Abigail, estar contigo es lo mismo que estar con un hielo. ¡Frigida!- Escupió con odio Samuel, mi marido, después de violarme por tercera vez esa semana. - ¡Espero que ahora sí quedes embarazada! Ni eso puedes hacer bien.-
Yo no dije nada, solo salí de la habitación para tomar una ducha y cambiarme, por la noche teníamos un cena con sus socios, que, aunque eran muy desagradables, era una razón para que el no me golpeara, ya que, según propias palabras de Samuel, yo era únicamente un adorno, que hacía que el se viera bien.
Al sentir el agua caer por mi cuerpo, no podía dejar de pensar en lo que sentirá explotar de deseo, solamente tuve dos parejas sexuales en toda mi triste vida. Eso junto con mi soledad, me hacían sentir patética.
Todo inicio en la preparatoria, tontamente y como en todo cliché romántico, yo estaba perdidamente enamorada de mi vecino, Aarón Villareal, un chico alto y atlético, para terminar pronto, obviamente el era el mas popular de la escuela, pero irónicamente era mi mejor amigo, nos conocíamos desde muy pequeños, así que conocía exactamente sus gustos por las chicas. Y definitivamente yo no encajaba ahí. Aunque siempre he sido más alta que las chicas de mi edad, era muy delgada, mi cabello castaño lacio y largo, siempre estaba sujeto en una cola de caballo mal hecha. Usaba unos lentes grandes y con una graduación igual de grande. Cómo era demasiado delgada, siempre use ropa más grande a mi talla, así como sudaderas y ropa deportiva.
Siempre llegábamos juntos a la escuela y claro que no termino como una película romántica, el tenía una novia, que era hermosa en todos los sentidos y es que, aunque no lo caía muy bien, por qué el siempre estaba protegiendome de los abusadores, era una chica de buen corazón.
Aunque el me gustaba mucho, yo era conciente que el no se iba a fijar en mi, así que me enfoque en alguien a mi alcance, así que cuando un chico de mi club de literatura me invitó al baile de clausura de la preparatoria, acepté.
El día del evento, yo estaba feliz, mi madre me acompaño a comprar un lindo vestido, cómo era madre soltera, no pudo comprar algo muy caro, pero el vestido que elegimos juntas era perfecto. Era un vestido en línea A, que por mis carentes curvas, caía en mi cuerpo dandole un poco de forma, el escote era un poco pronunciado, pero ayudaba a dar más vista a atuendo. Era color oro, que resaltaba mi piel apiñonada, ese día, mi mamá me maquillo y peino, tenía lentes de contacto, pero no me gustaban, por eso rara vez los usaba, pero ese día, era especial, así que me los puse.
Cuando me ví al espejo, no parecía yo, era un hermoso reflejo y me sentí orgullosa de mi misma, así que decidí, que en adelante, tendría más cuidado con mi arreglo personal.
El nombre del chico era Gustavo y quedamos con Aarón, que nos iríamos los 4 juntos en su auto, cuando Gustavo llego a mi casa, me elogio mucho y yo agradecí sus palabras, salimos de mi casa para encontrarnos con Aarón, aún teníamos que pasar por Samantha, su novia. Cuando me vio, lo hizo de una manera tan intensa, que sentí mi cara arder de la vergüenza, nunca había visto en sus ojos esa expresión.
Subimos al coche y nos dirigimos rumbo a casa de su novia. Salió de su casa y me sentí como si fuera una escoba con vestido, era tan perfecta, desde su cabello, su cuerpo, hasta su forma de caminar. Aarón comenzó va aplaudir, rodeando el auto para abrirle la puerta, le dijo que sería la más bella del lugar, sin lugar dudas.
Cuando Samantha me vio, me dijo que me veía muy bien, demasiado bien... No sé que quiso decir.
Toda la noche, fue maravillosa, bailamos, reímos, me sentí libre y relajada por primera vez. Ya habíamos bebido lo suficiente, como para estar más animados de lo normal y Gustavo me invitó a ir a un lugar más "Cómodo". Y decidí hacerlo, era la primera vez que haría una locura sin pensar.
Me despedí de Aarón, quien no estaba muy seguro de dejarme ir sola, pero Samantha le dijo que me dejara, que no era una niña y que ella también quería divertirse.
Nos fuimos a un hotel, pero nada fue como lo imaginé. El era un chico inexperto igual que yo, con tanto nerviosismo que no alcance a sentir nada,cuando el, ya había terminado. Estaba muy apenado, pero le dije que no había problema, ¿Que más podía decirle?
Pero si hubo problema, al día siguiente en la escuela, todos ya sabían que me acosté con el. Y lo peor de todo, dijo que fue como besar una roca, fría e inmóvil.
