No me dejes.

Al día siguiente.

Salvador despertó con el pequeño cuerpo de Ángela aferrado a su cintura. Esta tarde anunciará la cosa más loca que se le había ocurrido, y a la vez la más coherente que encontró para apaciguar las llamas mediáticas que estaban jodiendo cada vez más la situación, sobre todo sabiendo que Benjamín había desplegado todo un operativo de búsqueda con tal de encontrar a Ángela.

...Salvador...

— ¡Ángela despierta! — susurro en su oído, su dulce aroma me envuelve y me deja loco, me atrae tanto, y ni siquiera sé que es lo que siento. Veo sus ojos abrirse despacio, dejando ver esos hermosos ojos.

— ¿Tuviste un buen descanso? — le digo y ella asiente sonriente y radiante. Se sienta en la cama, con el pijamas rosa que le queda precioso y acomoda su cabello largo y sedoso. La veo meterse al baño, y al tiempo la ducha que corre, y no lo niego, muero por probar esos labios que hace ya un tiempo me hicieron ver el cielo mismo. Yo rogando al cielo que cometa el arrebato de aquél día, y me consuma entre sus llamas de pasión... pero sé que ella aún ama a ese sucio bastardo, y yo mal que me pese aún tengo a María en mi corazón.

Después de la confesión de anoche, me da temor volver a tocarla, no es que no la deseo ¿Pero y si piensa que yo quiero hacer lo mismo que esos tipos? yo no quiero una mujer para tratarla de esa forma, yo no quiero un rato y al olvido, por eso soy frío, distante y solitario... no puedo ser débil, por que ya lo fui y perdí mi corazón.

Más de cuarenta minutos han pasado y ella aún no sale del cuarto de baño, voy detrás de la puerta y nada se oye, ni una pequeña respiración, mi corazón palpita en desorden.

—¿Ángela?, ¿Estás bien?, ¿Por qué no sales? — espero un momento y no hay respuesta. Toco la puerta y nada, mientras siento mis entrañas revolverse.— Ángela por favor si te sientes mal sólo hablemos sobre eso, yo estoy aquí para ti, te lo dije, cariño, abre.

Un golpe seco se siente dentro y casi tiro la puerta para entrar, ella está sentada bajo el agua con una pequeña cuchilla en la mano, y cortes en su muñecas, mientras la sangre corre por el agua, me lanzo a ella para hacerla reaccionar mientras me ve adormilada.

—¿Qué hiciste? — por primer vez siento una estaca de dolor al corazón, y sin saberlo el agua caliente de mis lágrimas fluye por mi rostro al verla.

— No quiero vivir, ese hombre, no quiero ser su paga... — susurra y casi cae, pero la sostengo y la cargo mojada hasta la cama, no puedo creer lo que está pasando, ella pensó en...

—¡Ángela reacciona! — golpes suaves en sus mejillas blanquecinas, maldiciendo mi torpeza de no darme cuenta antes, mientras el llanto sigue saliendo de mis ojos.

¿Qué demonios es esto que siento? — ¡Alfonso llama al médico!—Grito como puedo y veo al hombre correr asustado, mientras Ángela está en mi cama, mojada ensangrentada y casi desmayada.— Ángela quédate conmigo, yo estoy aquí para ti ,por favor nena, no me dejes ¡¡nena!!