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La Esposa Rebelde

El Engaño Perfecto

Capítulo 1.

Es una noche que Lisa Collins de 23 años nunca olvidaría, o tal vez sí, ya que se encuentra ebria por beber tanto con su mejor amiga Jessica Adkins. Le entraron nauseas por moverse al bailar que se dirigió al sanitario, donde se refresco el rostro un poco sin vomitar porque sabría las consecuencias de eso. Se engaño a si misma al darse unas palmadas en la cara y decirse que se sentía mejor. Tambaleándose mientras busca con la mirada a Jessica choca con alguien de cuerpo corpulento, el hombre la aparta con sus manos en sus hombros. Lisa levanto su cabeza confundida con la intención de disculparse. Su mirada se cruzo con aquel hombre de traje y mirada seria que solo pudo sonreírle.

—Oh. Eres muy apuesto. Eres lo suficientemente bueno para casarte conmigo —dice sin borrar esa sonrisa tonta de su rostro con las mejillas ligeramente sonrojadas.

—Entonces cásate conmigo ahora mismo. —se acerca a la cara de Lisa con seriedad.

—Pero señor…—antes de acabar su oración, el hombre la interrumpe impidiéndole negarse—.

—Perfecto. Vamos.

Lisa se sorprendió, pero al estar ebria solo lo toma del brazo para apoyarse y lo saca del lugar conversando sobre su esposo ideal. Al dar el primer paso afuera, el hombre la sostuvo en sus brazos y se la llevó a su auto de ahí.

La mañana siguiente, Lisa despertó con la mayor resaca de su vida, ni siquiera podía poner un pie en el piso sin sentir que su mundo se colapsaba; recostada, abrió los ojos con su mano en la frente preguntándose donde se encontraba. Lisa se sienta mirando el departamento enorme y lujoso que la rodea. Se pone a buscar su teléfono que se encuentra sobre un mueble al lado de la cama con llamadas perdidas de su madre hasta que entra una nueva y logra contestarla. Su madre, Enith Collins se escucha llorando, preocupada, Lisa baja sus pies de la cama sentándose en la orilla.

—Mamá, ¿te encuentras bien? —dice con un tono preocupado.

—Me duele tanto, es demasiado para mí.

—¿Qué ocurre? ¡Mamá! ¿Llamaste a papá?

—¡Porque llamaría a tu padre! Es culpa tuya por no visitarme en más de un año.

—No puede ser. —Lisa frota su frente suspirando irritada— Por un segundo creí que realmente pasaba algo.

—Niña tonta. Me dará algo de verdad si no regresas a casa pronto.

—Lo pensaré, adiós, mamá…

—No te atrevas a colgarme, niña…—Lisa termina la llamada antes de que siga—.

Lisa se pone de pie al colgar y ve los números de teléfono que tiene, percatándose de uno que no conoce, pero le da poca importancia en ese momento por su dolor de cabeza. Decide revisar el departamento rogando que no haya nadie, al no encontrar a alguien, prefiere aprovechar el lugar y se pone a cocinar el desayuno. Piensa en visitar a su novio, Peter Miller; así que acaba de comer rápido y se da un baño cambiándose de ropa. Hay tantas cosas que ignoro, como el hecho de que hacia en ese lugar, porque había un cambio de ropa de su talla ahí, pero su mente esta flotando en querer ver a su novio. Camino a su casa, saco su teléfono marcándole a Peter incontables veces sin ninguna respuesta. Harta de hacerlo decidió esperar a llegar; ingresó la contraseña del departamento para buscarlo en cada habitación hasta que los gemidos de una mujer al fondo del pasillo en la habitación de Peter la alarmo. Lisa temía abrir la puerta y pensar en lo que se encontraría dentro, a pesar de eso extiende su mano que tiembla por los nervios mientras su mente gira alrededor de la pregunta de que tanto desea verlo. Con la mano en la perilla paso un trago de saliva y abrió viendo a su novio en la cama con su mejor amiga Jessica.

Sentía que su vida se desborona en poco tiempo de una manera tan fina que dolía. Ambos voltearon a verla, sin embargo, el único afectado por unos segundos fue Peter, como si ser descubierto fuera tan malo como para Lisa, aunque en realidad no fuera así.

—Hola, Lis. No creí que llegarías tan temprano.

—Cariño, puedo explicarte esto… —Lisa extiende su mano frente a Peter callándolo.

