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Podría decirse que era feliz, pero todo cambió un día antes de mi boda. Estaba comprometida con Owen; el gran amor de mi vida, mi amigo de la infancia. Lo amaba más que a nada en la vida. El muy descarado solo estaba jugando conmigo. Mientras preparaba con gran ilusión nuestra boda, él se acostaba con mi hermana menor; Alicia.
Cuando me enteré de la verdad, toda mi felicidad y mis ilusiones se vinieron abajo. Fueron ocho años de relación, de los cuales no le bastaron a Owen para tirarlos por el caño.
La única persona que me hace feliz; es mi madre. Hace dos años quedó invalida. Mi único propósito es reunir suficiente dinero para su operación, pero son un millón de dólares. Apenas gano mil dólares al mes con mi trabajo, lo necesario para comer y vestir, no para pagar una operación tan costosa como la que le deben realizar a mi madre.
No solo la vida que había soñado se derrumbó ante mis ojos, para mi hermosa suerte, me despidieron de mi trabajo por un malentendido. Cada vez me sentía peor conmigo misma, era como si la vida se hubiera empeñado en no verme feliz a toda costa.
Hasta que lo conocí a él; Theo Sandoval, el magnate, dueño de almacenes y de la empresa más poderosa del país.
Theo es un hombre muy guapo, caballeroso y adinerado. El magnate me ofreció un trabajo en su empresa, como su asistente personal. No entendía el por qué tanto interés en mí; por qué se propuso a ayudar a una mujer que recién conocía, habiendo muchas más candidatas para el puesto. Yo solo era la maestra de su hija, pero ahora todo me queda bastante claro.
Antes de trabajar para Theo, él me hizo firmar unos documentos sin leer más a fondo. El gran error que cometí, fue haber puesto mi nombre en ellos. Yo misma me condené a estar a su lado, como su asistente. En los documentos decía que, debía quedarme trabajando para él por un año.
Para él no fue suficiente engañarme. Esa obsesión que él tiene conmigo me vuelve loca. No tengo claro si lo que él siente por mí es obsesión o amor, pero me juré no volver a entregarme en cuerpo ni mucho menos en alma a ningún hombre, ya que todos son unos infelices que solo quieren llevarse a una mujer a la cama y pasar un buen rato, pero sin compromisos. No sé si Theo sea ese tipo de hombre, pero, ¿qué me indica todo lo contrario?
Me encuentro frente a Theo, viendo el hermoso anillo de compromiso que está sobre su escritorio.
—Vamos, Kendra, dame una respuesta. ¿Aceptas casarte conmigo a cambio de ayudar a tu madre en su operación y sacarte de la pobreza absoluta? Lo único que tienes que hacer es aceptar — me propuso el magnate—. Conmigo lo tendrás todo. Solo tienes que decirme que sí.
Para ser sincera, su propuesta me parece interesante. Si acepto, conseguiré el dinero para la operación de mi madre, podré darle la vida de reina que ella se merece. Pero también tendré que cumplir con mi deber como esposa, tendré que entregarle mi cuerpo a un hombre que apenas si conozco; a un hombre que no amo.
¿Ser la esposa del magnate? Nunca me imaginé que me llegarían a proponer algo como eso.
Solo tengo que decir «sí» o «no», dos sencillas palabras, pero ambas con enormes consecuencias. Estoy indecisa, perdida, asustada; no sé qué responderle.
¿Qué respuesta debo dar ante la propuesta del magnate?
...TRES MESES ANTES......
Mañana por fin es el día con el que toda mujer sueña; mi boda. La felicidad que siento en el corazón, no cabe dentro de mi pecho. Estoy muy ansiosa.
—Madre, dime que no estoy soñando, dime que es cierto, que mañana me caso con Owen; el amor de mi vida — daba vueltas de un lado a otro, mientras mi madre solo ríe al verme.
—Kendra, tranquilízate. No, no estás soñando, mañana te casas con Owen.
—Soy muy feliz, mamá — la tomo de las manos y las beso repetidas veces—. Pero seré más feliz cuando consiga el dinero de tu operación, algo que sucederá muy pronto. Te lo juro, madre.
