CAPITULO 8

El haber descubierto que estaba vivo y los nervios que tenía, impidió impidió que se diera cuenta de lo exhausta que estaba; o que pudiese dormir durante varias horas en el vuelo. Ahora, el cansancio estaba aumentando. Tomo la mesa para ponerse de pie y al instante sintió un mareo que intento controlar, era demaciado el agotamiento. Asi no podría enfrentar su ira, no estaba en condiciones de hacerlo.

Por otro lado, no podía reconocer a este hombre, no era el mismo que ella conoció. O ¿ Acaso lo había idealizado ?

Debió de haber obedecido a la voz de su conciencia para olvidar todo lo que había pasado y regresar a casa, a Australia. Debió de haber dejado todo por la paz y enterrar el pasado.

-- ¡ Ya está bien ! - dió otro golpe a la mesa que la hizo sobresaltarse -. No tengo tiempo para tus juegos, y es evidente a qué has venido, así que no voy a andar con rodeos.

Su mirada era letal, intentaba intimidarla y lo hacía perfectamente bien.

Nicole empujó la silla con su pierna, se preparaba para marcharse; pero tuvo que detenerse con las dos manos en la superficie de la mesa.

Pues si no hubiese sido así no hubiera podido moverse ya que le temblaban las piernas.

-- ¿ A dónde crees que vas ? Ya te dije que tú no te vas, hasta que hayamos terminado de arreglar este asunto. - grito Dominic, haciendo que Nicole se estremeciera de pies a cabeza. Preguntándose ¿ Y cuando sería eso ? Si pareciera que su furia era infinita.

-- Solo pretendo ponerme a tu misma altura -respondio ella con una tranquilidad que estaba lejos de sentir.

En su mirada no había disminuído la ira, sin embargo cuando dió un paso hacia atrás, sentía que su furia fuera algo más llevadera.

-- ¿ Cuánto quieres ? - pregunto él.

-- ¿ Cuánto que ? - pregunto sin comprender.

-- Maldita sea ! - levantó la vista al cielo -. No tengo el tiempo para seguir este jueguito tuyo. ¿Es que no puedes responder una sencilla pregunta ?

-- Lo haría si pudiese entender lo que tratas de decirme - al ver que iba decir algo levantó la mano -. Tal vez te sientas más tranquilo si te digo que no he venido a pedirte nada, más que solo a devolverte lo que es tuyo.

Miro la mesa y ahí estaba el anillo, parpadeo varias veces. Era tonto ponerse sentimental por una simple joya, ya no necesitaba un amuleto que le diera suerte.

Levantó la mirada hacia él.

-- Hay algo más - dijo ella con cansancio.

-- Claro, no lo dudo - curvo los labios al hablar, en su rostro y su sonrisa había desprecio.

Nicole movió la cabeza, deseo no haberlo echo porque de inmediato sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.

-- Aparte de entregarte tu joya, he venido a darte las gracias - dijo, y le extendio la mano.

El solo la miro como si nunca hubiese estrechado una mano a nadie.

-- Si no hubiese sido por ti - continuo diciendo Nicole -, estaría muerta, pero tú me salvaste la vida - sonrió con timidez-. Nunca pude darte las gracias por eso, solo quería que supieras que no lo he olvidado y te debo mucho.

-- ¿ Que estupidez es esa ? - frunció el entrecejo, ignorando su mano.

Nicole, bajo su mano con profunda decepción.

No entendía el por qué de su reacción, pues el único motivo que la mantenía de pie era precisamente él, pero pareciera que todo cuánto había sentido hacia él la había abandonado y ahora se sentía sin fuerzas, incapaz se continuar en pie. Quería sentarse, más la intencidad de la mirada de él se lo impedía.