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"El Destino De Odín"

"Comienzo"

Miles de años atrás, existía un planeta llamado Faram. Los humanos habían llegado a su más alto nivel de desarrollo tecnológico y cultural. Todo iba bien, la vida era muy confortable, pero como se sabe; todo llega a su fin tarde o temprano. Mil años después, Faram, entra en crisis.

Los repentinos cambios climáticos ocasionaron la imposibilidad de vivir en todos los territorios del planeta, por lo que los humanos se vieron forzados a abandonarlo. Este cambio causó angustia y desesperación por parte de los ciudadanos, ya que solo un tercio de la población tenía el poder adquisitivo para escapar de las catástrofes que se avecinan. Millones murieron, solo una pequeña porción escapó al exterior en busca de nuevos planetas dónde vivir. 

Dos mil años más tarde, los sobrevivientes lograron estabilizar el ambiente de un planeta gracias a la construcción de máquinas de terraformación. Costó mucho, pero los colonizadores lograron mantener su especie, reproduciéndose, dando a luz a una nueva comunidad. Muchos se dedicaban en buscar nuevos planetas donde colonizar. Otros se quedaron.

Años después, un operario de una alejada colonia se encontraba trabajando y su hijo salió en busca de él.

- Papá… ¿Papá?.. ¿Dónde carajos se metió? -se preguntó para sí mismo-.

-¡Odín, estoy acá! En la sala de terraformación.

- Quería saber ¿Cuándo va a estar lista mi mascota robot? Ya estoy harto de sentirme solo -bajó su mirada- Desde que mi madre ha muerto me siento solo y tú estás siempre ocupado… A veces pienso que fue mala idea de que vinieran a esta colonia. -sintió cómo su corazón se caía a pedazos al escuchar salir esas palabras de su único hijo-.

- Lamento verte así hijo… ¡Sabes hoy te haré feliz! -escuchó sorprendido a su padre- Aquí tengo tu robot. -saltaba de felicidad-.

- ¡Gracias papá, te amo! Nunca me faltes.

- Y yo a ti hijo -lo abrazó profundamente-.

"Un dolor permanente"

Era un día común en los que Odín realizaba experimentos. Su padre, Héctor, le dijo que haga uno referido al ciclo del agua. El niño tenía experiencia en ese tema, ya que había realizado varios anteriormente. 

-  Papá ¿Por qué me haces realizar éste experimento todas las semanas? -preguntó extrañamente-. 

-  Porqué cuando seas más grande puede que me ayudes a trabajar, y tal vez ya se haya producido una primer capa en el planeta.

¡Pero ya me lo sé de memoria! -susurró-. 

-  Bueno pero no observas bien qué sucede con el agua que pusiste en el vaso dentro de la pecera... -levantó sus hombros-.

-  hmmm...

-  A ver dime ¿Has podido notar algo extraño en la pecera?

-  ¡Sí! El vaso tiene poca agua y la semilla está creciendo. -contestó entusiasmado-.

-  ¡Muy bien hijo! Ahora presta atención a la tierra y a las paredes de la pecera...

-  Es raro, están húmedas. ¿Por qué? -se pasa la mano por la nuca-.

-  Bueno, ahí está el punto clave de la observación! ¿Qué te parece si almorzamos algo?

-  Está bien papá. Pero quiero saber más. -hizo puchero-.

-  Bueno, ya tendrás tiempo luego. Debes comer para recuperar energía.

Héctor cuidó solo a su hijo desde muy temprana edad, ya que su mujer había fallecido luego de dar a luz a Odín. Ambos decidieron trabajar en esa colonia, compartían la misma profesión... Ingenieros de Desarrollos de Planetas. 

Partieron de Helem, el nuevo planeta habitable, y se mudaron a la colonia Soria del planeta sin nombre. Milena estaba embarazada de tres meses cuando se instalaron en la base. Era un matrimonio muy dinámico y empático, ambos trabajaban a la par, pero el trabajo forzoso hizo que haya complicaciones a la hora del parto. 

(años atrás)

-  ¡Amor! Ya casi nace nuestro hijo. Quédate tranquila, todo saldrá bien. -acarició su vientre-.

-  Cielo, sé que estoy débil, pero saldremos juntos de ésta. Solo a tu lado me siento protegida. -tomó su mano de forma temblorosa-.

Horas más tarde, llegó el momento de dar a luz a su pequeño. Pero algo no andaba bien, las pulsaciones de Milena eran débiles. 

