El olor de la sangre de mis heridas, el olor nauseabundo de los prisioneros, junto a esas personas despreciables, estaba yo, la que alguna vez fue la imponente emperatriz de este imperio, era irónico, cómo había acabado aquí por orden de aquella persona que tanto ame, por aquella persona a la cual le entregue todo mi ser, cometiendo actos cuestionables solo para verlo en la gloria del trono.
— Por ende, ¡se procederá a la ejecución de Rosary Crowbell! —exclamó mi verdugo—.
Bullicio
— Yo…—murmuré mientras dirigía mi mirada a aquel hombre de cabello rojo—.
No puedo creer que al final, lo único en lo que puedo pensar es en ese hombre, pero… ahora no es amor lo que busco en él, solo quiero saber una cosa, ¿en qué punto de mi camino me equivoque? ¿Acaso fue cuando use medios cuestionables para deshacerme de las familias que amenazaban el trono de William? ¿o acaso fue cuando traté de recuperar mi lugar como su esposa…?
Es irónico, acabo de darme cuenta de cuál fue mi error, justo ahora, cuando mi vida está por llegar a su fin, me doy cuenta de que nunca debí de entregarle mi corazón a ese hombre de sangre fría, a ese hombre que solo me vio como una herramienta para alcanzar sus metas, “William”, nunca llegué a comprender cómo pudiste darle todo tu amor a esa muchacha, ¿acaso fue amor a primera vista?
— William—dije con impotencia mientras él me miraba con desprecio—.
Ni siquiera en estos momentos parece tener la intención de prestarme atención, yo… ¿de verdad moriré por un sujeto así? ¿Qué tan patética puedo ser? ¿De verdad seguiré anhelando su amor incluso hasta el final? Ah, rayos, supongo que es un poco tarde para darme cuenta de algo tan obvio, pero creo que aún no es tarde para decirlo.
— William—dije mientras juntaba todas mis fuerzas—. En mi próxima vida… ¡juro que nunca te amare!
— ¿Q-que? —masculló el arrogante emperador, aun sin poder creer que me atreviera a levantarle la voz—.
Vaya, entonces así es como se ve el rostro de William cuando está enojado, no puedo creerlo, William, el perfecto William al que tanto ame, justo ahora, ese sujeto se ve como niño siendo regañado por su mamá, realmente… me alegro, somos igual de patéticos…
— William, eres ridículo—dije con una sonrisa—.
— ¡Silencio! —exclamó William con el rostro deformado por la ira—. ¡ejecútenla!
Bullicio
— ¡si su majestad! —exclamó mi verdugo apresurandose a cortar la soga que sostenía la guillotina sobre mi cabeza—.
Slash
Al final, fue menos doloroso de lo que pensé, o puede que ni siquiera lo notara con todas las heridas que tenia mi cuerpo debido a las torturas que pase en ese calabozo hasta el día de mi ejecución, como si fuese una malvada bruja.
¿una bruja…? ¿Qué se supone que es eso? Algo es extraño, estas palabras desconocidas surgen con tanta facilidad de mi mente, “bruja” “reencarnación” no… debo detenerme, presiento que no debo seguir pensando en eso, pero… creo que ya es muy tarde.
—Una rosa blanca para el emperador”—murmuré con horror mientras abría los ojos—.
¿Cómo pude tardar tanto en recordarlo? Este libro que conozco mejor que nadie, esta novela con título cursi y con una historia tan repetitiva, algo tan estúpido, pero tan importante… ¿Cómo pude olvidar cual es mi papel en este mundo?
— Todo acabó—dijo con una cálida sonrisa—. Ahora puedes dejar de reencarnar.
— Tú…—murmuré—.
Es cierto… este niño, al igual que la primera vez que llegue a este mundo, me miró con esa expresión, con genuina preocupación, y al igual que esa vez, no puedo evitar preguntarme si esos ojos preocupados no son más que una cruel farsa para usarme como guste.
— Dime, ¡¿Por qué mi bebé tuvo que morir de esa manera?!—exclamé con ira—.
— No tiene sentido pensarlo—dijo con un suspiro—. Si ya has recordado la novela, sabes que era inevitable que ese “sin nombre” fuese asesinado.
Mi bebé era un estorbo para William, ya que si mi bebé llegaba a nacer, mi posición como emperatriz estaría afianzada, haciendo imposible que él se casara con la protagonista, es por eso qué tuvo que dar muchos rodeos y crear pruebas de mi cometiendo crímenes que atentaban contra el imperio, pese a que lo único que hacia era trabajar como una esclava para él.
— Es cierto, la muerte de mi bebé era algo necesario para el desarrollo de la novela, pero ¿por qué aun no me dices dónde está mi bebé?
— ¿Por qué un “sin nombre” estaría aquí? —preguntó sin mostrar culpa alguna por sus crueles palabras—.
— ¿Qué es un “sin nombre”? —pregunté con un mal presentimiento—.
— Sé que es triste para ti, pero no se puede hacer nada, solo déjalo ir.
— Dime de qué rayos estás hablando.
— Ah, es cierto, no sabes que algo sin nombre no puede mantener su alma—dijo—.
— ¡…!
Si tan solo no hubiese hecho esa pregunta, puede que no me hubiese sentido tan impotente y culpable, yo… ¿Cómo pude ser una madre tan egoísta? ¡¿Por qué no pude darle un nombre?!
— Yo… quiero volver…—dije mientras apretaba el puño con determinación—.
— Olvida esa tontería, sin importar lo que hagas no cambiaras nada—dijo mientras desesperadamente trataba de hacerme cambiar de parecer—. Sin tus recuerdos no tienes ni la menor oportunidad de-
— Basta con poder llevarme esos recuerdos, ¿no es así? —pregunté—.
