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Eres Mi Condena.

Maldito, me acabaste.

Nota autora:

Para empezar, les regalo algo de lo que verán más adelante en esta bella historia. Espero que les guste y me acompañen hasta el final. Antes quiero hacer la advertencia de que aquí encontrarán escenas de sex* explícito, de modo que si son sensibles a este tipo de contenidos es mejor que no continúen. Aquienes decidan emprender este viaje estoy segura de que lo van a disfrutar, de modo que bienvenidas.

Esta es una obra de mi autoría, no se permiten copias totales o parciales, así como tampoco adaptaciones.

Pov. Carlos.

Fui directo al hotel donde me dijo Marcos, que se hospedaba, un par de billetes y conseguí acceso directo a su habitación, entré y no la vi, solo encontré desastre a mi paso, vidrios rotos en el suelo, entre muchos objetos que sabía, ella había arrojado, me dirigí hasta el balcón y al llegar al enorme ventanal de cristal no pude dar un paso más, ahí estaba ella, de espalda mirando el hermoso e imponente paisaje. Con esa pijama de seda blanca que me volvía loco y su hermosa cabellera castaña suelta; quería averiguar si a pesar de todo aún me amaba, si podría perdonarme e intentar una vida juntos. Di un par de pasos más, pero me detuve cuando la escuché gritar al vacío:

—¡Por fin te olvide Carlos... estoy mejor sin ti... ya no te amo! ¡¿lo entiendes?! ¡Ya no te amo!

Esas palabras me dejaron sin aliento, pero mi corazón se rompió en mil pedazos cuando la vi quedar sin voz dejándose caer de rodillas llorando inconsolable y, repitiendo en medio de sollozos.

— "te amo, maldito me acabaste, me dejaste sin nada".

Quise abrazarla, besarla como antes, decirle que todo estaría bien, que esta vez no la dejaría sola, pero no tuve el coraje y decidí marcharme, tal vez estaría mejor sin mí, sería mejor que no se enterase de que había estado ahí, que no tenía dudas de que aun me amaba, tanto como yo a ella; me tragué mi dolor y me llevé a cuestas el suyo... este sería mi castigo o peor aún, mi condena, amarla y dejarla ir.

Inspirada en la canción: Di que no te vas — Morat.

De la mano de otra.

Intentaba abrir los ojos, aún con ganas de quedarme entre las sábanas, Pero la luz que se filtraba a través de la ventana me lo impedía. Aquel era uno de esos días en los que la mente intenta darle órdenes al cuerpo y este simplemente se niega a obedecer. Cuando consigo hacerlo, como es costumbre, reparó en cada uno de los rincones de mi habitación, la cual permanece en completo orden, las paredes blancas e impolutas, las flores amarillas adornando la mesa de noche, un par de libros que son mis favoritos y por ende permanecen aquí y no en la biblioteca o en mi despacho, cortinas grises y un par de cosas más indispensables para la existencia de alguien como yo. Con toda la pereza del mundo usé mi mano para buscar mi celular, desbloquee la pantalla y miré la hora ¡Maldita sea, ya pasaban de las siete de la mañana! De inmediato doy un pequeño salto quedando en pie. Llamé a karla, mi asistente y mejor amiga. Luego de un par de tonos la llamada es contestada.

- Hola dormilona, ¿a qué hora llegas? - Contestó ella al otro lado de la linea, era más que evidente que estaba sonriendo.

- Dame 30 minutos, ¡por favor! dime que la señora Anderson, aún no llega. — Me apresuré a hablar, mientras me movía rápidamente alistando lo que iba a necesitar.

- Este debe ser tu día de suerte, llamó a cancelar la cita de hoy, así que conduce con Calma. Ya sabes, es mejor llegar tarde que nunca llegar.

- Pierde cuidado, así lo haré. La vida es bella ¡te amo! - dije con una gran sonrisa para luego colgar. Tomo un poco de aire recuperando la calma y dejándome caer un par de minutos más sobre la cama.