-  Amor, es hermoso nuestro hijo. ¡Lo has hecho muy bien! -se le cristalizaron los ojos-.

-  Héctor... no me siento bien, me duele mucho la cabeza... -dijo adolorida-.

-  Tranquila Milena, llamaré a la enfermera.

Cuando regresa a la habitación, su mujer estaba más pálida que antes. Entrando a la sala, el doctor llama urgente a las enfermera y saca a Héctor del lugar. De repente su pulso se tornó más débil de lo normal.

-  Está entrando en paro... ¡Tomen las pulsaciones! ¡Rápido!..

- Doctor... ¿Qué le sucede a mi mujer... ¿Por qué mierda no me dejan entrar? -dijo asustado, a tal punto que se desmayó-.

Al día siguiente, Héctor miraba la cuna de su hijo y un profundo dolor inundaba la habitación. Su amada había muerto en el transcurso de su desmayo. No tuvo la oportunidad de despedirse, ni estar hasta el último minuto junto a ella. Lo único que le quedaba era su pequeño de ojos turquesa.

-  Hijo... voy hacer todo lo posible para que te sientas feliz el resto de tu vida. Nadie te hará daño -dijo abrazando a Odín y éste le tocaba la cara-.

                                       **** 

Al día siguiente, después de haber realizado el experimento del ciclo del agua, el niño de once años se encuentra ayudando Felipe. Su trabajo en la planta era la de conectar y reparar la tecnología que se encontraba en ella. Era un hombre apuesto, soltero y muy amable.

-  ¿Oye pequeño puedes enchufar la pc? -dijo amablemente-.

-  Sí -obedeció-.

-  ¡Tienes unos hermosos ojos! -Odín se sonrojó- De seguro cuando tengas mi edad conquistarás muchas mujeres...

-  No lo sé, tal vez termine solo -dijo dando vueltas los dedos-.

-  ¡Claro que no! ¡Te enseñaré muchas cosas!

-  Bueno, si usted lo dice, así será... -dijo sonriendo-.

-  Bien terminemos con esto, fuiste de buena ayuda -el pequeño asintió-.

A la tarde, Odín estaba tomándose una ducha. No tardó mucho en recordar las palabras de ese joven que hizo que se ponga rojo como un tomate. Se sentía raro, era algo distinto a lo común, algo que tal vez sea nuevo para él. Al salir de su descanso, comenzó a tomar las clases de bioquímica. Obvio que eran virtuales, ya que no tenía contacto con otros niños porque era el único en la planta.

La colonia Soria es reconocida como una a la que pocos ingenieros ingresaron. La única mujer fue su madre. Por ese motivo, estaba constituida por cien hombres y un pequeño.

Trasladándose por los pasillos en busca de su padre, el niño llega a la sala donde se encuentra Felipe. Desde la puerta trata de ocultarse y observar al bello joven de dieciocho años. Sentía una rara sensación al verlo, no podía explicarlo. Claro era un niño en pleno desarrollo.

-  ¿Jovencito se te perdió algo? -apareció como una sombra y éste saltó del susto-. ¡Papá!!! No vuelvas hacer eso, me vas a matar de un susto. -dijo con su mano en el pecho-.

-  Creí que me vendrías a buscar y por eso opté en salir a esperarte fuera de la sección 20. Pero... Vi que estabas entretenido -arqueó una ceja-. ¿Hay algo interesante? 

-  No -dijo nervioso- Nada papa...

-  Señor Héctor -saluda acercándose a éste- ¿Cómo se encuentra? Hoy envió a su hijo para que me ayudara a conectar unas uniones. -el niño se sonrojó mirando hacia un costado- ¡Fue de gran ayuda!

-  Hola Felipe, me encuentro bien. Sí, mi hijo es muy inteligente y muy operante.

-  Papá... ya basta -dijo sonrojado- tengo hambre y estoy cansado.

-  ¡Muy bien pichón, vamos a casa! -el menor asintió con la cabeza- Nos vemos luego Felipe, que tengas buenas noches.

-  ¡Gracias Héctor! Que descanses pichón. -más rojo se puso-.

                                         ****

Odín jugaba con su mascota robot, Orión, la cual podía hablar y tenía una inteligencia muy avanzada. Podía reparar y almacenar mucha información, funcionaba como un mecánico. 

El menor se sentía feliz porque hoy era su cumpleaños catorce. Empezó a descubrir que sentía atracción por los hombres, pero era un secreto que nadie debía saber. Su padre jamás pensaría en rechazar a su pequeño pichón, y viendo cómo cada día se parecía más a su madre.

