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Mala Esposa

Acuerdo comercial

El sol brillaba fuerte esa mañana... Estaba en mí cuarto preparándome para ir a la oficina. Escuché que llegó gente a casa, raramente recibimos visitas desde que mamá falleció hace dos años.

Papá los recibió y le pidió a Nana que me ayudara a ponerme un lindo atuendo.

- Nanny... ¿quienes vinieron? Le pregunto con una dulce sonrisa que solo Nana merece.

- No puedo decirte nada cariño.

- Por favor, dime. Papá no sabrá que tu me lo dijiste

- Ayy mí niña, lo único que puedo decirte es que tu padre estuvo muy ansioso esperando esta visita. Es gente importante, imagino que tiene que ver con los negocios de la empresa.

- Ahora entiendo porque te pidió que me arreglarás... Le respondo algo nerviosa.

Ya lista bajé, mí padre estaba en la sala con el señor Howell y su hijo Daniel Howell. Los conozco, su compañía es una de las más exitosas en el mercado de tecnología científica. Papá estaba buscando desde hace tiempo llegar a un acuerdo con ellos.

Daniel me ve, se levanta y me saluda respetuosamente.

- Siéntate cariño, le pediré a la mucama que te traiga té. Dice mí padre con una actitud ansiosa.

- No quiero dar vueltas, estamos aquí por un acuerdo comercial. Dijo seriamente el viejo Howell

- Sophia, hija... Estamos realizando el acuerdo para que el joven Daniel y tu contraigan matrimonio.

Daniel ni siquiera me miraba, papá parecía avergonzado. Claramente me estaba vendiendo.

El señor Howell tenía entre sus manos un contrato, teníamos que firmarlo.

No sabía que decir. Tengo 22 años, sabía que en algún momento debía casarme, pero nunca espere que fuera con Daniel Howell. Es un joven apuesto, pero su frialdad me daba miedo.

- Papá, ¿podemos hablar un momento en privado?

- Si Sophi. Por favor, discúlpenos un momento, debo tener una pequeña conversación con mí hija.

Nos retiramos para hablar, cada paso que daba sentía la mirada fría del viejo Howell en mí espalda.

- Papá, por Dios, ¿qué es esto? ¿qué estás haciendo? No me voy a casar con ese tipo

- Sabes bien que la situación en la que nos encontramos es mala, si no hago algo urgente perderemos la empresa. Dice mí papá sin mirarme.

- Tiene que haber otra solución, estoy trabajando ahí, estoy teniendo excelentes resultados con los acuerdos comerciales, me prepare toda la vida para asumir las responsabilidades de nuestra empresa, no quiero perderla pero tampoco casarme con él. Lo digo con seguridad, deseando que papá se retracte de esto.

- Sé bien que eres capaz, sé que estás haciendo un trabajo brillante, eres digna heredera Bellamy, pero en este momento no podemos recuperar la empresa por nuestra cuenta. Necesito que te cases con Daniel Howell, su padre invertirá muchísimo dinero en nuestra compañía.

- Papá, por favor, dame una oportunidad. Dame tiempo

- ¿No entiendes? No hay tiempo. Levantó su voz

Las lágrimas empiezan a brotar, papá me mira y me abraza y me susurra:

- Sophie, mí amor, perdoname. No puedo perder la empresa que la familia de tu mamá y mis padres crearon. Hazlo por mamá. Hazlo por mí, serás feliz con Daniel.

Me seco las lágrimas, me acurruco en los brazos de papá. Me siento tranquila ahí, lo amo y el me ama. Está desesperado, de lo contrario jamás me hubiese pedido que acepte esto. Me resignó y le digo:

- Está bien papi, lo haré...

El día de la boda se acerca

Desde que firmaron el contrato comercial y nuestro matrimonio, no volví a ver a Daniel.

En los medios de lo único que se habla es de nuestro casamiento.

- Nanny... ¿y si el se da cuenta que estoy enamorada de otra persona?

- Mí niña, no cometas ese error, olvídate de todo. Pronto te convertirás en la señora Howell. Dice Nana, mientras acaricia mí cabello.

Desde que tengo 16 años estoy enamorada de Alexandro y el de mí. Estudiamos juntos, cuando nos graduamos, esa noche me llevo a un hermoso parque y nos besamos por primera vez, juramos estar juntos por siempre. Era feliz. Solo el puede hacerme feliz. No sé aún como voy a dejarlo ir.

La boda está cerca, tan solo en unos días dejaré toda mí vida aquí. No puedo estar bien, no me siento bien, ni siquiera puedo probar bocado. Estoy mareada, solo quiero dormir.

