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La Ultima Princesa

Mi pequeña granja

Son casi las seis de la mañana acabo de despertar, el día es frio, como siempre y una ligera llovizna entra por la ventana, junto a mí esta mi hermana durmiendo, le cuesta levantarse es muy floja, sonrío, la veo titiritar creo que tiene frio, la cobijo con la gran manta de lana color azul que esta tirada en el suelo, y salgo de mi cuarto.

Me dirijo a la cocina, necesito tomar un gran vaso de leche si quiero rendir en el día de hoy, en realidad atender una granja es algo complicado, no solo es cuidar de los animales sino que también tenemos que darles de comer, bañarlos, cambiarles el agua, sacarlos a pastar, recolectar la leche de las grandes vacas cafés que tiene mi abuela y también la de las cabras para que ella haga el queso y mantequilla que después o mi hermana Naybella o yo tendremos que vender, me imagino mi rutina el día de hoy y me siento exhausta.

Me preparo una tostada con algo de queso y me sirvo un poco de leche con miel, tomo asiento, mientras disfruto mi desayuno, veo a mi abuela a través de la ventana, ya está despierta y fuera de la casa, tiene un enorme sombrero que la protege de la llovizna y un gran suéter más bien viejo que la mantiene calientita, me mira con una enorme sonrisa y me saluda.

Mi mama nos abandonó, a mí una semana después que nací y a mi hermana dos años después de haberla tenido, desde entonces vivimos en Shekinah y en esta granja; sin mi abuela Gladis y mi abuelo Gilbert no sé qué hubiera sido de nosotras.

Termino de comer más rápido de lo que me hubiera gustado y me levanto, me pongo un suéter aún más viejo que el de mi abuela, con algunos agujeritos en las mangas, tomo mis botas cafés para lluvia y giro la manija de la puerta para salir.

El frio me quema la cara, adentro no se sentía tanto y ahora entiendo porque, mi abuela prendió el fuego para que  la casa estuviera calientita.

-Buenos días mami, me hubieras levantado para ayudarte – La saludo y le ofrezco una sonrisa, ella me conoce y sabe que me gusta ayudarla, ya es una persona mayor y, aun así, se esfuerza por que mi hermana y yo estemos lo mejor posible.

- Estoy bien mi niña\, no podía dormir así que a proveche el tiempo – me responde de una forma muy tranquila. Solo le sonrió y me dirijo hacia los gallineros, tomo mi gran canasta y voy hacia cada una de las gallinas, ellas son mis compañeras, siempre que me siento sola, vengo aquí y leo, me gusta obsérvalas en silenció, mientras yo me concentro en mi lectura, bueno esto último casi no pasa, aquí siempre hay algo que hacer; pata azul es mi gallina, la tengo desde que era un pequeño pollito, se la compre a un comerciante en el mercado de víveres, creció muy

rápido y es un animalito muy inteligente, lo que hice para que no se confundiera con las demás, fue que aun costado de su pata le pegue una de las banditas azules, de seda que mi abuela tiene en su cajón, de esa manera la reconocía fácilmente, además que bueno es la única que siempre está detrás de mí, me sigue a todas partes, esperando a que le dé  una muestra de afecto.

Voy recogiendo los huevos que estas producen, y les agradezco ¿Es raro que alguien le agradezca a una gallina

por poner huevos?, pues no lo sé, pero yo lo hago, cierro el gallinero y me dirijo al pozo a lavar los huevos, para después volver a ponerlos en la canasta.

Cuando termino ya son alrededor de las nueve y treinta de la mañana, veo a mi hermana saliendo de la casa con una cara de culpa, ya es tarde y no nos ayudó.

- Lo siento me quede dormida\, aunque me hubieras despertado\, creo que es culpa de ambas – sonríe y me mira como un cachorrito asustado, la observo y pienso que    aun que es mi hermana no se parece en nada a mí, la forma en que nos criaron fue muy diferente, a mí me enseñaron a hacer todo tipo de cosas, se me obliga a leer, a escribir, tejer, cantar, administrar las finanzas de la granja, mi abuela pese a que es una simple granjera sabe demasiado y me enseño varios idiomas, matemáticas y bueno un sin fin de cosas más, con mi hermana fue igual pero sin forzarla y bueno ella lo dejo hace años, yo aun sigo con estas clases, aunque bueno no soy muy buena en ninguna de estas actividades.

