CAPITULO 3

Aún la chica seguía pensando con claridad lo que le acababan de proponer. Su mente aún le decía que este era un mal sueño y que debía despertarse. Pero ahí estaba el primer ministro tomando una pequeña taza de té barato, este se mostraba incómodo, incluso podría decirse que no encajaba con ninguna pieza de su apartamento de echo, destacaba con su traje gris y su corbata de diseñador.

Pero alfred si se encontraba incómodo, la chica no había mencionado ninguna palabra desde que él había utilizado sus encantos para que ella aceptara. Y no es que estuviera jugando con ella, simplemente le echo más sal a lo que al final parecía mejor para todos.

Y es que luego de pensarlo demasiado, Alfred, decidió que mientras estuvieran casados todo iba a darse naturalmente, Florence era una chica guapa, delgada y bien estudiada, en los momentos que se encontraba ahí, sus ojos habían vagado por toda la habitación, no era ordenada, pero si mantenía el lugar bien limpio. Se podía mantener por su propio pie y la elegancia en la que mantenía su taza de te en las manos hizo que cerrara el trato. Sus hijos —Y más bien él.— necesitaban un mujer en sus vidas y la confianza que la chica trasmitía la hacían cerrar el trato en su cabeza.

Sin embargo, la chica se debatía si en realidad ese era el futuro que ella quería, en un año más iba a graduarse, no se había dedicado a planear su futuro más allá de su futuro cercano, debía hacerlo pero sus recientes pérdidas la habían dejado vagar en la deriva como por un año atrás. Entonces las palabras de la publicista sonaron en su mente "conocedores, publicar un libro " y eso hizo que todo hiciera clic en su mente.

Si aceptaba este trabajo podría ser reconocida en un futuro y conseguir trabajo no iba a ser difícil, todos iban a querer tener a la ex-esposa del primer ministro a su lado. Aunque solo fueran por puros cotilleos ella dentro iba a hacerse destacar a como de lugar.

—¿Hay algo más en ese contrato?

Alfred detuvo su taza camino a sus labios y la miró con atención. No sabia a que se refería.

—¿Algo más, como qué?

—Sí letras chiquitas, como que tenga que salirme de la escuela ó tenga que limpiar por horas tu casa.

—La escuela es importante — Argumentó Alfred— Y lo de mi casa, hay personal para hacer eso. Tu simplemente debes de comportarte , sonreír a la cámara, dejarme hablar y no destacar demasiado.

—Suena fácil.

—Créeme no es nada fácil, los reporteros de tu entrada no son nada a comparación de mi casa, ellos viven afuera. Además si aceptas tu vida privada será del ojo público y nunca podrás estar sola, tendrás un itinerario todos los días y por supuesto, algunas horas de sueño al día.

—¿Me esta intentando asustar?

Alfred negó con la cabeza pero en sus labios brotó una amplia sonrisa.

—En realidad no. Nesesito esto, Florence. El país me creen demasiado anticuado para ayudar al país. El parlamento también cree que estoy desperdiciando mi vida en la política. Necesito una inyección de adrenalina para enseñarles que en realidad no es así.

—Pero ¿No crees que es absurdo elegir a una pueblerina como yo?

—Por Dios, dime que no te estas menospreciando ahora mismo.

Florence se movió incomoda en su asiento pero no dijo nada.

—Creo que eres adecuada, no diré palabras melosas porque francamente ni si quiera nos conocemos, pero siento que tu y yo podemos encajar en el futuro que tenemos por delante. Puedo ayudarte y lo digo enserio, Florence. Si nesesitas algo puedes contar conmigo aún si aceptas ó no este trato.

—¿Y quien dijo que no aceptaré? — La felicidad de Alfred iba a ser manifestada pero ella lo detuvo— Pero debemos poner en claro dos cosas, exclusividad en ambas partes y quiero llevar el matrimonio al pie de la letra.

Alfred arrugó el cejo y la miró.

—Si, Primer Ministro. Sexo.

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