—No necesito tus absurdas explicaciones, son tan repugnantes. —gira a la dirección de Jessica— Y mi nombre es Lisa, zorra.

—¿Yo soy la zorra aquí? —Jessica se burla mientras se acuesta en el pecho de Peter—Al principio pensé que eras demasiado tonta, pero al menos entiendes tu situación aquí. Peter me pertenece, es todo mío.

—Es cierto, princesa. —Peter la acurruca entre sus brazos— Lisa, ¿realmente creíste que te esperaría? Un año juntos y jamás me dejaste tan siquiera tocarte. Eras tan aburrida.

—Ni siquiera tienes lo suficiente para complacer a una zorra. Alégrate de que no te humillaste frente a mí. Por cierto, Jessica, felicidades por quedarte con las sobras.

Ambos se quedaron molestos. En cambio, Lisa salió sin decirles más, pero esa sensación de tristeza desapareció por completo volviéndose ignorancia. No le importaría eso, porque sabia que cuanto más le afectara significaría que le importa. Volvió a su departamento y guardo sus cosas para ir de regreso a casa; se canso de pensar cada que algo se complica, actuar e ir a casa era lo que desea. Después de todo esa ciudad ya no lo sentía un hogar, solo un amargo sabor de boca y quería estar con su verdadera familia.

Lisa busco el teléfono de su madre entre sus contactos del teléfono, pero se detuvo pensando en darle una sorpresa, así que compró el boleto del avión para irse esa misma noche.

Por otro lado, aquel hombre apuesto y alto que conoció Lisa era Chase Walker el CEO de una de las compañías con más influencia en el mundo. Quien se encuentra en su oficina con la mente volando con el recuerdo de aquella chica con la que se casó, al anochecer, cuando estuvo a punto de marcharse entró su asistente Daniel Fisher con una tableta en mano y muy contento consigo mismo.

—¿Qué quieres Daniel? Estoy por irme. —toma su saco poniéndoselo.

—Encontré la información que me pediste de la chica.

—Adelante, ¿Qué encontraste? —Chase concentra su atención a Daniel que aclara su garganta.

—Lisa Collins, 23 años, lleva más de dos años que se mudó a la Ciudad X, antecedentes familiares no hay, pero se decía que venía a estudiar y cuando terminó la escuela se propuso a buscar trabajo. Tiene o mejor dicho tenía una relación con Peter Norwood.

—¿Ahora dónde está? Quiero buscar a mi esposa.

—La mala noticia es que ahora mismo tomo un vuelo y no se sabe a dónde fue.

Chase frunció el ceño abotonando uno de los botones de su traje mientras camina directamente a la salida. Le molesta tanto saber que esa chica escapo y ahora no había forma de saber a dónde se marchó. En la salida, una mujer muy hermosa llamada Layla Hanson, que es conocida como una actriz que consiguió toda su fama gracias a Chase lo tomo del brazo mostrando una sonrisa. Chase la quito bruscamente mientras se alejaba, Layla comenzó a reírse diciendo palabras que molestaron a un más a Chase.

—Ahora le eres fiel a tu prometida, ¿Cómo es que se llamaba, Chase? —Layla cruza los brazos con una sonrisa creyendo que regresaría a disculparse.

Regresando, tomo las mejillas de Layla con su mano apretando fuertemente, invadido por la furia le contestó lo que acaba de decir con la frialdad y felicidad al recordar aquella chica que conoció.

—Jamás me casaría con ninguna mujer, ahora deja de opinar si no quieres perder todo lo que tienes—la suelta bruscamente haciéndola caer al suelo tosiendo.

—¿Qué te sucede? Nunca me habías tratado así, Chase.

—No necesito contarte mi vida, pero ten por seguro que no quiero volver a verte. Y no te atrevas a hablarme como si fuera algo tuyo, me da repulsión.

Chase se marchó dejando a Layla en el suelo. Daniel se acercó a ella extendiendo su mano para ayudarla, pero molesta la golpea dirigiéndole una mirada amenazante y superior a él.

—Ya veo. Solo quise ser amable, pero no es mi deber servirla, señora —Se endereza sacudiendo su traje— Ahora el presidente Walker está molesto, así que haga el favor de no volver.

—Lo vi en sus ojos, ¿Quién es la mujer?

—Saquen a la señora. —voltea a los guardias.

