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Inquebrantable (Imperio Lombardi V)

AVISO Y PRÓLOGO

Aviso: Hola, mis amores. “Inquebrantable” Será la quinta parte de la Saga Del Imperio Lombardi, como bien saben. En esta los hijos de los tres mafiosos ya están grandes, cada uno tiene una vida formada y son muy pocos los que continuaron en el negocio de su familia, es por ello, que muy probablemente, los que narren y los que salen no sean todos los hijos, pues son muchos y no quiero enredarme y enredarlos. Esta misma estará basada en la traición del derrocamiento del imperio en “Trato Con La Mafia” y en varios sucesos que los harán una familia cegada por la venganza. Esta es una novela negra y a su vez policiaca, con un romance de amor y odio, asesinatos y todo lo demás que se me vaya ocurriendo en el desarrollo de la trama. No siendo más, pues ¡Bienvenidos los Lombardi de nuevo! Los amo y disfruten de la última parte de esta saga…

Besos y abrazos.

Prólogo

André, el menor de los hijos de Remi y Molly, apreciaba desde el muelle como el último cargue salía del puerto rumbo a los Estados Unidos, desde hace un par de años había decido hacer parte del negocio, solo que su impulsividad y poca sensatez no le convencía mucho a su padre y a su hermana mayor, Gia; quien era la encargada de lo que el hombre había dejado a disposición de ellos, ya que su hermana gemela, Malory, había desaparecido como por arte de magia de su mundo. Ella, a diferencia de su otra mitad, tenía planes y un futuro brillante para su vida y no ser parte de un negocio tan bajo como el del narcotráfico, no obstante, respetaba a su familia y los amaba, así sus almas no tuvieran reparo alguno.  El joven miraba con detenimiento como su hermana alegaba desde el otro lado de la línea con alguien, esa mujer era un vivo demonio de carne y huesos. Gia Lombardi, aparentaba ser un dulce ángel con su rostro, pero en sus entrañas solo habitaba maldad pura. Era tan cruel y despiadada como su padre, que no dudó en ningún momento en ser parte del negocio desde los dieciocho años. Su temple, inteligencia y frialdad, era lo que la predominaba entre todos los hijos de los Lombardi. Sus ojos grises, al iguales que lo suyos, se clavaron en él. Desde la distancia supo que algo no andaba bien tras el gesto que le dedicó su hermana, y no se equivocó tras oír la primera ráfaga de fusiles en contra de ellos.

André saltó la baranda de madera hasta llegar a su hermana y tratar de protegerla. Entre los dos, espalda contra espalda, desenfundaron sus armas y dispararon a los puntos ciegos del enemigo, hasta que quedaron dentro de un yate. Los disparos no cesaban por parte y parte, cada miembro de la organización caía como hoja de un árbol ya muerta e inservible. Gia encendió el yate y dio un giro arrancándolo brusco para salir cuantas antes del muelle, o serían su sangre las que mancharían ese azul tan claro del mar.

 En lo mas remoto de Inglaterra, Sam y Alek trataban de salir entre la lluvia de disparos que los tomaron desprevenidamente en una de las bodegas más grandes de metanfetaminas del continente. La pareja de esposos había deseado no haber estado cuando fueron a visitar de sorpresa a su hermano Dereck y a su padre Jeison, pero no podían huir de la adrenalina al ser casi acribillados por un fusil de alto calibre, sus entrenamientos desde muy jóvenes, los llevaron a defender sus vidas como tantas veces lo han hecho ya. La vida pende de un hilo cuando de la guerra, la traición y el poder se trata. La rabia corría por las miradas de aquellas cuatro personas, cada uno disparó con un rifle a las cabezas de quienes los atacaron de sorpresa en una de las entregas más bajas de los tiempos, una simple distracción para la verdadera carga importante.

Maxi y Remi, se hallaban en una encrucijada, poco les importaba si la muerte les llegaba ese día, pues habían vivido lo suficiente, además de haberles enseñado a sus hijos como ser una persona imponente y fría. Sonreían con esa aura de maldad, al apuntar con un fusil de Asalto G36 a quienes hayan sido capaces de irrumpir la tranquilidad de un Lombardi retirado. Con precisión y fiabilidad las balas resultaban traspasando el cráneo del enemigo. Con ellos, Maya protegía a su novio, a su padre y a su tío con fusil M16 a la distancia. Maya era una chica pacífica, pero el fuerte entrenamiento militar que recibió por parte de sus padres, la convirtió en la mejor en su campo; las armas de alto calibre, pesadas y que usualmente usan en la milicia, eran sus favoritas. Los cartuchos en oro puro quebraban los pechos de los enemigos. Era rápida, astuta y asertiva, la mejor francotiradora.

