El silencio era tedioso, pero aveces era necesario. No tenía ni idea de que hablar con el, es mas, aun no entiendo como fue que acepte en dejar que me trajera hasta mi casa, era un total desconocido, pero en me ayudó con esos hombres, aún que yo sola podía, pero no me pondría a reclamarle nada, no lo conocía y no sabía como reaccionaria.
—¿Cuál es tu nombré? —me preguntó, su voz era toda una joya varonil, apostaba que de los 26 años no pasaba y yo jamas me equivocaba.
—Tamara Peters.
—¿Cuantos años tienes? —me preguntó y suspire nerviosa, estaba haciendo demasiadas preguntas.
—16.
—¿Y que hace una chica de 16, caminando sola por estas calles peligrosas? —preguntó en reproche, bufé y volte a verlo.
—Sali de trabajar tarde, por eso pase a esta hora, normalmente salgo mas temprano, pero las personas como yo, tenemos que esforzarnos mas en conseguir lo que queramos.
—¿Las personas como tu?
—Si, las personas con escasa economía, por no decir pobreza, no somos como las personas como usted, nosotros nos sacrificamos.
—¿Y como son las personas como yo? ya me dio mucha curiosidad.
—Los ricos, los empresarios, herederos, personas que dicen que se esfuerzan en conseguir las cosas pero realmente no es nada con lo que nosotros pasamos, ustedes no pasan hambre, nosotros si, ustedes tiene dinero para salvar vidas, nosotros las perdemos por no tenerlas, esas son las comparaciones, vera mucha diferencia señor.
Él sonrió de lado y asintió.
—Tienes razón.
—Por cierto ¿Cual es su nombré?
—Xandro, Xandro D' Angelo.
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El auto se estacionó afuera de mi casa, mire a Xandro y le sonríe.
—Muchas gracias señor D' angelo, estoy agradecida por lo que hizo por mi en aquella calle.
—No tienes que agradecer pequeña, simplemente vi que la chica que en él día casi me tiro, estaba en problemas —dijo como si nada.
¿Que? ¿Era él? no me lo puedo creer, reí por lo bajó y lo mire.
—Me disculpó señor, pero llegaba tarde a la escuela y odio llegar tarde.
—Entiendo, ahora ve a dentro que tienes que descansar —dijo y asentí, salí de auto no sin antes escuchar un “Nos veremos después”
Oh por dios, ese hombre es tan perfecto, hermoso, toda una belleza italiana. Entre a mi casa, mi vista fue a dar a la sala donde estaba mi mamá dormida, me estaba esperando. Rápidamente me acerque a ella y le di un beso en la mejilla.
—Mamá, he llegado a casa —le dije en voz baja moviéndola un poco, ella entre abrió sus ojos y me sonrió —Valla a descansar —le dije y ella asintió.
—Te deje la cena lista en la estufa cariño.
—Gracias mamá, en cuanto termine me iré a estudiar y después a dormir.
—No te desveles.
—No te preocupes mamá.
Ella se fue a la habitación mientras yo acomodaba un poco las cosas, guarde las propinas en el recipiente de siempre y fui a buscar mi comida.
Estudiaba mientras comía, así era mas fácil en vez de hacer las cosas por separado, pero siempre tenía cuidado de ensuciar, odio eso.
Mis ojos comenzaron a cerrarse, el sueño se estaba apoderando de mi, mire la hora en mi celular y eran pasadito de las once de la noche, suspire cansada y guarde todas mis cosas, lave los trastes y asegure la casa, apague las luces y me fui a la habitación, la misma que compartía con mi madre.
me di un baño, me puse la pijama y me acosté, solo que no podía conciliar el sueño rápidamente, mi mente se puso a pensar en Xandro ¿Que hacia él en esa calle? era tan confuso.
Nuevamente el sueño se fue apoderando de mi y lentamente fui cerrando mis ojos y en mi Mente solo estaba la imagen de Xandro. Si que era un hombre de ensueño.
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La molesta alarma sonó, hoy no tenia práctica por lo que me quería un rato mas con mi madre antes de irme a la escuela, ella aun seguía dormida, me levante y baje para preparar el desayuno, dejaría todo listo antes de que comenzará a arreglarme.
Todo estaba casi listo, cuando escuche sus pasos por el pasillo, ya estaba despierta.
—Mami, ven a desayunar —le dije haciéndola sonreír.
Por mis prácticas, la escuela y mi trabajo, no nos vemos mucho, así qué este día seria diferente, no habría práctica, ni Tampoco trabajo, solo la escuela y ya, lo demás del día lo pasaría a su lado.
—¿No tienes práctica hoy hija?
—No mamá, tampoco trabajo hoy, así que solo iré a la escuela y saliendo me vendré a la casa.
Mientras desayunabamos, le conté el incidente en la calle y como Xandro me ayudó y me trajo a casa.
—Sabes, se me hace muy sospechoso que un hombre como él, ande por estos rumbos —dijo y asentí dándole la razón.
—También pensé lo mismo, pero prefiero no tomarle la importancia, no creo que nos volvamos a topar.
termine mi desayuno y mi madre se paro a lavar los platos antes de que yo lo hiciera, fui a la habitación para tomar un baño y comenzar a cambiarme.
Prepare mi bolso donde siempre llevo mis zapatillas de Ballet, se que practicaría en el receso y no descansaría, hasta que sea hora de la siguiente clase.
Termine de alistarme, seque mi pelo y lo deje suelto, para cuando llegara a la escuela, ya tenia que estar completamente secó. Tome mis cosas y salí de la habitación y fui rumbo a la sala, deje mi bolso y mi mochila en un mueble y fui a la cocina para ver a mi mamá.
Se había quedado viendo nuestro tesoro, nuestro álbum de fotos, todos esos momentos que estuvimos juntas, como un gran equipo, me gustaba verla asi, no se veía preocupada por nada, tampoco estaba mortificada por su enfermedad, yo me encargaba de quitarle todo ese estrés, que todo estuviera bien a su alrededor, sabia qué si no tenia cuidados ni las medicinas indicadas, el cáncer la alcanzaría.
—Mamá, ya me tengo que ir —le dije y me acerque a abrazarla —Nos vemos en la tarde.
—Suerte hija.
Tome mis cosas y salí de la casa, comencé a caminar hacia la parada de autobús, mire la hora de mi celular y estaba a tiempo. Al estar en la parada revisaba mi celular, un auto se estacionó enfrenté, pero no era mi asunto.
—Tamara
Esa voz, yo conocía esa voz.
Levante la mirada para toparme con el auto de Xandro y él estaba afuera con la puerta abierta de atrás, valla, asi que traía chofer.
—¿Si?
—Vamos, te llevaré a la escuela.
Oh jodida mierda.
¿Que rayos pasaba aquí? Me levante de la banca y camine hacia él, quien me recibió con una encantadora sonrisa. ¡Oh dios mio! ¿Que dirán todos cuando llegué en este auto?
Bueno, ya lo descubriría. Solo esperó que las cosas no se salgan de control, eso esperó.
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