—No, Kendra, ya no pienses en eso. No necesito de una operación que cuesta una fortuna. Esta silla de ruedas ha sido mi amiga todo este tiempo. Ya estoy acostumbrada a estar en ella. En vez de preocuparte por tu vieja madre, sal con tu novio.
—No señora. No me quiera cambiar el tema. Reuniré el dinero necesario para tu operación, te lo juro. Tú te levantarás de esa silla — dejo un beso en su frente y la arropo con una manta—. Necesitas descansar. Buenas noches, madre.
—Buenas noches, mi amor. Mañana serás la novia más bonita — deja un beso en mis manos, y sonrío.
—Eso espero, madre.
Pensaba dirigirme a mi habitación, pero me detuve en la sala al escuchar a Alicia hablando con alguien.
—Estoy harta. ¡¿En verdad piensas casarte mañana?! — solloza—. Hemos estado juntos por años. ¿No sientes nada por mí? ¿Prefieres a mi estúpida hermana antes que a mí?
—¿Con quién hablas, Alicia? — arrebato su celular y me quedo paralizada al ver el nombre de mi prometido en la pantalla—. ¿Qué significa esto?
Mi hermana se congela por completo, mientras mil cosas pasan por mi cabeza. Mi corazón late tan fuerte dentro de mi pecho, tal vez haciéndose una idea de lo que está sucediendo.
—¡¿Deja de mirarme como tonta y dime qué significa esto?! — exploto—. Escuché claramente como le decías a Owen que han estado juntos por años. Explícame, Alicia, porque no entiendo nada —mis ojos se llenan de lágrimas.
—¡Devuélveme mi celular!
—¿Tú y Owen me han estado engañando?
—No es cómo crees, hermanita…
—¿No es como creo? — la agarro del brazo y la llevo conmigo fuera de la casa—. En este mismo momento veremos qué es lo que tengo que creer —detengo un taxi.
—¿A dónde vamos?
—A la casa de Owen, ya que no quieres darme una explicación. Sé que él sí me la va a dar.
Tan pronto llegamos a la casa de Owen, salimos del taxi y sostengo a Alicia por el brazo. Empiezo a tocar el timbre desesperadamente, ignorando el cumulo de emociones en mi pecho.
—Vámonos, Kendra…
—No me iré, no sin antes recibir una explicación.
Owen nos abre la puerta y me sonríe a penas me ve.
—Mi amor, ¿qué haces aquí? — le da una mirada a Alicia y su sonrisa se borra—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? — le doy una fuerte bofetada mientras una risa escapa de mis labios—. ¡Pasa que soy una estúpida! ¡Una imbécil que no se dio cuenta antes de la traición de mi hermana! Una idiota que se iba a casar contigo —vuelvo a abofetear su rostro.
—Kendra, mi amor, necesitas calmarte. No entiendo de lo que me estás hablando.
—Tú y mi hermana son amantes — aseguro, sin poder contener por más tiempo las lágrimas.
—No…
—¿Me has estado engañando?
—No, mi amor — rápidamente me atrapa en sus brazos y acaricia mi mejilla —. Cálmate, ¿sí? Aquí hay un malentendido. Jamás te engañaría en la vida. Mañana nos vamos a casar…
—¡Ya estoy harta! — vocifera mi hermana a todo pulmón— ¡Estoy harta de seguir con esta farsa! Ten los huevos suficientes para decirle todo a mi hermana, Owen —lo señala fijamente—. Sí, Kendra, sí es cierto. Owen y yo hemos sido amantes desde hace mucho tiempo. Nunca tuve la intención de engañarte, fue este imbécil el que me sedujo, y como estúpida me enamoré de él e hice cosas que no debía…
—Estás mintiendo — asegura Owen.
—Ya deja de mentir, Owen. Dile en la cara a mi hermana que mientras ella ha estado arreglando los preparativos para la boda, tú y yo hemos hecho el amor varias veces.
—¡Ya cállense! — grito—. No los quiero seguir escuchando más. ¡¿Cómo pudiste engañarme Owen? ¡Ella es mi hermana! ¡Tan solo tiene diecinueve años! ¡¿Cómo fuiste capaz?!