¿Quién trataba de hundir el imperio de nuevo? ¿Quién tenía los suficientes pantalones para atacar en un mismo tiempo y espacio a la familia mas poderosa del mundo? Los gemelos Dante y Damián trabajaban tras una pantalla para dar con el traidor cuanto antes, antes que la bala se llevara todo a su paso y manchara con la sangre de ellos o de su familia…

Las balas cesaron de la misma manera que habían arremetido con fuerza. En los campos solo había cuerpos inertes fundidos en rojo carmesí para nada complaciente para los Lombardi. La reunión no se hizo esperar, y en cuanto llegaron cada uno a su fortaleza, se llevaron la sorpresa mas agria de su vida. Uno de ellos había caído, su corazón había recibido una bala que lo fulminó en miles de pedazos. La sangre hervía de rabia entre los que lloraban sobre su cuerpo. Una madre se desgarraba por dentro encima de su hijo, tratando de que volviera a hablar o mirarla con esa devoción que siempre lo hizo. Un demonio enjaulado, abandonó su cárcel para darle paso a esa bestia que siempre corrió por sus venas. Una hermana, que, aunque destrozada en miles de pedazos y mal herida, planeaba la estrategia en su mente de manera fría y calculadora. Cada uno permaneció en silencio, dándole un adiós digno al menor de todos ellos. La muerte de uno, era la de todos y para un imperio forjado en bases tan solidas como la unión, era solo cuestión de tiempo para que cobraran su traición. En esta mesa de la vida, el juego apenas comenzaba, la baraja acababa de ser repartida y la suerte lanzada al aire como una simple moneda. La partida era inminente, despiadada, incierta; solo un ganador podría haber en esta guerra dónde los naipes se tiñen de sangre y las balas son el fiel guardián de cada uno de ellos. Solo uno podría ser el ganador, dueño y señor del mundo.

Capitulo 1- Gia.

Ver a mis padres destrozados por la muerte de mi hermano, es la peor de las imágenes que he tenido que apreciar en todo lo que llevo de vida. No son de ser frágiles ni mucho menos de callar a todos con su llanto, pero este dolor quema el pecho de manera instantánea y lenta. Cierro los ojos y todo vuelve a mi cabeza por sí solo. Estaba tan centrada en salir de ahí cuanto antes, que no me di cuenta en el momento que más lanchas venían tras nosotros. Todo fue tan rápido y repentino, que solo el estallido de un fusil atravesando su pecho fue todo lo que pude asimilar; en cámara lenta lo vi caer al suelo del yate. Mi hermano lo era todo para mí, así como lo es cada miembro de mi familia. La mayor parte del tiempo la pasábamos juntos, él siempre tratando demostrarme sus tantas cualidades y, que siempre reproché, pero era para enseñarle que en este mundo no debe existir ningún tipo de sentimiento o estarás más que muerto. Aunque su espontaneidad me generaba malestar, hacía de mis días felices y únicos, después de que mi clon decidiera desaparecer de nuestras vidas. André murió entre mis brazos, diciéndome lo mucho que nos amaba, y casi sin fuerza; que no lo dejara morir… hubiera dado hasta mi propia vida por haber salvado la suya. No obstante, su corazón no resistió el colapso de tan fulminante tiro.

Su ataúd baja lento al hueco en la tierra, y la opresión en el pecho se esparce a gran velocidad por todo mi cuerpo.  No puedo sacarme del pensamiento cuando sus ojos del mismo color que los míos se apagaron lentamente, mientras intentaba brindarle algo de reanimación.

Ese es mi punto de quiebre; mi familia. Su muerte me ha destrozado en miles de pedazos. Mi madre procura que el ataúd no toque tierra abrazando la caja de madera fuertemente, sus gritos mas los llantos de mi familia, son un eco en mi cabeza cada segundo que trascurre. Una punzada en el pecho me hace sentir la peor hija y hermana del mundo. Debí de protegerlo, ese era mi deber. Mi padre la sostiene de la cintura, separándola, haciendo que esta acidez baje por mi garganta y se centre en mi corazón. Después de un susurro en su oído, ella se lanza a sus brazos a seguir llorando. A lo que la caja toca el profundo hueco y la tierra empieza a caer sobre él, ninguno ha sido capaz de hablar después de que llegué al puerto con mi hermano muerto, es como si todos hubiéramos perdido la vida junto a él.