La noche anterior, su padre llegando de su día laboral, encontró su celular encendido con un montón de fotos de hombres. Odín se encontraba en la ducha cantando a los cuatro vientos, sin saber que había cometido una pequeña imprudencia.

-  Valla, esto si no me lo esperaba -dio una carcajada-. Hijo, llegué a casa. ¿Cómo te encuentras?

-  ¡Bien! Cantando...

-  Sí, me di cuenta y apúrate con la mano que quiero bañarme... Jajaja

-  ¡Ey! Yo no hago eso... -salió de la ducha-.

-  Mañana es tu cumpleaños y me tomaré el día -el chico saltó de alegría y lo abrazó-.

Héctor le había regalado en su cumpleaños una consola último modelo. También había cocinado asado al horno como le gustaba a Odín. Invitó a sus amigos más cercanos, para compartir ese cálido momento. 

Al día siguiente, comenzó a sonar la alarma de incendio. Todo se fue de control, muchos ingenieros habían muerto. Odín estaba desesperado con su mascota entre sus manos, no sabía para donde ir. El fuego lo consumía todo, mientras el adolescente se iba en llanto. 

-  Papá... ¿Dónde estás? -gritaba y lloraba desconsolado-.

-  ¡Hijo corre! vamos a la sección seis, no te detengas... ¡Sigue! -Odín se cae, dañándose el tobillo-.

-  No puedo papá. Me duele - dijo asustado-.

-  ¡Vamos! -cargó a su hijo-.

De repente los pisos se fueron derrumbando, hasta tal punto que una baldosa le da en la espalda a Héctor lastimándolo. Sigue corriendo, hace todo lo posible para mantener a su hijo a salvo y sacarlo de ese infierno al que se había formado. Llegando a la sección seis se encuentra Felipe.

-  Señor Héctor... Por aquí -hizo una seña- apúrese...

Corrió para ayudarlos, y todo comenzó a prenderse fuego. La herida del mayor comenzó hacer efecto, logrando una gran pérdida de sangre.

-  ¡Papá! ¿Estás bien? -lloraba-.

-  ¡Sí mi pequeño!

-  Señor sólo hay dos cápsulas de escape para cuatro personas... -Héctor asiente- podemos escapar...

Al llegar, se toparon con que una de las cápsulas no funcionaba.

-  Felipe saca a mi hijo de aquí...

-  Pero señor...

-  ¡Nada! Has lo que te digo -el chico se puso a llorar- Hijo escucha lo que te digo acaricia sus mejillas húmedas- Nunca dejes de ser quién eres, siempre te amaré. Eres mi hijo y jamás te cambiaría por nada en el mundo. Trata siempre de sobrevivir, por más difícil que sea la situación... ¡Vive! -empujó a Odín junto a Felipe y cerró la cápsula.

Felipe tomaba con fuerzas al adolescente mientras éste lloraba. Ambos pudieron ver cómo el fuego arrasó con la vida de Héctor, causando un shock emocional al chico. Una pérdida más en su vida, un vacío que jamás se podrá llenar. El joven intentó tranquilizar al pequeño pero su angustia pudo más.

Tomaron ruta al planeta más cercano, Felipe decidió que cuidaría de Odín. Ellos perdieron seres valiosos y juntos compartían un dolor similar al que solo ellos podían salir adelante.

"Un sentimiento inexplicable"

Tras haber sobrevivido a la explosión de la estación Soria, Felipe y Odín, se encontraban navegando en la nada por el espacio, tratando de encontrar la colonia más cercana. Las provisiones con la que contaban lograron mantenerlos con energía.

Por suerte la cápsula tenía una tecnología avanzada. Hacía frío, dos días de viaje, grados bajo cero que no ayudaban en el momento; la escasés de provisiones y la falta de higiene, ocasionaba mal estar en el viaje. Lo único que mantenían sus cuerpos cálidos era la calefacción de la nave y sus abrazos. 

-  Oye pequeño -lo mira tímido- ¿te encuentras bien? Pégate a mí, mantente cálido...-el menor asiente-.

-  Felipe -nombra- agradezco mucho lo que estás haciendo por mí. Tengo mucho miedo...-dijo bajando su mirada-.

-  ¿Por qué dices eso Odín?

-  No me quiero quedar solo en la otra colonia... Lo único que he tenido en toda mi vida es a mi padre y Orión. -pega su cuerpo junto al mayor para sentir más calor-

-  ¡Ten por seguro que estarás conmigo!-afirma con claridad- No te dejaré solo, seremos como hermanos...

