8 DE OCTUBRE DE 2.047
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–. Señor –me llamo–. Hemos llegado a la fiesta.
–. Esta bien, Pablo –asentí–. Gracias.
Baje de mí auto y mí el enorme palacio en donde se celebraba una gran fiesta, empecé a caminar bajo la mirada de todos aquellos. Nadie decía una sola palabra y me dejaban pasar, espero y no verdad lo que Creta me dijo.
Dos hombres abrieron la puerta hacia un enorme salón, ya había mucha gente. Todos callaron al verme nadie se esperaría que llegara alguien apenas conocido a este lugar. Busque con la mirada rogando no encontrarme con la verdad... Pero la vi, ahí quitandose la máscara, sus ojos azules me miraron.
¿Que hacía aquí? ¿Era verdad...?.
–. ¿Quien es ese? –escuche un murmuró.
–. No lo sé –murmuro otra personas respondiendo.
No prestaba atención solo miraba aquellos ojos que se humedecian poco a poco. Me di vuelta así como vine y salí de aquí. Pablo me esperaba afuera con el auto preparado.
–. Vámonos, Pablo –ordene apenas me acerque–. ¡AHORA!
Me subí al auto y él aceleró, me gire y la vi saliendo del baile. Solo miro como me iba y ya... No puedo creerlo.
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• UN AÑO ANTES •
3 DE FEBRERO DE 2.046
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EVANGELINA
Bien... Concentración, Eva, concentración y valentía. Él auto se acerca y se para a un lado de la calle, dispuesto para ayudar a esta pobre damisela.
El tipo baja del auto y se acerca a mí.
–. Buenas, señorita –digo–. ¿Necesita ayuda?.
–. Ay muchas gracias –me hago la desesperada–. No sabes cuánto estuve intentando arreglar esto.
–. Bueno no tiene que esperar más –me sonríe–. Soy bueno con los autos.
–. Gracias –le sonrío.
Veo como se acerca al capo de auto, este desgraciado... Trafica personas en el territorio de mí padre y eso está estrictamente prohibido.
–. ¿Es mecánico? –pregunto.
–. No, no es eso –dice mirando el motor–. Pero tengo experiencia.
–. Mí hermano también tiene experiencia con autos –le digo.
–. ¿Tienes hermanos? –me mira–. ¿Cómo se llaman?.
–. Tengo solo uno –afirmo–. Es el menor... Se llama Pietro.
–. ¿Pietro? –pregunta–. Me suena mucho ese nombre... ¿De dónde lo habré escuchado?.
–. Quizás sea por mí padre... –cambio mí voz a una enojada–. Renzo Leone. Imagino que lo conoces.
Este se tensa de inmediato. Se gira hacia mí entonces. ¡BAM! le doy una buena patada en la cara y este cae.
–. Juro que no traficare más en su territorio –suplica.
–. Eso no es lo que queremos –digo–. Pero eso te lo dirá mí padre.
Le doy un puñetazo y queda inconsciente. Remi sale del auto y me ayuda a levantar al tipo, lo metemos al baúl amarrado.
Me subo y enciendo el motor, empezamos a conducir.
–. Fue un buen golpe –chocamos puños.
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• BODEGA LEONE •
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Atravieso el bosque para llegar a la bodega donde están mí padre y Pietro. Espero que mí padre no se enoje por esto, una vez que llegó los hombres me miran sorprendidos.
Bajo del auto junto a Remi.
–. Buenos días, señorita Leone –me dice.
–. Buenos días –le sonrío–. ¿Está mí padre?.
No tengo que esperar más, la puerta de la bodega se abre y mí padre sale.
–. Evangelina –me dice–. ¿Que haces aquí, hija?.
–. Vine con ustedes –le sonrío–. Y mira lo que tengo para ti.
Me acerco al auto y saco del baúl al tipo. Miro a mí padre, dirige su vista al hombre y luego a mí... Está enojado, okey... Metí la pata de nuevo.
