Ava es una joven a punto de graduarse de doctora el cual siempre ha sido su sueño, al conocer a maximiliano un hombre multimillonario quien queda hipnotizado por su belleza, su amor se basa en romance hasta que el tuvo un terrible accidente quedando en coma, ella se ve obligada a tomar decisiones si el, cuando el despierta el caos llega y ella descubre lo despiadado que es, ¿podrá Ava salir a tiempo de ese amor sin remedio?
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Un Accidente
POV AVA.
Estaba sentada en mi sofá, esperando a que Maximiliano me llamara, habíamos hablado antes de que despegara, y me había dicho que todo estaba bien. Pero ahora, habían pasado horas y no había recibido ninguna llamada.
Comencé a sentir una sensación de ansiedad y preocupación. Intenté llamarlo, pero su teléfono estaba apagado. Le envié un mensaje de texto, pero no recibí respuesta.
La lluvia estaba cayendo fuerte afuera, y me imaginé que el vuelo debía estar siendo muy turbulento. Pero eso no explicaba por qué Maximiliano no me estaba llamando.
Me levanté del sofá y comencé a caminar de un lado a otro de la habitación, intentando calmarme. Pero mi mente estaba llena de pensamientos negativos, aparte mi corazón tenía un dolor que no podía describir.
Mi teléfono sonó y vi que era Alice quien llamaba. Respondí de inmediato.
—Hola, Alice. ¿Qué pasa?—
—¡Ava, coloca el canal de noticias!—dijo Alice con urgencia en su voz. —Hay una noticia sobre un accidente de avión y creo que podría tener algo que ver con Maximiliano—
Mi corazón se aceleró aún mas y sentí un nudo en la garganta. —¿Qué? ¿Qué pasó?—pregunté, intentando mantener la calma.
—Ava, solo coloca el canal de noticias y verás—dijo Alice. —Te llamo después—
Colgué el teléfono y me dirigí de inmediato a la sala donde mis padres estaban trabajando. Encendí la televisión y busqué el canal de noticias. La imagen que apareció en la pantalla me hizo sentir un escalofrío.
»Accidente aéreo en ruta a Ciudad Q« decía el titular en la pantalla. »Un jet privado se estrelló en las montañas debido a una tormenta severa. la cabina aérea confirma que se trata del jet privado de la empresa McConell, No hay información sobre supervivientes«
Mi corazón se detuvo. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Podría ser cierto? ¿Podría haber pasado algo tan terrible? Me sentí mareada y tuve que agarrarme a algo para no caer.
Mis padres se levantaron de sus sillas y se acercaron a mí, preocupados por mi reacción. —Ava, ¿qué pasa?—preguntó mi madre. Pero yo no podía hablar. Solo podía mirar la televisión, con lágrimas en los ojos.
La noticia continuaba en la pantalla, con imágenes de la zona del accidente y entrevistas con testigos que describían la tormenta severa que había azotado la región. Mi mente estaba en blanco, incapaz de procesar la información. ¿Maximiliano estaba en ese avión? ¿Qué había pasado con él?
Mis padres me rodearon con sus brazos, intentando consolarme. —Ava, tenemos que esperar a tener más información— dijo mi padre. —No sabemos si Maximiliano estaba en ese avión—
Pero yo sabía que sí estaba. Habíamos hablado antes de que despegara. Me había dicho que iba a Ciudad Q para la inauguración de un hotel. La posibilidad de que no estuviera vivo era demasiado dolorosa para considerarla.
La televisión continuaba emitiendo noticias y especulaciones, pero yo no podía escuchar más. Me sentí como si estuviera en un sueño, un sueño del que no podía despertar. Mis padres me llevaron a un sofá y me sentaron, intentando calmarme.
Pero yo no podía calmarme. Mi corazón estaba destrozado, y mi mente estaba llena de preguntas y miedos. ¿Qué había pasado con Maximiliano? ¿Estaba vivo? ¿Qué iba a pasar conmigo? La espera para saber más era agonizante.
La espera parecía interminable. Mis padres intentaban consolarme, pero yo no podía dejar de pensar en Maximiliano. ¿Qué había pasado con él? ¿Estaba vivo? La incertidumbre era insoportable.
De repente, el teléfono sonó de nuevo. Era Alice. —Ava, ¿has visto las noticias?— preguntó, con la voz temblando.
—Sí, las he visto—, respondí, intentando mantener la calma. —¿Sabes algo más?—
—No, todavía no hay información oficial sobre los pasajeros— dijo Alice. —Pero estoy intentando averiguar más. Te llamaré tan pronto como sepa algo_
Colgué el teléfono y miré a mis padres. —Es Alice—dije. —Está intentando averiguar más información—
Mi madre me abrazó. —Todo va a estar bien, Ava— dijo. —Tenemos que mantener la esperanza—
Pero la esperanza parecía cada vez más lejana. La televisión continuaba emitiendo noticias sobre el accidente, y cada vez que mencionaban el nombre de la aerolínea o el tipo de avión, mi corazón se hundía un poco más.