**- No pasa nada pero tu iras a la botica por los frascos y yo a vender la mantequilla\, el queso y los huevos –**le sonrió de forma burlona y le saco la lengua\, observo como hace una mueca de insatisfacción\, el joven que trabaja en la botica\, está enamorado de mi hermana y no la deja en paz\, de hecho una vez hasta la trajo a la granja y por más que ella lo corría\, el ignoraba sus desplantes\, trataba de ganarse a mis abuelos para que lo dejaran venir a verla más a menudo\, yo ese día sentí una especie de ternura hacia las acciones del chico y pena\, la cara de mi hermana reflejaba todo\, menos comodidad de que el estuviera ahí\, desde entonces cada vez que puedo la mando la mando a hacer esas diligencias\, en castigo por su pereza.

-NO, por favor, sabes cómo es Elliot- dijo casi murmurando, y la mire atónita - ¿Sabes su nombre? - le pregunte, pero no respondió, ¿será que de verdad le gustaba?, eso es imposible, mi hermana es muy hermosa claro, pero aun es pequeña, no la veía en una relación con nadie, no la veía dejando la granja para casarse, si bien es cierto que las damas de sociedad se casaban jóvenes, ni mi hermana ni yo debutaríamos en la corte, no éramos ricas, vivíamos en una granja y no teníamos una dote.

Es por eso por lo que\, al menos yo nunca había pensado en el amor\, ni en esas cosas\, para mi era como lo peor que le podía pasar a alguien\, pero ¿Será que ella tendría otra perspectiva de lo que era el amor?\, y lo más importante ¿Se alejaría de nosotros? **-Niñas\, vayan al mercado\, antes de que se haga tarde - **Grito mi abuela\, para que la escucháramos\, estaba un poco lejos así que solo asentimos y nos dimos la vuelta directo a la casa.

Cada una tomo una dirección, yo me fui directo al mercado de víveres que quedaba hacia el este de la granja y ella en la dirección contraria hacia la botica. El camino era largo, mi pequeña granja quedaba muy alejada del centro del reino, de niña me quejaba, odiaba dar largas caminatas, pero ahora ya no me molestaba, más bien todo lo contrario, me ayudaba a pensar, a relajarme y sobre todo podría recoger algunas bayas del bosque.

Cuando recién llegué al mercado\, comprobé mi canasta de huevos\, estaba intacta\, ninguno se había roto\, la mantequilla seguía fresca al igual que el queso\, me dirigí a la entrada del mercado cuando sentí un profundo dolor\, **– Arghh - **grite y gire la cabeza\, un hombre me había pisado y ni siquiera se giró a pedir disculpas\, lo mire mal\, levante el pie para sacudirme la tierra de mi zapato\, de pronto sentí un empujón\, esta vez casi me tiran la canasta.

– Oiga – grite, la mujer se dio la vuelta y me respondió.

**– Oh\, lo siento\, la regente está en el mercado\, y todos esperamos que pase a nuestros puestos a saludar –**Tenia una sonrisa de oreja a oreja\, como si lo que me contara fuera excusa por caminar sin fijarse\, si bien es cierto que la regente Ariann era una mujer importante\, no era como que fuera la mismísima reina\, no entendía como estas personas estaban tan emocionadas si todas las finanzas del reino se las estaban acabando ella y sus hijas la señorita Nikola y la señorita Ivana\, la gente se moría de hambre y ¿Estaban felices por ver a estas personas? como no respondí nada la mujer me sonrío incomoda y se giró hacia la entrada del mercado.

Una vez que estuve en mi puesto, acomode las cosas, y me senté, abrí el libro que me había traído de mi casa y

solo me relaje, la gente estaba pasando cada poco tiempo a comprar, mi abuela era una señora muy querida en el mercado y siempre o casi siempre nuestros productos se terminaban.

De pronto sentí que alguien me miraba, al voltear la cabeza vi que la mayoría de la gente del mercado me observaba, no entendía el porqué, hasta que la vi, de inmediato me levante, y mire a la persona que tenía enfrente, era la hija mayor del regente, Nikola, era joven, tal vez de la edad de mi hermana tenía un largo cabello negro, adornado por unas flores color lavanda, y tenía un vestido del mismo tono, era alta y bastante delgada, sus rasgos eran más bien comunes, pero se veía que era de la alta sociedad, escuche hace poco que su padre se había negado a que ella debutara este año, ya que esperaba que se casara con un príncipe, era obvio que el

regente Malcolm, esperaba eso, sus hijas serian sus chivos expiatorios para subir de posición ya que su regencia no duraría mucho, de hecho se decía que estaba en peligro ya que el príncipe heredero al trono pronto aparecería, había muchos rumores uno de ellos era que el joven príncipe fue criado en secreto para mantenerlo con vida, pero que ya tenía edad para asumir la corona, yo solo esperaba que este nuevo monarca si se preocupara por la gente y no solo en llenar sus arcas.