- Papá me disculpo, no tengo apetito, quisiera retirarme a mí habitación para descansar.

- Sophie... tienes que comer cariño. Lo dice preocupado.

- Papi quédate tranquilo, hoy voy a dormir temprano, mañana Nanny me preparará un exquisito desayuno y no dejaré ni un poquito. Trato de calmarlo con una débil sonrisa que me salía.

- Nana, lleva a Sophie a su cuarto... Dice papá y me da un beso en la frente.

Subo las escaleras, Nana me reta, le prometo lo mismo que a papá, abre las puertas de mí recámara, me abraza y se va.

Me recuesto, no tengo ganas de dormir pero tampoco quiero pensar más... Cierro los ojos, imagino que todo es un mal sueño, que podré recuperar la empresa de papá y que cumpliré la promesa que hicimos con Alexandro... Dios, otra vez las lágrimas recorren mí rostro.

Me dormí, no sé cuánto tiempo paso pero empiezo a sentir ruidos en el balcón, me levanto asustada y me dirijo hacía la ventana. Ahí estaba el, era Alexandro. Me quedo en blanco y digo:

- ¿Qué haces aquí? Te pueden ver, me meteras en problemas, vete.

- Dime que no es verdad lo que dicen los medios, dime qué no te vas a casar con otro, porque tú me juraste que jamás pasaría eso.

Su actitud molesta se puede ver incluso en la oscuridad de mí habitación, el nunca me habló de esa forma. No sé cómo decirle que todo es verdad, que estoy a días de casarme con otro hombre.

- Si me casare con Daniel Howell y tu debes irte de aquí ahora. Le digo con las palabras entrecortadas.

- Mentira, mentira... Mírame a los ojos Sophie y dime qué estás mintiendo.

- No puedo, me voy a casar en tres días, vete de una vez. Le digo algo alterada.

Me agarra de las muñecas, lo empujó, pero el me sostiene fuerte y me aprieta en su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo tan fuerte como el mío.

- Basta Alex...

Me besa, me besa como nunca lo hizo. Con una pasión violenta, siento su amor y todo su enojo. Baja hasta mí cuello.

- No por favor no lo hagas Alex, no hagas esto, no me dejes marcas. Le digo con deseo y angustia.

- ¿Qué es esta mierda? Acaso ya no puedo besar a mí novia... No sé si recuerdas pero Sophia que eres mí mujer y no te vas a casar con ese maldito.

- Todo está en marcha, no puedo volver atrás. No lo logré no pude recuperar sola la empresa de mí familia, debo casarme con él, para no perder todo el trabajo de mis padres.

- Esto es por esa empresa, que mierda Sophie dijimos que lo íbamos a lograr juntos, que la íbamos a recuperar, solo es cuestión de tiempo.

- No tengo tiempo, además el viejo Howell ya compró más de la mitad de la empresa. La única forma de no perderlo todo es con ese matrimonio.

- Sophie mí amor, entonces deja la empresa, tu eres capaz de crear otra mucho mejor, eres una profesional como nadie, tengo fe en ti. No te cases por dinero.

- ¿Dices que pierda todo el trabajo de mis padres? Estás loco acaso. No puedo fallarle así a mamá...

- Estoy seguro que la señora Bellamy no quisiera verte casada con un maldito al que ni siquiera amas. Créeme Sophie, ese tipo es una basura, su familia obtiene todo por medios turbios. Estarás en peligro ahí.

- Son rumores sin fundamento, por favor Alex vete...

Le pido que se vaya pero lo único que deseo es que me lleve con el, que me salve de esto. Tengo en claro que es una familia muy peligrosa.

Se sienten pasos, me pongo nerviosa y le vuelvo a pedir que se vaya. Se abre la puerta fuerte, era papá. Nos descubrió...

- Sophia ¿qué es esto? Como te atreves a meter a este tipo en tu habitación, estás a punto de casarte.

- Señor Bellamy no soy un tipo, soy Alexandro, usted me conoce bien y también sabe que hago aquí. No voy a permitir que usted venda a su hija por unas monedas.

El ambiente se torna violento.

- Papá perdón, el ya se va, perdón. No escuches lo que dice. La angustia brota en mis palabras.

- Alexandro no estoy vendiendo a mí hija, vete antes que llame a seguridad.

- No me voy, ella es mí mujer, si usted deja que se case con los malditos Howell, pondrá su vida en peligro.