De repente, escuché un ruido en la puerta. Era Alice y Evans, —Ava, ¿cómo estas?— preguntaron
Asentí, intentando hablar, pero las palabras no salían de mi boca. Alice se acercó a mí y me abrazó. —Estoy aquí para ti, Ava— dijo.
—Vamos a pasar por esto juntos—dijo Evans tomando mi mano.
—Gracias por venir—les digo tratando de sonar tranquila.
Después de horas de angustia y espera, mi madre me dio un té para relajarme. Me lo bebí lentamente, sintiendo cómo el calor del líquido se extendía por mi cuerpo y calmaba mis nervios. La tensión y el estrés de las últimas horas comenzaron a disminuir, y mis párpados se volvieron pesados.
A pesar de la preocupación y el miedo que me consumían, el cansancio y el efecto del té me llevaron a un estado de somnolencia. Me acosté en mi cama y mi madre me cubrió con una manta suave. Me sentí segura y protegida en sus brazos, y pronto me quedé dormida.
Mientras dormía, mis amigos se fueron despidiéndose de mis padres. Les prometieron que volverían al día siguiente para estar conmigo y apoyarme en lo que fuera necesario. Mi madre les agradeció su presencia y su apoyo, sabiendo que yo necesitaba a mis seres queridos en ese momento.
La casa se quedó en silencio, y solo se escuchaba el sonido de mi respiración tranquila. Mi madre y mi padre se sentaron en la habitación contigua, velando mi sueño y esperando ansiosamente noticias sobre Maximiliano. La noche sería larga y llena de incertidumbre, pero estaban allí para mí, para apoyarme y cuidarme en lo que fuera necesario.
Me desperté con un grito, mi corazón latiendo a mil por hora. La pesadilla había sido tan vívida que me costó unos segundos darme cuenta de que estaba en mi habitación, rodeada de la luz del amanecer. El teléfono sonó de nuevo, y esta vez respondí con manos temblorosas.
—Hola— dije, mi voz ronca por el sueño y la emoción.
—Ava, soy Alice— dijo la voz al otro lado de la línea. —Tengo noticias... buenas noticias—
Me senté en la cama, mi corazón lleno de esperanza. —¿Qué pasa?—pregunté, intentando contener la emoción.
—Rescataron a las personas que iban en el avión—dijo Alice, su voz llena de emoción. —Están en el hospital, y... y Maximiliano está vivo—
Me quedé sin aliento. ¿Era posible? ¿Maximiliano estaba vivo? Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, y solté un grito de alegría y alivio. —¿Qué? ¿Cómo está?—pregunté, intentando contener mi emoción.
—Aún no sé todos los detalles—dijo Alice. —Pero me dijeron que está en el hospital, Vamos a ir al hospital ahora mismo—
Me levanté de la cama, sintiendo una energía renovada. —Voy contigo—dije, ya vestida y lista para salir. —Quiero ver a Maximiliano—
Alice se rió al otro lado de la línea. —Te veo en el hospital, Ava— Colgué el teléfono y corrí a contarle a mis padres la noticia. Estaban igual de emocionados que yo, y juntos nos preparamos para ir al hospital a ver a Maximiliano.
Al llegar al hospital, Alice nos estaba esperando en la entrada, con una sonrisa de alivio en su rostro. Nos saludamos con un abrazo y juntos ingresamos al hospital. Nos dirigimos a la recepción.
La enfermera nos dijo que pronto un médico nos informaría sobre su estado. Nos sentamos en la sala de espera, nerviosos y ansiosos por saber qué había pasado.
Pasaron algunos minutos y finalmente salió el médico. Nos miró con una expresión seria y comenzó a hablar.
—Los pilotos y la azafata están estables, al igual que Elias, el amigo de...— Se detuvo y me miró. —¿Ustedes son familiares de los pasajeros?—
Asentí con la cabeza, y el médico continuó. —Elias está estable y se está recuperando bien—
Pero yo solo podía pensar en Maximiliano. Con angustia, le pregunté al doctor por él. —¿Y Maximiliano? ¿Cómo está?—
El médico me miró con compasión y preguntó: —¿Usted es...?—
—Soy su prometida— respondí, con mi voz temblando.
El médico asintió con la cabeza y su expresión se volvió más seria.
—Maximiliano está en cuidados intensivos—dijo. —lo lamento, el entro en coma—
Sentí como si el mundo se hubiera detenido. —¿En coma?—repetí, mi voz apenas audible.
El médico asintió de nuevo. —Sí, sufrió un traumatismo craneoencefálico severo en el accidente. Estamos haciendo todo lo posible para estabilizarlo y ayudarlo a recuperarse—
Me sentí como si estuviera en un sueño, un sueño del que no podía despertar. La habitación comenzó a dar vueltas y me sentí mareada. Alice y mis padres me sujetaron, intentando consolarme.
—¿Cuánto tiempo...?—pregunté, mi voz quebrada.
El médico me miró con compasión. —No podemos predecir cuánto tiempo estará en coma. Solo podemos esperar y ver cómo evoluciona—
Me sentí devastada. La esperanza que había sentido al saber que Maximiliano estaba vivo se había convertido en una sensación de incertidumbre y miedo...