Una oportunidad

Leandro Pardo

Pensar en Victoria le perturbaba cada momento, ella era la causante de un torbellino de sensaciones a los cuales màs lo fregaban,  el saber de sus cambios constantes de comportamientos. No quería ser una persona acosadora pero ella lo incentivaba a hacerlo. Apenas  hace unos minutos lo hizo sentir como un acosador y ahora pensándolo bien, no iba a permitir que ella lo hiciera a un lado aún sabiendo que ella también le corresponde. -¿Acaso es su forma de decir que le atraigo?, Leandro ahora habla solo en su auto , masajeando su sien solo piensa que las mujeres son dìficiles de entender.  Saliendo del centro educativo allì estaba ella, con sus jeans ajustados y camiseta deportiva -Que bien le queda. Otro pensamiento lo invadió y ahora estaba parqueando su auto frente a ella. 

-Parece que necesitas ayuda. 

-Ya le dije que no lo necesito, puede irse. Victoria al escuchar su voz se asustó dando un brinco pero recuperó su postura para volver a ser  petulante con él. 

-Parece que prefieres que te atraquen o incluso que te violen en lugar de subir a mi auto y aceptar que la lleve.  Leandro procurò ser lo màs sarcàstico posible. 

Para Victoria no fue desconocedor sus palabras, incluso afectaron notoriamente su tranquilidad, mirando a sus lados y la evidente soledad que en aquella calle  existìa. Leandro sintió pena por ella y solo bajò su ataque ofensivo .

-Mira, no te hostigarè con lo que pasò anoche, tan solo quiero claro està, si Ud lo quiere , ser su amigo. Ahora, mi compañìa es mejor que cualquier otra en este momento, ¿no lo cree?

Victoria lo  observaba inquieta, apenas la noche anterior ella sufrìa un ataque de un desconocido en un lugar que jamàs pensò podrìa suceder, era lògico que en este lugar habìa màs posibilidades de un evento peor que ese. Así que a regañadientes abrió la puerta del copiloto  y se subió sin pensarlo antes de arrepentirse. Entre tanto, Leandro se emocionó tanto que su corazòn estaba de fiesta. Su aroma se esparcía por el auto y esto le fascinaba. 

-Entonces, ¿dónde debo llevarla?

-Al centro de la ciudad, Torre Emperadores. 

-Es un lugar hermoso. ¿Cuánto  tiempo estarà en Madrid? 

Victoria guardò silencio mirando al vidrio de su ventanal 

-Te dije que solo quiero ser tu amigo. 

-Me subí al auto por pura necesidad, no quiero ser su amiga y no  creo que Ud lo quisiera si supiera quien soy yo. 

-¿y quièn eres tù?

Victoria volviò su vista a la ventana fijando su vista en el horizonte. -Una persona que no le conviene. Su voz era producto de decepciòn y frustraciòn. 

-¿Y no cree que debo decidirlo yo?

-Estoy segura que serè su mayor decepciòn. Agradezco su hospitalidad, debo irme. Leandro acababa de aparcar su auto frente al edificio y antes de que Victoria abriera su puerta, éste la bloqueò evitando que ella saliera del auto. Victoria estaba confundida, ya que intentaba sin ningùn èxito la apertura de su puerta hasta que la mano de Leandro tocò su brazo. 

-No quiero que te vayas de esa manera. Perdòname si he sido un poco presuroso, pero… estar a tu lado es algo que no logro describir, desde que mi esposa falleciò no he estado cerca  de ninguna mujer, tal vez los tiempos han cambiado y yo ni enterado estoy. 

-Ud  es un mentiroso, se sabe que tiene algo con la Srta Vanessa del Toro, ¿Cómo no estarlo?, es una excelente transacción. Victoria le mira cuestionándolo. 

-Y Ud es una persona desinformada, no tengo nada con esa mujer y  jamàs tendrìa una relaciòn con alguien por negocios. Eso es arcaico. ¿Estás celosa? Leandro espera su respuesta fascinado. 

-¡Què!, no, ¿Còmo  cree?, solo lo dije porque todos lo dicen. Victoria se sintió desarmada, no sabìa como actuar, Leandro le hacìa perder la cabeza. 

-Què te parece si bajamos las armas, aceptas por ahora mi amistad y sabrè si me convienes. Claro, mientras te encuentres aquì en Madrid. Ni siquiera sé el tiempo que estarás en esta ciudad. 

-Le estoy ahorrando tiempo Sr Leandro, Ud es osado en tutearme.  Esto no irá a ningùn lado. 

-Solo le pido su amistad, no es grave despuès de todo. Victoria dudò  por un largo tiempo. 

-No me dejarà bajar del auto hasta darle una afirmaciòn , ¿verdad?

-Concluye bien. Entonces, ¿Qué dice? Leandro ahora sostiene su mano, un calor destilaba de ella y eso lo excitaba. 

-Esta bien. Ahora àbrame la puerta por favor. 

-Mañana a las 8 pm, cenaremos juntos. Pasarè por Ud  a las 7 pm. 

-¿Què?, pero no le he dicho que si. ¿ Por què me hace esto?

-Porque si lo hago despuès de que salgas del auto, no tendrè una afirmaciòn. Entonces, ¿Tenemos una cita?

Victoria masajeó sus sienes y contestó bruscamente -”si”, espero eso sea suficiente. 

-Casi, Leandro sonreìa con aquellos labios que cautivaron a cualquier mujer, incluso a Victoria. -Antes de bajarse del auto,¿se puede despedir como haría cualquier buen amigo?. Es decir, con un beso… Leandro la mira con picardía y un silencio se expulsó en el ambiente. -En la mejilla. Complementò. 

Victoria no comprendìa còmo habìa sucedido tantas cosas en ese momento, ella estaba encerrada y solo debìa asentir a las peticiones de Leandro si querìa salir de allì. Ademàs, despuès de pensarlo, calculò que despuès de todo era solo un beso en la mejilla, no estaba pidiendo nada màs. 

-Esta bien. Victoria extiende su mano hacia èl en señal de cerrar el trato, con temor se acercò a su lado y ofreciò su mejilla para despedirse. Leandro estaba fascinado de todo lo que había conseguido, ver su rostro como se acercaba a él, era como ver un ángel y  tocar la “Gloria”. Aceptó su mano y la empuñò con la suya, mientras su otra mano acercò el rostro de Victoria, ella empezò a temblar, Leandro estaba rompiendo su trato. Segundos despuès, Leandro gira su mejilla y obsequia un beso en la mejilla de ella. Disfrutó el momento como único, su mejilla era rosada y su calor era abrasador. Con eso Leandro se conformó por esa tarde. Se despidiò de Victoria,  mientras ella abrumada de su reacciòn, sintiò una paz infinita al saber que habìa cumplido su parte. Victoria bajó del auto y Leandro desapareció en la siguiente calle. 

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