Estamos en un mundo oscuro, en el cual, el único rayo de luz, es el de una ráfaga fulminante impactando en el corazón sin misericordia. Así es nuestra vida, este es nuestro mundo.

—Ya tengo lo que me pediste — avisa Dante a mi lado, haciéndome entrega de un sobre amarillo—. Solo no enloquezcas.

—Gracias — murmuro guardando el sobre bajo la blusa —. Trataré de no hacerlo.

Suspira a lo que me acerco a echarle mi puñado de tierra a mi hermano y a darle el ultimo adiós sin respuesta de su parte. Siento los cómodos brazos de mi madre envolverme y es donde este llanto retenido estalla con mucha rabia hacia el exterior. Instantes después mi padre nos abraza a las dos y me siento como una pequeña niña en busca de su protección, de su amor y que todo esto sea una cruel pesadilla.

—Perdóname. mamá, perdón papá; les he fallado — sus brazos se tensan alrededor de mi cuerpo, mientras mi madre besa repetidas veces mi hombro —. Les he fallado. Todo esto es culpa mía.

—No es tu culpa, mi amor — habla mi padre dejando un beso en mi cabeza, apretándome contra su pecho y acariciando mi espalda suavemente —. Encontraremos a quien hizo esto, y te juro que el infierno será poco para esos hijos de puta.

—Tu hermano te amaba, mi princesa — mi madre está mucho mas afectada con todo esto. Su voz que, aunque me quiera dar ánimo y fuerza, se desgarra de dolor y a mí me quema el corazón.

—Les traeré la cabeza de quien sea que haya planeado todo esto en contra de nosotros — me separo de ellos y se quedan viéndome con los ojos rojos e hinchados —. Así sea lo último que haga en mi vida, pero quien se atrevió a arremeter contra nosotros que se atenga.

—Gia, mi amor…

—Nada malo me pasara, mamá — la abracé tan fuerte como pude —. Te lo juro.

—Ya sabes que hacer, mi amor — asiento, recibiendo la bendición de mi padre —. Deja que los chicos te acompañen.

—Está bien.

Me despedí del resto de mi familia y partimos con Dante y Damián hacia Estados Unidos. Primero iré a visitar a mi hermanita. Sé cuanto le afectará que nuestro hermano menor se haya ido primero que nosotras, pero es mi deber darle el aviso sobre su muerte y de paso dejarla bien protegida. Me enoja que no tenga los ovarios suficientes de llamar por lo menos para decirnos que aún sigue con vida, y que al parecer tiene una vida casi de perfecta, de ensueño, como tanto lo soñó de niña y adolescente.

Observando la investigación que Dante me dio en el cementerio no puedo evitar sentir una amarga sensación en la garganta. Tras cinco años sin saber nada de ella, una punzada de dolor me quema el corazón tan solo de pensar que se ha casado y ni siquiera nos comentó sobre ello. Ella es mi mitad, la que me complementa casi a la perfección en este maldito mundo de mierda, es quien siempre se mantuvo a mi lado sin importar que; y el hecho de que me ocultara la vida que hizo a mí, me enoja de sobremanera.

—No te desahogues con quien no debes, Gia — me dice Damián, sentándose a mi lado ya estando en el jet —. Sus razones tendrá para no haberte dicho la verdad.

—Sé que no somos la familia más ejemplar del mundo como para que se sienta orgullosa de nosotros, Dami, pero por lo menos que nos dé una llamada o nos mande una maldita foto diciéndonos que se casó, que está bien, o que mierda sé yo.

—Estas demasiado alterada, nena. Relájate un poco, ¿sí?.

—No me vengas con estas estupideces, Damián — bebo el trago de golpe y ese ardor no es el mismo que me hace doler el corazón —. ¿Ya tienen algo?.

—Aun estamos buscando — abre su computadora y teclea varias palabras —. Hay algo extraño en todo esto.

—¿Qué? Habla y deja de crear suspenso, sabes que no soy muy paciente que digamos — sonríe ladeado.

—Eso lo sabemos de sobra — me pincha la mejilla y le doy una mirada asesina —. Cada día te pareces más a mi tío — resoplo —. En fin. Los ataques fueron planeados desde hace tiempo, ya que llegaron cada una de las bodegas y justamente cuando estaban todos allí. El puto traidor está entre nosotros. No podemos confiar en nadie. No quiero decir algo que no sea cierto, por eso primero investigaré todo con calma.

