...CAPÍTULO 1...
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Hace miles de años existían tres razas creadas por un solo dios, en el centro se encontraba la justicia, a su derecha el amor y a su izquierda el odio. Los tres eran inseparables debido a que su padre deseaba que se mantuvieran juntos para siempre y así siguieron por muchos años mas, la justicia otorgó su mayor bendición y tuvo seis hijos, el amor también decidió dar su bendición y tuvo tres hijos, al final el odio no le quedó más remedio que dar la suya para tener otros tres y así sus hijos se emparejaron para poder crear vida nueva, según el creador era para hacer más fuerte al mundo.
Mientras que la justicia y el amor se hacían uno mismo el odio sintió celos de ellos al haberlo dejado solo, este en un arrebato robó la llama que mantenía con vida al mundo, que era vital para este poder mantenerse hermoso.
En sus fallidos intentos por escapar del lugar donde se encontraba resguardada hubo un accidente, en el cual la llama fue absorbida por una hija del amor, entonces el mundo que conocían de pronto se apagó, el sol dejó de brillar y la obscuridad retornó de nuevo obteniendo más poder.
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— ¿Entonces qué pasó con la hija del amor?
La niña observaba expectante a su madre quien ya estaba bastante cansada después de un largo día atendiendo las difíciles órdenes de la realeza.
— Ella no sobrevivió al poder que se le había dado, pero se dice que cada mil años renace para traer paz al mundo que conocemos, por eso debe haber siempre una mujer que se case con el rey amándolo, pues de otra forma la maldición del odio caerá sobre el reino para hacerlo sucumbir ante la oscuridad.
— Entonces la reina ama al rey, espero que algún día a mi también me amen así.
La niña estaba próxima a ser presentada en sociedad sin embargo no tendría oportunidad de poder amar pues en ese lugar el amor sólo era para la realeza.
— Sí hija y ya duérmete porque mañana deberás despertar temprano para ir a tu debut.
Esta se lamentaba mucho el haber crecido tan rápido, cumpliría quince años y en su corta vida no había hecho nada más que cuidar del ganado y ayudar a su madre a lavar ropa de la realeza. Deseaba poder hacer más, quería ayudar al pueblo de donde salieron pues este había sido olvidado por todos, pero desgraciadamente no tendría oportunidad.
Al día siguiente rumbo al baile fue acompañada por su padre, quien ya tenía el hombre perfecto para su hija. Antes de poder entrar al palacio el hombre se entretuvo platicando con un guardia sobre la llegada de un príncipe del norte, en ese instante perdió de vista a su hija quien entre tanta gente se había perdido.
No veía por donde estaba, caminó intentando hacer a un lado a la gente que le bloqueaba el paso y la vista; esa era una de las desventajas de ser tan pequeña, hasta que notó como las personas al fin le daban espacio para respirar.
Cuando se dio la vuelta por haber escuchado los gritos de susto que provenían de la gente a su alrededor observó que se encontraba en medio de la calle.
— ¡A un lado! ¡Carruaje sin rumbo!
Gritaron los campesinos, ella puso su vista en el caballo que se había detenido frente a ella y entonces todo el mundo que conocía se tornó oscuro.
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Al despertar sintió su cuerpo adolorido por el golpe que le había dado el caballo, intentó abrir los ojos pero fue detenida por una mano demasiado suave.
— No se preocupe señorita, usted estará bien, sólo hace falta que el mago cure sus ojos.
No estaba entendiendo una sola palabra, ¿Quién era esa mujer de manos tan suaves? Hasta ese momento en su vida sólo conocía las manos de personas que trabajan afuera en el campo o en el castillo de sirvientes y está claramente no era ninguna de las dos.
— Ha tenido un accidente bastante aparatoso, es un milagro que siga con vida, pero no se preocupe, el culpable será colgado por la mañana.
¿Qué decía la mujer? ¿A caso no había sido un accidente? ¿Quién querría atentar contra la vida de una simple joven que recién debutaría en sociedad? Eran algunas de las preguntas que se formulaban en su mente.
— ¿Cómo sigue Liebe?
La voz era bastante intimidante, gruesa y sin una pizca de consideración.
— Mi rey, no esperábamos tenerlo por aquí, la princesa Liebe se encuentra fuera de peligro, sólo debe esperar unos minutos más para que llegue el mago de la torre a que cure sus ojos.
Al escuchar aquellas palabras no entendió por completo lo que decía la mujer, ¿Quién era Liebe? ¿Princesa?.
