La predicación de uno de los consejeros más viejos de la comunidad mágica antes de padecer en manos del nuevo rey, fue "El amor será la conexión o destrucción entre el reino mágico y el mundo de los no magos, habrá de nacer dos personas de cada mundo, ellas nacerán hoy cuando de mi último suspiro, nacerán con una runa nunca antes vista, no sabrán su conexión ni su procedencia, solo sentirán la necesidad de estar uno con el otro, si llegan a oponerse al sentimiento será el fin para los dos mundos".
Todos los presentes escuchaban con atención, ya que siempre las predicciones dadas antes de morir de cada uno de los consejeros era verídica, el rey Arthur estaba más que nervioso ya que en la otra habitación se encontraba su amada esposa en labor de parto, es allí que supo que una de las personas que destruiría o conectaría los dos mundos sería su pequeño hijo.
Por otro lado, en el mundo de los no magos, la reina Elizabeth daba la vida por su pequeña niña, ya que sin motivo alguno el parto se adelantó, debatiéndose entre la vida y la muerte Elizabeth trajo al mundo a la pequeña Ariana, hija del rey Marco y Elizabeth, mientras que en el reino mágico llegó al mundo Erick hijo del rey Arthur y Amelia, dando el último suspiro el consejero, se escuchó en los dos reinos el sonido más melodioso, el llanto de los pequeños sucesores.
Los dos niños nacieron con buena salud, pero lamentablemente Elizabeth estaba muy débil, así que como reyes sabiendo la existencia del reino mágico pidieron ayuda.
El rey Arthur, al enterarse de que ellos también tuvieron a su primogénita al mismo tiempo en que nació su hijo supo que ellos estaban destinados a cumplir la profecía, es por eso que decidió salvar a la reina pero con la promesa de comprometer a su pequeña recién nacida con su hijo. Lo que el rey Marco no sabía era la predicación que había tras dicho compromiso, así que acepto con tal de que salvarán a su amada reina sin importar costo alguno.
Fue así que el reino no mago recibió ayuda de el reino mágico, el rey Arthur acudió a tal pedido sin antes ver a su pequeño heredero al trono, al revisar a Erick encontraron algo muy curioso, en su pequeño hombro estaba la marca de una runa no conocida por los hechiceros, está era la prueba de que la profecía del viejo consejero se iba a cumplir, solo faltaba constatar que la pequeña recién nacida en el reino no mago tenga la misma marca para completar dicha predicción, esto haría que los dos reinos se unan y compartieran el conocimiento que caracterizaba a cada uno, claro si los dos pequeños al crecer aceptaban ser uno para el otro.
El rey Arthur se dirigió con todo lo necesario para ayudar a la reina Elizabeth, cuando llego el rey Marco lo recibió con toda la cordialidad que lo caracterizaba, cabe mencionar que estos dos reinos nunca habían pedido ayuda uno del otro ya que preferían tener cierta distancia por problemas pasados. Es por ello que la predicación era un enigma para todos, no solo para el rey Arthur sino para toda su corte.
-Un gusto tenerlo aquí rey Arthur, gracias por acudir a mi llamado, le viviré eternamente agradecido.
Saludaba amablemente el rey Marco al ver entrar por las enormes puertas del castillo, a aquel hombre alto de cabellos rubios y ojos verdes.
-El gusto es mío rey Marco, me hubiese gustado que hubiera sido con otro motivo y no en esta lamentablemente circunstancia.
Respondía al ver aquel hombre de cabellos castaños y tupida barba.
-Si también hubiese querido lo mismo, lastimosamente, como decia en mi llamado mi esposa quién recién trajo al mundo a nuestra pequeña, está delicada de salud ya que se adelantó el parto, la nena está más que bien, si la viera es hermosa.
Dijo el hombre con la mirada llena de amor, lo cual hacia que el rey Arthur sonriera pues el pasaba por lo mismo con su pequeño primogénito.
-Me gustaría poder conocer a la pequeña, claro si no es molestia alguna, en cuanto a su esposa quisiera verla de inmediato.
-Claro sígame, por favor y de nuevo gracias.
Los hombres se dirigieron hacia la parte privada del castillo, donde se encontraban los aposentos de los reyes y familia real. Al entrar a la habitación principal el rey Arthur no quedó deslumbrado ya que sus aposentos prácticamente y de cierta manera eran parecidos, a diferencia de la iluminación, pues en el mundo mágico las habitaciones de la realeza eran iluminadas por un hechizo que otorgaba a la habitación de ciertas características, en el día eran como rayos sutiles de sol y en la noche se asemejaba a una noche llena de estrellas que transmiten una paz y tranquilidad para descansar.
-Un gusto conocerlo rey Arthur.
Dijo casi pereciendo la joven de melena negra pero de tes blanca y ojos grises que se encontraba en la cama, ella era la reina Elizabeth, su belleza era muy notoria y transmitía un aura difícil de descifrar, esto dejo confundido al rey Arthur.
-El gusto es mío, no se moleste en hablar.
Ella solo respondió con una sonrisa muy delicada.
