La máquina que me mantenía con vida emitía un pitido que retumbaba por toda la habitación. Yo sabía que iba a morir tarde o temprano. El cáncer estaba ganando la lucha y yo ya no podía hacer nada para seguir luchando. El diagnóstico del doctor fueron las peores 5 palabras que había escuchado en mi vida "Solo 6 meses de vida" sin embargo yo sé que viví al máximo cada uno de mis días. La puerta de la habitación se abre. Es mi madre que me mira con los ojos vidriosos. Ésto no va a ser fácil para ellos.
—Hola, mi hermosa Samay. Te traje tu postre favorito—Dijo ella mientras sacaba de una lonchera azul un recipiente como moras azules y yogurt griego.
—Gracias mamá, pero no tengo hambre—Era verdad, los últimos días mi apetito había disminuido considerablemente y ocasionó que perdiera peso.
—Hija, solo come un poco, sé que últimamente has perdido el apetito pero debes disfrutarlo durante éste tiempo que...—Mamá no soporto más y las lágrimas se derramaban en sus mejillas. No soportaba la idea de dejarla sola, tan solo pensarlo me dolía tanto que no pudiera seguir adelante.
—Mamá, no me hagas ésto. Sé que va a ser difícil pero tienes que seguir tu camino, no importa si yo no estoy aquí físicamente— Sin darme cuenta las lágrimas ya habían salido de mis ojos. Mi mamá me abrazó y las dos lloramos desconsoladamente.
Papá entró y nos vió, las dos. Nuestros ojos estaban rojos y un poco hinchados.
—He llegado hija, ¿Por qué lloran? Debemos mantenernos fuertes en ésta situación— Sabía que papá solo decía eso para no mostrar la tristeza que escondía detrás. El me dijo que no quería llorar a la hora de que yo partiera y no porque no le doliera sino porque quería ser el soporte de mamá.
—Cariño, ¿Qué ha dicho el doctor?
Papá y mamá salieron de la habitación pero al instante entró la persona que siempre creí que fue mi alma gemela.
—Colin...—El no me dejó terminar porque se abalanzó hacía mi llorando con una profunda tristeza que no había notado durante todo éste tiempo.
—Sam... ¿Por qué me haces ésto?—De nuevo las lágrimas brotaron sin control y cubrí mi rostro en el espacio entre su clavícula y su hombro. Sin duda voy a extrañar el aroma que desprende su cuerpo.
—Colin... no quiero que te estanques solo por mí, tu debes seguir con tu vida incluso si yo no estoy ahí.
—No, yo quiero que tú estés conmigo en mis logros y en mis derrotas.
—Colin...
—Sam, sé que no quieres que me hunda en depresión por todo ésto pero no te puedo prometer nada mientras veo cómo estás muriendo y te quedan pocas horas.
—No me prometas nada, llora todo lo que tú quieras pero también encuentra la forma de salir y seguir. Donde sea que esté necesito que ambos estemos bien.
Por unos instantes se formó un silencio en la habitación.
—Colin... prométeme que vas a seguir adelante.
—Sam...
—Colin... yo quiero morir con la esperanza de que puedas encontrar el amor en otra parte, yo sé que no va a ser fácil para tí pero al menos antes de irme sabré que tú te darás una oportunidad en el amor.—El seguía llorando en silencio. Yo hacía lo mismo, el nudo en mi garganta me impedía seguir hablando.
—Te lo prometo... Voy a seguir adelante. Por los dos.—El hundió la cara en la sábana que me cubría y siguió llorando. Ya estaba más tranquila pero eso no significa que no me doliera dejarlo tal vez en unas horas.
...****************...
Las horas pasaban y cada vez me sentía más débil. pude ver mi reflejo en un pequeño espejo y mi rostro estaba cada vez más pálido. Aquella piel morena que algún día brillaba por si sola hoy perdió su color. Mis padres no tenían la valentía de poder entrar a ver cómo su única hija estaba cada vez más cerca de la muerte.
Esperé 10 minutos más y papá entró a la habitación.
—Hija... ¿Cómo te sientes?— Ya estaba tan débil que he perdido todas las fuerzas incluso para hablar. Papá tenía los ojos inundados en lágrimas pero se aclaró la garganta y habló.