— Espero que sea de esa manera, de otra forma todos ustedes terminarán colgados frente al pueblo.
Al salir el rey se pudieron apreciar varios suspiros, así que ella se dio cuenta de que la mujer que tomaba su mano no era la única.
— Pobre princesa, mira que ser envenenada a los cuatro años, ¿Quién haría semejante bajeza?
Ahora todo cobraba sentido poco a poco, el accidente de ella había sido a raíz de un caballo, no de veneno, eso explicaba el dolor en el estómago y la ausencia de su vista, pero nada le respondía qué hacía en ese lugar y porqué tenía otro nombre.
— Estoy aquí, a un lado todos.
Su mano fue soltada, esta tenía mucho miedo pero tampoco era como si pudiera mover todo su cuerpo, intentaba hablar y sin embargo de su boca no salía ningún solo sonido.
El hombre, que aparentemente era un mago de la torre colocó su mano sobre los ojos de esta diciendo unas palabras imposibles de entender. Momentos después ya no dolía, su cuerpo se sentía como en una nube esponjosa.
— Está bien princesa, ya puede intentar abrir sus ojos con mucho cuidado.
Esta no dudó más, quería saber quienes eran y donde estaba, la incertidumbre solo lograba pasarle factura, hasta que abrió por completo sus ojos.
La recámara era enorme, su cama tenía sábanas sobre ella, las paredes se encontraban llenas de color amarillo, cuadros por doquier, flores a su derecha adornando una mesa y a su izquierda un estante repleto de muñecas, frente a ella se hallaba un corredor largo que llegaba hasta otras dos puertas.
Las personas alrededor la miraban extraño pues sus ojos ya no eran rosas como cuando nació, era bien sabido que la princesa heredó los ojos rosas de su madre, de quien no se sabía mucha información salvo porque era una plebeya. Ahora tenía ojos rojos como su padre, el rey.
— ¡Por todos los cielos! ¡La princesa tiene ojos rojos!
Las sirvientas y el mago presentes comenzaron a hablar entre ellos sin poder creerlo, mientras ella seguía atónita observando el lugar. No sabía dónde estaba y su miedo se incrementaba cada vez más. No sabía como hablar, hasta que por fin decidió decir algo, mínimo quería poder entender el lugar en que se encontraba.
— ¿Quiénes son ustedes?
Llevó rápidamente las manos a su boca, sorprendida por escuchar su voz, era claramente la de una niña muy pequeña.
— ¡Oh por...! ¿Sabe quién es usted alteza?
Dijo una mujer vestida de una manera muy extraña, cuando su madre la llevaba al palacio las ropas de las damas de compañía que tenía la princesa y la reina eran similares. Esta negó rápidamente y sintió un ligero toque por parte del mago, entonces en ese punto sintió que era realmente peligroso y salió corriendo. Sentía como sus pasos eran realmente cortos sus piernas no daban para más, los pasillos parecían no tener fin, observaba las paredes a su alrededor llenas de cuadros como la habitación y vio su ropa, era de seda pura como las de la realeza. Iba tan asustada y desconcertada que no vio a la persona parada frente a ella dándole la espalda. Esta chocó y terminó golpeándose en el suelo, lo siguiente que sintió fue unas manos levantándola.
— Se supone que deberías estar en cama, ¿Qué haces corriendo por ahí?
Los sirvientes quienes la habían seguido desde su habitación vieron todo el acto, como su rey había levantado tan delicadamente a la princesa así que no se acercaron tanto, al menos hasta que este les habló.
— Tienen un solo trabajo y ese es cuidar de su princesa, ¿Qué hace fuera de la cama?.
La mucama mejor vestida se arrodilló frente al rey ofreciendo disculpas y una explicación de lo sucedido.
— Saludo a mi rey y cielo del imperio, lamentamos lo sucedido pero la princesa salió huyendo de nosotros debido a que parece no tener memoria, estaba tan asustada cuando la vimos a los ojos, como podrá ver son rojos majestad.
El rey no podía creer las palabras de la mujer, creyó que el objetivo de los traidores al fin se estaba cumpliendo, pues ellos querían a un príncipe o princesa legítimos, estando a punto de golpear a la mujer un toque en su mejilla lo detuvo.
— Por favor, no le pegue, es verdad que yo salí corriendo.
...CAPÍTULO 2...