No lo podía creer, sin embargo, poco le duró el gusto de presumir su logro, por qué Aarón, lo busco y lo golpeó, además le dijo que si volvía a mencionarme, tendría más problemas aún. Menos mal que solo fueron unos días, la preparatoria terminaría pronto y yo me iría a otra ciudad a la universidad.
Ahí fui donde conocí a Samuel Alameda, un hombre muy apuesto, aunque con un carácter explosivo y volátil, podía estar feliz un instante y al siguiente, sentirse molesto por cualquier mínimo detalle, yo cumplí con mi promesa conmigo misma, de tener mas cuidado con mi persona. Empecé a buscar un estilo más femenino, pero con el que me sintiera cómoda, y me gustaba, al parecer funcionó, ya que Samuel, tomo la iniciativa al hablarme por primera vez. Todo iba bien, aún con sus arranques, sentía que teníamos algo serio. Aunque duramos un tiempo sin tener relaciones, ya que yo no me sentía segura, no sabía cómo iba a reaccionar el, si me pasaba lo mismo que antes, si no lo lograba reaccionar ante su tacto.
Cuando por fin lo hicimos, el solo se concentro en el, cuando terminó, me preguntó que si me había gustado y le mentí, le dije que si, que solo estaba un poco nerviosa. Así seguimos, pero el resultado siempre era el mismo, incluso llegué a fingir, para que el no se molestará. A pesar de todo quería su aprobación.
Toc, Toc.
- ¡Date prisa, no quiero llegar tarde!- Samuel me saco de mis pensamientos.
- Ya voy, no tardo.-
Salí de a ducha y me envolví con una toalla, tome la secadora y seque mi cabello, era demasiado lacio, así que para el peinado que usaría hoy, era perfecto. Sujete todo mi cabello en una alta y muy prolija cola de caballo, me hice un maquillaje muy natural y pinté mis labios de un tono vino.
Cuando termine con eso, salí del baño y abrí mi armario, tome un vestido largo, con un escote en V muy pronunciado tanto en la espalda, como en el frente, tenía una falda amplia y una pierna descubierta, con manga larga y era color vino, era precioso, pero no lo había elegido yo. Toda la ropa que me ponía, para las cenas y juntas de trabajo, era selección de Samuel. Solo me afirmaba que yo solo era un objeto bonito para presumir con sus amigos.
Me puse unas sandalias negras y tome un pequeño bolso del mismo color, metí mi labial y mi celular, era lo único en lo que me entretenía, mientras todos se emborrachaban. Baje las escaleras, el ya me esperaba sentado en la sala, se puso un esmoking, negro, con el que lucia muy bien, si no hubiera sido por la mirada de repulsión que me lanzó, hubiera dicho que era muy apuesto.
- Siempre tienes que hacerme esperar.- Dijo mientras se levantaba y caminaba a la salida.
Llegamos al auto y el chófer nos abrió la puerta, subí y al ser ignorada por mi esposo, volví a sumirme en mis pensamientos.
Cuando nos casamos teníamos 20 años y solo nos casamos Por qué su familia pensó que me había embarazado. Al final, fue un falsa alarma, gracias a Dios, pero ya estábamos casados, así que nos dejaron solos, a el se le ocurrió la brillante idea, según el, una forma de poder salir adelante, algo " Beneficioso" para los dos.
Yo estudiaba relaciones exteriores, y el licenciatura en derecho, pensó, que como su padre tenía un buffet de abogados y le ofrecieron un trabajo de medio tiempo, para que no dejara sus estudios, el trabajaría para terminar su carrera y yo, podría buscar un trabajo de medio tiempo para los gastos diarios y la renta de un departamento. Solo que el nunca mencionó los pagos de mi carrera, aún así, no era suficiente, así que el "Sugirió" qué pausara mis estudios, buscara un trabajo de tiempo completo y cuando el se convirtiera en socio del buffet de su padre, yo dejaría de trabajar y continuaría con mi carrera. Algo que nunca pasó.
Así que me convertí en una esposa de adorno, frigida, estéril y sin sueños.
- Que empiece el show- Se burló Samuel, ambos sabíamos, que en público éramos una pareja que se amaba.
Salió del coche y me tendió la mano, para que yo saliera, después me ofreció su brazo y caminamos juntos y sonrientes como si nada.
Saludamos y el me tomo por la cintura, beso mi mejilla y me dijo con tono amoroso:
- Cariño, tengo que hablar de negocios, si quieres, puedes dar una vuelta por ahí, para que no te aburras.-
- Claro, amor, voy a la barra por una bebida. Te veo más tarde.- Esa era mi señal, para que me fuera y no le estorbara.
Me retire, entre halagos hacia mi persona, por lo bien que me veía está noche. Eso le inflaba el ego a mi querido Marido.