—Ya no puedo hacer nada para que tú sigas aquí, antes de que te vayas quiero que sepas que agradezco haber tenido una hija como tú. Te juro que estoy tratando de mantener dentro el llanto pero ya no aguanto.— Papá se echó a llorar en ese momento.—Te agradezco todos los buenos momentos que pasaste a nuestro lado, voy a echar de menos tu sonrisa radiante que nos regalabas cada día al llegar del colegio. Tú música a todo volumen en tu habitación o tus recetas raras. Todo lo que hacías ahora va a dejar un vacío en casa y más que nada en nuestros corazones.
—Papá...—Traté de hablar con todas mis fuerzas, no podía morir sin decirle una última vez lo mucho que lo amaba— Donde sea que esté, recuerda que te amo.
—Yo siempre te amaré, cariño. Nos vemos en otra vida. Hasta pronto.
Papá ya no soporto y salió llorando de la habitación. Yo solo permanecí ahí. Las lágrimas ya no salían y sentía que el frío se apoderaba de mi cuerpo.
Mamá fue la siguiente en entrar y ella ya tenía los ojos hinchados.
—Cariño, no sabes la falta que me vas a hacer, todos esos recuerdos que tengo son los más felices que he tenido en toda mi vida. Pero te prometo que mamá va a hacer todo lo posible para continuar. Papá y yo queremos que nuestra hija se sienta orgullosa de nosotros. Porque yo ya me siento orgullosa de lo fuerte que fuiste todo éste tiempo, fuiste una gran guerrera. Te amo mi vida. Si extrañas a mamá házmelo saber. Ésto no es un adiós cielo. Estoy segura que te volveré a ver.
—Te amo mami—Mamá tomó mi mano fría y me dió un beso, después besó mi frente e hizo entrar a papá y a Colin.
Todos estaban en el sillón a lado de mi cama y yo solo cerraba los ojos, poco a poco deje de sentir frío, el sonido de la máquina cada vez se hacía más débil y yo empecé a perder el sentido del oído, escuchaba los llantos de mamá a lo lejos, poco a poco todos los demás sentidos se iban desvaneciendo. Fue entonces que entendí que estaba muriendo.
De un momento a otro todo el dolor que sentí se desvaneció, no existía el miedo ni la tristeza, tampoco la felicidad. Solo me sentía libre. Pude ver mi cuerpo recostado en la camilla del hospital y mamá abrazando el cuerpo que alguna vez me perteneció. Papá trataba de mantenerse fuerte mientras abrazaba a mamá.
Por otro lado Colin estaba afuera de la habitación, llorando como si no hubiera fin.
—Bienvenida, Samay—Un anciano con barba blanca muy crecida y con una sonrisa serena me habló.
—¿Quién es usted? ¿Acaba de morir al igual que yo? ¿Cómo sabe mi nombre?— No hubo ninguna expresión de su parte. El sólo se limitó a hablar.
—Escucha, Samay. Todos los humanos tienen un ciclo de vida y cuando éste acaba tienen la oportunidad de reencarnar, siempre y cuando hayan descubierto su propósito en la vida. Ésto no sólo depende de ti. Tus familiares o personas cercanas a tí deben "Dejarte ir"
Seguía aturdida. No entendía lo que trataba de decir con lo último.
—¿A qué se refiere?
—Todos aquellos que formaron parte de tu vida deben encontrar la paz y la superación respecto a tu muerte. Sólo así tú puedes tener una nueva vida y seguir buscando un nuevo propósito, si es que en tu vida pasada ya lo habías descubierto.
—¿Hay alguna forma de que pueda ayudarlos?
—Si la hay. Puedes comunicarte con ellos a través de sus sueños. Por el momento no es recomendable hacerlo. Toma un poco de tiempo para no afectar su proceso de superación.
—Entiendo.
—Buena suerte, Samay. Hasta pronto.
—¡No! ¡Esperé!— Un parpadeo bastó para que el anciano desapareciera y me dejara sola. Ahora mi objetivo es lograr que mis padres vivan una vida plena sin mí. Durante muchos años.
No llevo la cuenta de cuánto tiempo ha pasado, tal vez han sido días, semanas o incluso años. He estado observando a mis padres un poco más de cerca.