—¡¿Señora?! ¡Mocoso, soy una mujer joven! —Layla es sostenida por los guardias impidiéndole seguir a Daniel.

Daniel se burló de ella haciéndole una cara y salió corriendo con una sonrisa del lugar, nunca le agrado Layla, ya no tener que tratarla bien lo alegro demasiado. Layla fue sacada del lugar unos segundos después de que Chase se fuera y golpeo el piso con su pie molesta, odia la idea de que Chase la desprecie y Daniel la trate como alguien inferior, pero lo que le preocupaba era que haría ahora sin la ayuda de Chase para ser famosa.

Dibuja Una Sonrisa

Capítulo 2.

De regreso a donde vivía, mientras salía del aeropuerto pidiendo un auto logro sentirse más segura y tranquila consigo misma. Pago al llegar y toco la puerta de la casa, una sirvienta del sitio le abrió la puerta, su madre iba bajando las escaleras cuando la vio y corrió a abrazarla con lágrimas de felicidad al verla. Lisa le mostro una mueca poco feliz con una mirada triste, Enith asintió ligeramente tomándola de sus manos.

—Todo es diferente… —dice Lisa mirando a todos lados.

—Tuve tiempo libre desde que mi hija me dejo, pero tu habitación sigue completamente igual. Si me hubieras avisado, tal vez podría haber…

—¿Limpiar? ¿Tú? —giran a la dirección de las sirvientas.

—¡Por supuesto! Ahora mejor vamos a tu habitación. No quiero que te escapes tan rápido.

Lisa soltó una pequeña risa siguiendo a su madre del brazo a la que fue alguna vez su habitación, y tal cual como lo dijo, está igual como hace años cuando apenas se iba a ir. Soltando el brazo de su madre y dejando la maleta en el piso, camino al muro de fotos que adorna su habitación; las fotos de sus mejores amigos, Kurt Bain y Olivia Harvey. Fueron esos años en que no los vio y la comunicación entre los tres se terminó por completo poco a poco. Eso la puso melancólica en cierto modo, después de todo nunca encontró a alguien mejor que esos dos; quitando una de las fotos del muro giro hacia su madre sollozando, Enith la abrazo consolándola.

Unos minutos después, Lisa termino de calmarse, mientras su madre le daba un vaso con agua la observo de una manera que pedía respuestas. El instinto de una madre le decía a Enith que algo sucedía, así que se sentó a un lado de su hija sosteniendo sus manos.

—¿Qué sucede? —pregunta Enith preocupada.

—La verdad. No volví porque tanto por que lo deseaba. —inhala y exhala notoriamente— Mi pareja me engaño con una amiga, si es que se le puede decir, aun así.

—Ojalá estar cerca de él y… —Enith hace un puño con su mano volteando a Lisa al oírla reír— Hija, ¿sabes que significa?

—Quisiera decir que sí.

—Eso quiere decir que no era el hombre indicado.

Las palabras de su madre la hicieron pensar en si realmente existe el chico indicado y si quiere esperarlo. Un estruendo en la puerta de la entrada junto con pasos rápidos de las escaleras asusto a madre e hija hasta que Kurt y Olivia entraron por la puerta de la habitación, Enith se puso de pie saludando a los dos y marchándose. Las personas que entienden a Lisa en temas amorosos eran ellos, la conocieron por años y podían ayudarla.

Afuera, Enith cerró la puerta de la habitación y el mayordomo Mo llego corriendo alterado al ver su mirada seria.

—Lo lamento, señora, los chicos insistieron. Les prohibí entrar, pero me distraje unos segundos.

—Está bien. —Enith lo toma del hombro relajándolo—Dejémoslos solos, vamos.

Dentro, Olivia corre a un lado de Lisa y Kurt del otro impidiéndole irse. Sin otra opción les sonríe contándoles todo lo que sucedió en los últimos años que no los contacto.

—Lisa, dime que no le diste tu primera vez a ese idiota. —dice Olivia recortada en el suelo.

—No puede ser que preguntes eso.

—Lis, no desvíes lo que Oli te pregunto. —Kurt se encuentra en una silla girando.

—Por supuesto que no. Incluso esa es la primera razón por la cual me engaño.

Los siguieron hablando sobre cualquier cosa que se les ocurriera, incluso recordar los momentos de cada foto que tenía Lisa en la habitación. Unas horas después se tuvieron que ir por la hora, ambos tenían planes esas tardes y Enith quería que su hija descansara, pero antes de irse invitaron a Lisa a una fiesta que sucedería esa noche, tenía toda la tarde para decidir si asistir o no.