—Sigue investigando, hay algo que no me termina de convencer de todo esto — asiente —. Por ahora nos mantendremos en bajo perfil. Ellos solitos caerán en su propio juego. Planea la reunión de las mafias para cuando regresemos de visitar a Malory.

—Pobre de mi Malory — dice Dante en un tono doloroso —. No puedo creer que se haya casado.

—Ni yo — decimos Damián y yo al tiempo.

—Y tampoco puedo creer que no haya sido conmigo — lleva la mano a su pecho.

—No seas pendejo, pedazo de mierda. Llevan la misma sangre corriendo por las venas — Damián siempre lo reprende.

—¿Y qué? Aun así, siempre será mi amor platónico.

—¿No tienes nada mejor que hacer, idiota? — niega.

—Ella me dijo que siempre me amaría por encima de todos — es curioso como maquina la mente de este imbécil, no sé, o tal vez y sí esté enamorado de mi hermana —. Pero ni modo, la que se lo pierde es ella.

—Estoy pensando que mis tíos te dieron un golpe muy fuerte cuando eras pequeño, pero no te preocupes, yo te acomodo las ideas de un solo balazo en medio de la frente.

—No seas agresiva, Gia. También te amo a ti, y no es porque tengas sus mismas facciones — me guiña un ojo y logra su cometido; hacerme sonreír —. Así te ves mucho mas linda, ¿lo sabias? Deberías descansar un poco para lo que sigue.

—Bien. Debo agradecer al diablo por su existencia — me levanto de la silla y cruzo por el medio de ellos dos, yendo hacia la habitación

Necesito fuerza, y mucha para poder actuar no tan instintivamente con Malory. Ella siempre ha sido una chica sensible, aunque no deja de ser un diablo cuando estalla de furia. Durante el vuelo dormí muy poco, ya que la imagen de mi hermano desangrándose en mis brazos no me lo permitió. Este suceso me ha marcado para siempre, y debo hacerme a la idea de que nunca mas volverá a estar con nosotros.

Al bajarnos del jet, preferimos pasar desapercibidos yendo en motocicleta a la exclusiva zona de casinos que quedan en Los Ángeles, donde seguramente mi hermana está con su esposo en uno de sus negocios. Nuestros autos suelen estar siempre al blanco de los enemigos y no es buen momento para que recibamos más ataques sorpresas.

Dante y Damián vienen atrás de mí a una distancia considerable. No hemos traído más seguridad, somos los tres protegiéndonos contra todo. Mientras acelero la moto, el viento me choca en el cuerpo y esa punzada vuelve a llevarme casi al colapso. Esta herida está muy viva en el pecho y el odio que siento no hace más que alimentar a esos demonios que habitan en mí.

Bajo la velocidad de la moto y le hago señas a los chicos para que se queden alejados. Enfoco los casinos uno a uno, hasta que la veo, no me esperaba encontrarla hablando y riendo en la calle junto con dos hombres. Me

detengo en seco frente a ellos al notar su abultado vientre, dejándome totalmente perpleja y sin poder respirar con tranquilidad. Todo pasa tan rápido, que en un abrir y cerrar de ojos ya tengo dos revólveres apuntándome justamente en el centro del pecho.

Capítulo 2- Noticia

Aclaración: Hola, mis amores. Como veo a unos confundidos, aquí les dejo de quien son hijos cada uno de ellos:

Molly y Remi: Gia, Malory y André.

Dina y Maxi: Maya, Dante y Damián.

Emily y Jeison: Sam y Dereck.

 

Apago el motor, quitando la llave y deslizando suavemente las manos hacia arriba, en son de paz. Bajándome de la motocicleta sin apartar la mirada de ambos hombres que me apuntan en el centro del pecho, uno de ellos afirma su agarre en el arma, listo para dispararme. Quizás y sean sus guardaespaldas o algo así.

—No te muevas o te atravieso con un balazo — escupe uno de ellos, viéndome directamente a los ojos —. Date vuelta.

—¿Es así como recibes a tu otra mitad, Malory? — los hombres profundizan el ceño y Malory se abre paso entre el medio de ellos —. Te has sabido esconder de mí, ¿no es así?.

—¿Gia? Bajen esas armas — está muy hermosa, y con una gran barriga que no me lo esperaba para nada —. Me ponen nerviosa.

Quito el casco de mi cabeza y sonrío ladeado. Sus ojos verdes, iguales a los de mamá me detallan de pies a cabeza, ensanchando una sonrisa de completa felicidad y emoción. Malory, al igual que mamá es muy fácil de interpretar. Sus emociones son muy evidentes en cada gesto que hacen.

