Capítulo 11

Março recibió una llamada de Hanna, normalmente no le llamaba durante el trabajo.

— ¿Sucede algo? —preguntó.

— Hoy hay pastel de carne delicioso, no hay muchos clientes y apuesto que debes estay hambriento ¿Quieres venir? —dijo Hanna al otro lado del teléfono.

—Claro, estoy ahí en veinte minutos.

Março manejo hasta el trabajo de Hanna, como ella dijo no había muchos clientes, pero dos en particular llamaron su atención.

Un hombre robusto y de cabello oscuro estaba en una silla de ruedas, no es el tipo de hombre que olvidas, Março lo reconoció muy bien.

"¿Qué hace aquí solo? Es el paciente de Elise"

Março escuchó el salero caerse de las manos del hombre peli negro, Março se apresuró a recogerlo.

—Toma —lo puso en la mesa.

—Gracias —dijo Enzo —, no suelo ser así de despistado.

—Descuida, no es problema —alentó Março.

—Oye —dijo Enzo, al parecer él no recordaba a Março —¿Te puedo hacer una pregunta?

—por supuesto —respondió Março.

—¿Me veo muy mal? Quiero decir, tengo una cita y le dije a la chica que me gustaba y ella corrió al baño —explicó Enzo avergonzado.

—A ciencia cierta luces aterrador, no de la mala forma. Pero todo depende de gustos, a muchas chicas les gustan salvajes—lo alentó Marco

—Tienes razón —dijo Enzo —¿Lo dices por tu pinta de friki que lee manga? Yo lo leo pero no parece.

—No leo manga... —dijo Março un poco incómodo —, nunca fui muy popular, así que no puedo darte consejos.

Unos pasos se acercaron por detrás de Março, Elise se secaba la cara con una servilleta sin siquiera verlo.

—Enzo, vaya que eres bueno dejándome sin palabras, quien diría que eres todo un conquistador...

Sin ver de frente, Elise chocó con Marco quien se levantó rápidamente al reconocer la voz a su espalda.

—Elise ¿Qué haces aquí? —preguntó Março.

Ella se detuvo igual de sorprendida.

—Março...

Pará Elise ver a Março aún seguía siendo difícil, era como ver su realidad destruida, lo peor es que la mirada de él seguía siendo la misma, cálida y amorosa.

Março por su parte pensaba lo mismo que ella.

Por el lado de Enzo ya había captado las cosas, muy pronto escucho a Elise supo quién era el chico de lentes.

—No pensé encontrarte —dijo Elise sentándose y manteniendo el carácter con mayor autocontrol nunca antes visto.

—Ni yo, veo que estas trabajando...—dijo Março al ver a Elise y el chico en silla de ruedas.

—Es una cita —corrigió Enzo—, estamos en una cita.

—¿Una cita? —preguntó Março —¿Tan pronto te sientes bien para andar teniendo citas? Hable con tu madre y me dijo que no has ido a ninguna de tus rehabilitaciones —levantó la voz hacia Elise.

—Lo siento Marco pero este no es asunto tuyo, te agradezco tu ayuda a mi familia pero ahora esto ya no tiene que ver contigo —dijo Elise.

—Março, ya estás aquí —habló Hanna detrás de Março, por lo visto su turno había terminado.

—¿Los conoces? —preguntó Hanna algo nerviosa por su propia mentira —, solo te conozco a ti, Elise.

Era demasiada coincidencia concluyó Elise, aún así no veía necesidad de pelear por cosas que ya no eran, de alguna forma ella empezaba a aceptar que Março no estaría con ella.

—Hola, espero que estés bien —saludó Elise.

—Lo estoy, por lo que veo te encuentras bien pese a pasar tantos años dormida, tal vez por eso luces algo acabada... —dijo Hanna.

Eran palabras incómodas y con la clara intención de burla.

—Estoy estudiando y trabajando, es muy cansado —contestó Elise.

—Comprendo —dijo Hanna —, adaptarse debe ser difícil, de momento despertar y todo lo que tenías ya no es tuyo. Debe ser terrible, y solo por un caprichoso viaje...

Março sujetó la mano de Hanna.

—Oye —antes de que Março siguiera hablando Enzo golpeó ligeramente la mesa, lo  suficiente para llamar la atención.

—No creí que sea un capricho, para mi Elise es la persona más fuerte y valiente que he conocido en mi vida, su vida no depende de lo que la rodea, ella depende de ella misma y eso es asombroso —dijo Enzo —. Quizás deberías notar eso y no otras cosas.

Hanna se quedó callada y Março no apartó la vista de Enzo, al parecer eso de la cita era más serio.

—Vamos Elise, aún quiero enseñarte algo.

Ella tomó su bolsa y empezó a empujar la silla de Enzo sin mirar a Março.

—¡Espera! —se detuvo apresurada —. La cuenta...

—descuida —le restó importancia Enzo —. Ya pague anteriormente. Ves, sería un novio muy cuidadoso.

Elise sujeto los amplios hombros de Enzo con una sonrisa.

—Vaya, es una ganga.

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