.

Los observó subir las escaleras, aún no se habían presentado formalmente y esperaba con ansias ese momento, no entendió esa demora del líder de no querer presentarlos aún.

Una cálida brisa la tocó haciéndola sentir calor con esa gruesa ropa de estambre, era mejor cambiarlo por unas más ligeras, más tarde.

Dio con su puerta, incrustó la llave y la giro, abriendo lo que sería su habitación, dejó la puerta abierta para evitar el bochorno.

Ojalá tuviera ventanas pensó, mientras veía a los compañeros restantes seguir su camino.

Su atuendo comenzaba a sentirse incómodo después de largo día, ese suéter tan grande se hacía pesado para esté pegajoso clima, decidió sacárselo por la cabeza quedando con una ropa ligera.

Su perfil se recortó sobre la alfombra.

Alguien no muy lejos la miró con deseo.

La habitación era muy cómoda, dentro había una cama enorme con sábanas blancas y verdes azul.

De frente estaba una pequeña mesa de madera con un banco, sobre ella había un espejo redondo y a su costado una pantalla incrustada a la pared.

A un lado de la cama había un espacio para acomodar su ropa y sobre ella una lámpara.

Al dar unos pasos más se dio cuenta de que tenía una pequeña regadera incluida.

Pero lo que más le gustó fue el balcón de metro y medio, desde ahí podía ver el mar siempre que quisiese sin salir afuera.

Alguien tocó su puerta.

Casi olvidaba que estaba abierta por admirar esta construcción humana, tan detallada y llena de creatividad.

Era el líder quién se encontraba recargado sobre el marco de la puerta, luciendo algo despeinado.

- Hola - Dijo con voz gruesa.

- Hola - Respondió con voz queda.

- Yo. . . vine a ver cómo te va, ya he pasado a mirar por los cuartos de algunos - El la miraba a los ojos.

El joven hombre parecía tratar de que sus ojos no bajaran de su cara, y al final sin poder evitarlo le echó un vistazo por todo el cuerpo cuando ella desvió su mirada a un espejo, el cual estaba puesto de tal forma que se podía ver la puerta.

Diría que se la comió con los ojos porque de otra manera no podía.

En su identificación debieron ponerle angel del pecado no Belladoris.

Ella recordó haberlo descubierto mirándola cuando nadaba en el río, no podía evitar que cosas así pasarán.

Pensándolo ahora, él había llegado demasiado rápido a su cuarto para haber pasado por la de otros antes, pero no lo dijo.

-Bien, apenas me iba a acomodar, pero me impresionó, ¿la verdad? Esperaba algo muy sencillo -

-¿ como qué?-

Ella río.

Pues una cama más simple con paredes blancas desnudas - Se arrepintió de esa última palabra. ¿porque le lanzaba carne al tiburón?

Apretó los labios.

- ja ja - Su risa la sorprendió- La compañía no es tan tacaña como parece, les gusta tener cómodos a sus trabajadores para que les den buenos resultados. Un pequeño precio a pagar.- Alzo ligeramente los hombros para quitarle importancia.

- Si ¿verdad?, pues me agrada que se preocupen -

-¿ Pensabas no venir?-

- Ah- Estaba confundida.

- Tus papeles llegaron al final, algo incompletos -

-Oh, algo así, al final decidí si venir, era mejor adquirir experiencia- Lo decía más por su misión.

-Es un buen lugar donde aprender, ya te acostumbrarás a los compañeros, he trabajado con la mayoría, son buenos tipos -.

- Espero acostumbrarme entonces -.

-Claro que sí, ya verás que ni cuenta te das, es algo pesado la parte técnica, pero se te olvida con lo del campo.

-Mmm - ella dudo por un momento - Parece complicado -

-Es fácil, de todos modos, ya tenemos registros para guiarnos. Es cuestión de agarrarle el ritmo -.

Platicó un rato más con él en la puerta de su camarote hasta caer la noche, tratando de ver más allá de su físico, no es que estuviese mal, como se decía en este mundo, era su personalidad la que la tenía sorprendida.

Estuvieron apunto de olvidar que había trabajo por hacer de lo cómodo que se sentía el ambiente.