— ¡¿Acaso has olvidado lo que pasará si lo haces?!
— Esta será “la última regresión”—dije con una sonrisa cansada—. ¿Pero qué punto tiene huir?
Ahora que lo pienso, ¿Cuándo fue la última vez que pude actuar libre y sin restricciones por el administrador? Sin importar nada, solo podía ir según lo estipulado por la novela, y puede que hasta en mi anterior mundo haya estado atada a una fuerza invisible que me obligaba a vivir miserablemente.
— Incluso si es la última vez, quiero vivir libremente —dije con una sonrisa cansada—. Sin importar cual sea el desenlace, quiero intentarlo de verdad, quiero ver un mundo en el que mi bebé no tenga que ser tratado como un estorbo.
— ¿Eso es lo que realmente quieres…?
— ¡Sí! Así que por favor…—dije entre lágrimas mientras me desplomaba en el piso—. Déjame ser libre.
— Pero…—dijo aun tratando de detenerme, pero entendiendo un poco mi dolor—. Está bien…
— ¡gracias! —exclamé con alegría mientras lo abrazaba—.
— Ross…—dijo mientras correspondía mi abrazo—. Tengo una condición, ¿está bien?
— ¡Sí! Puedes pedirme lo que gustes.
Sea lo que sea, él nunca pide cosas fuera de mi alcance, incluso aquella vez en la que pedí la oportunidad de poder despedirme correctamente de mis padres en mi anterior mundo, él fue muy amable ayudándome a poder verlos a través de un sueño, y lo único que pidió a cambio fue poder llamarme por mi nombre, es por lo que estoy bien con lo que sea que me pida.
— Sin importar nada, no puedes “…”—dijo—.
— ¿Qué fue lo que dijiste…? —pregunté después de darme cuenta de que no podía escuchar su voz claramente—.
— Ross “…” por favor, promételo.
— ¿Qué cosa? —pregunté confundida—. ¡¿Por qué no puedo escucharte claramente?!
— Prométeme que jamás “…”—dijo con una expresión de súplica—.
— Yo…—murmuré dudando por no saber que dijo—. Lo… prometo…
— Realmente aceptaste—dijo con una inquietante sonrisa—. Gracias, ahora me quedo más tranquilo.
Ya veo, me alegro de haberlo calmado al realizar esa promesa, sin embargo, ¿Por qué no puedo evitar sentirme inquieta? Sé que él jamás me pediría algo irrazonable o cruel, porque así es él, por eso, debo darme prisa y enterrar esta inquietud. Justo ahora, lo único que quiero es despedirme correctamente.
— Lo prometo, nunca olvidaré el gran favor que me hiciste—dije mientras hacia una reverencia—. Así mismo, sé que jamás podré hacer algo para poder compensarlo.
— No hace falta—dijo con una sonrisa cálida mientras me daba palmadas en la cabeza—. Me basta con que no olvides mi nombre.
— Tu nombre…—murmuré al darme cuenta de que no podía recordarlo—.
— Mi nombre es…—dije en un dulce susurro en mi oído, mientras el sueño me invadía—.
— ¡Nix! —exclamé al abrir los ojos de nuevo—.
¿Dónde estoy…? No, esa no es la pregunta correcta, lo que ahora debería preocuparme es la fecha en la que desperté, así mismo… ¿Cómo puedo estar segura de que todos mis recuerdos están intactos?
— Buenos días a su majestad la emperatriz—dijo una familiar voz femenina—.
— ¿Isabel…? —murmuré al ver a la asesina de mi bebé—.
— ¿Pudo descansar bien? —preguntó educadamente mientras separaba las cortinas—.
— Dime… ¿Qué día es? —pregunté aun sin saber cómo reaccionar—.
— No se preocupe, los preparativos para el banquete que se celebrará en unos días estarán acabados a tiempo—dijo mientras indicaba a otras sirvientas que prepararan mi baño—.
Eso no fue lo que pregunte, pero está bien, sus palabras me bastaron para confirmar que el escenario principal aún no ha iniciado. Ahora, sin más preámbulos, debo contratar a la asesina de mi bebé.
— Isabel—dije con una radiante sonrisa—.
— ¡Lo siento mucho! —exclamó mientras se arrodillaba en el piso—. ¡Yo cometí un grave error!
— ¿mm? ¿de qué error estás hablando?
— Eso… no lo sé muy bien, pero si usted ha puesto una expresión como esa—dijo con pavor—. Debe estar realmente enfadada.
Yo solo traté de poner mi mejor sonrisa… no puedo creerlo, otra vez olvidé algo importante, y es que ahora que estoy en este cuerpo, no puedo sonreír como una persona normal, así mismo, mis habilidades de comunicación se hicieron trizas.
— Bien…—dije con un gran suspiro—. Por favor haz salir a los demás sirvientes de mis aposentos.
— ¡Enseguida! —exclamó a toda prisa, aun mas aterrada por haberme escuchado decir “por favor”—.
Ahora puedo decir con total seguridad que haber recuperado mis recuerdos no va a ayudar mucho en esto, incluso si tengo recuerdos de una vida en la que era muy social, ahora que estoy en este cuerpo, estoy obligada a actuar según mi papel.
— Isabel, acércate—dije mientras me levantaba de mi cama—.
— Sea cual sea el error que cometí, hare todo lo posible por corregirlo—dijo sin atreverse a levantar la mirada—.
— ¿De verdad? —pregunté con una sonrisa maliciosa, mientras le susurraba al oído—. Entonces deja de fingir que trabajas para mí.
— ¡…!
— Sé que no soy rival para ti en cuestión de fuerza, por eso quiero hacer un trato contigo, no creo que te niegues… no, de hecho, no tienes otra opción.