–. ¡TARAM!... –lo señaló–. Lo atrapé. ¿Que me dices? ¿Eh? ¿Ya
Mira a sus guardias y les hace una seña. Estos se acercan y se llevan al hombre arrastras.
Me toma del brazo y me entra a la bodega hacia la oficina de está.
–. ¿Que crees que haces, Eva? –me pregunta–. ¿Tu madre sabe dónde estás?.
–. No, piensa que estoy en casa del tío Aleskei –le digo–. Perdón, papá.
–. ¿Que tal si algo te pasaba? ¿Eh? –se acerca a mí–. ¿Que hubiera hecho si te perdía?.
Me abraza con fuerza y yo a él, no pensé en que podría salir algo mal o en qué pasaría con mí familia si algo malo me pasaba.
–. ¿Durante cuánto tiempo? –pregunto apenada.
–. Dos semanas, dame tu teléfono –me ordena–. Anda.
Le doy mí celular llama a algunos hombres para que me lleven a casa. Paso por el pasillo y justo veo a mí hermano.
–. ¿Y ahora que hiciste? –pregunta caminando hacia mí.
–. Nada, solo quise ayudar y lo atrapé eso es lo bueno –suspiro–. Voy a casa.
–. ¿Por qué sigues haciendo esas cosas, Eva? –me pregunta–. ¿Eh?.
–. Pietro... –digo.
Cuando estoy apunto de responderle mí atención se ve atraída por un mapa pegado en la pared. Lo miro atentamente analizo cada curva, cada marca, cada línea.
–. ¡EY! –Pietro me llama–. ¿Que te pasa?.
–. Nada, me voy –le digo–. Adiós.
Me subo a la camioneta con los guardias y Remi, vamos a la mansión.
Cuando bajó veo salir a mis tíos Aleskei y Tassia, también a mí madre.
–. ¿Donde estabas? –me pregunta molesta.
–. Perdón, mamá –digo–. No quería asustarte.
–. Pues lo hiciste, Eva –se acerca a mí–. Suficientes problemas tengo con tu padre para ahora tenerlos contigo.
–. Lo siento. Van a pelear por mí culpa –suspiro–. Otra vez.
–. Entra, vamos –lo señaló.
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Por la noche desbloqueo mí laptop que según mí padre yo no la tengo. Jiji.
¿Por qué hago esto?. Quiero demostrarle a mí padre que soy lo suficientemente fuerte e inteligente como para dirigir la mafia, igual que Pietro... Pero está difícil hacerlo.
Empiezo a dibujar en un papel lo que recuerdo de ese mapa, una vez que termino llamo a Remi en una video llamada.
📱 << –. Remi. Hay algo más... – >>
Este bufa mirando al cielo, le muestro el mapa.
📱 << –. Necesito ir a este lugar... Ahora – >>
📲 << –. Pero, Eva. Si tu padre llega a enterarse me matará – >>
📱 << –. No sé va a enterar. Se cómo escaparme– >> *hago un puchero* << –. Por favor, ayudame. ¿SSIII? – >>
Remi suspira y luego me mira.
📲 << –. Está bien. ¡A las 00:00 estoy allá! – >>
📱 << –. ¡ERES EL MEJOR DE LOS MEJORES! – >>
Le probaré a mí padre que soy capaz.
4 DE FEBRERO DE 2.026
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EVANGELINA
–. ¡VAMOS EVA! –me murmura Remi–. ¡MÁS RÁPIDO!.
Remi me apuraba agitando las manos mientras yo usaba algunos ladrillos de la pared para bajar.
Logro llegar al suelo.
–. Bien, ya estoy –me giro hacia él–. ¡Anda vamos!.
Corremos y abrimos el cerco lo cruzamos. Llegamos hasta su auto sin que nadie nos vea.
–. ¿Cuántas veces te has escapado así? –me pregunta.
–. Un par solamente –me abrochó el cinturón–. Nada más, vamos conduce.
