Guardo los últimos libros que hay sobre mi cama y cierro la caja. Miró mi habitación y ahora solo puedo ver las paredes en blanco, apenas si queda la cama y pronto subirán los chicos de la mudanza a por ella.
Toda mi vida me la llevo guardada en las cajas. No me siento triste, tampoco alegre.
No es como si yo hubiese podido decidir algo sobre este viaje.
Mi madre ya lo ha hecho por las dos, es un buen trabajo y muy bien remunerado. No tengo padre, mi madre se quedo embarazada muy joven y el no quiso hacerse responsable.
No duele lo que nunca has tenido, sería peor haberlo tenido en mi vida y que hubiera desaparecido después, así que supongo que esto es adaptarse a las circunstancias.
He vivido toda mi vida en los Ángeles, supongo que ahora echaré de menos el tráfico y el gentío. Ya que nos mudamos a un pequeño pueblo de Alaska.
Lo peor de todo será el horrible frío por el que tendré que pasar allí, acostumbrada a este clima cálido siento que moriré congelada en ese lugar.
Cojo la última de mis cajas y cierro la puerta de la que hasta hoy ha sido mi habitación.
Bajo las escaleras y dejo la caja en la puerta. El camión de mudanzas saldrá justo delante de nosotras. Nos esperan varios días de viaje, no entiendo por qué mamá no compro pasajes de avión y prefirió que hiciésemos un viaje tan largo en coche.
Me siento en el coche y veo como los edificios y los coches poco a poco comienzan a desaparecer.
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13
El mundo te romperá el corazón de todas las formas imaginables. Eso está garantizado y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevó dentro ni la locura que llevan los demás. La vida nunca es justa, pero debes afrontar los golpes y seguir adelante. Y cuando tengas el corazón roto tendrás que volver a construirlo; y no solo eso, tendrás que volver a confiar, y esta es la parte más difícil. A pesar de todo esto, aunque la vida rompa todas tus ilusiones, debes seguir soñando. ¿Sabes por qué? Porque si no te ilusionas, porque si no sueñas, porque si no amas, ¿qué clase de vida estarás viviendo? ¿Para qué quieres una vida si no la estás aprovechando? No se puede vivir con miedo toda la vida. La vida es así: te caes, te levantas y te vuelves a caer. Pero, si ni siquiera te mueves por temor a caerte, en realidad ya te has hundido".
....
Han pasado seis meses desde que llegué aquí y siento como si de una vida entera se tratase.
Escucho como se abre la puerta, ni si quiera me volteo para ver de quien se trata. A estás alturas ya me da igual.
Alguien se acerca hasta la cama y me voltea para que no mire.
No puedo creer lo que mis ojos ven, Alan ha perdido peso y está visiblemente desmejorado.
--- Estoy cansado de verte así\, estoy cansado de ver cómo día a día te vas consumiendo y se que todo es gracias a mi. Si tan solo supieses como me siento\, que no puedo dejarte marchar sin que yo muera en el proceso...---
Sus palabras son dulces pero suenan tan vacías en mi corazón...
Se levanta de la cama y me trae el móvil y el ordenador.
--- Si vuelves a levantarte de esa cama\, si vuelves a caminar\, tendrás el móvil y podrás llamar a quien tú desees ---
Deja un beso sobre mi frente y sale de la habitación.
Desde que volví del hospital el no duerme en la habitación por lo que no sé donde se estara quedando.
Por primera vez en meses intento sentarme en la cama, pero siento como mis brazos fallan y mis piernas no responden.
Hoy la ventana está abierta, el verano ha hecho acto de presencia y la temperatura ha subido.
Escucho a un niño reír y llamar a su mamá.
Mamá
Recuerdo a mí madre y aunque pase mucho tiempo sola sin ella sé que todo lo hizo por mi bien, ella sola se ocupó de mí, trabajó y se sacó una carrera para darme lo mejor. Y yo ahora me estaba rindiendo porque no había conseguido lo que quería.
Había intentado suicidarme y hasta me había dejado tanto que poco o nada tenía que ver con la Abi que llegó aquí.
Las palabras de Alan habían producido en mí un estímulo. Necesitaba cambiar mi actitud, necesitaba curarme, pero sobre todo necesitaba recuperar la ilusión.
Volver a tener sueños y a confiar en mí misma.
No diré que el proceso fue fácil porque no lo fue, el primer día lo intente sola y lo único que conseguí fue romperme el labio y que mi nariz quedase hinchada como una pelota.
El segundo día pedí ayuda, pero tampoco lo conseguimos.
El tercer día conseguí un andador, y aunque pocos eran los pasos y mucho el dolor conseguí avanzar unos centímetros.
Así transcurrió otro mes más. Septiembre había llegado y esa misma mañana me había prometido a mí misma que lograría llegar hasta el escritorio.
Me levanté sola de la cama, cogí mi andador y comencé a dar un paso tras otro. El dolor seguía existiendo pero eso ya no me importaba estaba tan cerca de lograr mi cometido que eso me impulsaba a seguir caminando.
A tan solo dos pasos de llegar mis piernas se dieron por vencidas y caí al suelo derrotada.
Por primera vez en tantos días había estado tan cerca de conseguir llegar que no fue la caída lo que más me dolió.
Alan me levanto del suelo y me llevo hasta la cama, ni siquiera había sido consciente de que él se encontraba en la habitación.
Después de dejarme en la cama se acercó hasta el escritorio y me trajo el ordenador y el móvil. Puso el móvil en mis manos y me dijo que me lo había ganado.
Después de eso no hubo nada más, salió de la habitación y me dejó sola.
Encendí el móvil después de pasar un rato observando mi pequeño aparatito en silencio.
Coloque mi dedo en la parte trasera y este se desbloqueo.
Busqué el teclado y marque los números.
--- Dígame...---
Esas palabras casi consiguen que comience a llorar. Pero no, no podía hacerlo al menos no por ahora.
--- Mami...--- la tristeza en mi voz era notable\, pero era algo que no podía evitar.
--- Abi\, eres tú. Dime que si por favor...---sus palabras suenan como una súplica en mi interior.
--- Si mamá soy yo...---
Hablo con mi madre y le cuento todo o casi todo lo que necesita saber. Ella comienza a llorar pero yo le ruego que no lo haga. Me alegra saber que ella y Kevin están bien aunque por un momento olvido lo que me ha dicho. En unos meses voy a tener un hermano o hermana.
Le prometo que la llamaré en unos días, y que no debe preocuparse por mí. Ahora estoy bien y ella me ha dado un motivo más para luchar.
Tengo que conseguir curarme, pero sobre todo tengo que conseguir que Alan me deje ver a mi madre y a mi hermano. Aunque solo sea una vez.
Me levanto de la cama y con ayuda del andador me dirijo hasta el armario. No negaré que los pocos pasos que me separan del armario son dolorosos y casi inalcanzables.
Pero tengo que luchar, tengo que ser fuerte y volver a ser la Abi que un día fui.
Saco un pantalón de deporte y una sudadera. Me pongo la ropa y veo que me queda demasiado grande. He debido de perder mucho peso, si antes estaba delgada ahora no sé ni siquiera lo que debo parecer.
No me miro en el espejo, no quiero ver el reflejo que este tiene para mostrarme.
Recojo mi pelo en una coleta y abro la puerta del dormitorio. Llego hasta las escaleras y ahí veo donde de verdad está mi reto.
Cómo voy a conseguir bajar tantas escaleras, sin caer rodando.
Hay historia de clohe y su vampirito escapadizo jaja ?