— ¡su majestad! Realmente no sé a lo que se refiere.
Si esta fuese una negociación normal, entonces no tendría problema en ir lentamente hasta ganarme su confianza, pero esa ya no es una opción para mí, justo ahora voy en contra del reloj, pues en cuanto empiece el escenario principal no podré hacer muchas cosas para evitar ese final.
— Isabel, basta con que uses tu habilidad para saber si miento, ¿no es así?
— Usted… desde cuando…
— Mm, si te dijese que lo sé desde este instante, ¿me creerías?
— …
— Pff! No hay necesidad de que lo pienses demasiado, solo confía en tu habilidad—dije mientras me sentaba frente al espejo—. Yo, Rosary Crowbell, juro que no pretendo traicionarte, mi propuesta es sincera.
— Usted… no miente…—dijo sin poder creer en sus propios instintos—. Pero… ¿Qué es lo que usted necesita de mí?
— Quiero que asesines al emperador—dije mientras la miraba a través del reflejo del espejo—.
— Eso es… una mentira…
Maravilloso, su habilidad no es ninguna exageración en la novela, realmente puede detectar cualquier mentira, incluso si es a medias, sin lugar a duda, soy muy afortunada de que el asesino de mi bebé sea alguien con esa habilidad, eso me facilitará las cosas.
— Bien, ahora que sabes que no te pediré una locura, ¿estas dispuesta a considerar una alianza conmigo?
— Yo…
— Lo único que necesito es que no me asesines, eso es todo—dije mientras sacaba una hoja y una pluma—. Si gustas podemos hacer un contrato.
— Su majestad… no puedo… yo…
— No te preocupes, a cambio de que no me asesines salvaré a tu hermana de ese traficante de esclavos—dije con calma—. De todas formas, William no tenía planes de hacerlo.
— Un momento… ¿Que acaba de decir?
— Justo lo que oíste, desde un inicio, William jamás tuvo planes de cumplir con su parte del trato.
Ahora, he aquí la pregunta, ¿Cómo es que mi patético esposo puso engañarla? ¿Cómo es que ese inútil pudo burlar una habilidad mágica tan poderosa? Fácil, lo hizo con la ayuda de una reliquia familiar, un artefacto mágico capaz de bloquear cualquier intento de magia cerca suyo.
— Gracias a tu habilidad ya debes saber que no miento.
— Sí, no mientes… pero él tampoco lo hizo…
— Mm, de casualidad, ¿no has notado que él siempre lleva un pendiente de rubí cuando habla contigo?
— ¡…!
— Tu mirada me confirma que estoy en lo cierto—dije mientras esbozaba el pendiente en la hoja—. Es así, ¿verdad?
— Sí…—murmuró con desesperación mientras se desplomaba en el piso—.
Mi yo del pasado sin lugar a duda hubiese tomado venganza de esta mujer por envenenarme y provocar la muerte de mi hijo, pero ya no soy así… incluso si así lo quisiera, no podría, no sabiendo que ella también es una víctima de William.
— En fin, aceptas o no—dije con una sonrisa—. Piensa rápido, 1…
— ¿Que?
— 2…
— ¡…!
— Y tr-
— ¡acepto! —exclamó con resignación—. Trabajaré para usted.
— Ya veo, me alegro de oír eso—dije mientras le extendía mi mano para ayudarla a levantarse del piso—. Estoy a tu cargo a partir de ahora, Isabel.
— Sí—dijo con resignación mientras se levantaba—.
— Sera un gusto
Ah, cuanta paz, es una verdadera maravilla poder disfrutar de un nutritivo desayuno al aire libre, mientras admiro las más exquisitas rosas del palacio, pero… lamentablemente olvidé un detalle muy importante, y es que justo aquí inicia mi camino hacia la ruina.
— El primer escenario de la novela—murmuré mientras veía fijamente la fuente—. ¿debería mandar a destruir este jardín?
— Emperatriz, ¿acaso no le gustaron los dulces? —preguntó Isabel al verme sonreír con el ceño fruncido—.
— No puedo… esto es demasiado desagradable…—murmuré perdida en mis pensamientos—.
— ¡lo siento mucho! —dijo con gran culpa—. Enseguida mandaré a castigar al cocinero.
— ¿Eh…? ¡no! ¡detente! —exclamé mientras me apresuraba a detenerla—. Lo siento Isabel, esto fue un malentendido.
Es el colmo, no puedo creer que Isabel sea tan impulsiva, por poco y dejamos sin trabajo a un hombre inocente, ¿acaso no tiene piedad de sus compañeros? Aunque creo que solo tiene lealtad por su hermana.
— Su majestad, ¿acaso fui yo quien cometió el error? —preguntó Isabel mientras se ponía de rodillas—.
— De verdad, ¿Qué clase de persona piensas que soy? —pregunté mientras suspiraba—.
— Eso no es algo que yo pueda… decir…—dijo en voz baja sin poder mirarme a los ojos.
Me pregunto si mi hijo me mirara con el mismo pavor, no, me niego a que mi hijo me vea como una villana, aunque no hay mucho que pueda hacer, estos rasgos son lo que permiten que la historia pueda seguir su curso.
— Isabel, ¿puedes hablarme de tu hermana? —pregunté tratando de cambiar de tema—.
— Pero ¿porque tiene interés en mi hermana? —pregunto dudando un poco—.
— Debo saber cómo es la persona a la que ayudaré, ¿no lo crees?
— Ya veo—murmuró sin darse cuenta—. ¡un momento! ¡¿Qué acaba de decir?!
— ¿Qué pasa con esa reacción? ¿acaso pensabas que no iba a cumplir con mi promesa?