Después de un rato me levanté rápidamente, fui al baño, tomé una ducha rápida, luego me coloqué una falda negra ajustada por debajo de las rodillas, una camisa blanca manga larga por dentro de la falda, lo infaltable en mi forma de vestir, tacones punta de aguja, un maquillaje ligero y accesorios muy sencillos, tomé mi cartera y verifiqué que no faltase nada, me dirigí al ascensor, presioné el botón que me llevaría directo al parqueadero del edificio. ahí estaba mi bebé, un Audi R8 blanco, subí, encendí el motor y así empezó un nuevo día para mí.

De camino al trabajo, hago lo que Karla me aconsejó y confiscó con calma, los vidrios abajo para sentir la suave brisa de la mañana sobre mi piel, por un momentoe olvidé de todo hasta que el recorrido terminó.

Al llegar a la clínica estacioné mi vehículo y, de inmediato me dirigí al séptimo piso donde está mi consultorio. En el trayecto saludé a la recepcionista que me sonreía amablemente.

Se abren las puertas del ascensor, y ahí, a mi espera, en su escritorio, estaba Karla.

-¡Buenos días! - dije con la más grande y sincera sonrisa que se puede brindar a alguien que es como una hermana, ella me devolvió el saludo un poco sorprendida.

-Buenos días, cuéntame que le sucedió a la "reina de la puntualidad" a la meticulosa psicóloga, Emma Boorges. - No pude evitar reír ante su comentario el cual venía lleno de burla.

- ¿Que puedo decir?, aunque no lo creas soy humana - Juntas volvimos a reír, y de esta manera entré a mi consultorio.

Entre una consulta y otra mi día transcurrió en completa normalidad. Como siempre nada emocionante, amo lo que hago, es mi pasión, pero a veces sientes que estaría bien vivir nuevas experiencias, emociones desconocidas.

Sin saberlo, esa noche lo cambiaría todo.

...****************...

Ya eran las seis treinta de la tarde y apenas terminaba la última consulta del día, me comuniqué con Karla, quien suspiró al otro lado de la línea.

-listo jefa, hemos terminado, es hora de partir, no olvide nuestro último compromiso del día, ¡hoy es viernes! — Termina de hablar con gran entusiasmo.

-Nooo, Karla, créeme estoy sumamente agotada, solo quiero dormir durante el fin de semana. — Me quejo aun sabiendo que cuando una idea se le mete en la cabeza, no hay poder humano que la haga cambiar de parecer.

-No acepto un "no" por respuesta, nos vemos a las ocho, ¡ponte linda! — Cuelga sin darme tiempo a alegar en mi defensa. Es imposible ganarle una.

(Horas más tarde en la discoteca)

Bajé del taxi, pues decidí dejar mi Audi, si me iba a sacrificar, tendría que valer la pena.

Cómo psicóloga, aconsejo a mis pacientes no consumir alcohol para ahogar las penas, pero esa noche, la ilustre doctora se saltaría sus propias reglas.

El estrés de aquellos días había sido enorme y, sumarle mi ruptura con Sergio, luego de tres años juntos, no aportaba mucho. La mujer que siempre planifica todo con meses de antelación, que tenía tantos conceptos sobre cómo llevar una magnífica vida, se había quedado sin suelo.

Me había pedido tiempo y, si era lo que necesitaba yo se lo daría. Jamás forzaría una relación. Eso solo nos alejaría más, si es que era posible.

Camino con toda la seguridad que maracteriza. Al entrar sentí la mirada de las personas que se encontraban a mi alrededor sobre mi anatomía, y sabía perfectamente el por qué; mi vestido negro satinado y corto me hacía ver muy sexy y las botas de cuero casi a la rodilla aportaban un toque de chica mala, el maquillaje de mis ojos en tonos ocre ahumado, resaltaba el color miel de mis ojos ese que heredé de mi madre.

Caminé a la barra donde estaba Karla, tan sexy y encantadora como siempre, pero para mi sorpresa, no estaba sola, la acompañaba un hombre que a juzgar por su apariencia, tenía entre treinta y treinta y dos años, era alto, fornido, rubio y muy guapo.

Al darse cuenta de mi presencia, Karla, me recibe con un fuerte abrazo al cual correspondí de igual manera.

- Permítanme presentarlos. — Dijo luego de separanos. — Emma él es Marcos, Marcos ella es Emma... la dictadora que me obligó a trabajar hasta las seis y treinta un viernes- Hace pucheros mientras habla. No pude evitar rodar los ojos, a lo que ella replicó. — ¡yo también te amo! — Sus palabras me hacen reír, no sé que sería de mi vida sin ella.

