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Dulce Bebé

Prólogo

^^^𝐻𝑜𝑙𝑎, 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑝𝑎𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝒉𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑦𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎, 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑖𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑧𝑎𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 𝑎𝒉𝑜𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑠𝑖𝑛 𝑎𝑐𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑚𝑖́ 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑝𝑜𝑟... 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜, 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒́ 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠𝑒𝑛̃𝑎 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑖𝑑𝑒𝑛 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎. 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠 𝑠𝑖 𝑠𝑒 𝑡𝑜𝑝𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝒉𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝐿𝑖𝑙𝑦 𝐶𝒉𝑎𝑝𝑎𝑟𝑟𝑜 𝑜 𝐿𝑖𝑙𝑦 𝑆𝑘 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑎 𝑠𝑜𝑦 𝑦𝑜. 𝑎𝒉𝑜𝑟𝑎, 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑒𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝒉𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎.^^^

...🥀 𝐸𝑅𝐼𝑍 𝑊𝐼𝐿𝐿𝐼𝐴𝑀𝑆 🥀...

—Jacobo por favor deja la tontería —Le dije mientras trataba de caminar con él aún a mis pies, llorando falsamente y mirándome intensamente.

—Eriz por favor, eres la única que me puede ayudar. —Dijo levantándose del piso y tomándome por los hombros, mirándome fijamente con cara de perro regañado. —te prometo que si paso el exámen, seré tu esclavo y cajero automático por un mes.

Sonreí maliciosa.

Jacobo y yo habíamos sido muy buenos amigos desde hace ya un año y medio, más o menos. Lo quería, pero aveces lo quería más.

Pero lo más lejos posible de mi. Como ahora.

—Vale, estudiaremos algebra esta semana, y tú, por el próximo mes serás mi esclavo. En todos los sentidos.

No lo vi ni dudar cuando asintió con la cabeza y me besó la mejilla.

—Acepto mi pequeña cacahuate. Ahora debo ir a educación física. Nos vemos.

Nuevamente me besó las mejillas y lo vi alejarse corriendo y empujando a quien se atravesará en su camino.

Jacobo no era un mal chico, ni el ejemplo a seguir, ni tampoco era el popular. Aunque era muy hermoso, si, pero tan tonto que lo que tenía de hermosura le faltaba en carácter.

Era muy grande, mucho. Y sus ojos color miel te hacían soñar.

—Mi esclavo por un mes. —Susurré mientras saboreaba estás cinco palabras, sabiendo su significado y sonriendo. —Nunca dejes a una fetichista con un tonto apurado por el éxito.

...𝑳𝒊𝒍𝒊𝒂𝒏𝒂 𝑪𝒉𝒂𝒑𝒂𝒓𝒓𝒐...

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Capítulo uno

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—¡Mi hermosa y querida Eriz!. —Dice Jacobo a mi lado, tomándome por el brazo y tirando de el. —¿Estas lista?. —Me gire para verlo con una digna expresión de confusión y él solo negó riendo. —Tonta olvidadiza, dijiste que esta semana estudiariamos algebra.

Abrí la boca cual pez luego de recordarlo. —Cierto. —Dije sonriendo y continuamos caminando.

—¿Tus padres están en casa Eriz?.

Negué. Mis padres eran muy buenos conmigo, las comodidades y servicios no me faltaban, pero simplemente nunca estaban. No me importaba en lo absoluto, por eso nunca me quejaba.

No los culpaba tampoco, era su trabajo. Estar de un lado a otro, al fin y al cabo eran guías turísticos.

Me parecía algo tonto, y... Bueno muchas cosas, pero. Joder pagaban bastante bien, papá y mamá lo demostraban a diario. Y, al final de cuentas, todo trabajo es digno y bueno. Con algunas excepciones claro.

—sabes que no, esta vez tuvieron que viajar a Europa. No entiendo en qué momento su trabajo les sonrió tanto y se desplazan tanto. —Sonreí.

—Y tu dichosa por ser su linda consentida. —Reí.