—Demonios, lo veo y no lo creo — dice el otro hombre, guardando su arma en la parte trasera del pantalón —. Son idénticas.

—¡Gia! — se abalanza a mis brazos y la recibo entre los míos, sosteniéndola firmemente. Esta punzada en el corazón se hace mucho más aguda. ¿Cómo se supone que deba decirle lo que ocurrió? André era nuestro todo, así como lo son todos en nuestra gran familia —. ¿Cómo es que estas aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me dijiste nada de que vendrías a verme? Hubiera preparado todo para recibirte — suspira, derrotada —. Sé que tengo mucho que explicarte, pero solo déjame hablar y no pienses cosas que no son, ¿sí? Estoy muy feliz de verte, hermanita.

Me ataca sin tomarse ninguna pausa. Le abrazo y dejo un leve beso en su cabeza, entornando mis ojos a los dos hombres a pocos pasos de nosotras.

—Es tu vida después de todo, Malory — se separa de mí y frunce el ceño —. No soy quien para decir lo que debes hacer o no. Pero, ¿no tenemos derecho a estar enterados de tu bienestar?.

—Por supuesto, es solo que papá lo complica todo, y sabes a lo que me refiero — asiento con la cabeza —. Pensaba volver a casa en cuanto naciera nuestro hijo y darles la noticia a todos. No me odies.

—Jamás te odiaría y lo sabes, solo que me molesta que me hayas ocultado todo esto a mí. Has estado desaparecida por cinco años de nuestras vidas, te has casado y ahora estas a punto de reventar. ¿Tendrás algún tatuaje nuevo o qué?.

Ríe, mordiéndose el labio inferior.

—Mi amor — dice, uno de ellos, llamándola —. ¿Por qué no me comentaste que tu hermana es tu gemela?.

—Lo iba a hacer en cuanto los presentara,

pero ya que están aquí: Rowan, ella es mi hermana Gia. Gia, el es mi esposo

Rowan.

—Un placer conocerte al fin — extiende su mano y la recibo formalmente —. Malory me ha hablado mucho de ti y de su hermano.

Un nudo se forma en mi garganta.

—Es una pena no decir lo mismo — sonríe ampliamente, abrazando a Malory desde atrás. Es feliz —. Tenemos que hablar de muchas cosas.

—Claro. Que se acá, no pienso montarme en esa cosa — ríe, apoyándose de los brazos de su esposo —. Aun les tengo miedo.

—Te ofrecemos una disculpa, Gia. Hace unos días atrás, Malory sufrió de un atentado y pues, hemos tomado medias.

—¿Cómo? — Malory me hace señas de que todo está bien y asiento.

—Te lo contaré todo, lo juro — mira por encima de mis hombros y su sonrisa crece —. ¡Mis gemelos favoritos! — grita.

Se suelta del agarre de Rowan, su esposo, y se tira en los brazos de Dante y Damián. Ellos la envuelven y la elevan suavemente del suelo diciéndose lo mucho que se extrañan de parte y parte. Por mi parte no puedo apartar los ojos del otro hombre que no me ha despegado la mirada ni un solo segundo desde que bajé de la motocicleta. Sus ojos negros, oscuros, me detallan cada centímetro del rostro. El hombre es alto, grande, con facciones muy varoniles y mandíbula casi perfecta; muy atractivo. Sus labios permanecen en una línea recta, viéndome desde lejos con mucha curiosidad. Este hombre no me genera nada de confianza, o quizás solo esté paranoica.

Gia presenta a los gemelos a su esposo y me enfoco en Dante; no se ve nada feliz. ¿Será que en verdad está enamorado de ella? Siempre pensé que era un juego.

—Hoy es el día de las visitas gemelares — dice el hombre desconocido, asomando una sonrisa ladeada y rompiendo nuestra conexión de miradas.

—No seas gracioso, Kenneth — Malory se va a su lado y lo hala hasta que queda justo al frente de nosotros —. Él es mi cuñado Kenneth. Ellos son una parte de mi familia; mi hermana Gia, y mis primos Dante y Damián.

—Es un gusto — dice él, dándonos una sonrisa amable —. Lamentamos lo de hace un momento.

—Eso ya no tiene importancia — digo, aferrándome de los brazos de Dante y Damián.