— El emperador dijo que era algo complicado, que tomaría su tiempo y que…
Ya veo, entonces William hizo un buen trabajo manipulando a Isabel para que siguiera sus ordenes ciegamente. Realmente me adelante al creer que mi esposo era un inútil malagradecido que solo sabia seguir como un perro faldero a la protagonista.
— Isabel, cumpliré con mi palabra y recuperare a tu hermana.
— Su majestad…—dijo Isabel al borde de las lágrimas.
Según la novela la hermana de Isabel se encuentra cautiva por un traficante de esclavos, pero lamentablemente en la novela no profundizaran acerca de Isabel y su hermana, así que deberé de investigar por mi propia cuenta.
Aunque bueno, tal vez no será necesario que yo investigue en persona, solo necesito encontrar a una persona competente que no siga ciegamente a William, y creo que ya tengo a la persona indicada en mente.
— Isabel, busca a Lambert y dile que vaya a mi oficina—dije después de terminar mi delicioso postre—. Y, además, no olvides felicitar al cocinero de mi parte.
— Sí, su majestad.
La persona de la que estoy hablando es “Gilbert Lambert”, un caballero que es conocido por su talento con la espada, y también por ser alguien con un gran sentido del deber.
Y por supuesto, esos detalles los conozco gracias a la novela, pues Gilbert Lambert es uno de los pretendientes de Arisha Mathew, aunque, debo admitir que, desde mi perspectiva, él es un sujeto lamentable, acabó enamorándose de alguien que nunca podría corresponder sus sinceros sentimientos.
Portazo
— Y otra vez estoy en mi querida oficina—dije después de entrar en mi oficina—.
Es un poco nostálgico regresar a esta oficina, ¿pero realmente pase buenos momentos aquí? No, de hecho, siempre sentí que esta oficina era como una prisión, ya que el inútil de mi esposo no se encargaba de revisar el papeleo correspondiente.
Toc toc
— Soy Gilbert Lambert, su majestad, ¿puedo pasar?
— Si, pasa.
Bueno, sí ignoramos el hecho de que Gilbert es uno de los pretendientes de Arisha, y que va a querer asesinarme cuando la conozca, entonces se puede decir que es alguien realmente guapo y con una buena personalidad, ya comprendo porque las sirvientas siempre hacían alboroto cuando hablaban de este sujeto.
— Su majestad, ¿en qué puedo servirle? —preguntó con un poco de prisa—.
— Caballero Lambert, justo ahora, ¿está ocupado realizando algún otro encargo?
— No.
— Es un alivio escuchar eso—dije mientras seguía revisando los documentos—. Ahora tome asiento y deje de actuar como un niño impaciente.
— ¡…!
¾ En fin, caballero Lambert, quiero que me ayudes a encontrar a alguien—dije mientras le entregaba un documento—. Esta es toda la información que pude recopilar y sé que tu harás un mejor trabajo.
— Si necesita encontrar a alguien, ¿no sería mejor avisar al emperador?
— Tienes razón, pero…
Para empezar William es el responsable del secuestro, pero no hay manera de que le diga eso a nuestro justiciero Gilbert porque seguramente pensará que estoy mintiendo, así que ahora lo mejor sería inventar alguna mentira creíble y hacer que me ayude.
— Gilbert, realmente no quiero causarle más molestias a su majestad el emperador.
— Ya veo, así que es por eso—dijo con un poco de decepción.
— Entonces, ¿puedes hacerlo o no? —pregunté mientras ignoraba su desagrado hacia mi
— Estoy a sus órdenes, buscaré a esa persona por mi cuenta.
— Gracias.
Gilbert me respondió con una amable sonrisa en su rostro, pero seguramente solo lo hizo para ocultar su desagrado hacia mí, y por supuesto que lo comprendo, ya que hace un momento actué como una completa tonta que solo busca el amor del emperador, pero conseguí que él aceptara.
— Entonces me retiro su majestad—dijo haciendo una reverencia—.
— Muchas gracias por hacer caso a mi petición—dije con alivio—.
— Creo que no debería agradecerme cuando aún no he encontrado a esa muchacha…
— Confió plenamente en las capacidades de Gilbert Lambert, sé que tú podrás encontrarla—dije muy segura de mis palabras—.
— Comprendo, hare mi mejor esfuerzo para cumplir con sus expectativas.
Es un alivio que todo haya salido sin problemas, pero ahora que lo pienso, ¿A dónde fue Isabel? Pensé que ella vendría con Gilbert, pero ese no fue el caso, ¿acaso paso algo en el camino de regreso?
— Su majestad, ¿puedo pasar? —pregunto Isabel al otro lado de la puerta.
— Puedes pasar.
— Gracias…
— ¿pero en dónde te habías metido Isabel?
— ¿a qué refiere?
— Pensé que vendrías con Gilbert.
— Vine con él, pero esperé afuera.
— Mm, está bien, entonces te diré porque lo llamé—dije mientras sacaba documentos de mi cajón para entregárselos—. Isabel, llamé a Gilbert para que buscara a tu hermana.
— Esto es…—murmuró con miedo mientras veía la información—.
Por supuesto, esta información no es algo que pueda darle a Gilbert, ya que en estos documentos se encuentran todos los detalles de como uno de los sirvientes secuestro a la hermana de Isabel y la entregó a un traficante de esclavos.
— Isabel, vayamos a la ciudad—dije mientras salíamos de mi oficina—. Y, además, no olvides eliminar esos documentos.
— Pero…—dijo dudando—.
— Sabes mejor que nadie que estos documentos solo nos perjudicaran a nosotras.
— Lo siento mucho—dijo con frustración mientras arrugaba los documentos—. Su majestad.
— Isabel, llámame, Ross cuando estemos afuera.
