Huir

Su esposa en serio está furiosa, desea no enfrentarse a ella, desea hacerle caso. Él muy obediente trajo las tablets, los niños muy felices, los mira alegremente a los tres, pero él no está feliz. Siente que esta familia está completamente loca. Tiene un nudo en la garganta, sabe que algo está mal, el comportamiento de sus hijos no es normal. Se da cuenta que su mujer está criando unos monstruos, peores que lo que criaron sus propios padres.

Sol y sus dos hijos abrieron sus ojos de gran impacto al ver a Edwin realmente furioso. Edwin sacó toda su furia sobre tales objetos. No deja de aplastarlos, crujirlos y destruirlos con sus propios zapatos. Quiere seguir saltando sobre ellos hasta que se vuelvan polvo. Detesta esta familia, detesta ser millonario, y lo que más detesta, ¡es el haberse casado con esta tipa! Ellos quedaron privados ante la locura que hizo enfrente de sus ojos. Sol tiene miedo de enfrentarse, sus hijos están temblando de miedo. Ninguno tiene ganas de ir en su contra.

–A partir de mañana vendrá una niñera a cuidarlos, su madre tiene prohibido consentirlos. ¿Entendido?

–...

– ¡¡Entendido!!

– ¡¡Si!!

–Y tú... Si vuelves a consentir a nuestros malcriados hijos, juro que te meto a un manicomio.

– ¡Tú no puedes...!

–Vuelve a alzarme la voz y juro que en este momento me llevo a nuestros hijos lejos de ti.

Retiró la mano de la boca de ella, está privada. La madre y sus hijos no dejan de llorar ante este hombre tan terrorífico. Edwin decide acompañar a sus hijos a la habitación. Regresó, se acostó a dormir.

Honestamente hubiera sido una excelente idea, lamentablemente esto nunca pasó. Esto sólo pasó en su mente. Esto sólo fue una suposición, una suposición de lo que podría pasar una vez que les diera sus tablets. Él está a punto de abrir su caja fuerte, está a punto de sacar las tablets, está a punto de romper la promesa, una promesa de portarse bien. Sus hijos son unos malcriados, están aprendiendo mañas que no deberían hacer, están aprendiendo a manipular a sus propios padres y eso no está bien.

Sabe que este matrimonio es un fracaso, pero que su propia sangre, en versión pequeña, esté aprendiendo mañas que no deberían, esto lo enfadan. Se da cuenta que cada vez se parecen a los abuelos. Decide no abrir la caja. Sabe que esto va a enfadar a su mujer, sabe que esto terminará en otra discusión más. La única manera de parar todo esto, es que los niños no sigan viendo a sus padres pelear. Es inútil. Con Sol no se puede hablar. Decide mejor irse. Al menos creé que eso hará que sus hijos se porten bien.

Los niños aparentemente angelitos ante la madre, comenzaron hacer berrinche. Sienten que su padre se está tardando. Sol se está desesperando, igual que sus hijos. Sus hijos se volvieron cada vez más berrinchudos, esto enfadó más a Sol. Decide prestarles su teléfono e ir a buscar su padre. Fue a buscarlo a su despacho. No había nadie. Esto la enfadó más que nunca. Comenzó a buscarlo en todos los rincones de la casa. No lo encontró.

–El amo me dijo que le diera esto.

Una sirvienta se acercó a ella. Le dió una carta. Sol está furiosa, quiere matarlo con sus propias manos, ¡Quiere ahorcarlo! Sus ojos no dejan de llorar ante la furia de su rostro. Siente que esto es traición. Siente que la ha traicionado para largarse con otra. Aunque ella exagera, la carta sólo decidía que a partir de ahora, él ya no vendría, ya no vendrá porque las discusiones están dañando a sus propios hijos. Rompió la carta. Regresó a su habitación. Abrazó con cariño a sus hijos.

–Mamá, ¿qué pasa?

– ¿Por qué lloras?

– ¿Dónde está papá?

–Su papá nos ha abandonado, él ya no vendrá con nosotros, decidió largarse con otra mujer.

Los niños inocentemente creyeron en las lágrimas de su madre. La abrazaron con cariño. Odian a su padre.