Entre las ciudades posibles por existir se dividieron en cuatro, Bonien del Norte, quienes poseían una fuerza sorprendente gozaban de todas las comodidades siendo los más ricos entre las cuatro ciudades. En el sur Endara, tenían una gran belleza por sobre todas la ciudades. Los del Oeste, Rohena, eran amantes de la paz, tenían sentimientos y virtudes que los catalogaba como el amor en vida y por último los Drunan del Este, eran tan justos que terminaron siendo odiados por dos de las ciudades.
Dentro de los libros a través de la historia se hablaba de las cuatro ciudades, pero en aquellos estaba prohibido hablar sobre la quinta ciudad, en ese lugar sólo podía existir el odio, el rencor y lo maligno.
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El hombre que tenía en sus manos a la pequeña niña observó con detenimiento los ojos que lo cautivaron en ese instante.
— Ella dice la verdad, me asusté cuando empezaron a hablar sobre mis ojos.
Sus ojos ahora claramente eran rojos, como los que veía él cada que se paraba frente al espejo, no entendía el motivo por el cual cambiaron.
— Entonces no recuerdas nada.
La niña afirmó asintiendo con su cabeza, aún estaba adolorida pero no quería demostrar su debilidad.
— ¿A qué se debe eso mago? Según usted ella estaría bien, pero ahora no recuerda nada.
El mago se arrodilló ante el rey quien se notaba a leguas que estaba enojado, las sirvientas retrocedieron un paso al ver el aura asesina del rey.
— Mi señor, yo curé completamente a la princesa sin embargo no entiendo que pudo haber sucedido.
— Malditos inútiles. Tú — señaló a la mucama más cercana —. Vienes conmigo y los demás llevarán las cosas de la princesa a mi recámara, hagan modificaciones para que esté sólo lo necesario, de hoy en adelante ella dormirá conmigo.
La niña sabía perfectamente que no era la princesa, pero en realidad no quería hablar sobre eso, por algún motivo había sobrevivido a una muerte trágica, entonces ella estaba decidida a encontrarlo.
— ¿Sabes cuál es tu nombre? — dijo el rey caminando hacia su habitación, la niña negó —. ¿Mi nombre? — volvió a negar —.
— No.
— Entonces empezaré por hablarte sobre mi nombre, soy el rey Viertel Viershein Dunkelheit del reino de las sombras y tú eres mi hija Liebe Viershein Dunkelheit princesa de las sombras. Nuestro reinado se llama Dunkelheit y se encuentra al norte del territorio mundano.
Ella en su vida anterior había escuchado algunas historias por parte de herejes, esclavos, piratas y brujas, eran los únicos tan tontos como para hablar del demonio de las sombras, así era como se le conocía en su ciudad.
Esta vivía como una ciudadana más del reino Oeste, Rohena donde la paz siempre estaba presente, su nombre dado por sus padres fue Aladia, sin apellido pues los únicos que podían tener era la realeza.
— Aquí es, en este lugar pasarás los siguientes días hasta que recuerdes tus memorias o hasta que aprendas a comportarte como una princesa, correr por los pasillos y hablar sin presentarse no son modales adecuados para ti.
Esta no podía hablar, de tan sólo recordar lo que había escuchado anteriormente su cuerpo temblaba sin poder detenerse, sabía que en el reino de las sombras había demonios malvados y eran tan odiados como las personas en el Sur.
— ¿Tienes alguna pregunta para mí? De no ser así te quedarás con tu sirvienta para que te enseñe lo básico.
Liebe no podía hablar, aún no asimilaba que era la princesa de las sombras. El rey la depositó con delicadeza en el sillón de su alcoba
— Mi rey, creo que la niña es aún demasiado pequeña como para comenzar con “lo básico”. Tiene cuatro años majestad.
El rey observó a la mujer que daba su humilde opinión a pesar de que nadie se la pidió, este le regaló media sonrisa.
— ¿A caso le pregunté qué es lo mejor para la princesa del imperio? No. Se hará como yo diga ¿Entendido?
El silencio reinó en la habitación hasta que una de las sirvientas abrió la puerta y varias más comenzaron a meter las ropas de Liebe en la alcoba. Viertel salió dejando sola a Liebe, quien aún tenía demasiadas preguntas por hacer, pero ya sería después, sus ojos se cerraban y no podía hacer nada contra eso. Al desvanecerse de la nada la sirvienta se acercó para tocarla, su princesa tenía fiebre y debían hablarle al mago de inmediato.
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Dentro del despacho donde el rey tenía trabajo apilado cuatro hombres hablaban y se preguntaban a donde había ido su rey.