Mis padres no la están pasando nada bien. Papá ya se ha enfermado 3 veces en un lapso de tiempo reducido, el cree que es mejor que mamá no lo sepa para no preocuparla. Mamá fue internada al hospital hace poco, ella estaba tan débil que un día se desmayó y se golpeó la cabeza en la esquina de la mesa afortunadamente papá llegó a tiempo.
Colin se ha distanciado de todos sus amigos, todo el tiempo está en la biblioteca devorando libros solo para olvidar por un momento su dolor, a veces su conducta es algo agresiva, tal vez es por eso que todos sus amigos se han alejado.
Todavía recuerdo que días atrás durante la ceremonia semanal de la escuela guardaron un minuto de silencio por mí. Vaya bola de hipócritas.
La voz de un chico me hizo sobresaltarme.
—¡Hola! ¿Hay alguien aquí? Además de mí, claro jaja que estúpido ya estoy muerto.
Yo solo volteé y pude ver la silueta de un chico alto, tenía el pelo color rojo y su rostro estaba repleto de pecas. No quería dejarlo hablando solo así que le respondí.
—¿Quién eres?
Como él estaba de espaldas, al escuchar mi voz se sobresaltó. Cuando me vió no dudó ni un segundo en ir a mi y abrazarme.
—¡Gracias por estar aquí! no sé que hubiera hecho si no encontraba a alguien. Tal vez me habría vuelto loco... Espera ¿Los muertos pueden volverse locos?
—Vaya... Tienes muchas energías ¿No?
—¿Es muy obvio?
—Lo es, ¿Te alegra haber muerto o por qué estás tan... enérgico?
—Creo que siempre he sido así, incluso en vida. Mis padres decían que era muy ruidoso pero eso nunca me importó.
—¿Por qué estás aquí?
—No lo sé, hace un momento un anciano me dijo que si te ayudaba a encontrar la paz en tu alma podía tener la oportunidad de vivir de nuevo.
—¿Ayudarme? ¿Por qué harías eso?
—Es algo así como...un...¿Castigo?
—¿Por qué te castigaron?
—No cumplí mi tiempo de vida, se supone que no debí morir ahorita sino hasta los 74 años ¿Puedes creerlo? Qué infierno.
—Entonces eso quiere decir que tu...
Como si supiera lo que iba a decir el asintió y respondió.
—Si... yo me quité la vida.
Por instinto yo emití un grito ahogado pero a él pareció no importarle en lo absoluto y continuó hablando.
—Tal vez para tí parezca un acto cobarde pero para mí fue la mejor desición que he tomado todo éste tiempo. Siempre tuve la sensación de que morir era la única forma de sentirme con vida.
—Lo siento mucho, lo que hiciste no fue un acto cobarde. Tal vez fue la única salida que encontraste a tus problemas pero no te voy a juzgar por ello.
Después de decir esas palabras solo hubo un gran silencio. Pero aquel sujeto no se quedó callado y continuó hablando.
—Por cierto olvide presentarme. Ésta situación todavía no es algo que pueda asimilar, me llamo Joe.
El tipo parecía ser agradable y divertido. No parece ser alguien de confianza, así que sólo estreche su mano.
—Que tal, Joe yo me llamo Samay pero puedes llamarme Sam.
Llevamos un rato caminando sin que él se diera cuenta. Después lo notó y volvió a hablar...de nuevo.
—Oye ¿A dónde vamos?
—A mi escuela. Necesito ver a alguien.
—Wow, no te conozco ni un día y ya me estás llevando a tu escuela. Eso me hace sentir halagado.
—No hables demasiado. Si no fuese por una alguien a quien necesito ver no volvería aquí nunca.
—¿Quién será esa persona?... Es tu novio ¿No es así?
—¿Cómo lo sabes?
—Por la forma en la que tus ojos brillan al buscar a ese alguien.
—¿Es muy obvio?
—¡Claro que sí! ¿Si no a quien más verías de esa forma? ¿A ese profesor gordo y barbón que se está comiendo los...
—¡Si! tienes razón, es mi novio. Bien llegamos a la biblioteca.
—¿Para que venimos a la biblioteca? No podemos tocar nada.
—Guarda silencio. Necesito buscar a Colin.