— Si su majest- digo… ¡¿Qué?!—exclamó sobresaltada—. ¿A dónde se supone que vamos?
— ¡Vamos de compras! —exclamé con una gran sonrisa—.
Muy pronto se desarrollará el inicio de la novela, seria una tonta si no hago los preparativos correspondientes para no acabar tropezando como mi anterior intento, por eso necesito de algo muy importante y tramposo, algo para compensar mis debilidades.
— Su majestad… ¡por favor espere! —exclamó mientras se apresuraba a seguirme el paso—. ¡No debe correr!
— Phew! Llegamos justo a tiempo—dije con cansancio mientras me paraba frente a una pared de arbustos—. Bien, Isabel, quítate la ropa.
— ¡¿que?!
— Rápido, debemos cambiarnos de ropa antes de salir.
— ¿Cómo vamos a salir? Su majestad, sabe que se debe hacer una solicitud por escrito para que usted pueda salir, hay un protocolo…
— Sí, pero eso tomaría demasiado tiempo, es por lo que esta es la mejor opción—dije mientras rápidamente me quitaba mi elegante vestido y lo escondida entre los arbustos—.
— ¡¿Su majestad?!—exclamó asustada mientras se tapaba los ojos—.
— Isabel, ¿Qué acaso no has visto mi cuerpo desnudo muchas veces?
— ¡Esto es muy diferente!
Al final, a Isabel no le quedo más opción que seguir mis planes y escapar por la apertura que había en uno de los muros del jardín, la razón por la que nadie lo había notado es porque las hojas de los arbustos habían camuflado muy bien este pasaje secreto.
— Bien—dije con una gran sonrisa—. Isabel, vamos a una casa de empeño.
— Por aquí, señorita Ross—dijo mientras se paraba frente a una elegante tienda de grandes ventanas que permitía ver maravillosos artefactos y joyas que jamás había visto en mi vida—.
— Es… emocionante…—murmuré mientras esbozaba una pequeña sonrisa—.
— Señorita, pase—dijo Isabel mientras me abría la puerta—.
Tintineo
— Bienvenidos—exclamó el vendedor—.
— Buenos días, señor, ¿Cuánto me da por estas piezas? —pregunté—.
— ¿no son robadas? —preguntó con el ceño fruncido.
— Es la primera vez que me preguntan eso—dije algo divertida por la situación—Y no, esto no es robado.
— Por favor no se ofenda, siempre debo preguntar ya que no quiero tener problemas.
— Lo comprendo.
Bueno, es cierto que hay muchos muchachos que roban a sus amos nobles para empeñar sus joyas y así conseguir más dinero, por eso puedo comprender que ese señor me haga esas preguntas.
— Oh, son piezas de calidad, puedo darte un buen precio—dijo mientras examinaba con detalle cada joya—.
— Me alegra escuchar eso—dije mientras miraba con curiosidad un adorno de cabello en su estante—. Señor, esto no parece un producto hecho en el imperio, ¿acaso vino alguien del reino Érimos?
— Me sorprende que lo supiese—dijo con emoción—. ¿Acaso usted ha estado ahí alguna vez?
— No, pero me gustaría tener la oportunidad de visitar ese misterioso reino—dije con una sonrisa llena de emoción—. He oído muchas cosas maravillosas sobre ese reino.
— Una vez tuve la oportunidad de visitar la primera ciudad de ese reino, y debo admitir que pensé que se trataba de un cuento de hadas.
Tal y como su nombre lo indica, ese reino es un desierto, con caminos peligrosos hasta para el más experimentado viajero, es por lo que la mayoría del imperio no piensa en ese reino como un buen lugar para visitar, pero eso no niega su maravillosa gente y cultura, es casi como un cofre del tesoro que espera por ser descubierto.
— Espero que pronto llegue la oportunidad de comprobar sus palabras—dije mientras tomaba mi pago por las joyas—.
— Jeje, estoy seguro de que no podrá negarlo cuando lo vea.
— Eso espero—dije mientras hacia una reverencia—. Isabel, vámonos.
Portazo
— Señorita, ¿Acaso piensa ir de viaje? —preguntó Isabel con curiosidad—.
— Pff! ¿Acaso has olvidado quién soy? —pregunté con sarcasmo—. No hay manera de que tu emperatriz salga de su jaula, no mientras siga con vida.
— Me disculpo, hice una estúpida pregunta.
— Olvidado, ¿ahora puedes decirme donde venden armas?
— Sí—dijo mientras se apresuraba a comprar los pasajes para ir en un carruaje—. Aunque es un poco lejos, sígame por favor.
Mm, me pregunto qué pasaría si estas personas supiesen que su malvada emperatriz esta sentada junto a ellos en este pequeño carruaje, debo decir que seria algo muy divertido de ver, pero más importante, ¿acaso no he olvidado algo muy importante?
— Señ- digo, Ross, ya debemos bajar—dijo mientras se apresuraba a bajar para extenderme su mano y ayudarme a bajar—.
— Realmente haces cosas muy graciosas—dije con una sonrisa sin emoción—. Casi pareciera que soy tu ama, ¿no lo crees?
— ¡…!
— Ah, olvídalo, dudo que alguien lo piense mucho, solo no vuelvas a hacer algo tan tonto—dije mientras caminaba hacia la derecha—.
— Esto…—murmuró Isabel aun dudando en hablar o no—.
— ¿Qué pasa? Dilo de una vez.
— Ese… ese no es el camino correcto—dijo con la cabeza gacha mientras me señalaba el camino de la izquierda—.
— Ya veo—dije con calma mientras corregía mi camino—.