–. No puedo creer que estemos haciendo esto –niega riendo.
Empieza a conducir, vamos por las calles siguiendo el mapa que hice.
–. ¿Estás segura de dónde estamos yendo? –pregunta.
–. Pues si, Remi –lo miro–. Jamás te metería a ti en un peligro.
Arquea una ceja.
–. No sabes dónde vamos –me mira–. ¿Verdad?.
–. No –le sonrío–. Pero es una aventura.
–. Un día voy a morir por tu culpa, Eva –me dice–. Y creo que será hoy.
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Nos metemos por un camino de tierra, llego el punto en el que teníamos que ir caminando, bajamos y así lo hicimos.
Caminamos por unos veinte minutos.
–. ¿Seguro que ese mapa marcaba algo? –me pregunta exhausto–. Quizás te lo imaginaste.
–. No me lo imaginé –afirmo–. ¡Lo juro!.
Empieza a quejarse hasta que veo unos hombres entrando por una entrada subterránea. Tomo el brazo de Remi y nos escondo detrás de una roca.
Lo miro con una sonrisa y arqueo una ceja.
–. Te lo dije –digo orgullosa–. ¿Que habrá allá? ¿Donde llevará esa puerta?.
–. No sé pero no quiero saberlo –niega–. Son muchos hombres, Eva. Volvamos.
–. ¿Cómo que "volvamos"? –lo miro–. Esperemos a que entren y luego vamos nosotros.
–. ¡ESTÁS LOCA! –exclama–. Yo no voy, vuelvo a mí casa.
Veo que todos entran por esa puerta y la cierran, entonces me levanto.
–. Pues yo si voy –me limpio las rodillas–. Nos vemos después.
Camino y llego hasta la puerta la cual está cerrada con llave. Por suerte tengo mis habilidades además de la pelea.
Saco mí hebilla y la coloco en la cerradura. ¡PIM, PUM, PAM!, la puerta está abierta. Siento como Remi está detrás mío.
–. Tienes suerte de que te quiera, demente –murmura.
–. Lo sé –digo alegre.
Nos metemos y cerramos la puerta de nuevo. Caminamos por un extenso pasillo.
Escuchamos pasos y nos escondemos, dos hombres van hacia nosotros veníamos, una vez que desaparecen salimos, entonces.
–. ¡EY USTEDES! –grita.
Nos giramos hacia un hombre gigante.
–. ¿Que hacen aquí ustedes? –pregunta acercándose–. Son espías.
Veo que toma su radio para llamar. Entonces decido actuar, le doy una patada en el estómago y cuando se inclina por el dolor, enredo mis piernas a su cuello.
El tipo cae inconsciente al suelo. Me levanto y miro hacia Remi.
–. Bravo –me sonríe.
Le sonrío.
–. ¿Morrison? –escuchamos voces–. ¿¡Que ha pasado, Morrison!?.
Tomo a Remi del brazo y seguimos corriendo. Llegamos hacia otra puerta, usando la misma técnica que la anterior abro la puerta.
La cierro nuevamente.
–. Santo padre santísimo –dice Remi y golpea mí espalda–. Mira esto, Eva.
–. ¿Que cosa...? –pregunto.
Me giro y me quedo helada, esto es armamento para un ejército.
–. Santo Dios –digo asombrada–. ¿Que rayos...? ¿Donde nos metí?.
Una alarma empieza a sonar, seguro saben que estamos aquí. Una puerta más adelante se abre, nos escondemos rápidamente.
–. ¿Quien mierda ha entrado, Angus? –pregunta un hombre.
–. No lo sé, Morrison estaba inconsciente en el suelo –dice otro–. Y escuchamos la puerta abrirse.
–. Busquen a quien haya entrado y llévalo con el señor –ordena–. Manden a todos a buscar.
Así como entraron volvieron a salir.
–. Ahí que salir de aquí –digo mirando a Remi–. Fue muy mala idea, lo siento.