Lo era, me encantaba la atención, el amor y las comodidades. Me gustaba lo que mis padres me daban y saber que aún me pensaban como su niña. Me gustaba sentirme así.

Tal vez piensen que soy una típica chica buena para nada que lo tiene todo en bandeja de plata.

Y, están en lo cierto.

Desde que cumpli los ocho, la vida nos sonrió y todo a sido mucho más fácil en todos los sentidos, con respecto a lo económico. Aunque no por tener dinero había dejado de ser tan habilidosa en mis estudios.

Mis padres me consentian en todo, desde un bolso de marca hasta un automóvil. Pero, pero los estudios eran otra cosa, una muy diferente. Siempre me decían que debía poner todo mi empeño en ellos y que si reprobaba, ellos no harían ni el más mínimo esfuerzo por cambiar eso a cambio de dinero. Y yo claramente no tenía problemas con eso.

—Vale, Jacobo vamos ya, es hora de ganar un examen de algebra.

...🥀...

—Y... Terminé. —Escuché a Jacobo decir detrás mío, en la mesa, mientras yo estaba sobre el sofá comiendo palomitas y viendo tele. —Eriz ven, mira si está bien.

Sonreí. Me levanté y me puse a su lado, él mirando mi acción trato de levantarse de su silla para cedermela, pero se lo impedí. Puse una de mis manos en su pecho y lo hice sentarse nuevamente.

—no te levantes.

Él asistió y se relajo, al menos hasta que puse mi culo en sus piernas.

—E-eriz... —Susurró. Respondí con un 𝗺𝗺𝗺 casi susurrado mientras mi mirada se fijaba en el ejercicio que él anteriormente había hecho. —¿Es necesario esto?

Me gire para verlo. Sabía a lo que se refería pero, quería complacerme al obligarlo a él decirlo directamente.

—¿El que? —Dije tratando de sonar desinteresada.

—el que te sientes en mis piernas. —Me gire para verle.

—¿Te incomoda?

—un poco, es decir... —Lo interrumpí.

—lastima, por que no quitaré mi culo de aquí. —Su cara se puso roja y pude ver cómo su labio empezó a temblar. —Querido Jacobo, haz accedido completamente a ser mi esclavo. Entonces se un buen esclavo y obedece.

—sabes que no me refería a eso... —Se animo a decir aún incómodo.

Yo sabía perfectamente lo que hacía, Jacobo podía parecer un perfecto matón, su cuerpo y voz eran dignas de un macho alfa, pero... Pero conmigo por una extraña razón que ni yo entendía, este se rendía a mis pies.

No lo digo por fanfarronear pero, siempre obtengo lo que quiero y él... Él estaba en mis planes siempre. Y sin querer él mismo se había incluido en mis pedidos de navidad.

Siempre estaba allí, para mí, desde comprar lo que yo desease hasta tirarse al suelo para que yo me siente sobre él.

No mentire, amaba todas aquellas acciones. Pero, para la mala suerte de ambos, yo no me enamoraba.

No me enamoro.

—Lastima querido Jacobo, jamás especificaste nada. Y de ahora en adelante hasta que se cumpla el mes, serás mi completo esclavo, y harás lo que yo te pida.

Me acomode de tal forma en la que nuestras miradas quedaron frente a frente.

Su ceño parecía querer quebrarse y su respiración había cambiado. Estaba asustado.

Y lo amaba, amaba su timidez y miedo.

—¿Serás buen chico y harás lo que te pida? —Lo vi debatirse y lo deje ser por unos minutos, me miraba y buscaba algo que ni yo sabía que era en mi expresión, frunciendo y relajando el ceño. —Responde Jacobo. —Mi voz sonó tan gruesa como quería, tanto que lo sentí erizarse bajo mi tacto y luego suspirar. —No soy muy paciente, entre más rápido hables, más a tu favor quedarán las cosas, deseo que me respondas —Me miró confundido pero lo vi asentir lentamente después...