—Sigan al casino, no se queden ahí — mi hermana se ve muy emocionada —. Por cierto, ¿Dónde has dejado a André? ¿Por qué no está él con ustedes? Solo falta él para que este cuarteto sea perfecto…

Me quedo en completo silencio, sudando frio, con un enorme nudo en la garganta y el corazón a mil por segundo. Malory sigue hablando de nuestro hermano; recordando las bromas que de niños nos jugaba, y el corazón más se me aprieta de dolor antes esas menciones. Este dolor es muy insoportable. No soy de quedarme sin palabras, quizás en otro momento hubiese actuado por instinto, atacando a mi hermana. Pero no puedo, no soy capaz de soltar esas palabras tan mordaces hacia ella. No le odio ni le guardo rencor. Lo mejor que pudo haber hecho, fue estar lo más lejos posible de nosotros y tener esa vida que tanto soñó.

—Está muerto — las palabras dejaron mi boca en un tono más duro y agrio de lo normal.

—¿Qué? — Malory me observa con esos bellos ojos verdes casi a punto de explotar —. No juegues con algo así, Gia.

Un denso e incomodo silencio nos rodea. Malory no despega sus ojos de los míos, y entonces la veo bajar los hombros, llevándose la mano al pecho y negando con la cabeza, sabiendo que no estoy jugando con algo tan delicado como la muerte de nuestro hermano menor. Trago saliva y camino hacia ella, tomándola del rostro, viendo como sus lagrimas empezaron a caer una detrás de la otra con fuerza y rapidez.

—Eso es broma, ¿no cierto? — solloza, desgarrando las palabras en su garganta —. ¡El no puede estar muerto! ¡Tiene que ser una puta broma de ustedes! ¡Gia, háblame! ¡Dime que me estas jodiendo, que es venganza por no haberte llamado!.

—Hace dos días lo enterramos — sus labios tiemblan, desasiéndose en mis brazos —. Todo esto es mi culpa.

—¡¿Pero cómo?! ¡Él era un buen chico! — me abraza con mucha fuerza sin dejar de temblar y llorar —. Dime que es mentira… dime que mi rubiecito bebé de ojos hermosos está con vida. Dime que nuestro hermano aparecerá con esa cautivadora y atractiva sonrisa cuando menos me lo espere.

—Cálmate, mi amor — dice su esposo, apoyando una mano en su espalda —. Mejor vayamos adentro, ¿sí?.

—¡No, no quiero ir a ningún otro puto lado! ¡Llévame con él! ¡Quiero verlo! — estalla, este nudo en la garganta me arde como el infierno —. Llévame con él, Gia. Quiero estar con él… Mamá. Papá.

—Tranquila, nena — la profunda y calmada voz de Dante la escucho a lo lejano —. Respira. No te alteres de esa manera, puede causarle daño al bebé.

Dante la toma en sus brazos y ella se aferra a su enorme cuerpo, vibrando silenciosamente en su pecho. Se lo solté de la manera que no era, pero no sabía cómo más decírselo. Dante le susurró varias palabras al oído, antes de darme una mirada y una sonrisa cansada.

Después de mantenernos en un silencio sepulcral, Rowan nos hizo entrar al casino y le dio agua a Malory. Todo su

cuerpo aún se mantenía con pequeños espasmos y suspiros, con la mirada en la nada y sobando su vientre de manera circular. De repente, sus ojos se clavaron en mí y susurró en mi oído:

—Tiene que ver con el atentado que sufrí, ¿verdad?.

—Supongo — me encojo de hombros —. Regresa con nosotros a casa, Malory. Sabes que allá estas más segura que en este lugar; hazlo por mi sobrino y por ti.

—¿Qué fue lo que pasó exactamente? — pregunta.

—No creo que sea lugar para hablar de ello — recuesta su cabeza en mi hombro y enlaza su mano con la mía —. Mamá, papá y yo te necesitamos sana y salva, Malory. Aunque no lo digan ni lo demuestren, ellos están totalmente destruidos por todo lo que ha pasado.

—Volveré a casa — susurra —. Mamá y papá deben de odiarme.

—Eres la luz de sus ojos. Cómo crees que ellos nos van a odiar.

Mi teléfono sonó y lo saqué viendo el mensaje que Dereck me acabó de enviar:

“México”

Una simple, pero poderosa palabra puede hacer la diferencia. Guardé el teléfono en mi chaqueta y volví a la conversación con mi hermana, contándome, casi sin ganas ni emoción todo lo que le había sucedido durante estos cinco años. Muy probablemente ya todos estén dirigiéndose a tan hermoso país.

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