capítulo 4

El señor Naun visitaba bastante mi casa junto con Maximiliano, este tenía ya casi 5 años cuando yo nací, desde recién nacida los niños Dimoutsos visitaban mi casa y eran muy cercanos a mi hermano, mientras fui creciendo a veces me incluían en sus juegos y otras me dejaban a un lado por ser niña.

Lo poco que recuerdo de mi infancia, Maximiliano siempre fue un odioso de primera conmigo, el señor Naun a veces lo llevaba solo a él a que interactuara conmigo, pero él no le gustaba nada eso, cada vez que llegaba a mi casa, iba directo a la habitación de mi hermano a jugar con él nada más.

Mi hermano fue inscrito junto con ellos en la preparatoria en Atenas a cursar su secundaria, en un colegio internado solo para hombre, donde solo asistían los hijos de las familias más prominentes de Grecia.

Yo al entrar a la escuela y por ser mujer no me dejaban ir sola a otra ciudad, por ello mi primara y secundaria la realice en una escuela de señoritas de mi ciudad.

Mi abuelo junto con mi padre no me permitía estar cerca de otros hombres que no fuera los Dimoutsos y eso me molestaba mucho, no quería que mi mundo girara en torno solo a ellos tres.

Aunque lo que era Mark y Lennis, eran muy queridos conmigo y les tenía mucho cariño y ellos me trataban como una hermanita, todos nos llevábamos muy bien y a veces hasta con el odioso de Maximiliano, aunque siempre era muy serio y amargado, a todo nos decía no, parecía más nuestro padre que amigo, que amargado era, solo le gustaba estar pegado a sus muy queridos libros.

En la escuela Mark, Max y Arion iban en el mismo grado que mi hermano, a diferencia de Lennis que si iba un grado más a delante que ellos.

Mi abuelo (así le decía de cariño al señor Naun) de vez en cuando me preguntaba sobre que pensaba yo sobre aquellos chicos que se habían criado junto conmigo.

Pues para que la relación diese buenos resultados, enviaban en vacaciones a aquellos niños a mi casa o yo junto con Arion íbamos a la suya, a decir verdad, mi hermano era como el chaperón mío, a lo que le respondía muy vagamente, pues era tan solo una niña de 9 años y el que me gustara un niño aún no estaba en mi mente.

Le decía a mi abuelo.

-Abu, ellos son como mis hermanos, me cuidan y protegen siempre, hasta el odioso de Maximiliano da la cara por mi cuando me meto en problemas, pero después viene los regaños, es muy amargado abuelo y un ratón de biblioteca y mientras hablaba con mi abuelo no me di cuenta que alguien más oía la conversación hasta que lo escuché revirar.

-Tú, pequeña mocosa, a quien llamas ratón de biblioteca, al menos yo soy inteligente y mis padres no me regañan por quedarme dormido en clases como a cierta niña por ahí; responde Maximiliano que escucho mis palabras.