-  Si... Pero no quiero ser una carga. -el mayor lo mira con ojos de sorpresa-. No quier...

-  ¡Shh! No eres una carga. Te prometo que no estarás solo -se le hizo una sonrisa-.

-  ¡Gracias Felipe! Siempre has sido muy bueno conmigo. -lo abraza-.

-  Pequeño, estaremos bien -asiente con la cabeza- te protegeré...

Horas más tardes, la cápsula entra en la órbita de un planeta. Éste contaba con una colonia más grande y avanzada de la que ambos provenían. Dieron la señal y le permitieron entrar, la estación Neón contaba con un régimen de seguridad muy estricto. 

Les tomaron los datos personales, algunos se perdieron en la explosión, pero Soria tenía contacto con ingenieros de esta base. A Odín lo inscribieron de inmediato en una escuela de régimen espacial, al mayor le dieron la oportunidad de seguir al pequeño. Ambos contarían con un departamento que serviría como refugio, si estudiaban se les va a respaldar los gastos. De lo contrario deberían trabajar. 

Felipe decidió permanecer cerca del adolescente, ya que éste no tuvo contacto con mucha gente desde muy temprana edad.

-  ¡Ey pichón! -lo mira con nostalgia- ¿Qué sucede?

-  Nada, es que así me llamaba mi padre -se le cristalizaron los ojos turquesas- 

¡Lo siento! -se lleva una mano hacia el rostro- prometo no llamarte de esa manera para que te sientas cómodo...

-  No, está bien -sonríe- me gusta que me llames así.

-  Está bien. Escúchame con atención -lo mira con asombro- estaremos juntos durante toda la formación y viviremos juntos -apoya sus manos en los hombros de Odín- puedes contar conmigo para lo que necesites -el chico asiente-.

-  ¡Gracias! Espero no incomodarte -el mayor niega con la cabeza- tengo catorce años y aún no se qué es convivir con otra persona -se sonrojó-.

-  Tranquilo, seremos como hermanos. O amigos, como quieras.

-  Muy bien muchachos -interrumpió el oficial- su departamento será el número 3536, deben cumplir con los reglamentos y el plan de estudios que han firmado -ambos asienten-. De tal manera serán obligados a trabajar, de no ser así, serán expulsados de Neón...

-  ¡Sí señor!

-  Acompáñenme por favor...

Mientras caminaban, Odín sostenía a su robot y miraba de reojos a Felipe. Nadie le demostró tanto afecto después que su padre, en verdad comenzaba a sentirse protegido por él.

-¿No crees que lo miras mucho?

-  ¡Shh! Cállate que te va a escuchar -le amarra la oreja-.

-  Auch... No seas malo, se nota que te gusta ese hombre. -bufeo- Si estuviera Héctor aquí de seguro te preguntaría... Si te gusta, espera a ser adulto -reparando la voz-.

-  Cállate... Él ya no está aquí -baja la mirada- además nunca supo lo que me pasa...

-  ¿Estás seguro? -lo mira cerrando un poco la vista- Yo no le conté nada!

-  ¿Y cómo mierda se pudo enterar? El único que lo sabía eras tú... Robot tonto -soltó al robot y se cruzó de brazos-.

-  ¡Ey! Yo estuve cuando te estabas bañando y cantabas como una Lady en el baño y dejaste tu celular encendido -Odín llevó sus manos a su boca para no gritar- y encima había fotos de hombres -dijo sonriendo y el chico se puso rojo-.

-  ¡Bueno ya! Entonces... Ahora entiendo sus últimas palabras -susurró con los ojos cristalizados-.

-  Ustedes... No se atrasen. Odín ven a mi lado, no quiero que te pierdas. -el robot le guiña un ojo-. Bien. -dijo uniendo las manos-

-  Atentos. Aquí está su lugar, traten de mantener su estado.

-  ¡Sí! -el oficial se retira-.

Ambos entran a su nueva casa, no es muy grande, pero está bien para ellos. Felipe decidió entrar primero a bañarse mientras el chico acomodaba y organizaba el lugar. 

Odín de vez en cuando observaba la mampara de la ducha, pero luego lo evitaba moviendo su cabeza y pensando en otra cosa. Orión se encargo de actualizar los software de las computadoras que había en el dormitorio y de colorar información que tenía de la estación Soria. 

Una vez organizado todo, Odín entra a bañarse. Todo estaba normal, pudieron descansar después de dos largos días.