- ¿Y bien? – me observo la joven que tenía delante de mí. ¿Qué me pregunto?, pensé la gente me miraba como si fuera un bicho raro, y esas miradas no me ayudaban mucho mas bien me ponían nerviosa, lo único que atiné a responder fue: – Disculpe, no la escuche – Hable bajo, pero sé que me entendió ya que una sonrisa sarcástica se formó en su cara.

– Dije que quien enseño a leer, a una campesina – esta vez su tono de voz era ofensivo, yo no era conocida por tener una gran paciencia, y mucho menos por dejarme de las personas, inhalé y le sonreí de la manera más amable que pude.

 - Mi abuela señorita – solo dije eso, tome mi libro y me senté, esperando que se fuera, pero que equivocada estaba, al parecer esto estaba lejos de terminar.

-Y si tienes una abuela culta, ¿Cómo es que no te enseño a hacer una apropiada reverencia? – así que eso

fue lo que la molesto, que no me inclinara ante ella, que infantil.

Mi abuela nos enseñó que jamás deberíamos llamar la atención, siempre manteníamos un perfil bajo, eso me

enseño desde niña, y esto sin duda estaba lejos de ser parte de un perfil bajo.

- Si\, si me enseñó a hacer reverencia señorita\, y tengo entendido que estas solo se les ofrecen a las personas de la realeza\, duques y condes\, no a los regentes ya que ellos son como nosotros\, solo que lo único que hacen es cuidar el trono de alguien más – sonreí, pero al instante me arrepentí, que carajos había hecho, acaso quería morir.

La sonrisa de la señorita Nikola se borró, y a cambio me mostro una imagen que de verdad daba miedo, sabía que ella era impulsiva pero no me haría nada o ¿sí?, la respuesta a la pregunta que me hacía interiormente salió casi de inmediato de los labios de esa joven, -GUARDIAS, lleven a esta imbécil fuera, le daré una lección...

-¡!-

Sentí un frio recorrer mi cuerpo, los guardias se apresuraron a jalarme de los brazos, mientras yo intentaba soltarme, me llevaban fuera, camine obligada por ellos, gire la cabeza mientras veía como destrozaban el puesto donde minutos antes me encontraba leyendo, podía ver su cara estaba molesta, ¿acaso me mataría?

- QUE ESTO SEA UNA LECCION PARA TODOS - grito la regente Ariann, era obvio que apoyaría las acciones de su hija, la mire fijamente con todo el odio que pude, rompió contacto visual para hacerle una señal a alguien, entonces sentí mi cabeza dar vueltas, me ardía la cara, creo que el guardia me había abofeteado con el mango de su espada, mi cara se retorció de dolor, y las lágrimas amenazaban con salir, pude sentir un sabor a oxido en mi boca, creo que esta comenzaba a sangrar, algo en mi esperaba que esto terminara con una simple bofetada, pero la cara del guardia reflejaba, que aún faltaba mucho para que la familia del regente estuviera satisfecha.

Preguntas sin respuesta

Aún estaba aturdida, la gente me observaba algunos estaban sorprendidos y otros me miraban con cara de satisfacción como si de verdad merecía algo de lo que me estaba pasando. Justo entonces sentí que la tela de mi vestido se rompía, me asuste creí que me dejarían desnuda enfrente de todos, pero no fue así, solo mi espalda quedo expuesta, mis pechos por suerte aún seguían tapados gracias a que las mangas de mi vestido estaban apretadas, el guardia sostenía un látigo, ya sabía lo que me esperaba…

-Arghhh – gritaba, llevaba el conteo de los azotes que me estaban dando, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, esperaba el siguiente, pero de pronto no sucedió nada, levanté mi cabeza y vi al duque Grapham, hablar con la regente, esta me miro atónita, se acomodó el vestido y dijo;

– SUFICIENTE- me sorprendí, y mire a Nikola ella estaba aún más sorprendida que yo, no se esperaba que su madre parara el castigo, se limitó a asentir y se subió a su carruaje cubierto de oro rosa, los guardias subieron a sus caballos, y avanzaron, note que el hombre que me había golpeado le dio la llave al gran Duque y se fue.