El rey Arthur empezó a dibujar runas por el cuerpo de la mujer, se notaba que estaba muy débil pues al momento de dibujarlas el cuerpo las absorbía de inmediato. Las runas que dibujaba eran para curar todo el cuerpo, solo era cuestión de que el cuerpo reaccione a las mismas, bastaron solo dos horas para que la reina este fuera de peligro.
Es cuando presentaron a la princesa Ariana al rey Arthur.
-Es realmente hermosa._Dijo este cuando la vio_Puedo cargarla?_Pregunto.
-Claro con gusto_Respondieron en unísono Marcos y Elizabeth.
-Ud tiene hijos?_Pregunto Marcos.
-Si, mi pequeño príncipe, tiene la misma edad que su pequeña.
El escaneo detalladamente a la pequeña y en efecto ella tenía dibujada la misma runa, a diferencia de Erick está la tenía en la clavícula muy sutilmente marcada, confirmado ella era la elegida. Lentamente devolvió a la pequeña princesa a su madre.
-Rey Marco necesito hablar con UD en privado._Dijo este con una seriedad que aterraba.
-Claro sígame.
Lo llevo a una pequeña sala.
-Quiero algo a cambio por la ayuda prestada.
Soltó de repente el rey Arthur, esto hizo que el cuerpo del rey Marco se tense de repente.
-Cual es el precio?_Respondio.
-La mano de su hija, ella al crecer deberá casarse con mi hijo.
-No creo que forzar una unión desde esta edad sea lo indicado.
-Solo eso pido a cambio de haberle salvado la vida a su esposa.
-Entonces que así sea, pero con una condición.
-Cual?
-Que si ella no acepta no la voy a forzar.
-Eso lo veremos, aún así ella queda comprometida a mi hijo.
Sin más que decir los reyes se despidieron, sin antes hacer un hechizo el cual comprometía a ambas partes.
Qué hiciste qué?? _Cuestinaba Elizabeth aún cansada.
-Eso lo que pedía a cambio de haber salvado tu vida amada mía. _Respondia nervioso el Rey Marco.
-No, no voy a permitir que mi hija que tiene apenas unos días de nacida ya este comprometida y aún menos con el príncipe del reino mágico.
-No te preocupes que puse una condición para el compromiso, es que no voy a obligar a mi pequeña Ariana a nada.
-Espero sea así, si no no te perdonaré.
Entre gritos de los padres de la princesa Ariana, está empezó a despertar de su profundo sueño.
-Ya ves hiciste qué se despertara mi pequeña, pásamela por favor.
Mientras Marco cargaba a la pequeña, Elizabeth pensaba que era demasiada coincidencia lo del compromiso ya que por toda las disputas pasadas era muy difícil el interactuar de los dos reinos.
-Mira que cosa más linda la de mami._ Hablaba de forma consentidora Elizabeth a su pequeña, ella la detalla de manera minuciosa ya que aparte de que se notaba que tenía una belleza extraordinaria no podría creer que era madre, hasta que se percató de aquella mancha con forma extraña.
-Marco, ven aquí mira esto._ Mostraba su pequeña a su esposo.
-Que extraño._Respondio.
-Si, y más con la visita del rey Arthur, viste si hizo algo en ella??._Cuestionaba pensativa.
-No, yo vi sus manos todo el tiempo en que cargaba a mi pequeña.
-De verdad tiene que casarse mi princesa con el hijo de ellos??_Decia con pena Elizabeth ya que ella creía eternamente en el amor no obligado.
-Todo lo decidirá ella, no pensemos en eso solo disfrutemos de la oportunidad que nos han dado.
Elizabeth pensó que era lo mejor ya que un matrimonio arreglado entre los dos reinos era conflictivo y más con las disputas del pasado.
Mientras en el otro reino Arthur regresaba contento para disfrutar a su pequeño Erick y de su amada esposa, mientras en el camino pensaba en como unir de manera en que los dos pequeños formen una buena relación, es así que la mejor idea era que los dos se conozcas de a poco.
Cuando llegó al castillo se dirigió a la habitación de la reina Amelia, la encontró dando de amamantar al pequeño Erick.
-Como estás amor?_ Pregunto Arthur a su amada.
-Bien cariño, mi príncipe como mucho. _Respondio con una enorme sonrisa.
-Pues debe alimentarse bien es el futuro heredero del trono y debe superar a todos como el mejor hechicero.
-Asi será, cuéntame qué pasó en el otro reino??
-Todo está bien, salve a la reina de una muerte más que segura. Y he pedido algo a cambio.
-Que hiciste??_ pregunto Amelia pues conocía más que suficiente a su amado rey.
-He pedido la mano de la hija para nuestro pequeño._Respondio sin titubear.
-Crees que es lo correcto??. Lo digo por todo lo que pasó?
-Si, totalmente, ella es la elegida, tiene la marca.
-Eso por la profecía??
Con un suspiro respondió - Si, en ellos está nuestro futuro.
-Si lo dices, que así sea.
Ellos sabían que un matrimonio arreglado podía funcionar, ya que ellos eran un gran ejemplo, lograron amarse a pesar de casarse sin amor.
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