Le pareció un humano único pues tenía cierta facilidad con el habla que le cautivo. Además, irradiaba cierto aire de seguridad, autoridad, y demandó lo que provocaba un magnetismo a su redonda.

Si fuera en términos humanos, diría que se había enamorado a primera vista, pero ella no pudo comprender esa emoción en un principio.

Apenas era la primera noche.

Sólo pudo sentir anhelo al verlo marchar, porque deseo que se quedará un poco más, oyendo esa voz tan varonil, que por momentos le hacía gracia.

Al parecer él ya estaba influyendo en ella desde el primer momento en que había abierto la boca.

No podía darse el lujo de experimentar las emociones fuertes, ni qué decir de enamorarse.

Sabía por algunos compañeros de su clan que si llegabas a experimentarlo tu cuerpo comenzaba a atraer a la oscuridad.

Le quitó importancia, eso no podía suceder si apenas lo había visto.

El estado en que se quedó la dejó pensativa, o más bien sin pensamientos, porque quedó en blanco por largo tiempo.

¿Acaso existía el amor a primera vista? Él no era tan atractivo, salvo su personalidad.

Esa noche tuvo un sueño inquieto.

:0

¿Un enamorado?

A la mañana siguiente todos fueron reunidos en la sala de conferencias del barco, el cual estaba adaptado para trabajar pues incluía mesas, ordenadores y sillas.

Las paredes eran blancas al igual que las sillas a excepción del piso y la gran mesa las cuales eran de madera.

Una parte de la pared era de cristal por lo que podían ver el mar para relajarse.

Cada uno fue tomando asiento conforme llegaron.

Vio tres hombres en total incluyendo al líder del trabajo y una chica más.

A primera vista les pareció personas amigables pues sonrieron al presentarse.

Este equipo parecía impregnar la sala de buena vibra y eso le gustó. Alterarían su magia si pasaba el tiempo con personas de cara larga y mal temperamento.

La preparación para zarpar fue tediosa y al mismo tiempo emocionante por las personas con quienes empezaban a convivir.

Alzó la vista para hacer uso de esa ventana que daba al mar.

Desde aquí podía ver también esas Islas que aún eran unos pequeños puntos, y hacia el cual no tardarían en arribar.

Para los demás esto era un gran trabajo para ganar prestigio en su área, pero para ella era mucho más que eso.

Sabía que cada objeto con enorme valor histórico para la humanidad era también un recipiente contenedor de magia.

Magia que debía mantenerse alejado de todo ser humano por su bien o podían enloquecer por la falta de esperanza o luz como le cómo le solían llamar ellos en su clan.

Aquí entraba ella, su tarea era recolectar la magia que encontrará para evitar estos accidentes y llevarlo a su mundo para fortalecer la barrera que tenía alejada a la oscuridad.

Requería al mismo tiempo mantener su mente libre de emociones por medio del dominio que había aprendido de sus mayores.

Si llegaba a alterar este equilibrio sólo atraería el peligro.

Sabía el desafío que conllevaba estar aquí encerrada con seres que experimentaban emociones que para ella podían ser su destrucción, y no sólo de ella si no que podía alcanzar su mundo por ser una pieza importante dentro del eslabón.

Miró al líder, así que se llamaba Alejandro Cruz.

Le pareció un buen nombre, como si encajara bien a su aspecto físico.

La chica que se había presentado como María Pérez estaba muy cerca de él.

Sería que fueran tal vez novios, tenían tanta cercanía que los envidio o puede que fueran celos.

Otra vez estaba experimentando extrañas emociones.

La noche había llegado después de estar prácticamente todo el día en la sala con los detalles del viaje, cada uno se fue despidiendo.

Los chicos trataron de ser el último de entre ellos, para despedirse de ella como si quisieran toda su atención para el final.

Le daba gracia las miradas que le lanzaban ¿acaso no había muchas humanas con su físico?

Casi terminó yéndose al final después del líder y la chica.

Al parecer él mantuvo su vista lejos de ella este día, ¿sería que era por la chica?

La bruma del mar cayó envolviendo el barco, ella recorrió los pasillos como una sombra, con su característico aire felino.