 -Pero que hiciste niña- me miro sorprendido, quise responderle, pero en lugar de eso, solo pude hacer una mueca, la herida de mi boca era peor de lo que esperaba, se asustó, giró hacia los hombres que lo acompañaban y creo que les ordenó a sus guardias que me desataran, después de eso, mi mente se nublo y perdí el conocimiento.

                                                                                           ***

-Quien carajos es ella- pregunto una muy molesta Nikola a su madre, sin embargo, la regente no decía nada, lo único que su cara expresaba era terror, una arruga se formaba en su frente, como si estuviera pensando.

Ivana que estaba junto a su madre y la conocía muy bien, sabía que estaba tratando de planear ¿pero qué?, el viaje al castillo Browbear, se hizo en silencio, ninguna de las tres damas quiso hablar, una vez llegada a la entrada cada una bajo del carruaje, los sirvientes como de costumbre estaban en la puerta, esperando a sus amos, y dándoles una cálida bienvenida, pero en esta ocasión, no había nada cálido las tres habían tenido un día muy duro.

El regente Malcolm les había dicho que debían visitar el mercado de víveres para que las personas las reconocieran y cuando el príncipe Chandler llegara al palacio, Nikola tuviera buena reputación, y pudiera tener más oportunidades de que la Reina Mar Ibeth, que era conocida por su benevolencia, la apreciara tanto que la quisiera como esposa del joven príncipe. En principio ellas aceptaron, odiaban a los plebeyos y campesinos, pero si esa era la única opción de conservar el poder lo harían, lo único que no esperaban era que todo se saliera de control, ¿y si el mismísimo príncipe escuchaba los rumores sobre la hija del regente?

-Gracias a todos, pueden retirarse- dijo Ariann, nerviosa, mientras los sirvientes se dispersaban, ella se dio la vuelta hacia sus hijas y les dijo que las quería ver a la hora de la cena, no les dio tiempo a responder, se dio la vuelta y se dirigió a la oficina de Jaime, el secretario y consejero privado de la realeza.

- Toc\, toc – sonó la puerta de madera, Sir Jaime, inmediatamente se paró y abrió, tenía una cara de sorpresa, la regente Ariann jamás venía a visitarlo, sin duda el tema seria complicado.

-Pase mi señora- le hizo una débil reverencia, si bien no era obligatorio, por costumbre y por mantener su empleo se había a costumbrado a hacerlo.

-Muchas gracias, Sir Jaime- la regente entro y sentó, rompió el incomodo silencio diciendo, - ¿Qué sabe sobre la familia real? – no tenía tiempo de mantener una conversación, si quería que algo malo sucediera tenía que saber todo y lo antes posible.

- Eh\, bueno – titubeo Sir Jaime – Desaparecieron hace dieciocho años mi señora- dijo la verdad, pero sabía que la regente estaba ahí, para algo más que simples suposiciones.

 – Yo se eso, Sir Jaime, pero quiero que me cuente absolutamente TODO – recalco estas últimas palabras, Sir Jaime llamo al criado que estaba a su servicio y le pidió que trajera te y galletas, la conversación seria larga.

Pasaron alrededor de 3 horas en las que hablaron acerca de la familia Real, del bebe que había nacido y que

probablemente si apareciera le quitaría todo a ella y su familia. Ariann estaba muy asustada camino durante unos minutos, sus hijas ya estarían listas, necesitaba hablar con ellas, acerca de esta nueva información y contarles lo que ella estaba planeando.

Cuando llego a la gran habitación que compartía con su marido, entro a la gran sala que estaba antes de su

dormitorio y pudo notar que ya se encontraba sentada una de sus hijas, Nikola esta recostada en su cama, se había dado un baño ya que su cabello estaba mojado y se había cambiado de vestido a uno rosa claro, que hacía resaltar su piel morena.

- ¿Y tu hermana? – rompió el silencio, mientras le hacia una seña a su hija para que se enderezara, su voz

era ronca y se notaba que estaba preocupada, su hija menor Ivana, era un libro abierto y si su padre o su abuela le preguntaban acerca de lo sucedido era obvio que les contaría todo.

-Esta con mi abuela- Respondió Nikola, sin ganas de escuchar las preocupaciones de su madre, su hermana era una chismosa y eso no cambiaría, siempre había sido así, no entendía porque esta repentina preocupación.