—Esta bien Eriz... —Negué. Ahora que lo tenía completamente a mi disponibilidad, haría de todo con su juicio, y lo haría ser lo que yo deseaba que fuese, mío.

—Nada de Eriz, cuando estemos a solas me llamaras bebé, ¿Entendiste papi? —Su cara se puso de color carmesí y sonreí. Estaba segura que algo sabía él de ese tema.

—¿Quieres jugar a eso Eriz?, No soy bueno siendo tan mandón y... No podría dominarte, me asustas. —Nos reímos. Tenía razón, siempre había sido una mala leche con él cuando establecimos una amistad propia.  —Es mejor que tengas el control, seguro haré algo estúpido, y se que jamás podré hacer que hagas lo que yo quiero, simplemente sé que no puedo. —Mi expresión se hizo de puro poema. Lo sabía.

¿Desde cuando un hombre pedía que lo dominarán?.

No lo sabía, pero no era lo que deseaba, mi cabeza estaba cada vez más jodida y deseaba poder seder el control, obedecer y preocuparme únicamente por recordar mis tareas, de la comida, vestimenta y todo lo demás, papi tendría que hacerse cargo.

—No... Quiero que seas quien me domine... Lo necesito —susurré. —aprovecha esto. Sabes que no se ve todos los días. Además, prometiste que harías lo que yo te pidiera.

—No sabré hacerlo. —Dijo él casi interrumpiendome. Excusándose.

—pues aprenderás, ¿Vale papi —Suspiro rendido y asintió casi lamentándose de no tener más elección, ¡Gracias al cielo!

—Vale bebé.

...𝑳𝒊𝒍𝒊𝒂𝒏𝒂 𝑪𝒉𝒂𝒑𝒂𝒓𝒓𝒐...

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Capítulo dos

...🥀 𝐸𝑅𝐼𝑍 𝑊𝐼𝐿𝐿𝐼𝐴𝑀𝑆 🥀...

¡Odiaba estas horas del día!.

Las horas en las que debía ir a la escuela.

Sentía que por más que me esforzará y que quisiera buenas notas, jamás podría gustarme de verdad mi estancia en este lugar. Y menos, con esta asignatura en específico.

Odiaba lenguas, la odiaba más que a mi propia caca.

A mi lado, un Jacobo estaba más que concentrado. Y no era para menos, ya le habían amenazado la asignatura y no podía darse el lujo de perder otro semestre... Pero al carajo, ya habíamos visto este tema y... Estaba segura de que luego podría explicarle lo visto ahora.

Todos miraban al pizarrón, atentos a cualquier simple palabra que, la mujer frente a nosotros dijera y pudiese ser importante en el próximo exámen, sin dudas era la 𝘁𝗿𝗼𝗻𝗰𝗵𝗮𝘁𝗼𝗿𝗼𝘀 de la institución.

Bufé bajito y ate mi cabello en una coleta, sentí la mirada fija de Jacobo unos segundos y luego volvió a lo suyo. Sonriendo, ¿Que era lo que le hacia gracia? Al diablo.

Y organizando mis cosas, 𝗮𝗰𝗰𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 tiré uno de mis bolígrafos, nadie se volteó a mi, pero en cuanto me heche al piso, la mirada de Jacobo me topo.

—¿Que pasa? —Susurro bajito. Yo negué.

—Se me a caído un bolígrafo, no es nada. —Él asistió y me sonrió, para luego dejarme ser y él continuar con lo suyo.

Baje completamente de mi silla y me hice frente a sus piernas, sin tocarlo y a una distancia más o menos prudente. Tenía suerte de que el pupitre estuviera cubierto con lata por los lados y no se viesen nuestros pies. Sonreí.

Pude ver su pierna derecha moverse insistentemente, estaba ansioso y aburrido, lo sé. ¿Y quien no?, Esta clase era todo un asco.