Mientras tanto Chase se encuentra revisando unos documentos que debía firmar, pero no podía pensar con la cabeza en otro lado, no saber a dónde se marchó su esposa lo irritaba. «Se marcho sin dejar rastro, pero si la vuelvo a encontrar no podrá escapar tan fácil nunca más» pensó sin darse cuenta de que su teléfono sonaba sin parar. Daniel entro sin tocar exaltado con su teléfono en la mano.

—Presidente, la señorita Adkins lo llama, pero no contesto, así que decidió contactarme a mí. —le entrega su teléfono a Chase.

—‹ ¿Qué quieres? ›

—‹ Solo quería saber cómo estabas, cariño… Nos vamos a casar, así que pensé en conocernos ›

—‹ No será necesario, señorita Adkins. No le habrá llegado la noticia de que estoy casado, no vuelva a llamar o a querer relacionarnos ›

Chase colgó el teléfono sin dejarla que reaccionará. Jessica se puso a llorar tan pronto escucho el sonido de llamada terminada. Harto de escuchar sonar el teléfono, Chase lo aventó a la pared haciendo que se rompiera en miles de pedazos y levantó de su asiento para marcharse. Tan pronto como salió, Daniel se acercó a su teléfono destrozado.

—No era su teléfono… —toma el teléfono verificando que no encienda— Aun lo estoy pagando.

Por su cabeza empezó a quejarse de Chase hasta que regreso empujando la puerta. Rápido se levantó del suelo dejando caer las piezas de su teléfono roto de sus manos.

—Si mi familia llama no contestes… —mira el teléfono de Daniel y luego se dirige a su cara— Deja de maldecirme en tu cabeza.

—«¿Cómo es que sigo trabajando para usted? Mi pasantía aquí valía más antes de que me contrataran» —suspira sollozando y Chase vuelve—.

—Dije que dejaras de pensar, sino quieres que reduzca tu paga.

Daniel espero a que se fuera y solo dio un suspiro largo para después voltear a ver de nuevo al suelo. Chase sabía que su compromiso con Jessica sólo era por su familia.

En el mundo hay 8 familias que son las más millonarias. En el primer puesto se encuentra la familia Walker y una familia que nadie conocía, eran y serán un misterio desde sus inicios, se mantenían lejos de la publicidad o cualquier cosa que les robara la tranquilidad, pero era conocido el hecho de que tienen un heredero.

En segundo puesto están dos familias que nadie sabía sobre ellas, una tiene el privilegio de tener quien heredara, pero la otra perdió hace tiempo un hijo y jamás se encontró más de ellos, se dice que aún lo buscan.

Pará terminar estaba el tercer puesto con cuatro familias, la familia Adkins, con Jessica como heredera, la familia Harvey con el hermano de Olivia como heredero, la familia Bain con Kurt como heredero y la última con alguien que más adelante se dará a conocer, una chica que ama tener todo bajo su control por ser tan consentida por su familia.

Entre esas familias, los padres de Chase sólo pudieron conocer a la única hija heredara entre todas que es de la familia Adkins. Hicieron un convenio donde sus hijos se casarían para superar a la segunda familia que compite el primer puesto de la más poderosa, pero él jamás aceptó y la única manera de rechazar el compromiso era casándose con alguien más.

En el auto donde se encuentra Chase, saca su teléfono mirando el contacto de aquella chica, quería llamarla, pero él nunca fue una persona que suplicara por atención o lo que fuera haber llamado. Dejó su teléfono en la bolsa de su saco para después bajar del auto y encontrarse con su sirvienta Bates, que consideraba como su madre y su mayordomo Dean quien era el que ponía orden en la residencia.

—Ace, ¿es cierto que estas casado?

—¿Quién te conto, señora Bates? —se quita el traje colgándolo en su brazo.

—Eso no es importante, dime, ¿quién es la afortunada? —Lo sigue interponiéndose en su camino.

—No deberías meterte en mi vida, señora Bates. —dice Chase tallando su frente— Su nombre es Lisa.

—Quiero conocerla, ¿cuándo la vas a traer?

—No lo sé, se marchó de la ciudad. Iré a descansar.