-Bien, tal vez así sea mejor, escúchame con mucha atenci…- fueron interrumpidas por los sirvientes que les

dejaban enfrente de una gran mesa apetitosos platillos, y riquísimos postres.

 

 

El relato

No sé cuánto tiempo había pasado, estaba recostada boca abajo y podía sentir un inmenso ardor en mi espalda,

estaba desnuda de la parte de arriba pero no se veía nada por la posición en la que encontraba.

Aun me sentía mareada, todo me daba vueltas, cuando me fui acostumbrando a la sensación, por fin reconocí en

donde me encontraba, estaba en la mansión Graham, tal vez en el cuarto de Sarah, la verdad no lo sabía, pese a que era mi mejor amiga, no veía a esta parte del reino, mi abuela no me dejaba en realidad, yo supongo que quería evitar que me pasara algo como lo de hoy.

Escuche la puerta abrirse, pero no intente voltear a ver quién era, me dolía mucho la espalda para hacer tal

esfuerzo. – ¿Cómo te encuentras? – Reconocí esa dulce voz, era Sarah, sonaba preocupada y algo molesta, nos hicimos amigas desde muy pequeñas, en un principio ella me rechazaba y yo lo entendía, ella era la hija del gran Duque Graham, su familia pertenecía a la alta sociedad, y bueno la mía era de granjeros, eso no me avergonzaba en absoluto, más bien que era normal que esta gente nos mirara por debajo.

Pero su familia no, en un principio la obligaron a ir a la granja a convivir conmigo, y con el paso del tiempo nuestra amistad se dio por si sola, ella me enseño muchas cosas, como por ejemplo a tocar el piano, su madre siempre nos sentaba en el banquillo del piano, y nos obligaba a tocarlo dos horas al día, ya fuera en solitario o acompañadas, supongo que sentían lastima de mí.

-Estoy bien, no te preocupes – sonreí, pero esta vez ella no me creyó, no podía ver mi espalda, pero estaba

segura de que se encontraba muy dañada, en ese momento solo pude pensar en una persona y en como reaccionaria.

-Sarah, mi abuela…- dije preocupada, podía ver que ya era tarde y tenía miedo de que estuviera asustada.

– Viene en camino, Justin fue a avisarles lo que te paso, creo que querrán verte- dijo creyendo que esas palabras me harían sentir mejor, pero en realidad todo lo contrario.

El tiempo parecía que pasaba lento, Sarah, seguía junto a mí, esta vez me estaba leyendo un libro de romance, sus favoritos, yo solo sonreía, no quería hablar ya que cada vez que, hacia un ligero movimiento, sentía como si me jalaran la espalda y la boca me ardía, mi amiga al parecer también lo sabía ya que no me preguntaba como de costumbre la opinión sobre, el libro o los personajes.

-Entonces, la corte se quedó en silencio, aquella dulce joven, parecía ser otra, portaba con orgullo aquella

hermosa corona demostrando quien se sentaría en el trono, su caminar era seguro, ya no titubeaba, mantenía la mirada alta, mientras observaba a las personas a su alrededor y ahí estaba el, justo frente a ella lo único que podía hacer era dirigirse hacia el apuesto joven…. - Alguien entro a la habitación, interrumpiendo la historia que amablemente Sarah me estaba leyendo, agradecí esta intervención divina.

- Como se encuentra señorita - giré mi cabeza y vi a un hombre muy mayor, tenía una gran bata blanca y un

maletín, sin duda era el médico.

- Lo mejor que puedo estar– respondí molesta, como me pregunta eso, acaso el medico era ciego, respire, inhale y exhale, él no tenía la culpa, estaba molesta por haber escuchado esa historia, y porque mi abuela llegaría en cualquier momento, - Lo siento – volví a decir. El medico ya no me respondió, se acercó a mí y abrió su gran maletín, les pidió a las sirvientas del Gran Duque Graham que trajeran un valde con agua caliente, algunas telas y un poco de algo dulce, ya que del dolor seria probable que yo perdiera el conocimiento, me gire a ver a Sarah y su expresión era de pánico y ansiedad, creo que mi espalda estaba peor de lo que pensaba.

Todo transcurrió en silencio, el medico mojaba un paño de tela en el agua, lo exprimía y me lo colocaba en las

heridas, me sobresaltaba cada vez que esto sucedía, - ¿Eso no es solo agua verdad? - dije esperando a que alguien me respondiera, pero nadie dijo nada.