— Creo que fue a ver a la princesa, desde hace unos días hubo un intento de asesinato contra ella, alguien logró poner veneno en su bebida, afortunadamente el culpable fue capturado y no pasó a más.
El más joven de todos se sentía bastante asqueado, este había crecido en varios hogares junto a su hermano donde el amor no era una posibilidad al igual que los demás, aunque era de esperarse pues en el reino de las sombras, todos son demonios.
— Esa niña le traerá problemas a Viertel si no se deshace de ella, yo no entiendo como desistió de matarla cuando ella mató a Liebena.
Uno de ellos puso su mano sobre la boca de este temiendo que alguien lo escuchara, ese nombre había sido prohibido volver a ser mencionado cuatro años atrás desde la muerte de la reina.
— ¿Estás loco? Si Viertel te escucha no se tentará el pulso para cortarte el cuello y ninguno de los tres podrá detenerlo.
En ese momento Viertel se abría pasó a su despacho, por desgracia no tenía tiempo para seguir perdiendo, al abrir la puerta observó a los cuatro hombres pertenecientes a su guardia personal.
— ¿Qué hacen? Se supone que deberían estar trabajando y no jugando entre ustedes.
Todos regresaron a sus lugares y pusieron su atención en el trabajo designado, a pesar de ser apodados los pilares de las sombras estos le temían a Viertel por ser un sádico tirano sin escrúpulos.
— Sí mi rey, nos tomamos un descanso pero ya casi terminamos.
El lugar volvió a estar bajo el silencio, pero ahora uno muy incómodo, Viertel no dejaba de pensar en su hija, la manera en que casi muere frente a sus propios ojos y su mayor preocupación, la falta de memoria.
— Dalon, ¿Cuáles eran los efectos secundarios del veneno?
Uno de los hombres se levantó de su lugar sólo para responder lo que sabía, aunque le era bastante extraño.
— Muerte en unas horas si no es tratado de inmediato con el antídoto y magia, pérdida de los sentidos de manera gradual sobre todo la vista, sangrado interno de los órganos vitales y perdida de movilidad en las extremidades.
Viertel se dio cuenta que la ausencia de memoria no era un posible efecto secundario así que debía haber alguna otra razón para que ella no recordara nada.
— ¿Hay algún veneno que haga perder la memoria?
Todos se miraron entre sí no entendiendo lo que su rey quería decir, era extraño para ellos que él hablara más de tres palabras.
— ¿Perdone? ¿Sucedió algo de lo que no estamos enterados majestad?
Este no quería dar más información, ya que sabía que a uno de ellos le desagradaba la idea de una niña alrededor del castillo.
— Olvidenlo, vuelvan a su trabajo. Mañana por la tarde saldré para dar un paseo, sólo me acompañará Dalon y Selion, los otros dos deberán gestionar al duque y su esposa, han estado moviendo dinero a base de otros.
Las subastas a media noche eran de lo más común para encontrar, sobre todo cuando eran de seres extraños, el rey odiaba cuando las personas eran vendidas contra su voluntad así que cuando aún era príncipe decidió poner un alto a esos actos, al menos cuando eran de ese tipo.
En una de sus salidas encontró un lugar donde subastaban criaturas del bosque de Wald, así que estaba bastante emocionado pues nunca había visto una de esas criaturas tan cerca. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un aviso en la puerta de parte del guardia.
— Lady Drianele pide una audiencia con el rey.
Adriele, el hermano mellizo de Drianele se preguntaba para qué su hermana buscaba al rey si ella jamás iba a ver a su majestad, algo debío pasar.
— Que pase.
Viertel se levantó para recibir a Drianele, la mucama principal encargada del bienestar de la princesa, quien había subido de rango después de que la sirvienta anterior pusiera veneno en el té de Liebe por meses.
— Yo Drianele Heliard saluda a su rey y cielo del imperio con mi honor — esta se arrodilló y antes de levantarse también saludó a los caballeros, quienes su posición era claramente más alta que la de ella —. Saludo también a los pilares de las Sombras.
— Basta de tantas muestras de respeto, ¿Qué te trae a este lugar?
El rey se encontraba impaciente por saber qué había pasado, pues esta no tenía ninguna razón más por la que pedir una audiencia que la salud de la princesa.
— La princesa tiene fiebre, en cuanto su majestad la dejó ella se desmayó de la nada y comenzó a llamar a su madre, el mago intentó aliviar su dolor pero la princesa activó su escudo.