Aún seguía pensando en ese humano interesante, pero se dio cuenta de algo; aquella chica podría ser su novia, no había otra explicación por cómo la trataba.

Fue algo extraño las emociones que experimentó con ellos cerca.

No supo identificarlos en un principio, así que estuvo un buen rato comparándolos con sus archivos recopilados de todo el mundo.

Su confirmación la descoloco, provocándole una agitación sobre el pecho; no podía creer que le gustará aquel hombre, recordó cierto pensamiento que había tenido en su primera conversación al conocer su personalidad "yo querría a un hombre así", lo cual sólo reafirmaba su emoción.

No era fácil estar con un humano, menos si éste ya había entregado su corazón a otra, entonces ya no habría esperanza.

Era duro ser consciente de esa posibilidad.

Esta misión sería mucho más complicada de lo que aparentaba y eso que apenas llevaba poco tiempo.

. . .

Durante los siguientes días siguieron la misma rutina: preparar papeles y más papeles.

¿Es que acaso nunca se acababan?

Pensó para sí mientras tomaba unos para revisión, casi le dio un tic nervioso.

Ella no había tocado tanto papel en su vida salvo la de su identificación.

Los otros parecían cómodos en lo que hacían, era un misterio para ella su método usado.

Empezaba a pensar que tal vez si fuera cierto que lo de campo era lo mejor, aún así, no le faltó ayuda por parte de los demás, sobre todo de los otros dos chicos.

Con el líder era otra historia.

A veces su exigencia le irritaba, pero cuánto desaparecía todo el día comenzaba a añorarlo.

Qué diablos estaba pasando con su mente, no podía estar siempre pensando en él.

¿porque no podía dejar de mirarle? No es que fuere adonis físicamente, eso debía hacerle desistir.

Decían que las chicas eran superficiales pero aquí no aplicaba.

Si no que era su forma de ser lo que la atraía una y otra vez.

Tenía ese algo que aún no lograba identificar, era fácil de darse cuenta si lo comparaba con los otros chicos, mentira, con otros cientos de chicos más.

El brillaba por sí mismo en donde estuviera.

Y al mismo tiempo que ella tenía sus ojos en el líder alguien más tenía sus ojos por completo en ella.

Podía percibirlo en la forma de tratarla, no es que le molestase la atención, sólo que detestaba verse acorralada o que apareciera por cada pasillo que iba.

Aquel tipo casi se veía desesperado, si pudiera asustarse fácilmente ya lo habría hecho.

Era más agradable quedarse al lado del chico que sólo se la pasaba bromeando con ella, sin intentar nada más.

Las horas de la comida era entretenidas, porque todos se relajaban y bromeaban al tener la suficiente confianza del otro.

No tardaron en integrarse los que eran nuevos en el grupo, es decir ella y el chico bromista: Gustavo Altamirano.

Nunca habrían pensado en tener una comida así, pues en su mundo no se hacían ese tipo de cosas que fomentaran a tener emociones, no se podían permitir tanta fluctuación.

Ella estaba tomando calmadamente su papel de chica tímida, al mismo tiempo requería espacio para ser ella misma.

No es que no pudiese mantener su perfil por mucho tiempo, era lo estresante del papeleo, que era tan pesado.

Sólo quería noches para disfrutar a sus anchas su verdadera identidad, libre de ojos humanos que no comprendiera y sólo saldrían huyendo.

Por eso los mayores decían que los jóvenes eran un peligro.

La habían visto en una ocasión anterior, cuánto planeaba ligeramente a poca altura con su frondoso y corto cabello negro al igual que sus ojos, su tez de porcelana, y sus finas curvas que complementaban su disfraz del momento, eso no impidió que un humano la viera más normal, porque se quedó un rato quieto tratando de entender lo que su mente veía y después salió corriendo.

Cuando la volvió a ver el pareció reconocerla y se puso a temblar.

Vaya impresión que le había dejado al pobre aquella vez.

Casi pensó en marcharse del barco por el tipo de rutina al que se sometían.

Pero no era una opción irse sin terminar, se lo debía a sus mayores.

Dos semanas tuvieron que pasar para el fin zarpar hacia las Islas y no sabía si debía reír o llorar.

;)

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