Escuchamos un sonido fuerte, algo así como si alguien hubiera tirado unos libros. Se supone que ahora nos encontrábamos en la biblioteca de la que algún día fue mi escuela. Al parecer estaba más vacía de lo común.
—Vaya, esa chica tiro sus libros. Debería ayudar... No espera no puedo yo ya morí. Tal vez tenga suerte la próxima vez.
Yo me quedé sin habla. Aquella chica estaba mirando hacía la dirección donde nosotros estábamos. ¿No se supone que nadie puede vernos? Le dí un codazo a Joe pero el seguía parloteando. No fue hasta la segunda vez que le di un codazo que el respondió.
—¡Oye! ¿Qué te pasa, por qué me...
Señalé con mi cabeza en dirección a la chica asiática que seguía ahí parada y Joe dejo de hablar. Ambos estábamos esperando alguna reacción de parte de aquella chica.
—S-Samay...
En ese momento me quedé congelada, ella podía vernos. Y lo peor es que ella sabía quién era yo. Tomó sus libros con las manos temblorosas y salió corriendo de ahí. Yo no podía quedarme con tantas preguntas sin responder así que la seguí. Joe tomó mi brazo.
—¿A dónde vas?
—¿No te diste cuenta que ella puede vernos?
Joe parecía confundido con lo que acababa de decir.
—Oh ¿No estabas hablando de esa enciclopedia de osos hace un momento? Creí que por eso me habías golpeado.
—Agh, no importa. Tú sígueme.
Busqué por toda la escuela pero no la encontraba. Tal vez se escondió en un lugar privado... ¡El baño!
Pude ver su silueta escabullendose hacía el patio. Tengo que alcanzarla.
—Oye Sam, ¿Por qué esquivas personas? No podemos tener contacto con ellas. Si sigues haciendo eso vamos a tardar más en ir por esa chica.
—Es verdad. Vamos Joe, tenemos que alcanzarla.
Ella se fue a su dormitorio, no se preocupó siquiera por cerrar la puerta. Estaba en una esquina con la mirada perdida y temblando. Tal vez sería una buena idea hablar con ella o primero tratar de calmarla.
—Oye... ¿tú puedes verme?—Ella no me dió respuesta alguna, tan solo seguía temblando. Segundos después se respondió a si sola.
—¿Por qué me pasa ésto? Se supone que todo acabó con ese maldito amuleto. ¡POR QUÉ TE VEO SAMAY! ¡TU ESTÁS MUERTA!— Ella sacó una pulsera algo rara de el bolso de su sudadera y lo lanzó a la pared.
—Entonces no estaba equivocada ¡Tú me puedes ver! tal vez eso sea bueno.
—¿Qué? No, ésto no es para nada bueno.
—Por cierto ¿Cómo me conoces? ¿Cómo te llamas?
—Tu eras la novia de Colin ¿No?. Yo los veía andar por los pasillos de la escuela...¿Quién es el?—Dijo viendo hacia la puerta. Joe entró y le dió una sonrisa como saludo.
—El es Joe. También lo acabo de conocer.
—Que tal Joe. ¿Por qué vienes con Samay?
—Bueno eso es una larga historia. saldré a ver toda la escuela. Nos vemos...¿Cuál es tu nombre?
—Jia, me llamo Jia.
—Bueno, Jia nos vemos.
Joe desapareció y solo quedamos Jia y yo.
—Entonces ya nos conocías ¿Por qué nunca hablamos?
—P-Porque a mí
—¿Te gustaba Colin?—Jia se puso más blanca de lo que era, todo su cuerpo se tensó.
—S-Si. Lo siento no creas que yo quería separarte de el ustedes...
—Jia. No me molesta en lo absoluto tu respuesta.
—¿No?
—Antes de morir le dije a Colin que no me importaba si el buscaba alguien más. En verdad me gustaría que no se detuviera solo por mí. Y me alegro que te hayas enamorado de él.
—¿Por qué te alegra?
—Porque sé que todavía hay alguien que puede hacer que Colin sienta que alguien lo ama.
—No Samay, eso es imposible yo no...
—Vamos, en verdad necesito que hagas ésto por mí.
—No voy a forzar a Colin a enamorarse de mí.
—¿Quién dice que lo vamos a forzar?
—¿Qué ganas con todo ésto?