Chase pasó por un lado de ella para subir las escaleras a su habitación. La señora Bates lo miró con una cara de preocupación mientras voltea hacia el mayordomo Dean.

—¿Crees que la volverá a encontrar? Mi niño no merece una mujer que no lo aprecie, después del convenio de su familia me preocupa a donde llegara.

—Solo el tiempo lo dirá, señora Bates, además de que no debería meterse en asuntos familiares del joven maestro. Mejor diríjase a preparar la cena.

El mayordomo Dean camina detrás de la señora Bates a la cocina para supervisar que todo vaya bien. Aunque le importe Chase porque lo vio crecer y lo primero que peleo al mudarse fue que ambos lo siguieran, su trabajo era lo segundo más importante para el mayordomo Dean. Siempre trabajo para él y lo quería ver feliz al igual que la señora Bates, sabiendo que también debe respetar los límites de lo que son en esa casa.

Momento De Regresar

Capítulo 3.

En la noche, Lisa se preparó con un vestido color morado oscuro que llega un poco arriba de las rodillas y mangas que recaían en la mitad de su hombro hasta llegar a los brazos con una tela transparente. El vestido quedaba tan bien en Lisa que la hacía lucirse en la noche; además sus zapatos poco altos, color negros y cerrados. Estaba lista para ir a la fiesta, quería dejar de pensar en todos sus problemas y festejar un poco. Sus amigos la recogieron de su casa; la paso bien como en el transcurso en el que iban como al llegar. Los tres se pusieron a beber, Lisa un poco más que sus amigos terminando ebria en la barra, un chico la noto acercándose a ella con intenciones de querer la noche. Tan solo con verlo sentía que ocasionaría problemas, así que Lisa se intentó ir antes de que llegara a ella completamente.

Camino a las escaleras subiendo hasta donde su sobriedad le permitió, que no fue mucho. Estando en el segundo piso se sostuvo de la pared para avanzar y encontrar una habitación disponible, era enorme esa casa, además de que no conocía el lugar porque era una fiesta en casa de algún amigo lejano de Kurt. Intento escabullirse, pero el chico la tomo del brazo haciendo que se detuviera.

—Hola, linda—dice con una sonrisa mientras sostenía con fuerza la muñeca de Lisa.

—Aléjate de mí. —forcejea su brazo frunciendo el ceño— ¿cuántos años tienes? Es claro que eres menor que yo.

—Tengo 19 años. Alguien tan hermosa seguro tiene experiencia, pero puedo hacerte sentir bien.

Lisa soltó su muñeca bruscamente haciendo que el chico se enojara, pero antes de que pudiera tocarla le sujeta la mano fuertemente haciendo que se arrodillé, el chico tomó del brazo a Lisa para que lo soltara, pero ella solo mostraba una sonrisa y lo trató como lo que era, un chico.

—Eres demasiado ingenuo al creer que tú puedes complacerme, yo prefiero a un hombre niñito de mami. —Presiona con fuerza la mano del chico— Si te atreves a tocarme una vez más te mostrare el tipo de diversión que termina mal para uno.

—¡Tú! ¡Pagarás por esto! ¡Cuando salgas de este lugar, yo…!

Lisa lo soltó aventándolo al suelo y se arregla su cabello marchándose. Dentro de un rato se despidió de sus amigos para irse sola, dejo de beber y se sentía mejor para irse por su cuenta, pero tan pronto como salió vio a tres chicos y atrás de ellos estaba aquel chico al cual le dio una lección; al segundo de verlos sabía que era lo que estaba sucediendo, así que hizo lo más valiente que podía hacer en ese momento, correr por su vida, después de todo eran tres chicos contra ella. Al estar corriendo un tiempo largo se cansó, el inconveniente es que lo chicos seguían detrás de ella. Busco una salida hasta que en se momento vio a un hombre caminando y lo tomó del brazo metiéndose en un callejón, fingió que le daba un beso hasta que escuchó que los chicos se habían marchado. Al alejar del hombre vio que era muy apuesto y también sentía su mirada confundida, era extraño que alguien de repente tomará su mano y lo llevará a un callejón.

—Lo lamento, yo estaba huyendo. —Lo suelta rápido aclarando su garganta.

—¿De esos chicos que acababan de pasar?

—Sí. Tuve un conflicto con uno de ellos y así terminó; por cierto, soy Lisa Collins. —el hombre la sigue viendo confundido mientras recupera la respiración— Te lo digo por si crees que soy una loca o algo por el estilo. No quiero que creas cosas malas de mí… y espero que no llames a la policía.