– ¿Le preocupa algo, señor?

Mónica notó que su jefe se veía terrible, era como si nunca hubiera dormido toda la noche. Tiene grandes ojeras en sus ojos. Aunque notó una pequeña herida arriba de su ojo izquierdo. Probablemente se golpeó con algo cuando se levantó.

–No quiero que nadie me moleste por una hora.

–Entendido.

Mónica se fue. Edwin tiene demasiado sueño. Si su esposa se atreve a buscarlo, aquí podrá enfrentarla. Cualquier escándalo sería escuchado por todos sus empleados. Algo que la denigraría, dañaría la reputación de ella. Durmió tranquilamente. Toda la noche no pudo dormir, estuvo en vela. Sintió que en cualquier momento su esposa lo iba a encontrar, tenía la sensación que en cualquier momento iba a entrar por esa puerta. Nunca pasó, pero todos modos no pudo dormir. No puede creer que haya sido realmente valiente. Está feliz el haberse ido, siente por fin paz, por fin respira.

Terminó despertando bastante tarde. Mónica estaba a su lado, estaba acariciando sus cabellos con una sonrisa discreta, una sonrisa oculta de un ángel bondadoso. No sabe que tiene la mano de Mónica, pero cada vez que acaricia sus cabellos, siente una profunda tranquilidad, una tranquilidad que hace desvanecer la preocupación de su corazón. Le encanta la manera en que acaricia sus cabellos.

Mónica vió los ojos de Edwin abrirse ante ella, una mirada magnética con una sonrisa inocente. Decide mejor dejar de acariciar sus cabellos, siente peligro ante esa mirada pecaminosa. Demasiado tarde, Edwin tomó su mano justo a tiempo. Mónica se asustó. Quiso desafarse de su mano. Edwin no piensa soltarla, no piensa dejarla ir fácilmente. Mónica intenta desafarse de él.

Edwin sonríe a la tentación de caer ante el deseo ardiente. Comenzó a besar la mano de Mónica, la besó de una manera hambrienta. Ella dejó de resistirse, le gustó la manera que lo hace, quiere seguir sintiendo sus labios en su mano. Tiene un rostro apenado y al mismo tiempo se muerde un labio anhelando ser tomada por este hombre apasionado. Besa su mano cada vez más arriba, la besa con deseos de tomar a su amiga.

Los besos de Edwin son cada vez más apasionados, cada vez están más cercas al cuello de ella. Siente que en cualquier momento perderá el control, tendrá las ganas de atreverse a robar un beso a la boca de él. Mónica tiene un rostro lleno de deseos. ¡Quiere hacerlo! ¡Quiere robárselo! ¡Quiere besar los labios del jefe!

– ¡No!

Mónica decide parar, siente que esto no está bien, esto está mal. Probablemente el no haber dormido lo suficientemente bien, lo ha hecho alucinar. Siente que aún está soñando, que aun sueña, probablemente está soñando en su encantadora esposa cuando en realidad está con ella. Duele, esto le duele mucho. Le duele porque en todo este rato su jefe ha estado en silencio sin decir ni una sola palabra. Esto debe ser un sueño, un sueño en que aún sigue soñando a ella.

Edwin le sorprendió el repentino empujón que le dió Mónica, no esperaba algo así. Pensó que ella iba a dejarse besar por más tiempo. Tiene un rostro lleno de tristeza. Sus ojos no quieren ni mirarlo. No sabe qué decir. Está privado ante la tristeza de esta inocente dama. Quiere decir algo, pero sus palabras no salen. El dolor de sus ojos siguen dejándolo petrificado como una roca. Ella decide mejor...

–Aaaauuch...

Mónica le dió una fuerte cachetada a su jefe. Él no entiende el por qué le dió una fuerte cacheta. Se pregunta qué es lo que le pasa a ella. ¡¿Por qué le dio una fuerte cachetada?! Ni siquiera volvió a besarla, ¿qué tiene de malo ver su rostro?

Ella decide mirarlo seriamente, una mirada tan seriamente ocultando por completo la tristeza de sus ojos. Él ya le cayó raro por completo su comportamiento. ¡No la entiende!

– ¡¡Despierte!!