A pesar de que no conocía a Jia del todo bien, tenía que ser honesta con ella desde un principio.
—La oportunidad de volver a vivir.—Jia me vió con su semblante relajado pero con una curiosidad enorme a través de su expresión.
—Es una larga historia, Jia. No quiero confundirte, pero yo sé que tú eres la indicada para ayudar a Colin.
—¿Cómo voy a lograr eso? Todos dicen que soy una chica con cuerpo de chico. Todo éste tiempo me han juzgado por mi forma de vestir como si eso cambiara lo que soy en el interior. Yo sé que no soy lo suficientemente bonita y si me acerco a Colin mis compañeros se burlaran de mi. No creo que pueda soportar eso. ¿Que pensaran de mi? Esa estupida está coqueteando con el chico que acaba de de enterrar a su novia hace unas semanas. Debería darle vergüenza.
—Jia, no me importa lo que crean los demás, la forma en la que te vistes no debe importarle a los demás si a tí te gusta. Las personas siempre van a hablar mierda uno de otros pero si te ven brillar ellos querrán hacer cualquiera de estas 2 cosas: te van a querer quitar tu brillo o van a querer acercarse para querer tomar un poco de el para que ellos puedan brillar como tú y así creer que son superiores que tú y apagarlo poco a poco. Cualquiera de estas dos opciones terminan con el mismo objetivo. Algunos te van a querer por tu brillo interior y estoy segura que Colin es así. El te quiere por quien eres.
Jia parecía triste y tenía la expresión un poco serena y tensa a la vez.
—No me visto así porque quiera. Mis padres siempre han sido muy conservadores, mamá dice que no debo vestir provocativa para no llamar la atención de los chicos ¿No es una estupidez? ¿Solo por usar lo que te gusta ya eres una zorra? Si el mundo funcionara al revés los hombres serían unos idiotas arrastrados.
—Pero tus padres no están... así que puedes vestirte como desees.
—Pero ¿Qué pasa si me descubren? además no sé que estilo de ropa va conmigo.
—Esa es la primera parte ¿Qué ropa tienes en tu armario? quiero ver qué podemos hacer con toda tu ropa. Ve a cambiarte por algo que tú usarías cotidianamente.
Jia no tardó ni 5 minutos en cambiarse... Cuando salió me quedé sin palabras ¿Qué clase de conjunto era ese?
—¿Crees que ésto sea...—La interrumpí inmediatamente.
—No. Prueba con otra cosa.
...(7 conjuntos después)...
—Ya busqué en todo mi armario y es todo lo que tengo. Es horrible ¿no?
Jia ya se había cansado de cambiar conjuntos pero no le podía decir que la ropa era... ¿Horrible? No debía herir sus sentimientos.
—¡No!... no es eso, es solo que no siento que algo de lo que hay en tu armario vaya contigo. ¿Por qué no vamos a una tienda de ropa? Creo que será una buena opción.
Jia se quedó pensativa por qué un rato y luego me sonrió.
—Al carajo los ahorros para libros ¡Vamos!
...****************...
Llegamos a la tienda de ropa y Jia se puso a buscar un conjunto de inmediato. Yo solo le señalaba la ropa con la que se vería bien y ella sólo la tomaba. La tacharian de loca si se dan cuenta que ella "habla sola".
—Que tal si te mides esa blusa— le señalé una blusa color blanco abotonada.
—¿Será muy llamativa?— Dijo Jia en un susurro para asegurarse de que nadie la escuchara.
—No. tú confía en mí, te verás fenomenal.
Se fue a probar toda la ropa que le indiqué y ella tardó media hora en salir del probador y salió con la misma ropa que traía puesta.
—¿Por qué traes la misma ropa? No me mostraste como lucía la ropa.
—Lo verás mañana. Es una sorpresa, me llevaré ésto.—Dijo señalando 3 jeans y 4 blusas.
—Excelente. Ve a pagar y te espero en la salida.
...****************...
Estábamos a 5 cuadras de los dormitorios cuando Jia se esconde detrás de un árbol.
—¿Qué pasa?
—Ese...sujeto.—Señaló a un tipo alto con pelo corto, ojos azules y venía platicando con una chica. No entendía nada de lo que estaba pasando.
—¿Qué tiene de malo?