-Hola, Marcos, es un placer conocerte.

-El placer es todo mío, Karla, me ha hablado mucho de ti.

Así transcurrieron dos horas en las que ambos se coqueteaban y ocasionalmente me incluían en la conversación, creo que más por educación, pero no importaba, yo estaba concentrada en lo mío. Y lo mío era beber, y nada suave, no señor, aquella noche era de tequila.

De repente, Marcos, se levantó y se dirigió a una mesa que se encontraba ubicada cerca a la barra y saludó a un hombre, al cual no presté mucha atención, porque justo en ese momento lo vi llegar. Era Sergio, no podía ser, el alcohol, ¡si claro, el alcohol me estaba jugando una mala pasada! De otro modo no lo vería entrar a la pista de baile y... de la mano de otra mujer, a la cual repentinamente besó como solía hacerlo conmigo. Solo pude negar ligeramente con la cabeza mientras mis ojos amenazaban con llorar, pero definitivamente era algo que no iba a suceder.

Dándole tequila a mis principios.

Quise enfrentarlo, pero mis principios no lo permitieron, me dije a mi misma "mereces más que esto" pero una cosa eran mis principios, por otra parte, la lógica me dijo: "un ebrio no mide las consecuencias de lo que hace" y ahí estaba yo, dándole tequila a mis principios, lo más que pudiera, aún que mañana seguramente pasaría de ser psicóloga a paciente, no importaba.

- ¡Otro tequila! - ordené al barman.

-Señorita, creo que ya ha bebido suficiente, llamaré a su amiga.

-No. Déjala bailar, al menos ella es feliz, en todo caso ya tengo el valor suficiente. - me levanté como puede, los miré fijamente y en voz alta dije:

-¡Qué empiece el show!

En medio de mi embriagues caminé rumbo a la vergüenza. Cuando Sergio, se percató de mi presencia, la soltó y, automáticamente la valentía me abandonó "Maldita cobarde"

-Em... Emma - balbuceó - Déjame explicarte.

- Shhh coloqué mi dedo índice en sus labios. - si mis piernas no daban para mantenerme en pie, mis palabras no eran las mejor pronunciadas - So... Solo... Quería saludar, ya... ya... ya lo hice, y me voy, la doctora se... Va, ¡que linda tu novia!

-No lo es, solo lo estamos... intentando.

-Y yo pensé que era patética, pe... Pero sabes, tú, tú me ganas y con amplia ventaja, adiós - al tratar de dar la vuelta para marcharme con la poca dignidad que me quedaba, las piernas no me respondieron, y justo ahí, cual novela romántica, unos brazos majestuosos entraron al rescate.

-¿Amor, estás bien? - preguntó el caballero digno de rescatar a una princesa cual cuento de hadas.  Y yo, haciendo caso a mi papel de ebria, únicamente pude musitar.

-¿Dónde está tu caballo?

-Vamos, te llevaré a casa.

-¡Qué bien! ¡Vamos a casa!

-Emma ¿Quién es este tipo? Preguntó Sergio, frunciendo el Ceño.

-No te importa - le contesté, mientras aquel apuesto hombre me ayudaba a reincorporarme. La mujer que acompañaba a Sergio, ya molesta lo tomó de la mano y le pidió marcharse de ahí. Sosteniéndome nuevamente sobre mis pies, le dije:

-Márchate Sergio, aquí sobras, por cierto, tienes todo el tiempo del mundo, solamente asegúrate de no volver - pude ver en sus ojos algo de... arrepentimiento, pero para ser sincera no podría asegurarlo, el alcohol no me permitía ser muy asertiva, fue así como dio la vuelta y se marchó junto a su acompañante, dejándonos solos al caballero y a mí.

-Emma, ¿dónde te habías metido?, gracias por ayudarla - dijo Karla, dirigiéndose a ambos respectivamente.

-Karla, él es mi amigo Carlos. Dijo Marcos, mientras se acercaba.

-Carlos, que... Lindo nombre - suspiré.