- ¿Pues que crees que estás haciendo tu ahora? Metiéndote en la recámara de una mujer comprometida. Aléjate, antes que sea tarde... Dice papá con frustración.

- Mí amor vamos, no amas a ese tipo, no lo hagas.

- No vuelvas Alex, prefiero casarme con alguien que puede devolverme la empresa de mí familia que vivir un sueño romántico contigo.

Alexandro se fue, me desplomó ante los pies de papá. El me levanta suavemente y dice:

- No pongas nuestras vidas en peligro Sophie, sabes que los Howell son peligrosos. Luego se retira.

El día de la boda

Tengo un hermoso vestido blanco, Nanny eligió un ramo de flores y una delicada tiara para mí.

- Mí dulce niña, estás hermosa... Si tu madre pudiera verte ahora estaría llorando igual que yo. Dice Nana con sus ojos repletos de lágrimas.

- Gracias por haber cuidado a mí mamá por tanto tiempo y luego cuidarme a mí.

- Amé a tu madre, como te amo a ti, Sophie.

Nos abrazamos...

- No llores que arruinaras tu maquillaje. Sophia trata de ser feliz, quizás el señorito Daniel no es malo...

- ¿Feliz? Hoy es el peor día de mí vida Nanny...

- Verás que cuando el descubra que está casado con una joven tan dulce, inteligente y linda como tu, te amará enseguida. Dice Nana con una esperanza tranquilizadora...

Estoy aquí parada, al lado está Daniel, más frío y serio que nunca. Creo que el odia aún más que yo la idea de casarse. Miró hacia delante y solo puedo pensar en Alex. ¿Algún día me perdonará?

No sé cómo pasó tan rápido, pero ya soy la señora de Howell.

Daniel no quiso que tuviéramos luna de miel, es lo correcto, ambos trabajamos diariamente en las empresas de nuestras familias y además no nos conocemos como para hacer un viaje juntos.

Llegamos a la mansión Howell. Es imponente, pero tiene un aire sombrío. Daniel le pidió a la mucama que me llevara a mí habitación, al parecer no dormiremos en el mismo cuarto. No me sorprende, su actitud delataba que estaba siendo obligado para acceder a este matrimonio, al igual que yo.

Tomé un baño, ordene mis pertenencias que Nanny guardo cuidadosamente en las maletas. Anocheció así que decidí bajar a comer algo. El jardín de esa mansión era magnífico, quise salir a recorrerlo, adentro de la mansión parece que no hay nadie, así que salí a tomar aire fresco.

Era una noche increíble, una brisa suave y un cielo estrellado, hacían que me olvidará por un momento de lo que estaba viviendo. De pronto siento risas y ruidos en la piscina. Y ahí estaba Daniel con otra mujer, besándose, tomando licor y riéndose. Era la primera vez que lo veía reír. De pronto alguien aparece atrás de mí, realmente pensé que estaba bien escondida, pero alguien me vio y me empujó, dejándo en evidencia que estaba espiando, ante Daniel.

- Cariño mira lo que encontré, una espía. Dice otra mujer mientras me empujaba para llevarme delante de Daniel.

La mujer que estaba abrazada con el, dice irónicamente:

- Quizás es una de esas periodistas baratas que quiere sacar provecho del gran heredero Howell.

Daniel me miraba frío y con desprecio. Me puse de pie y dije:

- Disculpen no era mí intensión interrumpir, este jardín es inmenso y al no conocer, me perdí. Sigan con lo suyo por favor.

Entre de nuevo a la mansión, cene sola por primera vez en mucho tiempo. Y subí a mí habitación para recostarme. Quiero olvidar este maldito día. Quiero dejar de pensar en Alex, quiero sacarme de la mente las imágenes de Daniel y esas vulgares mujeres...

La cama era inmensa, este lugar no me gusta, la habitación era muy oscura. Pero logré dormirme. Momentos después alguien abre con violencia la puerta de mí recámara, podía sentir el olor a licor desde lejos. Era mí marido, se tambaleaba, estaba demasiado ebrio. Me levanté para sostenerlo y de pronto me agarró del cuello.

- Escucha bien queridita, no me estorbes.

- Déjame Daniel, me estás lastimando... Le pido asustada, no esperaba esto.

- Cuando mí padre llegue a la mansión, vas a actuar como si fuéramos un matrimonio feliz ¿Escuchaste? Y no quiero ni una queja para tu papi, porque te juro nena, lo que me estorba lo eliminó.

Me soltó y se fue. ¿Mí marido acaba de amenazarme? Esa noche no volví a dormir. Es aún peor que todos los rumores que escuché.

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