Con cuidado tome sus dos rodillas y lo sentí tensarce, luego nuevamente su mirada me traspasaba.

—¿Que haces? —Me dijo con la cara llena de confusión.

—Solo quiero ayudar a papi con su aburrimiento. —Le susurré, lo vi casi ahogarse con su propia saliva y negar rápidamente, aunque sabía que también estaba divertido por mi tontería.

—No hace falta. — dijo, pero no le preste atención. Me puse entre sus piernas y toque sus muslos con cuidado. —Eriz no.

Continúe tocándole aún escuchando su negación. Primero los muslos, en sus partes externas y luego entre ellas, de arriba hacía abajo y luego directamente en su miembro.

Su mano esta vez sí me detuvo y con la voz entrecortada susurro:

—Cariño no.

Mi cuerpo tembló. Su voz era tan profunda y ronca que logra calar desde mi punto sensible, por toda la columna vertebral y hasta mi cabeza.

—Quiero ser buena, papi, por favor. —Me safe suavemente de su agarre y nuevamente le toqué. Acariciándole todo, sobandolo y luego apretando. Viendo cómo su estómago se movía más rápido, su respiración era acelerada. —Tranquilo papi, seré muy buena.

Lo escuché soltar una risita y luego vi como él mismo se desabrochaba el pantalón para bajarlo junto con su bóxer, hasta la media nalga.

—Se muy buena entonces bebé.

Sonreí y tome su pene entre mis manos, quise verle a los ojos pero, su cabeza ahora estaba mirando al frente, con uno de sus labios entre los dientes, se veía delicioso.

Baje mi miraba y comencé a mover mi mano de arriba hacia abajo, y con la otra toque el glande, era rosado, uno de un tono muy oscuro, era algo grande, en el largor, no demasiado, pero si lo suficientemente grueso como para hacerme ver las estrellas.

Sonreí ante mi pensamiento y mi boca se hizo agua inmediatamente. Mi mano se hizo más ligera y mis movimientos más rápidos.

Ahora una de sus manos tomo mi mandíbula y uno de sus dedos acariciaba mis labios. Moría por tenerlo en mi boca, pero primero quería que estuviera lo suficientemente excitado para ello.

—Bebé...

Su voz ronca hacía que mi cuerpo temblara y yo era muy bobosa allí abajo gracias a sus pequeños, y para nada sobrepasados toques. Tal vez era el momento o lo que yo hacía, pero estaba tan excitada que cualquier movimiento suyo me resultaba realmente excitante.

Me solté de su agarre en mi cara y me aproxime a su pene, brillante por el pre-semen que salía de el hasta ahora y lamí la punta.

Su gemido reprimido me asusto de sobremanera. Luego, un ruidito de garganta se hizo presente y todo siguo normal. Tenía ganas de reír. Él era tan caliente que no podía evitar gustarme.

Mi boca casi luego de unos segundos luego del susto comenzó a comerlo, fondo. Mi lengua se enrrollo en su longitud y gemi bajito por sentirlo.

—Que buena niña, si... Justo así bebé. —Sonreí. Lo saqué de mi boca y esta vez lamí sus testículos, sentí sus manos en mis hombros y luego una de ellas colarse entre mi blusa, apretando uno de sus senos. —Eres muy buena bebé.

Seguí con mi trabajo, esta vez apretando más, hasta el fondo, podía sentir como poco a poco se estremecía y se retorcía, se hacía más y cada vez más tenso, por lo que apresure más mi labor, con mis manos le acariciaba los muslos y los testículos, mientras que mi boca se encargaba de su tronco.

Pronto su mano me tomo por el cuello, en la parte trasera e hizo que mi boca se fuera profundo, colándose entre mi garganta y él llenándola de su semen calientito.

Delicioso.

—que buena bebé. —Me separé de él aún lamiendo mis labios y este se recostó en su silla para verme a los ojos.

—que buen papi. —Dije yo igual de bajo que él, este era un secreto, nuestro secreto.

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