– ¿Qué?

–No soy su esposa.

–Ah.

Edwin no entiende que le pasa a Mónica, ella se fue de su oficina. Mónica siente dolor dentro de su pecho. Y Edwin... Él está confundido, no entiende nada de lo que está pasando. Él pensó que iba a caer, que iba hacerlo con él, pero al parecer no... No entiende nada de lo que está pasando. Está completamente confundido. Ve la hora de su reloj.

– ¡Ay, por dios!

Rápidamente comenzó a trabajar, se da cuenta que ya es demasiado tarde, esto debió haberlo firmado esta mañana. Más tarde llegó Mónica, vino a despedirse. Él no ha terminado con todos estos papeles. Tiene mucho trabajo, pero...

– ¡Espera, Mónica! ¡Regresa!

Decidió regresar. Puede ser algo importante. No quiere mirar su rostro. Edwin se dió cuenta de su alejamiento hacia él. Piensa que tal vez se pasó con ella, parece querer con él, pero al mismo tiempo no. Probablemente no va a funcionar...

–Lo siento.

– ¿De qué?

–De haberte ofendido de esa manera.

–Yo también me disculpo.

– ¿Tú, por qué?

–No debí haberle dado una cachetada, debí lanzarle agua.

– ¡¿Agua?! Por cierto, ¿por qué fue la cachetada?

–Por estar soñando con su esposa, cuando al mismo tiempo estaba conmigo.

–Aaaaaaah...

Edwin ya entendió el por qué la cachetada, ya entendió lo que está pasando. Mónica piensa que ya no son amantes, pero él si la quiere de amante. Las señales que ha hecho es por qué no ha rompido el acuerdo que hicieron. No puede creer que Mónica haya pensado que él estaba soñando, que estaba soñando al momento de besar su mano. Al menos lo hace ver menos mal. Se pregunta si será buena idea aclararlo o mejor dejarlo así.

Mónica ha sido una mujer bastante buena conmigo, ha sido una buena amiga. Aun no ha hecho un escándalo, a pesar que piensa que no somos nada. Probablemente piensa así por la forma que salí huyendo, la vez que íbamos hacerlo. Fue mala idea, pero no quería, esto daba miedo.

Edwin desea que sea su amante, ella es perfecta, hace olvidar sus problemas, pero puede que las cosas se arreglen pronto con su esposa. Si se arregla y ella termina enamorada... ¿Cómo piensa romper su corazón? Es su mejor amiga. Su esposa puede cambiar. Quizás este distanciamiento la haga reflexionar. Tal vez las cosas vuelvan a ser como antes, como los primeros días de casados. Es la primera vez que hace esto. Piensa darle una oportunidad a ella.

–No volveré a molestarte...

Mónica se sorprendió y al mismo tiempo se sintió peor. Edwin se lo dijo en un tono bastante triste, en un tono que te hace querer salir huyendo. Mónica entiende su respuesta. Sabe que esto lo hace porque ama a su esposa. Es normal que el esposo prefiera a su esposa antes que a una extraña. Desea algún día conocer alguien igual a él.

–Lo entiendo.

Mónica intenta mantener las lágrimas de sus ojos, intenta no dejarlas salir. Edwin levantó su mirada a los ojos de ella, se da cuenta de su tristeza, se da cuenta que le ha hecho mucho daño. Se siente culpable el haberle hecho sentir de esa manera. No sabe qué hacer, no sabe que decir, solamente quiere encontrar la manera de sanar el dolor de ella.

– ¿Eso es todo?

–Si.

Mónica se levantó, caminó hacia la puerta. A espaldas de Edwin, una lágrima corrió de su rostro. Edwin se siente terrible, siente que no debió ser tan así con ella. El haberlo dicho de esa manera tan cortante, lo hizo sentir culpable. Su desesperación explotó.

– ¡Ven, conmigo!

– ¡¿Queeeeeee?!

Edwin recogió sus cosas, se fueron, se largaron, huyeron.

– ¿A dónde me lleva?

–A un mejor lugar.

– ¿Qué piensa hacer conmigo?

–Este será nuestro secretito.

– ¿Secretito? ¡Usted dijo que ya no iba a molestarme!

