Lo que sentía por el había sido una galaxia de emociones encontradas que iban desde la timidez, cuando entro por primera vez a su vida haciendose pasar por Harry Midnight, hasta la afección con un dejo de algo prohibido ( le habían dicho que eran primos) y los primero destellos de amor. Luego enojo, cuando descubrió la mentira. El perdón llegó eventualmente, junto con la inegable necesidad de estar junto al otro.
Y después la terrible revelación: nunca podrian estar juntos. Era otra consecuencia de su maldición, pues Sarah había decidido que eso era ser un Heredero Secreto: una maldición. Todo se resumía en una lotería de sangre, y ella había perdido. Terriblemente.
Los hijos de la unión de un hombre profano (una persona no secreta) con una heredera secreta no tienen poderes; y Sean, leal al juramento que le hizo a las familias Secretas, no podía permitir que los poderes Midnight se perdieran. Sean era un Guardabosques y había jurado servir a las familias Secretas con todo lo que tuviera. El juramento era para toda la vida. Nunca lo rompería.
Si sobrevivía a esto, Sarah sabía que se tendría que casar con otro heredero secreto y deberían procrear hijos con sangre secreta pura, así tendría viva la red de protección en el mundo. Fue hecha para procrear como una yegua pura sangre, no como una mujer con corazón y alma.
Una vez más, mientras conducían por campos nevados bajo un cielo blanco, Sarah contempló el alcance total de la destrucción que su sangre Midnight le trajo a ella y a los que la rodeaban.
Estaba encerrada en una vida de violencia, le prohibieron estar con el amor de su vida, y lo que era peor, infinitamente peor, es que había lastimado a los que le eran más queridos. Pensó en su tía Julieta, quien estaba viva milagrosamente después del terrible ataque. La dio por muerta durante semanas, hasta que escucho su vos en una rápida y desgarradora llamada telefónica que hizo desde Islay antes de partir a su misión final recordó como se detuvo su corazón al escuchar su voz, como si fuera un eco del más allá.
La imagen de su tía siendo despedazada por un demonio la atormentaba todos los días, todas las noches. Los Midnight traían desvastacion a todo con lo que entraban en contacto, todo lo que amaban. ¿Realmente está a salvo si tía Julieta? ¿Y Bryony, su mejor amiga? ¿Las habrán alcanzado los demonios desde la última vez que hablaron? No tenía forma de saberlo. No se atrevía a llamarlas de nuevo por qué podría ponerlas en peligro a ellas o a ella y a sus amigos.
_¿Estás bien?_ le pregunto Sean y le saco de sus pensamientos. Sarah no pudo evitar formar una sonrisa. "¿Estás bien?" Era su pregunta favorita\, si hubiera estado en circunstancias diferentes\, a la pregunta le hubiera seguido un ofrecimiento para tomar café. Por qué el guerrero temerario\, fuerte y aveces implacable que era Sean tenía un lado dócil que siempre la hacía sonreír.
Sean sonrió de vuelta.
_ Lo sé, lo sé. Te pregunto todo el tiempo.
_Hace tiempo que no me lo preguntas\, de hecho_contesto.
_Segui cuidándote. Siempre.
_Lo sé.
Hubo un momento de silencio, y Sarah espero que tomara su mano otra vez, pero no lo hizo. Se preguntó cuando, si es que volvía a suceder, sentiría su piel contra la de ella de nuevo. Miro los copos de nieve que aterrizaban en la ventana del coche, pequeños, perfectos e intrincados como encaje, y el paisaje invernal a su alrededor reflejo la desolación en su corazón.
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