No puedo créelo, ¡eso fue muy vergonzoso! Tanto que ni me atrevo a mirar a la cara a Isabel, y me parece que ella tampoco está dispuesta a mirar a su patética emperatriz, no después de ver que cometí un error tan vergonzoso.
— Es aquí—dijo en frente de una tienda sombría que parecía haber sido abandonada hace mucho tiempo ya—.
Woah, tengo el presentimiento de que aquí las cosas no irán tan bien como en la tienda de empeño, es más, puedo decir de una vez que difícilmente completaran el encargo que quiero, sin embargo, no puedo simplemente juzgar de esta manera el lugar que escogió Isabel.
Portazo
— Buenas tardes—dije con cautela mientras miraba con detenimiento cada esquina del lugar—.
— Mm, señoritas, me parece que se equivocaron de lugar—dijo con un gran suspiro—.
— ¿Acaso este lugar no es una herrería? —pregunté confundida—.
— Si… si lo es…—murmuró con sorpresa—. Pensé que buscaban la tienda de esa anciana, después de todo, una mujer noble como usted, ¿acaso a levantado siquiera un dedo para hacer algo por sí misma?
Crack
— ¡¿Cómo se atreve a hablarle de esa manera?!—exclamó Isabel con furia mientras me apresuraba a tapar su boca—. ¡Ella es nuest-!
— ¡Isabel! —exclamé con ira—. Justo ahora, ¿Qué era lo que estabas a punto de decir?
— ¡Lo siento mucho! —dijo con horror al darse cuenta de su grave error—.
— Espera afuera por favor—dije con severidad—.
— Si, lo siento mucho—dijo con la cabeza agachada—.
Esta vez fue mi error por no marcar correctamente los límites de Isabel, debí decirle desde un inicio que sin importar lo que pasara, no podía intervenir a ayudarme, pero eso da igual ahora.
Las palabras de este señor no erraron ni un poco, lo cierto es que soy incapaz de hacer algo por mi propia cuenta, es por lo que a lo largo de mi vida tuve que recurrir a métodos sucios para poder ayudar a William, ya sea encontrando la suciedad de los nobles que se oponían a él o creando pruebas que arruinaron familias.
Y ahora que acabo de retroceder a este punto de mi vida, sé con certeza que debo formar mi propia fuerza, una que no sea falsa ni que vaya a desaparecer en cuanto las cosas empiecen a ir mal.
— Señor, ¿será que usted es capaz de replicar esto? —pregunté mientras extendía un plano—.
— Pero… ¡¿qué es esto?!—preguntó con emoción mientras me arrebata el plano de entre las manos—. ¿acaso es siquiera algo posible?
— Si no es capaz de hacerlo, yo…
— ¿Quién dijo que no puedo hacerlo? —preguntó con el ceño fruncido—. Puede que me cueste un poco, pero definitivamente lo lograré.
— Entonces… ¡¿puede hacerlo?!—pregunté con alegría—.
— ¡Por supuesto! —dijo rebosante de confianza—.
— ¡Isabel, puedes entrar! —exclamé de inmediato al escuchar su afirmación—.
Portazo
— ¡¿Se encuentra bien?!—exclamó Isabel con preocupación—.
— No…—dije con pesar—. Me encuentro terriblemente mal al recordar que mi guardia no lleva ningún arma para protegerme.
— ¿Eh?
— ¿Por qué no mencionaste que te faltaban tus armas? —pregunté con una mirada severa—.
— ¡…!
Por supuesto, mi primera prioridad al salir fue encargar esa arma para mí, sin embargo, después de verla tan inquieta hace un rato, buscando un arma para usar, recordé que en la novela ella había tenido que empeñar sus armas para contratar a un informante que al final acabo robándose todo su dinero.
— Da igual, elige—dije—. No te preocupes por el costo, me encargaré de ello.
— Pero… ¿Cómo supo que yo…?
— Hace un momento, la manera en como reaccionaste fue como si estuvieses a punto de desenvainar una espada de tu cintura—dije—. ¿o acaso me equivoco?
— No… es cierto, yo antes tenía una espada.
— Entonces date prisa y elige.
— Sí—dijo con las orejas sonrojadas—.
Mientras ella va buscando un arma para ella, creo que también debería encontrar un arma temporal para mí, después de todo, el arma que quiero no es algo fácil de lograr, hasta puede que no logre completarlo a tiempo.
— Señor—dije entre susurros—. ¿Usted usa veneno? ¿o al menos algún paralizante?
— No, pero tengo un arma que puede lograrlo—dijo mientras ponía un pequeño cofre de madera frente a mi—.
— Esto… es un adorno de cabello…—murmuré un poco confundida—. ¿de qué manera esto puede ser un arma?
— Esta hecha de un raro metal que cambia según su portador—dijo mientras cerraba de golpe el cofre—. Aunque si piensas que es solo un adorno, pues déjalo y ya.
— Pff, está bien, lo compraré.
Aunque debo admitir que también lo estoy comprando por su inusual apariencia, esta horquilla de cabello no parece hecha en el imperio, ni tampoco en otro reino que conozca, pero si tuviese que elegir un lugar en mi anterior mundo, diría que fue hecha en el oriente.
— Isabel, ¿ya elegiste? —pregunté con curiosidad—.
— Um, si, señorita—dijo mientras me mostraba una daga con hermosos detalles en el mango—.
— Esta daga… ¿acaso no tiene una gemela?
— ¡…!
— Isabel, ¿acaso querías ocultarlo para no hacerme gastar más?
— Sí…—dijo agachando la cabeza—. Esta clase de armas es mas cara si está en pareja.
Slash
— Mm, tiene un buen filo—dije mientras blandía la daga—. ¡Señor, deme un descuento por estas dos dagas!
— ¿Acaso no salgo perdiendo?