—Ese idiota me ha hecho la vida una mierda. no quiero que me vea—Lamentablemente el tipo escuchó a Jia y ella se sobresaltó al verlo. La chica que lo acompañaba veía la escena con diversión.
—¿Quién no quieres que te vea?
—Z-Zack ¿Qué tal? No hablaba de nadie. Sigue con tu camino.
—¿Por qué? Yo solo quiero platicar contigo— El tipo hablaba con un gran sarcasmo. Qué irritable—¿Has ido a comprar cortinas para hacer nueva ropa? ¡Qué tierno!.
Jia no tenía que soportar todo lo que le hacían. De alguna manera tenía que poner a su lugar a ese imbécil. Cuando la ví tenía los ojos llorosos. Ella tenía que hacer que todos vieran quien era en verdad... no como yo.
—Jia no puedes dejar que te trate así. Ponlo en su lugar es un idiota
Jia no dijo nada y solo suspiró. De pronto empezó a hablar.
—Si. He ido a comprar nuevas cortinas para ver si algún pendejo se acerca a preguntar si es ropa. Nos vemos luego, Zatch. Tengo que bordar mi ropa.
—¿Qué estás tratando de decirme?
Jia sólo rió y tomó sus bolsas de ropa. Después continuamos nuestro camino.
—Vaya, me sorprende que hayas echo eso. Estoy muy orgullosa de ti.—Jia de un momento a otro estaba llorando.
—¿Qué pasa?
—N-No es nada, es solo que si no hubiera sido por ti no se qué habría hecho. Tal vez solo hubiera dejado que hablara más y nunca pensé que llegaría éste día en el que podría defenderme sin ayuda de nadie. ¡Gracias por todo!— Ella abrió sus brazos para abrazarme pero lo único que logró fue abrazar un árbol pequeño. Las personas la veían raro pero a ella no le importó y empezó a reír.
—Bien, ya lo has hecho una vez. Pusiste en su lugar a Zack y creo que puedes seguir intentando hacer lo mismo cada día.
—Trataré de dar lo mejor de mí. Es una promesa.
—Entonces espero que no rompas tu promesa.—Dije sonriendo.
...****************...
—Bien, hemos llegado.
—Jia, debo irme supongo que quieres descansar hoy ha sido un día agotador.
—Claro, vuelve cuando quieras. En verdad gracias por todo no se que haría sin ti.
—Basta de agradecimientos, eso duró todo el camino. Nos vemos luego.
—Adios, Sam.
Me marché de ahí con una gran sonrisa. Recordé que tenía que buscar a Joe. Recorrí toda la escuela y solo me faltaba un lugar, el comedor.
Entré y lo primero que ví fue a Joe platicando con una cocinera, a pesar de que ella no lo escuchara ni sintiera su presencia.
—¡Joe! ¿Qué carajo estás haciendo?—Lo regañé en un susurro.
—¿Por qué estás susurrando? No me puede ver. Necesitaba ahogar mis penas y ésta señora es muy buena escuchando. Todo éste tiempo no ha dicho una sola palabra.—Dijo con un tono burlón.
—Ya vámonos
—¡Al fin! ¿Ahora a dónde iremos?
—A mi casa, necesito saber cómo están mis padres.
—Cariño apenas nos conocimos ¿No crees que vamos muy rápido como para presentarme a tus padres?—Joe sabe cómo hacerme reír. Lo tomé de la muñeca y nos marchamos de ahí.
Cuando llegue a casa vi a mi padre entrar. Recién llegó del trabajo pero se veía muy cansado. Me asomé por una ventana para ver qué hacían y pude ver que el subió a ver a mamá quien estaba en su habitación.
—Vaya, a tus padres le debió doler tu partida. Supongo que eso es mejor que ver a tus padres agradeciendo que hayas muerto.—Joe terminó la última frase con las voz entrecortada, cuando me giré para verlo el seguía con la misma sonrisa. Lo único que se me ocurrió hacer fue abrazarlo. Él me devolvió el abrazo pero al parecer no derramó ninguna lágrima.
Escuché el sonido de un vaso rompiéndose. El sonido provenía de la habitación de mis padres. Me dirigí a esa parte y lo que ví hizo que se formara un nudo en mi garganta.
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