...CAPÍTULO 3...
En los diversos reinos sólo existían los hombres y mujeres con cualidades, poder sobrehumano que era un factor importante para los maestros de la espada y caballeros imperiales, otros podían sentir peligros a kilómetros de distancia y los más extraños eran quienes poseían el don de la ilusión.
...****...
— ¿Cómo podría una niña de cuatro años activar un escudo? ¿Está usted mintiendo? Porque si lo está haciendo déjeme decirle que es claramente una declaración de guerra contra la corona.
Viertel sabía que poseer un escudo sería una sentencia asegurada para su hija, tener un escudo del cual poder hacer uso debía ser usado para proteger al imperio entero de cualquier amenaza, aquellos que desarrollaban el escudo y la espada eran entrenados como caballeros especiales.
— Será mejor que usted vaya a comprobarlo con sus propios ojos majestad, del lugar sólo tres personas sabemos que la princesa está usando un escudo, eso me incluye a mi y al mago.
El rey se apresuró activando un círculo mágico para ir directo a la habitación sin ser visto por otros, una vez ahí se acercó a la cama donde estaba su hija. Al intentar tocar su cuerpo el escudo se activó en automático haciendo volar a Viertel hasta chocar contra la pared más cercana.
— ¡Oh por todos los cielos, su majestad! ¿Se encuentra bien?
El mago y la sirvienta apresuradamente intentaron levantarlo pero este los hizo a un lado, no entendía como el escudo de una niña podía ser tan fuerte como para lanzarlo por los aires. De nuevo intentó acercarse, pero ahora con más cautela y con sus poderes activos para no llevarse otra sorpresa. Sintió como una descarga eléctrica recorría su cuerpo pero era más soportable, estaba usando el treinta porciento de su poder, cuando según sus recuerdos ni siquiera en su última batalla contra uno de los magos más poderosos le había ameritado utilizar el diez.
— Liebe querida soy papá, despierta.
Susurró el rey preocupado por la situación, la niña quien respiraba rápido de manera entrecortada no reaccionaba ante la presencia de Viertel.
Ella por su parte soñaba con su vida anterior, recordaba los momentos felices a lado de su madre, como cuando en el día de su cumpleaños número catorce le regaló un vestido bastante ostentoso, lindo y a la moda como los que usaba la princesa Lyle del imperio Oeste, quien era muy querida por la sociedad al ser la única descendiente mujer que se había ganado el corazón de Medeliot, príncipe del Este. Ese día tuvo que viajar por aproximadamente dos horas hasta llegar a la casa del sastre, donde arreglarían a su medida el vestido de flores, el costo era bastante elevado para ser pagado por una plebeya y aún así de todas maneras sus padres lograron otorgárselo.
Dos lágrimas resbalaron por su mejilla, haciendo que Viertel se molestara, ya había visto llorar a la niña anteriormente pero jamás con tanto sentimiento, el dolor podía sentirlo él también así que se sentía muy desconcertado.
— Despierta Liebe, regresa a la realidad y no sucumbas a tus pesadillas, separa la mentira de la verdad y encontrarás el camino a casa.
Dentro de lo que sabía a raíz del semblante de Liebe, ella sufría aparentemente, el motivo aún no le estaba completamente claro pero debía intentar sacarla de su sueños, sólo así ella misma sería capaz de desactivar el escudo que puso al sentirse amenazada por no recordar absolutamente nada. Liebe seguía dentro de aquél sueño hermoso recorriendo los prados verdes y los campos llenos de sus flores favoritas, hasta que a lo lejos escuchó una voz que la llamaba, la voz era cálida y muy clara, se trataba de su madre.
- Aladia, debes ser una buena niña en donde sea que estés, recuerda que nuestro centro siempre han sido los buenos sentimientos, no te dejes llevar por el odio y el rencor, vive tu nueva vida sin restricciones y con coraje, no vuelvas a morir.
Lo siguiente que sintió fue una mano cálida tocando su mejilla, ya no se sentía aturdida ni dolida por haber regresado en otro cuerpo, la paz por fin reinó en su mente y la tranquilidad logró ayudarla para poder deshacer lo que había hecho sin darse cuenta. Al abrir los ojos ella observó a un hombre con cabellos blancos muy largos que la miraba con ternura y entonces ésta comenzó a llorar sin una sola explicación.
— No hay motivos por los que la princesa deba derramar lágrimas, jamás vuelvas a llorar frente a tu padre pues la única manera en que lo hagas será de felicidad no de tristeza.