— Con lo que pagué por esta horquilla creo que la única que sale perdiendo soy yo.
— Es cierto—dijo con una sonrisa burlona—. Esta bien, puedes llevarte las dos dagas a precio especial.
— Gracias—dije mientras dejaba el dinero sobre la mesa—. Vámonos Isabel.
Al final, me alegro de haber salido, incluso si no puede hacer todas las cosas que quería hacer, puedo decir con total seguridad que estoy preparada para el inicio del primer escenario.
— ¡Helados! ¡Compren sus deliciosos helados! —exclamó un señor en un puesto ambulante—.
— Yo…—murmuré sin poder controlar mi cuerpo—. ¡Compraré uno!
— ¡aquí tiene! ¡buen provecho! —exclamó con una radiante sonrisa—.
No puedo creer que tenga la oportunidad de volver a probar esta maravilla en este mundo, las palabras no son suficientes para describir la felicidad que siento, incluso si Isabel se ha quedado pasmada al ver mi repentino cambio de humor, ahora lo único en lo que puedo pensar es en disfrutar este helado por completo.
— Señorita…—murmuró Isabel mientras tapaba su cara—.
— Ya veo, supongo que te has decepcionado al ver este lado mío, ¿no?
— Pff! ¡jajajaja! Se-señorita…—murmuró mientras se sujetaba el estomago sin poder para de reír—. No puedo creer que usted…
— ¿Sí? —dije con una mirada severa—. ¿Qué cosa más tienes que decir?
— ¡N-no! Lo siento mucho, no debí reír—dijo mientras se ponía de rodillas—.
— ¡¿Pe-pero que rayos estás haciendo?!—exclamé con pánico mientras la jalaba de la mano—. Vámonos antes de que llamemos más la atención.
Ah, eso me tomo por sorpresa, pensé que iba a mirarme con desprecio o tal vez pensar que estoy loca, pero al final acabo riéndose como una amiga, aunque no tengo derecho de decir esa palabra después de que la usé de esta manera.
— Señorita, ¿A dónde vamos…? —preguntó finalmente después de haberla arrastrado lejos de la plaza—.
— ¿Eh? ¿Acaso no es este el camino para tomar el carruaje?
— Es para el otro lado señorita…—dijo con incomodidad—.
— ¿Por qué no lo dijiste antes? —dije con un rostro sonrojado por la vergüenza—.
No puedo creer que siga cometiendo errores tan tontos frente a la persona que se supone debo ayudar, ¿acaso no es irónico que alguien tan torpe tenga el poder de ayudarla? Si yo estuviese en su lugar… ¿acaso no estará pensando que confió en una incompetente?
— Señorita, ya compré los pasajes, puede tomar asiento—dijo—.
— Al final, ¿no te arrepientes?
— ¿De qué? —dijo mientras se sentaba a mi lado—.
— Sé que soy una incompetente a tus ojos, no hay necesidad de ocultarlo.
— “Incompetente” esa no es la palabra que usaría.
— Entonces, ¿soy un fiasco?
— No, todo lo contrario, me alegro de haber visto un nuevo lado de usted—dijo con una cálida sonrisa—. Ahora puedo creer que hice lo correcto al seguirla.
Yo… me pregunto cómo se llama lo que estoy sintiendo en este momento, ¿vergüenza…? No, creo que es algo un poco diferente, pero no es algo malo, creo que simplemente no estoy acostumbrada a sentir algo así.
— Ah, estoy agotada—dije mientras me tiraba en la cama de mi habitación—. Isabel, no tengo ganas de ir al comedor, por favor dile a alguien que me traiga la cena, mientras tanto… déjame dormir un poco…
— No puede hacer eso—dijo con firmeza—.
— ¿Isabel…? ¿Por qué pareces enfadada? —pregunté un poco nerviosa por su repentino cambio de actitud—.
— ¿Acaso ha olvidado sus deberes de esta noche?
— ¿Eh…?
— Por favor, no me diga que realmente ha olvidado que día es hoy—dijo con horror—.
— ¡Por favor ya no me asustes y dime que se supone que pasa hoy!
— Usted debe reunirse con su majestad el emperador… en su alcoba…
— ¡…!
¡No! ¡no! ¡no! ¡no! ¡¿Cómo pude olvidar algo tan importante?! Es un desastre, estuve tan concentrada en prepararme para el banquete que olvidé por completo mi acuerdo con William.
— ¡lo tengo! —exclamé mientras me levantaba apresuradamente de mi cama—. Solo debo escribirle una carta diciendo que me encuentro mal, ¿no crees?
— ¡De ninguna manera! —exclamó mientras me arrebataba el papel de entre las manos—.
— ¡Isabel, devuélveme eso!
Toc Toc
— Su majestad—dijo la voz de una sirvienta al otro lado de la puerta—. El emperador ya la espera.
— ¡…!
No… ya es muy tarde para enviar la carta, ahora que una sirvienta suya vino en persona… me es imposible hacerle un desplante, de lo contrario podría ponerme en su mira como una amenaza… debo seguir actuando como su tonta esposa que lo ama con fervor…
— Esta bien…—dije con un gran suspiro—. Dile a su majestad que voy enseguida.
— Sí—dijo la sirvienta—.
Splash
— Isabel, recuerda esto bien—dije mientras me apresuraba a lavar mi cabello—. No hago esto porque quiera ver a ese inútil.
— ¡S-su majestad! ¡yo debo hacer eso! —exclamó mientras alistaba apresuradamente mi baño—.
— ¡Ahhh! —exclamó mientras caía torpemente dentro de mi bañera.
— Pff! ¡jajajaja! Isabel, parece que tenias muchas ganas de darte un baño—dije entre risas mientras sostenía mi estomago—. En fin, solo tomare un paño para limpiar mi cuerpo.