Vamos por dónde vinimos pero justo la puerta se abre y los dos hombres nos miran sorprendidos. Mierda.
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Custodiados, por así decirlo, por cinco hombres vamos hacia alguna parte. Seguramente nos van a matar.
Llegamos hasta dos grandes puertas negras las cuales se abren, hay otro veinte hombres ahí dentro. Caminamos entre ellos quienes no nos quitan las miradas de encima. Llegamos hasta una mesa donde varios hombres revisan mapas y planos.
–. Señor... –dice uno de los hombres–. Mire con que nos encontramos.
Uno de ellos se eleva, mostrando sus fácil, 1.90 y pico de altura. Se va girando poco a poco hacia nosotros.
Esos oscuros ojos negros se encuentran con los míos.
–. ¿Quienes son ustedes? –nos pregunto.
No puedo pronunciar ni una sola palabra. Me quedo colgada mirándolo.
EVANGELINA
Terminamos en una oficina, Remi está aterrado mirando hacia todas partes, yo en cambio, tengo el presentimiento de que no nos pasará nada.
El tipo me empuja al interior del despacho.
–. Ten más cuidado, idiota –le digo.
Este se adelanta unos pasos hacia mí, pero el hombre quien parece ser el jefe lo detiene.
–. Vete –le dice–. Ahora.
Este no dice nada más y se va. Nos quedamos solos los tres. ¿Quien en su sano juicio querría quedarse solo con dos personas que podrían matarlo?.
–. Al final no me dijeron sus nombres –me mira–. Primero las damas.
–. ¿Quieres saber nuestros nombres para escribirlos en nuestras lápidas? –pregunto.
–. Quizás quiera que sepan al menos quienes están ahí –alza sus cejas–. Sus nombres. Ahora.
–. A mí no me mandoneas... –alzo mí mano hacia él–. Empecemos por eso.
Este me mira sin pestañear, se cruza de brazos apoyándose contra su escritorio. Inclina su cabeza mirándome con curiosidad.
–. ¿Sabes que? –me mira–. Me agradas, te llamare "Ruda".
–. No me gusta que me digas así –me cruzo de brazos–. Bien, hagamos una cosa...
–. Creo que no están en posición de negociar –sonríe.
–. Creo que si lo estoy –respondo sin miedo–. ¿Por qué te tienes tantas armas?.
–. ¿Me estás preguntando eso de verdad? –dice curioso–. Bien...
Se endereza y camina hacia mí, me saca varios centímetros de alto, aún así no me causa miedo.
Una vez cerca de mí tengo que levantar la cabeza para mirarlo.
–. Eres una mujer fuerte –me dice–. Viendo que derribaste a uno de mis mejores hombres.
–. ¿Cómo sabes que fui yo? –lo miro desafiante.
Él mira a Remi de arriba abajo y sonríe.
–. Está maraca viviente no pudo hacerlo –vuelve a mirarme–. Eres muy... Valiente.
–. Me gusta creer que la soy –respondo–. ¿Cómo te llamas?.
–. Hugo... –dice sin más–. Soy Hugo Salvador. ¿Ahora me dirás el tuyo?.
Lo miro... Miro a Hugo, es lo único que se repite en mí cabeza.
Parece ser un mafioso, el jefe de una mafia. "–¿Y si le digo que soy hija de Renzo Leone? ¿Querrá usarme contra él? –"
Decido hacer lo más seguro en este momento... Mentir.
–. Angela –le digo–. Soy Angela Cruz.
–. Bien, Angela... –repite–. ¿Quieres decirme que hacen ustedes aquí? ¿Cómo es que entraron?.
–. Curiosidad –digo–. Queríamos saber dónde iban los hombres.
–. ¿Cómo entraron? –pregunta.
–. Pues por la puerta de afuera –respondo–. Solo hicimos lo mismo que tus hombres. Nos iremos y no volveremos.