La curación tardo aproximadamente una hora, después de lavarme las heridas el medico agrego hiervas y un ungüento que se sentía fresco, lo que me relajo.

-Le quedara cicatriz- dijo el médico, con una voz cansada.

- No importa - le respondí con el mismo tono, ya estaba muy cansada, había sido un día largo, debí haber ido yo a la botica.  -Importara en el futuro, por favor haga todo lo posible para que el daño sea menor –dijo el Duque Graham. No entendí, a lo que se refería, ¿lo decía por si me casaba?, eso a mí no me importaba ¿por qué a él sí?, mire a Sarah, pero cuando nuestros ojos se encontraron ella en un rápido movimiento huyo mi miraba, ¿Acaso ella sabía algo?

Antes de que me diera tiempo a preguntarle a ella o a su padre cualquier cosa, la puerta de nuevo se abrió,

para mi sorpresa era mi familia, mi abuela Gladis, mi abuelo Gilbert, mi hermana Naybella y ¿mi madre? Parpadee un par de veces, por si me estaba imaginado cosas, pero no era así ahí estaba ella, Elisbeth mi madre biológica y la mujer que me había dejado, según me contaron el parto fue complicado y yo estuve a punto de morir, ella estaba muy cansada y bueno por lo que se, también estaba preocupaba por mí, se podría decir que nadie pensó que esa misma semana ella desaparecería, y solo la volvería a ver dos años después cuando trajo a Naybella con ella, paso un tiempo con nosotros en la graja, pero después también se fue, a mi hermana le costó adaptarse, era una bebe sí, pero ya reconocía a su madre.

Nos escribía cartas de vez en cuando, hace unos seis años supe que se casó, y dos años después tuvo un hijo,

Archie mi pequeño hermano, será que ¿por fin lo conocería? No sabía nada él, pero soy humana y aprendí a quererlo en la distancia, esperaba desde el fondo de mi corazón que ella por fin fuera buena madre y se ocupara de ese niño. Como si ella supiera lo que yo estaba pensando, me miro y en sus ojos había ¿culpa?, en realidad no sabía lo que su mirada reflejaba, si bien era mi madre yo no la conocía.

Desvíe la mirada de ella y me centre en mis abuelos, estaban preocupados, les sonreí y les tendí la mano,

quería sentirlos cerca de mí, cuando la tomaron mis lagrimas comenzaron a salir, realmente en ese momento fui consciente de todo, estuve en peligro y sin querer dije algo que me estaba guardando desde que me salvo el Gran Duque Graham.

-Tuve miedo - dije llorando, esta vez ya no me importaba que me viera el médico, sara o su padre, de verdad estaba aterrada y solo en ese momento pude sentirme segura.

Todos salieron de la habitación excepto mi familia que me dejo llorar, incluso mi madre me observo en silencio, mi pecho subía y bajaba se contraía, tenía ligeros espasmos, tarde bastante en calmarme, las sirvientas del Duque habían dejado dulces y te, los pusieron en una mesa de cristal junto a la cama en donde yo seguía recostada, Naybella fue la única que tomo un plato con galletas color rosa, glaseadas de un blanco intenso.

Cuando ya me estaba tranquilizando, mi abuelo me miro y vi que abrió sus labios dudando, pero al final su voz era fría, podía entender que estaba molesto.

– Cuéntame cómo sucedió todo – lo mire e inmediatamente baje los ojos, el era muy impulsivo, y podría querer vengarse, si le mentía terminaría enterándose, ya que la gente del mercado de víveres había visto todo, así que suspire y opte por decirle la verdad, si bien sabía que se molestaría, ahí estaba mi abuela y mi madre que podrían detenerlo.

Les conté todo, el pisotón, la burla de la señorita Nikola, que le había respondido yo para haberla hecho

enojar, el cómo me habían arrastrado los guardias hacia afuera y como habían destrozado el puesto que era de mi abuela.

Me quede callada, pues lo que venía no era nada cómodo de contar, me calme, era mi familia y la mayoría de ellos me querían, a excepción de mi madre, les dije que el guardia me había dado un golpe en la cara con el mango de su espada, que me había rasgado el vestido y ya al final solo le dije que me dio un par de latigazos por orden de Lady Ariann, esto último no fue muy convincente ya que mi espalda mostraba más de un par de latigazos, pero no dijo nada más, solo se conformó con mirar a mi madre y asentir, parecía que le estaba dando una especie de señal, pero nadie en el salón pareció notarlo así que pensé que me lo estaba imaginando.

 

 

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