—Es verdad, cometí un error, pero te juro que a la única mujer que amo es a ti, Kendra — le di una bofetada, silenciando sus palabras.
—Tu no amas a nadie. Eres un imbécil. No quiero saber nada de ti. ¡No quiero saber nada de los dos! Todo se acabó, Owen, ya no hay boda. Y tú, Alicia, a partir de este momento dejaste de ser mi hermana — retrocedo lentamente—. ¡A partir de este momento ustedes están muertos para mí! — corro hacia un callejón mientras cubro mi rostro.
Me detuve cuando empezó a llover fuertemente. Las gotas de lluvia se mezclaron con mis lágrimas, agudizando el dolor en el centro de mi pecho.
—¡¿Por qué no me di cuenta antes?! ¡¿Por qué justo un día antes de mi boda?! — grito con todas las fuerzas de mi ser, dejándome caer en el pavimento.
Las falsas promesas de amor de Owen se fueron al carajo, ¡el muy imbécil me engañó! ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Acaso no le di suficiente amor a lo largo de todos estos años?
—¡Te odio Owen! Eres un maldito, ¡mil veces maldito! — paso mis manos cubiertas de lodo por mi rostro.
Y saber que mañana me casaba por la iglesia con “el amor de mi vida”. Si de algo estoy segura, es que no volveré a enamorarme; juro que no volveré a amar a otro hombre, lo juro.
...☆☆☆☆☆♡☆☆☆☆☆...
...Personajes:...
Kendra:
Theo:
No perdono traiciones, por lo que no perdoné a mi hermana ni mucho menos a Owen. La única persona por la que me dan ganas de seguir trabajando, viviendo y luchando, es por mi madre. Tengo que seguir adelante, la vida no se me va a acabar por la traición de un imbécil.
Después de romper mi compromiso con Owen, solo tengo cabeza para trabajar. Actualmente vivo en un departamento que alquilo, ya que no quiero vivir en la misma casa con Alicia.
Soy maestra en una escuela de millonarios, y doy clases a niños de cinco años.
—¡Buenos días, niños! — saludo con una sonrisa, entrando al salón de clases y viendo a mis dulces niños.
—¡Buenos días, señorita! — gritaron al unísono.
Con una sonrisa me puse al frente del escritorio y miré a cada uno. Me fijo en una niña que estaba en la última fila y camino hacia ella.
—Hola — saludo a la pequeña—. Eres nueva, ¿verdad? —asiente con la cabeza—. Mucho gusto, soy tu nueva maestra. ¿Cómo te llamas?
—Mila.
—Yo soy Kendra. Espero podamos ser muy buenas amigas — le guiño un ojo y me alejo de ella lentamente—. Bien, niños, ¿qué quieren hacer hoy? ¡¿Quieren pintar?!
—¡Sí! — respondieron todos.
Me llevo muy bien con todos los niños, ellos son la alegría de mis días. Cuando terminó el día de clases, después de que se fueran todos los niños, recogí los papeles de información personal de mi nueva alumna; Mila.
—Mila Sandoval, hija de uno de los magnates más poderosos del país — susurro mientras leo los documentos de Mila—. No era para menos, todos los niños son hijos de millonarios, y de seguro arrogantes y mujeriegos como todos los hombres — agarro mi bolso, salgo de la escuela y subo a un taxi.
...THEO...
Después de un largo día de trabajo en mi oficina, decido ir a recoger a mi hija de su escuela.
—¿Cómo te fue en tu primer día de clases, Mila? — le pregunto a mi hija de camino a la mansión.
—Bien — responde de lo más seria.
Mi hija ya no es la misma niña alegre desde que murió su madre hace un año. A mí también me duele mucho lo que sucedió. Paso más horas en mi empresa que a veces no me da tiempo para estar con mi hija. Tal vez también sea el culpable de su tristeza.
Cuando llegamos a la mansión me encuentro con mi mejor amiga; Alexa.
—¿Qué tal, Theo? Hace mucho tiempo no nos veíamos — besa mi mejilla y mira con una sonrisa de lado a lado a Mila—. Hola Mila, te acuerdas de mí, ¿no?
Mila me mira de reojo y luego corre hacia su habitación.