-  ¡Pichón! -lo llama y éste reacciona- mañana comenzaremos las clases, es algo nuevo para mí. Yo solo me encargaba de la tecnología del lugar...

-  ¿Crees que no podremos lograrlo?

-  No, no digo eso. Solo que...

-  Estaremos bien Felipe. -éste lo observa- Ya verás que será leve.

-  Sí, sabes... Me recuerdas a un hermano pequeño que tenía en la colonia de la cual provengo. Antes de entrar a Soria, mi familia fue atacada por unos invasores cazarecompensas -el chico lo escuchaba- Mi familia tenia un almacén donde se vendía especias extrañas. A mí me dejaron estudiar lo que siempre amé... Pero ese día... Llegué y solo encontré a mi hermano degollado y abusado... -en su rostro solo se notaba la tristeza, un dolor profundo difícil de superar-.

-  Lo siento... -un silencio inundaba la habitación- ya verás que estaremos bien. Ambos vivimos cosas muy difíciles, pero daremos lo mejor de ambos. -asiente con su cabeza-.

-  Bien, basta de malos recuerdos. ¿Tienes hambre? -el menor asiente- okay, vamos a ver que hay en el refrigerador.

Pasaron tres años desde que Odín y Felipe llegaron a Neón. Se acercaba el cumpleaños número diecisiete y Felipe era un joven de veinticuatro. Ambos cursaban tercero , ya que entraron a formarse el mismo año. En el salón de clase habían compañeros que no los querían y otros que trataban de entablar una amistad con ellos. 

Pronto todos los integrantes del curso harían una excursión. Al comienzo de la clase se realiza una argumentación sobre la historia de un planeta que dejó de ser habitable. 

-  Oye ¿crees que será buena la excursión?

Sí, y de seguro podrás hablar con alguna chica interesante. Mírate, todo un hombre. Odín mira hacia un costado-.

-  Silencio... Permítanme explicarles lo que va a suceder en la excursión profesional de la semana entrante. -todos escuchan y observan- El propósito de la excursión es cómo funciona la sociedad, específicamente, en el área del desarrollo del planeta. ¡Computadora, apaga las luces! - se oscureció la sala y apareció una imagen del planeta Helem-.

-  Interesante ¿no crees? -susurra-

-  Shh... Fel. -este lo mira fijo con una sonrisa y el chico se sonroja-.

-  Así se veía el planeta Faram durante el siglo V. Había quedado tan afectado por la destrucción de la capa de ozono, la contaminación del aire, el calentamiento global, anormalidades en el clima y un terremoto de gran escala, hicieron difícil el habitad. De tal manera, los seres humanos no pudieron seguir viviendo ahí. Así que la humanidad dio inicio al desarrollo espacial para poder sobrevivir. Primero se colonizó Helem. Luego Soria, se necesitaron cien años para construir una colonia habitable en ese planeta. La construcción fue difícil y muchos pioneros perdieron sus vidas debido a las severas condiciones de trabajos. -Odín recuerda a su familia cuando el profesor dice eso y lo invade la tristeza, el mayor lo observa-. Hoy Soria es inhabitable, ya que hace tres años sufrió una explosión radioactiva...

                                         *****

Odín caminaba por los pasillos de la institución, necesitaba estar solo y guardar en lo mas profundo esos recuerdos que lo atormenta.

-  Oye, me contaron que provienes de Soria. -el chico solo escucha- Que... ¿Te comieron la lengua los ratones? Habla imbécil...

-  Déjenme en paz. 

-  ¿Qué dices princesa? -lo toma del cuello de la camisa-

-  aaarg. -cierra los ojos con temor a que lo golpee-.

-  Déjenlo en paz -empuja a Mat y se pone entre medio de ambos- No lo vuelvas a tocar o te mataré...

-  Miren, el amado del marica ese vino a su rescate... Vámonos -se escuchan carcajadas de todos-.

-  imbécil... Ey, Pichón ¿Te encuentras bien? -de este solo caen lágrimas y lleva sus piernas junto a su pecho-.

-  Lo siento Fel, solo te causo problemas. No quiero que piensen que tienes algo conmigo y salgas lastimado -el mayor niega-

Esos hijos de puta me las van a pagar. Y que tiene si tengo algo contigo -Odín abre los ojos turquesas como plato- que lo crean así, para que dejen de molestarte. Tú no les has hecho nada...

-  Vamos a casa Fel. Me siento agotado. -este asiente-

-  La semana entrante será emocionante. -el chico asiente con una sonrisa- Vamos!

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