–. No me apetece que se vayan y mucho menos creo que seas una simple chica que entro porque quiso –dice molesto–. ¿FBI o son de otra mafia?.
–. Ninguna de las dos... –lo miro igual de molesta–. No soy ni del FBI no de la mafia. ¿Así o más claro?.
–. No pienso seguir perdiendo mí tiempo con ustedes –suspira–. ¡Angus!.
El hombre entra de nuevo y nos mira.
–. ¿Si, señor? –le dice.
–. Sacalos de aquí –ordena–. Llévalos afuera.
–. ¿Solo eso, señor? –pregunta–. ¿Nada más?.
–. Solo eso, Angus –me mira–. Nos encontraremos más adelante, señorita Angelina.
Me quedo callada mientras el brazo del tal Angus sujeta el mío. Nos jala hacia afuera de la oficina y así pierdo de vista de Hugo Salvador.
Mientras caminamos una mujer rubia con flequillo aparece.
–. Angus –llama al hombre–. ¿Que está pasando?.
Su mirada me recorre de arriba abajo "–. ¿Que te pasa, teñida? ¿Jamás viste tanta naturalidad y hermosura junta? –".
–. ¿Quienes son ellos? –pregunta–. ¿Por qué están aquí?.
–. Ellos son... –nos miran–. Una visita inesperada. Ya se iban.
–. ¿Donde está Hugo? –lo mira.
–. En su oficina, imagino –le sonríe–. Debes relajarlo, está muy tenso debido a la situación.
–. Es mí especialidad –le guiña un ojo–. Nos vemos.
Antes de irse me hecha una última mirada. Angus nos sigue empujado hacia afuera, nos saca por dónde entramos.
–. Sino quieren morir... Mejor no vuelvan –dice esto y cierra la puerta.
–. Idiota –dice Remi–. Anda vamonos.
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Caminamos hasta donde dejamos el auto, volvemos al asfalto. Miro por la ventana.
–. Tengo que volver a verlo –digo segura y sin titubear.
–. ¿¡QUE!? –me mira sorprendido–. ¿Estás loca?. No nos mataron porque él no quiso.
–. Y no querrá –lo miro–. Escucha, Remi, si mí padre tenía un mapa de lo que sea que fuera eso entonces es importante.
–. ¿Y que piensas hacer? –pregunta–. ¿Ir a preguntarle a tu padre quien es ese?.
–. No, claro que no, me mataría –suspiro–. Lo haré en secreto, voy a infiltrarme en su mafia... Seré parte de ella.
–. Eva tu estás mal de la cabeza –dice molesto–. Además le mentiste a ese tipo. ¿Piensas seguir con eso?.
–. Claro –afirmo–. Le voy a mostrar a mí padre que yo si puedo.
–. Haz lo que quieras pero yo no estaré en esto –dice.
–. Bueno pues yo si, Remi –lo miro–. Lo lograré, ya veras.
Vuelvo a la mansión, entro en secreto y trepó la pared exterior de mí habitación.
–. Uf –suspiro una vez que entro por la ventana–. Lo hice.
–. Si, lo hiciste y no puedo creerlo –dice detrás mío.
–. ¡PIETRO! –exclamo–. ¿Q...Que haces aquí?.
Me mira fijamente a los ojos "–. ¿Entenderá que no le tengo miedo? –".
–. Venía a verte pero me encuentro... –suspira–. Con que te escapaste.
–. Si me escape –le digo–. ¿Que esperas para ir corriendo a contarle a papá y mamá, ¡BUCHÓN!?
–. No voy a decirle nada a ninguno –se cruza de brazos–. Ya han peleado hoy por tu culpa, no quiero que lo hagan de nuevo.
–. Fue por mí culpa –bajo la mirada–. ¿No es así?.
–. En parte –dice–. Y no entiendo, osea... Cuando se ven no hay dudas del amor que predomina entre ellos... No entiendo porque pelean.
–. Ni yo –suspiro.
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