-yo puedo llevarla a su casa, solamente pásenme la dirección y me encargaré de dejarla sana y salva. Ustedes sigan disfrutando, la noche es joven - dijo el apuesto Caballero.

-Siiiii yo quiero que él me lleve, nunca he montado a caballo.

-Por favor, cuídala - pidió Karla.

- No te preocupes, está en buenas manos - agregó Marcos.

-¿Puedes caminar? - Preguntó mi caballero.

-Sí, pero no quiero - Contesté haciendo uso de una mirada lastimera. Y cómo por arte de magia apareció lo que nunca olvidaría de esa noche, y seguramente habría muchas cosas que después querría olvidar, pero aquella nunca, "su hermosa sonrisa" esa que sin saberlo acabaría con mi sistema nervioso y neurológico. Sin decir una palabra más, me levantó en sus brazos y, yo descubrí que aquel, sería el comienzo, no sé si de mi felicidad o el final de ella, pero él cambiaría mi mundo por completo.

...****************...

Pov Carlos.

Al llegar a la discoteca, dónde quedé de verme con Marcos, lo hallé en compañía de dos mujeres, ambas hermosas, pero aun así, preferí sentarme solo, aquel no había sido un buen día y, lo último que me apetecía era socializar, así que decidí sentarme a una distancia prudente, no pude evitar mirar durante todo el tiempo que estuve ahí a la castaña, era realmente hermosa, pero sus ojos a pesar de ser encantadores, se veían apagados y, por la forma en que bebía no fue difícil deducir que intentaba refugiarse en el alcohol. De un momento a otro, la perdí de vista, y sabiendo que Mario y su amiga estaban concentrados en coquetear, decidí buscarla, cuando la encontré, estaba frente a ella una pareja, no hacía falta ser adivino para notar la tensión "conflictos amorosos" deduje, quise alejarme, pues no soy dado a entrometerme en asuntos de pareja y menos tratándose de extraños, me di la vuelta para marcharme, pero algo dentro de mí me incitó a volver, cómo buen abogado, hice caso a mi instinto y me acerqué quedando cerca a la espalda de la castaña, justo en ese momento ella giró y estuvo a punto de caer, fue entonces cuando la tomé en mis brazos.

-Amor ¿estás bien? - No sé que rayos pasó por mí mente, pero eso fue lo primero que se me ocurrió decir, me miró fijamente y mi mente voló al juzgado, está vez no como defensor, sino como acusado y, si sus ojos serían mi cárcel ojalá y la condena fuese eterna. Luego de que la escena con la pareja que la acompañaba terminara, me ofrecí a llevarla y, su amiga, quien para ese momento se había acercado junto a Marcos, aceptó no muy convencida, pero lo hizo. Debo decir que no contaba con lo caprichosa que sería la doncella en apuros, pero eso me encantó, ella sabía lo que quería y no se inmutaba para pedirlo, tanto así, que la llevé cargada hasta mi coche.

Una vez estuvimos en el auto, la bajé de mis brazos y abrí la puerta del copiloto, subió y cerré la puerta, para luego rodear el auto, acto seguido subí. Ella estaba roja, seguramente por el alcohol en la sangre, antes de poner el vehículo en marcha, le abroche el cinturón de seguridad y mientras lo hacía me dijo en un tono apenas audible:

-Eres un caballero moderno, pensé que me llevarias a caballo, pero no importanta que no tengas, lo que cuenta es que me protejas y cuides mi corazón. - no pude evitar sonreír.

-No te preocupes, yo te protegeré. - creo que no me escuchó, pues ya se había dormido, maneje despacio, no sé por qué, pero no quería que el recorrido terminara.

Una vez llegamos, abrí su bolso, tomé sus llaves y una tarjeta que contenía su información, dejando esta última en mi coche; la tomé en mis brazos y me dirigí al ascensor, dentro de la torre de apartamentos, subimos al noveno piso, ya tenía la información, su amiga me la había aportado. Abrí la puerta y me dirigí a una de las habitaciones con ella aún en brazos, la deposite en una cama que supuse sería la suya por las fotos que habían en el sitio, la cubrí con una manta y luego me marché, no sin antes detallar sus facciones una vez más. Realmente era hermosa, sin duda alguna, la mujer más hermosa.

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