–Lo sé, pero esto es diferente. Tú y yo somos amigos, y no me gustaría perderte por tarado. Así que deja de hablarme como tu jefe, en este momento soy tu amigo.

El rostro de Mónica se ruborizó ante la confesión de amistad por parte de su jefe. Se siente feliz y al mismo tiempo triste. Siente que no es tan malo seguir siendo su amiga, pero al mismo tiempo le duele el ser la amiga.

– ¿Por qué te casaste sin invitarme a tu boda?

Mónica lo dijo de manera molesta, era como si quisiera sacar un tema pendiente a él, un tema que se le había olvidado preguntar, era sobre el día que vio por primera vez a su esposa, la vez que la vio entrar a su oficina. Siente que Edwin se pasó el no haberla invitado.

Capítulos
1 Comienzo
2 Berrinche
3 Huir
4 Controlar
5 Vergüenza
6 Quedate
7 Situación sentenciada
8 Tiempo contado
9 Aclaración
10 Entrometerse
11 Enigma
12 Disgusto
13 Dar solución
14 Molestar
15 Consuelo
16 Actuar como si nada
17 Diferente
18 Compañía
19 Buscar
20 Verdad
21 Salir huyendo
22 Tregüa
23 Distancia
24 Feliz día
25 Hospital
26 Ira
27 Venganza
28 Acuerdo de paz
29 Una cita de amigos
30 Loco por ti
31 No caer a la tentación
32 Morir de placer
33 Dulce veneno
34 Temor
35 Amar a otra
36 El lado oscuro
37 Plan egoísta
38 Dejate lleva
39 Locura en el baño
40 Una amiga apresurada
41 Amistad dolorosa
42 Sentirse mal
43 Solita
44 Amar ella o amar a la otra
45 Amor cruel
46 Actuar inusual
47 Cambiar de opinión
48 Consciente
49 Buscando a un hermano
50 Árbol genealógico
51 Llevarse bien
52 Todo o nada
53 Dolor a la verdad
54 Hacer lo que menos esperan
55 Dando clases a un doctor
56 Buscándote
57 Revolución amorosa
58 No hay arreglo
59 Decisión delicada
60 Invitados
61 Compartir problemas
62 Reencuentros
63 Valorar
64 Obra de arte
65 Los celos de un abrazo
66 Descubrir algo inesperado
67 Actuar como si nada
68 Preocupación
69 Un esposa desobligada
70 Terminar con todo
71 Dejarte en libertad
72 No dejarte ir
73 Abrir tu corazón
Capítulos

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1
Comienzo
2
Berrinche
3
Huir
4
Controlar
5
Vergüenza
6
Quedate
7
Situación sentenciada
8
Tiempo contado
9
Aclaración
10
Entrometerse
11
Enigma
12
Disgusto
13
Dar solución
14
Molestar
15
Consuelo
16
Actuar como si nada
17
Diferente
18
Compañía
19
Buscar
20
Verdad
21
Salir huyendo
22
Tregüa
23
Distancia
24
Feliz día
25
Hospital
26
Ira
27
Venganza
28
Acuerdo de paz
29
Una cita de amigos
30
Loco por ti
31
No caer a la tentación
32
Morir de placer
33
Dulce veneno
34
Temor
35
Amar a otra
36
El lado oscuro
37
Plan egoísta
38
Dejate lleva
39
Locura en el baño
40
Una amiga apresurada
41
Amistad dolorosa
42
Sentirse mal
43
Solita
44
Amar ella o amar a la otra
45
Amor cruel
46
Actuar inusual
47
Cambiar de opinión
48
Consciente
49
Buscando a un hermano
50
Árbol genealógico
51
Llevarse bien
52
Todo o nada
53
Dolor a la verdad
54
Hacer lo que menos esperan
55
Dando clases a un doctor
56
Buscándote
57
Revolución amorosa
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No hay arreglo
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Decisión delicada
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Reencuentros
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Obra de arte
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Los celos de un abrazo
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Descubrir algo inesperado
67
Actuar como si nada
68
Preocupación
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Un esposa desobligada
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Terminar con todo
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Dejarte en libertad
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No dejarte ir
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