Liebe vio cómo el rey tenía la ropa desgarrada, con alguno que otro rasguño en su rostro al igual que las otras personas dentro de la habitación que guardaban su distancia así que decidió preguntar.
— ¿Qué te sucedió en la cara? Hace un rato en el pasillo estabas bien ¿Peleaste con alguien?
— Creo que deberás aprender muchos modales antes de poder acercarte a alguien de la realeza, a pesar de ser mi hija, debes entender que por el rango no es posible hablar de tú al rey aunque a mí no me moleste habrá personas que no entiendan nuestra relación y exijan un respeto tal como ellos lo muestran, la etiqueta es sólo un paso más para ser una princesa.
Liebe no se había dado cuenta de que aún hablaba como una campesina sin modales aunque sí había aprendido la etiqueta suficiente para ser una buena mujer casadera, no tenía la misma educación que alguien de la realeza y para esos momentos agradecía totalmente a su padre quien le llevaba todos esos libros aburridos para aprender a leer lo básico.
— Entonces comenzaré a partir de hoy a ser una verdadera princesa — dijo ella con preocupación levantándose de su lugar.
El rey sonrío ante la ocurrencia de Liebe, ella acababa de ser envenenada días antes por lo tanto su tez seguía bastante mal, aunque esta era de piel demasiado blanca, se notaba bastante lo débil que estaba.
— Será mejor que comiences mañana, por hoy ha sido suficiente drama el que has vivido, después de mañana deberás ir diario a verme en la comida y contarme lo que has aprendido.
Ella no sabía el motivo por el cual el rey deseara verla a diario, él no parecía de ese tipo de hombres cariñosos, aunque no se le hacía una mala idea comer a diario con un hombre así de guapo. Jamás se esperó que las personas en el reino de las Sombras fueran extremadamente bellas, y ahora que se lo preguntaba, no sabía como era, sólo había visto algunas partes de su cuerpo, tales como los pies y manos, pero solamente eso, así que ahora tenía curiosidad.
— El mago te dará alivio a lo que sea necesario curar, por ahora descansa.
El mago le hizo un hechizo para que descansara correctamente pues su cuerpo al ser tan pequeño no soportaba tanto dolor, una vez que la princesa se durmió plácidamente la sirvienta y el mago fueron llamados con su majestad. En el despacho se encontraban Drianele, el mago y la sirvienta arrodillados con las manos atrás, sin permiso de hablar ni de levantarse y la cabeza abajo.
— Los tres saben a la perfección que si una persona tiene un solo don será entrenado como caballero aún siendo de la realeza, tal como yo fui entrenado ella deberá hacerlo, pero la gran diferencia es que mis poderes se manifestaron hasta los diez años y no a los cuatro como Liebe, entonces tendré su silencio hasta que considere necesario guardar ese secreto ¿Les quedó claro?.
Drianele mordió su mano derramando tres gotas de sangre a los pies del rey sin dudarlo, los otros dos demoraron un poco más pero al final cedieron ante la presión de Viertel y sus cuatro escoltas.
— Hoy, bajo esta noche estrellada juro por mi vida y honor que la verdad sólo podrá revelarla su majestad Viertel Viershein Dunkelheit nuestro rey y cielo del imperio de las sombras.
El juramento estaba plasmado en aquél papel con letras doradas, mientras los demás repetían al unísono las mismas palabras. La preocupación del hermano era tanta que estuvo a punto de interrumpir el ritual, sin embargo sería considerado traición y ameritaría la muerte.
— Bien, Lady Drianele, usted será quien nunca abandone a Liebe, deberá enseñarle todo sobre el imperio y los modales correspondientes así como la etiqueta. Tiene dos meses para que ella aprenda lo básico, después de eso si no lo logra será colgada al igual que un traidor. Pueden retirarse.
Adriele se dirigió hasta la puerta acompañando a su hermana, más que nada para preguntarle si ella estaba bien con aquél acuerdo, según recuerda él, su preciada hermana quería tener hijos pero no podía así que encontró la oportunidad que tanto deseaba con su princesa.
— Drianele ¿Se podría saber que estás haciendo? Firmar un contrato de la nada sólo por la protección de una niña ¿Vale la pena?
— Tú no entiendes Adriele, la princesa está sola en este mundo y necesita de una madre que le enseñe.
La mujer siguió su camino al haberse soltado del agarre de su hermano, él jamás entendería sus sueños, pero algún día tendría el privilegio de ser un excelente padre.
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