Capítulo 19

Las calles estaban vacías y oscuras, los pasos ligeros de Março se escuchaban muy bien. Aún no sabía a dónde iría, salió sin rumbo fijo y cada paso le era más frustrante.

Recordó a su madre, muchas veces ella decía que las malas personas y las buenas personas reciben lo que merecen, entonces Março siempre fue un buen chico, cuando podía ayudar lo hacía sin interés alguno, hasta ahora había vivido una buena vida, no recordaba haber hecho algo tan horrible para merecer todo lo que le sucedía.

Entonces pensó, "La vida es injusta" hay personas malas, crueles e incluso abominables pero que viven bien, sin ningún castigo en su vida ¿Entonces qué sentido tienen nuestras acciones en esta vida? ¿El procurar ser mejor cada día? Al final la vida no ve tu historial simplemente todo depende de tu suerte.

Los padres de Março habían fallecido hace tiempo, su padre en un accidente y su madre de cáncer, de ahí en fuera estaba solo en un mundo tan grande...

Casi nunca pensaba así, solo de vez en cuando y aun así no tenía intención alguna de cambiar su forma de ser. Él era él.

—Hola ¿Busca algún servicio de transporte? —preguntó el taxista al lado de la calle.

—Si por favor, lléveme al hotel más cercano que conozca.

El viaje fue largo y sentía que tal vez quería llorar, pero no lo hizo hasta estar en su habitación.

Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que se acumularon y finalmente estallaron.

Fue cruel que Elise apareciera después de creerla muerta, fue cruel que Hanna haya ocultado a Elise, fue cruel que él lo creyera todo.

La habitación nunca se había sentido tan grande, todo se sentía pesado a su alrededor, hubo un tiempo cuando era joven que se sintió así.

—¿Por qué estas aquí? —había preguntado Elise, era la primera vez que había hablado con ella.

Era un día lluvioso, su mamá había salido de inmediato al escuchar del accidente de su padre, Março estaba sentado en un columpio que se cubría únicamente por un pequeño techo.

—Mi mamá no está —contestó un poco nervioso, no era muy bueno socializando.

La niña frente a él era muy chistosa, pensó. Era pequeña pero parecía ágil, su cabello era café claro y sus ojos eran grises casi transparentes.

—Mis papás están en el supermercado, los esperaré contigo, me llamó Elise —saludó sonriente.

—Me llamo Março —se presentó un poco sonriente.

Elise sostuvo su rostro mirándolo fijamente.

—Eres muy bonito, no debes llorar, mi mamá dice que eso te hace ver feo.

—¿Tú no lloras? —preguntó Março.

Elise vaciló, Jugaba con sus zapatos.

—Yo lloro mucho...

—Pero no creó que lo que dice tu mamá —dijo Marco—, no eres fea, eres la mas bonita.

Desde entonces ambos se encontraron más seguido, Elise y Março nunca aceptaron ser amigos, Elise y él tenían una inocente promesa.

"Cuando seamos grandes... Nos casaremos"

Era una promesa que ahora se sentía igual que una navaja en el corazón.

Março estaba sentado en el suelo mirando su maleta, sobre ella estaba la caja que Elise le regresó.

La ves que la había visto en la parada, estaba hablando por teléfono, parecía contenta. Tenía la misma mirada que aquella vez que cenó con aquel soldado.

Março sujetó su rostro.

—No tengo derecho a sentir celos, fui yo quien te alejó, sería malo de mi parte pelear.

Março nunca fue egoísta, siempre prestó lo que tuvo y ayudó a quien pudo pero en cuanto a Elise sentía que quería ser egoísta, la sensación de perderla lo hizo querer tenerla con él.

—Elise vale la pena, vale ser despreciable. Lo vale todo.

A la mañana siguiente muestras realizaba algunas compras la encontró en el supermercado como lo planeó, ella siempre iba los días de fruta de temporada y gracias a que Março trabajó medio tiempo conocía sus horarios, Elise era una de esas personas que tenían horarios biológicos sin siquiera saberlos.

—Sandia... Sandia... —repetía Elise mirando el estante.

—Esta detrás, en el mostrador de temporada —dijo Março a sus espaldas.

