Se despertó al ver las enormes criaturas parecidas a insectos que se cernían sobre su cama y gritó a todo pulmón. Salieron apresuradamente de la habitación y él se quedó despierto toda la noche, temblando y preguntándose si había sido un sueño.

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A la mañana siguiente, alguien llamó a la puerta. Haciendo acopio de valor, la abrió para ver a uno de ellos colocar suavemente un plato lleno de desayuno frito en el suelo y luego retirarse a una distancia segura.

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Desconcertado, aceptó el regalo. Las criaturas chillaban emocionadas, lo que sucedió todos los días durante semanas. Al principio le preocupaba que lo estuvieran engordando, pero después de que un desayuno particularmente grasoso lo dejara agarrándose el pecho por la acidez de estómago, fueron reemplazados por fruta fresca.

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Además de cocinar, le servían baños de vapor calientes e incluso lo arropaban cuando se iba a la cama. Fue extraño. Una noche, se despertó con disparos y gritos. Corrió escaleras abajo para encontrar a un ladrón decapitado que estaba siendo devorado por los insectos. Estaba enfermo, pero se deshizo de los restos lo mejor que pudo. Sabía que lo habían estado protegiendo.

Una mañana, las criaturas no le dejaron salir de su habitación. Se acostó, confundido pero confiado mientras lo conducían de regreso a la cama. Cualesquiera que fueran sus motivos, no iban a hacerle daño.

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Horas después, un dolor ardiente se extendió por todo su cuerpo. Se sentía como si su estómago estuviera lleno de alambre de púas. Los insectos chirriaron mientras él temblaba y gemía.

*Fue solo cuando sintió una terrible sensación de retorcimiento debajo de su piel que se dio cuenta de que los insectos no lo habían estado protegiendo. Habían estado protegiendo a sus crías*.

\_\_\_\_\_\_\_\_\_\_**Gracias**\_\_\_\_\_\_\_\_\_\_

A todo el mundo le encanta el primer día de clases, ¿verdad? Año nuevo, clases nuevas, amigos nuevos. Es un día lleno de potencial y esperanza, antes de que todas las tristes depresiones de la realidad aparezcan para arruinar toda la diversión.

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Sin embargo, me gusta el primer día de clases por una razón diferente. Verá, tengo una especie de poder. Cuando miro a las personas, puedo ... sentir una especie de aura a su alrededor. Un contorno de color basado en cuánto tiempo tiene que vivir esa persona. Casi todas las personas que conozco de mi edad están rodeadas de un tono verde sólido, lo que significa que les queda mucho tiempo.

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Una buena cantidad de ellos tienen un tinte amarillo anaranjado en sus auras, lo que tiende a significar un accidente automovilístico o alguna otra tragedia. Cualquier cosa que lleve a la gente "antes de su tiempo" como dicen.

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Sin embargo, la verdadera diversión es cuando las auras se aventuran en el extremo rojo del espectro. De vez en cuando veo a alguien que es básicamente un semáforo andante.Esos son los que son asesinados o se suicidan. Es una prisa verlos y saber que su tiempo está contado.Con eso en mente, siempre llego a clase muy temprano para poder explorar el destino de mis compañeros de clase.

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El primer niño que entró estaba básicamente radiante de rojo. Me reí entre dientes. Demasiado mal, hermano. Pero a medida que la gente seguía entrando, todos tenían el mismo brillo intenso.

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Finalmente pude vislumbrar mi reflejo teñido de rosa en la ventana, pero estaba demasiado aturdido para moverme. Nuestro profesor entró y cerró la puerta, su aura de un repugnante tono verde.

Se ha dicho que la definición de locura es "hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes". Entiendo el sentimiento detrás del dicho, pero está mal. Entré al edificio con una apuesta. Estaba escaso de efectivo y, para empezar, no me tragué las viejas leyendas del hotel, así que cincuenta dólares fue más que suficiente para que lo hiciera.

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Fue sencillo. Solo llega al último piso, el piso 45, enciende mi linterna desde una ventana. El hotel era viejo y estaba roto, incluido el ascensor, por lo que eso significaba subir las escaleras.

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Así que subí las escaleras. Cuando llegué a cada plataforma, noté las viejas placas de bronce que mostraban los números de los pisos. 15, 16, 17, 18. Me sentí un poco cansado mientras subía, pero hasta ahora, no hay fantasmas, no hay caníbales, sin demonios.

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No puedo decirles lo feliz que estaba cuando ingresé el último tramo de números. Con alegría los conté en voz alta en cada plataforma. 40, 41, 42, 43, 44, 44.Me detuve y miré hacia las escaleras. Debo haber contado mal, así que continué. 44. Un vuelo más. 44. Y luego diez tramos. 44. Quince vuelos. 44. Y así ha sido durante tanto tiempo como puedo recordar.

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Entonces, realmente, la locura no es hacer algo repetidamente y esperar resultados diferentes. Es saber que los resultados nunca cambiarán; que cada puerta conduce a la misma escalera, a la misma número.

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Es darse cuenta de que ya no te duermes. No se trata de saber si has estado corriendo durante días, semanas o años. Es cuando el sollozo se convierte lentamente en risa.