—Parece que no le caigo muy bien…
—No es eso. Es solo que…ya sabes, lo que pasó con su madre.
—Entiendo. Hace un mes no nos veíamos, me tienes que poner al tanto de todo. ¿Qué tal si salimos hoy a cenar?
—Discúlpame, Alexa, pero hoy pensaba pasar tiempo con mi hija. ¿Qué tal si la cena la dejamos para otro día?
—Muy bien. Eres un buen padre — mira su reloj—. No te quito más tiempo. Dale un beso de mi parte a Mila. Adiós.
Después de que Alexa se fuera de mi casa, voy a la habitación de mi hija.
—Mila, cariño, ábreme — dejo varios golpecitos en la puerta.
—Quiero estar sola, papá — me responde desde el otro lado.
Mi hija necesita de una madre, que esté al pendiente de ella, que la ame y la proteja cada día, pero lamentablemente no la tiene. Tampoco me interesa tener una relación con otra mujer, ¿para qué? ¿Para qué le suceda lo mismo que a mi primer amor? No podría vivir algo como eso de nuevo.
...KENDRA...
Me encontraba caminando por la escuela, ya que es hora de receso, pero me detuve al ver a Mila peleando con otra de mis alumnas.
—¡Niñas! — me acerco a las pequeñas—. ¿Qué está pasando aquí?
—Maestra, Mila me pegó — se queja la otra niña, por lo que miro a Mila.
—¿Es eso cierto, Mila?
Asintió lentamente con la cabeza.
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque me estaba molestando, me dijo que no tengo mamá… — balbucea.
—Tu no vuelvas a decir esas cosas — le digo a la otra niña—, y tú, Mila, no vuelvas a pegarle a tu compañera. Eso no se hace, está mal. Ven conmigo, Mila.
Traje a Mila al curso y nos sentamos las dos solas en una misma banca.
—¿Por qué ese comportamiento, Mila? No es la primera queja que me dan de ti. Siento mucho lo que pasó con tu mamá, pero no debes reaccionar de esa manera con tus compañeras. Te podrían expulsar, y es lo menos que quiero. Me caes muy bien. ¿Me prometes que no volverás a golpear a tus compañeras? — dejo un beso en su cabecita, y asiente—. Así me gusta, ahora ve a jugar con tus amiguitas.
Se levanta de la silla, camina hacia la puerta, pero se detiene, y antes de que pueda decir algo más, me abraza fuertemente.
—La quiero mucho, maestra — luego de tan bonitas palabras, sale del curso.
—Pobre, perdió a su madre a tan corta edad. Tengo que hablar con su padre, él tiene que saber lo que ocurre con su hija.
Cuando terminaron las clases, busco en los documentos de Mila la dirección de su casa.
—Perfecto — sonrío al ver la dirección de la mansión de Mila. Tomo mi bolso y me subo en un taxi, rumbo a la casa de mi alumna.
Le he tomado mucho cariño a Mila, es una niña muy dulce. Un angelito que apaga la luz de la felicidad por una tragedia, pero yo me encargaré de que su padre la ayude. Varios minutos después, el taxi se estaciona frente a la mansión Sandoval. La inmensa y lujosa mansión. A veces me pregunto, ¿para qué tanta casa?
...THEO ...
Mañana tengo una reunión con inversionistas muy importantes, por lo que me encuentro trabajando en un plan de negocios. Mientras revisaba los documentos en mis manos, tocaron la puerta de mi despacho dos veces.
—¿Quién?
—Señor, una señorita le busca. Dice ser la maestra de Mila — me informa mi empleada.
—Otra travesura — susurro—. Dile que pase.
—Sí, señor.
Estaba guardando los documentos que tenía sobre mi escritorio en los gabinetes, cuando la maestra de mi hija entra al despecho.
—Buenas tardes, maestra, ¿en qué la puedo ayudar?
—Buenas tardes, Sr. Sandoval. Soy Kendra Lisboa. Quisiera hablar con usted sobre Mila. Verá…
No presto atención a sus palabras, pero sí a sus labios que se van moviendo poco a poco y muy sensualmente. Me quedo idiotizado viéndola fijamente. Esta mujer es simplemente hermosa.
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