—Gracias gracias —dijo Elise sin mirar detrás.

—Es un placer —contestó Marco.

Elise consciente de que conocía esa voz giro con velocidad.

—¿Março? —preguntó sorprendida.

—Hola, parece que aún tienes varios hábitos que no cambian.

Elise suspiró un poco, recientemente no sabía nada de él, ahora que lo veía parecía algo cansado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Marco—, ¿Cómo vas con tu recuperación?

Elise jugó con su bolsa un poco nerviosa.

—Yo no he visto nada de eso...

El rostro de Março se puso serio y eso Elise lo conocía muy bien.

—Debes cuidar tu salud, no debes ser tan descuidada contigo misma.

Ella sintió una opresión en el corazón, Março... Esas palabras y esa expresión eran las del Março de su juventud.

—Lo haré, pero no creo que tu pareja esté muy de acuerdo con este tipo de pláticas y encuentros...

Março suspiró un poco y negó.

—Ya no estamos juntos, era lo mejor para ambos.

Elise suspiró con sorpresa, realmente separados... ¿Por qué razón? Quería pensar que no era culpa suya, pero en el fondo quería ser algo más...

—Lo siento —se disculpó con cortesía.

—No tienes que disculparte, son cosas que no puedo sobrellevar. Lo mejor para los dos era separarnos.

Elise apretó sus manos ante la pregunta que carcomía sus pensamientos.

—¿No la amas? —preguntó ella con rapidez y vergüenza. Una parte deseaba escuchar la respuesta y otra no quería, muy en el fondo no quería.

Março miró a la nada por un momento.

—Los conceptos son muy distintos... Yo la quise y apreció, no puedo odiar alguien con quien estuve. Sin embargo creo que el amor es algo más profundo, me refiero a que es algo que solo se siente una vez en todo su esplendor. Con el tiempo y las experiencias lo que buscas es tranquilidad.

Sin duda era algo que Março diría, de alguna forma Elise comprendía ese sentimiento.

Amar a alguien por más de quince años no era algo fácil de dejar ir. Sin embargo conoció a Enzo, algo distinto y refrescante en su vida, una compañía que la ayudaba a sobrellevar tantas cosas.

Y aun con todo eso, ella quería a Enzo, realmente lo hacía. Pero había algo que no dejaba avanzar sus sentimientos y eso era Março.

—¿Encontraste la sandía? —preguntó una voz detrás de ellos.

Enzo jugueteaba con el carro de compras, no notó a Março hasta que Elise lo miró.

Fue algo incómodo pero olvidó esos pensamientos al recordar que él tenía ya una vida hecha, no había necesidad de alterarse o algo por el estilo.

—Hola —saludó Enzo con un ademán.

Marcó miró por un momento detenidamente a Enzo. Era el hombre en silla de ruedas, por lo que veía ya no eran necesarias. Eso dejó ver su gran altura y complexión musculosa. Sin mencionar su rostro.

Era lo que las chicas de su escuela llamaban "Guapo y peligroso"

Enzo también lo analizó.

Un hombre de aparecía jovial y refrescante. Las palabras serio y educado lo describían a la perfección, vestía de una forma cálida y simpática pese a usar camisas. Su rostro era pálido y dejaba a la vista algunos lunares.

Era lo que las chicas de las universidades decían "Lindo"

Era decente, sin embargo no lo suficiente para bajar el ego de Enzo.

—Hola, buen día —saludó Março con una sonrisa leve.

"Demasiado simpático..."pensó Enzo.

—Marco—lo llamó Elise —, él es Enzo.

—Mucho gusto, ¿Eres conocido de Elise? —preguntó Março con cortesía.

"Este chico es tan bueno que no encuentro algo para desconfiar" pensó Enzo. Realmente se parecía mucho a su hermano.

—Si conozco muy bien a Elise... Demasiado bien.

Enzo era un pervertido, y a Elise lo sabía por lo que se avergonzó demasiado y Março era una persona buena entonces no entendía nada.

—¿Bien? Yo tengo que ir al trabajo, fue un placer Enzo —Março miró a Elise y sonrió —, ¿Puedo ponerme en contacto contigo?

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