De todas formas, no es seguro bañarme en una bañera si estoy embarazada. Al final, gracias a Isabel ya no tengo que buscar excusas para no bañarme ahí, además, esto me permitió ver a Isabel sin sus ataduras de sirvienta.
— Isabel, ¿Por qué sigues ahí? —pregunté con curiosidad—. ¿Qué es lo que estas murmurando?
— No me puedo… mover…
— ¿Eh?
— Algo… está mal…
— Yo… ¡lo siento por hacer esto! —exclamé mientras la jalaba de ambos brazos para sacarla de ahí—.
— Su… majestad…
— ¡vamos! —exclamé a punto de sacarla por completo—. Phew! Isabel… mas vale que no sea una broma… ¿Isabel?
— Ngh…—se retorció con dolor mientras cerraba los ojos—.
— ¡Isabel! —exclamé mientras revisaba su cuerpo—.
Ella no mentía, parece que sufrió por un veneno paralizante, lo peor de todo es que esto no es algo que vaya a desaparecer si esperamos un poco, no… esto es peligroso, si no consigo un antídoto, ella podría morir…
— ¿Pero porque está pasando algo que no había pasado? —murmuré mientras recordaba todo lo sucedido—. ¿Acaso William se dio cuenta…? No… no puede ser eso…
— ¡Agrh!
— No queda otra opción—dije con frustración mientras abría mi cajón para sacar un pequeño cofre—. Isabel, debes tomar esto, porque favor no te resistas, te ayudaré a tomarlo.
Esta es medicina rara que puede anular la mayoría de los venenos, se supone que este era mi plan de respaldo en caso de tomar algún veneno, pero ahora da igual… como no tengo tiempo de encontrar el antídoto, solo puedo hacer esto…
— Isabel, ¿Te sientes mejor? —pregunté mientras examinaba su cuerpo—. Que alivio, la fiebre ya bajó.
— Su… majestad…—murmuró entre sueños—.
— Descansa aquí, volveré enseguida—dije mientras la recostaba en mi cama—.
Portazo
Ella estará bien, pero no puedo decir lo mismo de mí, porque esa agua en la que cayó Isabel era la que originalmente iba a usar yo… es decir que alguien trató me matarme, otra vez…
Toc toc
— Su majestad—dije después de tocar la puerta—. Soy Rosary su majestad.
— Pasa…—dijo con apatía—.
— Buenas noches su majestad el emperador—dije haciendo una reverencia después de entrar—. Realmente lamento la demora, es qu-
— Da igual—dijo en tono cortante mientras apagaba las velas—. Ven.
— Su majestad…—dije nerviosa mientras daba un paso atrás—.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué estas perdiendo el tiempo?
— Esta noche estoy indispuesta y me disculpo por hacerle perder su tiempo—dije agachando la cabeza—. No hay necesidad de que volvamos a reunirnos este mes, no se preocupe, callaré a cualquier noble que este inconforme.
Estoy segura de que estará contento por no tener que tocarme, esto es lo mejor, además, no tengo tiempo para esto, debo volver de inmediato al lado de Isabel para revisar su estado.
— Su majest-
— Rosary, ¿Qué estas tramando? —pregunto mientras sujetaba mi mentón—. ¿Acaso no te has dado cuenta de cómo has venido?
— ¿Eh? —murmuré confundida.
— ¿Acaso tratas de provocarme? —dijo mientras recogía mi cabello detrás de mi oreja—. Rosary, de verdad eres una mujer muy calculadora…
— De verdad no comprendo a que se refiere—dije con prisa—. Pero no miento al decir que no tengo tiempo para esto hoy.
— No juegues conmigo—dijo mientras me tiraba a la cama—.
Ah, por eso no puedo con este sujeto, ¿ahora que le pasa? ¿acaso herí su orgullo? ¿o acaso piensa que es imposible que yo no quiera estar con él? Da igual, realmente me da igual lo que este tipo piense de mí.
— Su majestad, por favor apártese—dije con indiferencia—. Bueno, si tiene urgencia por hacerlo, puedo conseguir a alguna mujer, solo dígame cuál es su preferencia, ¿acaso son las rubias de ojos verdes? De mirada inocente y cuerpo sin curvas… justo lo opuesto a mi… ¿no es así?
— ¿Ahora de quién estás hablando?
— Eso da igual, apártese.
— ¡…!
Es la primera vez que veo a William mirarme de esa manera… ¿Qué se supone que significa? ¿Por qué me mira así? Como si fuese un niño que acaba de comprender algo nuevo…
— ¡William! —exclamé con ira—.
— Lo siento…—murmuró mientras se quitaba de mi encima—. Puedes irte…
— Gracias—dije con prisa volvía a cubrir mi hombro—. Por cierto, ¿ordenaste a alguno de tus sirvientes entrar a mi habitación?
— No…—dijo confundido—. ¿Acaso paso algo?
— Da igual, si no fuiste tú… supongo que es mejor…—murmuré mientras me marchaba—. Adiós.
— Esp-
Portazo
Entonces no fue William, pero ¿quién más pudo mandar a hacer algo tan desagradable? Ah, es inútil, nadie más se me ocurre ahora. En fin, por ahora solo iré a por algo de comer para Isabel, debe estar muy debilitada así que un caldo debería estar bien.
Slash
— Mm, ¿esto es en serio? —pregunté con una sonrisa irritada después de que una daga me rozó la mejilla—. Espera… ¿Acaso fuiste tú quien trató de envenenarme?
— Cierra el pico—dijo mientras desenvainó su espada—. No recuerdo haberte dado permiso de hablar.
— Bien, esta será una buena oportunidad de probar eso…—murmuré con una sonrisa—.
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