Me senté en la barra y pedí una margarita, el barman, me lo sirvió, no sin lanzarme una sonrisa coqueta, yo solo respondí con un " Gracias" secó.
Saque mi celular y empece a revisar las redes sociales, a buscar algunos libros interesantes, incluso buscar alguna receta de cocina, algo para matar el tiempo. Iba por mi quinta margarita, cuando una voz ronca, me hablo por detrás de mi oreja.
- Creo que ya son bastantes margaritas por una noche.-
Era el colmo, no era la primera vez, que uno de los socios de Samuel se me insinuaba, así que me di vuelta rápidamente para poner a este imbécil en su lugar.
Sin embargo, en cuanto mis ojos se encontraron con los de ese hombre, me quedé sin palabras. No podía ser el, ¿Por qué estaba aquí?. Aarón Villareal.
- ¿Que haces aquí?- Le pregunté con los ojos muy abiertos.
- ¿Todo bien, señorita?- Preguntó el barman.
- Si... sí, es solo que me sorprendí.- Conteste tartamudeando.
- Yo estoy muy bien, gracias, por preguntar.- Se burló el hombre.
- Lo...Lo siento, es que no pensé volver a verte.-
- Ya lo sé, después de lo que pasó con el estúpido de Gustavo, prácticamente huiste de la ciudad.- Se estaba burlando de mí. Solo que yo aún estaba en shock.
- No huí, tenía que irme, iba a estudiar.- Ay no, se iba a enterar que no pude siquiera terminar mi carrera, sentía una vergüenza terrible. - ¿Que te trae por aquí?- Cambie de tema .
- Es una celebración por el cierre de un contrato. Este buffet, llevará los asuntos legales de mi banco.-
No es posible, ¿Cuanto tiempo se iba a quedar? y lo más importante, ¿Iba a trabajar directamente con mi marido?
- Oh, felicidades.-
- Te ves muy bien. Ya no eres esa chiquilla larguirucha, de lentes enormes. ¿ Son lentes de contacto?- Dijo mientras se acercaba a ver mis ojos. - Siempre pensé que tenías unos bellos ojos, bajo esas armazones enormes.-
- Tuve una operación láser. - conteste volteando la cara, su proximidad me ponía nerviosa.
- No quise molestarte, te ves hermosa. Aunque siempre lo fuiste.-
Lo único que pude hacer, fue sonreírle tímidamente, el seguía siendo demasiado guapo, llevaba un traje azul marino que le quedaba, justo a su medida, aunque siempre fue más alto que yo, no recordaba que fuera tanta la diferencia, su cabello castaño, estaba perfectamente peinado hacía un lado y una ligera barba, muy bien cuidada, lo hacía ver irresistible.
Estaba muy nerviosa, porque no importaba cuántos años habían pasado, el seguía provocando en mi, reacciones de una colegiala tonta y enamorada.
- Señor Villareal, buenas noches, veo que ya conoce a mi bella esposa.-
...¡ATENCIÓN!...
...Este capítulo contiene lenguaje explícito, que podría herir la susceptibilidad de algunas personas....
...Se recomienda discreción....
Mi corazón dió un salto, cuando escuché a Samuel detrás de mi. Esperaba que no haya escuchado nuestra conversación.
- Señor Alameda, así es, de hecho fue hace mucho tiempo.- Dijo dándole la mano y estrechandola con fuerza.
- Me gustaría que me acompañará, quiero presentarlo con los demás socios del buffet, sobre todo con la encargada de sus negocios.- Señaló hacia un lado del salón, indicándole que caminara con el.
- Con gusto. Un placer volver a verte Abigail Rojas.- Se despidió de mi y yo solo asentí con la cabeza.
El iba adelante y no vio la mirada de advertencia, que me lanzó Samuel.
Esto no era nada bueno. Necesitaba una bebida más fuerte, así que pedí un whisky, apenas lo llevaba a mi boca, cuando una voz con tono mordaz dijo detrás de mi.
- No puedes ser normal alguna vez, ¿Verdad?.¿ Por qué te empeñas en molestarlo?.-
- No hice nada malo.-
- No dejo de pensar, que si no lo hubieras enredado en ese falso embarazo, el hubiera podido buscar una mujer, más a su altura, más mujer. Tu no puedes ni siquiera darle un hijo. Ahora, debes agradecer, que somos una familia tradicional, que creemos mucho en el matrimonio, de lo contrario, estarías en la calle, muriendo de hambre.-
No conteste nada, era su Madre, los dos tenían el mismo carácter turbio y malvado. Alcé mi vaso hacia ella en señal de brindis, lo bebí hasta el fondo, deje el vaso y me fui de ahí. Tenía que respirar un poco de aire fresco, así que salí al balcón.