—Charles O'Brien. Dueño de la compañía que está justo ahí… —Le muestra con la mirada y él sonríe ligeramente al ver su reacción desinteresada— Es un gusto también

—Claro. Te debo una, señor O’Brien.

Lisa se marchó llamando al chofer que la recogiera unas cuadras después de caminar; al llegar a su residencia se relajó y espero que el tiempo pasara, al menos eso era lo que quería. Durante ese tiempo, Lisa se hacía anónimamente cargo de la compañía Collins, todos querían saber quién era la persona detrás del éxito que conseguía la familia, pero ella solo quería tener una vida tranquila y segura.

Ya había pasado seis meses con la misma rutina, Lisa seguía haciéndose cargo con ayuda de su madre y de su padre, Bran Collins, quien puede lucir como el hombre más tenebroso y malvado frente a los pocos que conocían su identidad, pero era el padre más cariño y amoroso. Lisa tomo es tiempo para decir regresar a la ciudad de la cual había escapado para empezar una vida desde cero; tenía todo listo para irse esa misma noche que lo decidió, pero sólo quedaba hacer lo más difícil, decirles a sus padres la decisión que había tomado; durante la cena conversaron, Lisa espero a terminar, no quería arruinar la última cena que tendría en un largo tiempo con sus padres. Acabando era momento de la confesión, Lisa tomó un suspiro largo y cerró los ojos para después abrirlos y decir todo rápidamente.

—¡Regresaré a la Ciudad X! —sin parpadear los observa. Su madre baja la copa sobre la mesa seria.

—¿Qué has dicho? No te puedes ir, apenas regresaste, dile algo, cariño. —se dirige a Bran.

—Lisa, tu madre tiene razón, no puedes irte. Has logrado tanto en la compañía hoy en día.

—Es mi decisión y no espere que lo entendieran, pero pensé en decirles antes porque son el único apoyo que necesito.

—Entiendo, no hay nada que podamos hacer para que cambies de opinión. —Toma su servilleta limpiándose, ocultando su tristeza.

—Cariño no digas eso, no puedes dejar que se vaya…—dice Enith mientras derrama lágrimas.

—Haré videollamadas contigo, mamá y vendré a visitarlos cuando cumpla todo lo que tengo en mis planes. —Lisa toma de las manos a su madre y limpia sus lágrimas.

—Si vas a ir, deja que te reserve una suite en un hotel —Bran se pone de pie detrás de su esposa.

—No. quiero iniciar con un departamento pequeño. —se levanta de la mesa parada frente a su padre.

—Absolutamente no. Eres una Collins, mereces lo que esta familia tiene por ofrecer en lo económico.

—Por favor, papá. ¿Qué puedo hacer para que aceptes esta petición?

—Te llevaras tu tarjeta para pagarlo, como cualquier cosa que necesites, ya sea que consigas empleo o no. Y si necesitas algo sabes que puedes llamarnos.

—Hecho. Conseguiré trabajo para iniciar y verán hasta dónde llega una Collins. —Lisa le sonríe a su padre y el orgulloso la abraza— Tengo una entrevista en la mañana, así que debo irme lo más pronto.

Enith se levantó uniéndose al abrazo. Lisa se puso muy feliz de que la apoyarán en la decisión que tomó, al menos en mayoría. En la noche, Lisa tomó el vuelo de regreso a Ciudad X, en un suspiro largo con la mirada en la ventanilla se quedó dormida en el vuelo.

Mientras tanto que Chase estaba perdido, se suponía que tenía un compromiso con Jessica al cual se niega a responder, sentía que no se podía volver peor la situación. Pasaron seis meses desde que la chica con la cual se casó esa noche se había marchado, era claro que si ella no regresa tendría que aceptar casarse con Jessica. Fue ahí donde llegó su luz al final del túnel, Daniel llegó con buenas noticias para Chase, pero él estaba tan cansado que decidió ignorarlo, tenía que entrevistar al día siguiente a los nuevos empleados, o, mejor dicho, a los que podrían ser los nuevos empleados de la compañía Walker si no fuera por su mal humor. Era una de las cosas que menos soporta y ni siquiera se toma la molestia de ver los currículos porque desea solo rechazar a todos los que estarían en la entrevista del día de mañana.

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