Aún estaba un poco nerviosa por lo que me esperaba al llegar a casa. Tal vez, Samuel no me amaba, pero no iba a permitir que alguien tocará algo de su propiedad. Era algo peligroso... para mí.
Encendí un cigarrillo, era un hábito que intentaba dejar, pero a veces lo necesitaba, para tranquilizarme.
La primera vez, que me golpeó, teníamos 6 meses de casados, trabajaba en una cafetería, ese día fue a recogerme, algo raro en el, a menos que necesitara dinero. Mi compañero y yo, cerramos el negocio y nos despedimos, el me dio un beso en la mejilla y nos fuimos. Yo empecé a caminar hacia la parada del transporte público, cuando me tomo por el brazo y me apretó hasta lastimarme.
-¿ Ese es tu amante?- Preguntó apretando los dientes.
- Solo es mi amigo, ¿de que hablas?-
No contesto, me arrastró dentro del auto, se subió y se quedó en silencio.
- Por favor, no malinterpretes las cosas, no haya nada entre el y yo.-
Intenté hacerlo entrar en razón, pero solo sirvió para que me diera un golpe en la cara.
- ¡Cállate!-
Ya no dije nada. Cuando llegamos al departamento en el que vivíamos en ese momento, sé bajó y me dejó ahí, salí despacio, estaba aterrada, nunca lo había visto así. Cuando entre al departamento, me tomo del pelo y me lanzó al piso.
- ¿Cuánto tiempo ibas a verme la cara de estúpido?- Se subió encima de mi y me dio un puñetazo en el brazo, después uno en la pierna y al final se levantó y me pateó el estómago, con este último sentí perder el aire por completo. Apenas estaba recuperandome, me tomo nuevamente del cabello y me llevo a la recámara. Comenzó a arrancarme la ropa y me tiro a la cama.
- Ahora voy a tomar lo que por derecho me corresponde.- Dijo, y sentí pánico.
- Por favor, no.- Mi voz era apenas audible.
- ¿Que, no quieres que borre las marcas de tu amante.- Y se lanzo sobre mi.
Al día siguiente, me reporte enfermera, me puse, no quería que nadie me viera, sentía vergüenza, como si al verme todo el mundo supiera que me había sucedido, como mi propio esposo, no había respetado mis súplicas.
Me bañe y cambie, con una camisa de manga larga y un pantalón, era como si no hubiese pasado nada. Siempre tenía cuidado de dar golpes invisibles, para que la gente no los viera.
El solo recordar eso, sentí un escalofrío.
- ¿Aquí es donde te escondes?- Esa voz...
- Lo siento, necesitaba aire fresco.-
- Lo se, son agobiantes estás fiestas.-
Expulse el humo del cigarro, y tome fuerza para verlo a la cara.
- ¿Me das un poco?- Tomo el cigarrillo de mi mano e inhaló el humo. - Toma- Dijo extendiendo nuevamente el cigarrillo hacia mí, quería tomarlo y saborear sus labios, pero me contuve.
- Déjalo, estoy intentando dejarlo, es muy malo para la salud.- Le dije intentando sonar lo más despreocupada posible.
- Tienes toda la razón.- Apagó el cigarro en un cenicero detrás de nosotros.
Yo estaba recargada en el balcón y el hizo lo mismo.
- ¿Y bien? Dime ¿Llevas una buena vida?. Cuando paso lo del estúpido de Gustavo, prácticamente huiste de la ciudad. Cambiaste tu número, tu mamá casi no sabía nada de ti y jamás me contestaste los correos.- Era más bien un reclamo que una pregunta.
- Lo siento, me enfoque en los estudios y después me casé, no tenía tiempo para nada más.- No podía decirle que Samuel, prácticamente corto todo contacto de mi vida pasada. Incluso mi mamá, poco sabía de mí.
- Escucha, si necesitas algo, por favor, no dudes en llamarme, siempre estaré para ti y lo sabes.- Me dijo dándome una tarjeta con sus datos. - Me tengo que ir. Mañana tengo algunas reuniones. Llámame.-
Solo asentí con la cabeza, si decía algo, rompería en llanto y no iba a permitir que el me viera así, completamente rota.
Seguí en el balcón unos minutos más, hasta que un empleado llegó a buscarme.
- Señora, su marido la espera.-
- Gracias.- Metí la tarjeta en mi bolso y caminé a la salida.
El ya me esperaba, en la entrada, me ofreció su brazo y salimos. Subimos al coche y nos dirigimos a casa... Tengo miedo.
Cuando llegamos, el bajo y se adelantó. Yo baje con cuidado, llegue a nuestra recámara y el no estaba, así que tome una ducha rápida. Me puse un camisón para dormir y estaba cepillando mi cabello cuando, por el espejo vi como Samuel se acercaba lentamente hacia mí.
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