Capítulo 7

Elise amaneció en su cuarto, al parecer su madre la había llevado. Por el dolor de su cabeza la borrachera no había sido un sueño.

Su teléfono no paraba de sonar.

—¿Hola? —preguntó adaptando sus ojos al sol.

—Soy la enfermera auxiliar, llevamos toda la mañana tratando de contactarnos con usted. El paciente 342 escapó.

Elise colgó el celular y se levantó a toda velocidad, con gran descuido se vistió y con la ropa algo desacomodada tomó el primer taxi que vio.

Dentro del hospital corrió directo a la habitación.

—¿Cómo es que escapó? —preguntó a las personas de la habitación.

—Según las pistas por la ventana, al parecer también se llevó una silla de ruedas.

—¿Cómo pudo salir por la ventana sin siquiera usar sus piernas? —preguntó Elise alarmada.

—Es un soldado muy habilidoso, ese no es verdadero problema ¿Dónde demonios puede estar?

—¿Tienen alguna información de su hermano? ¿Familiares, amigos, algo? —preguntó Elise.

—El comandante de su escuadrón —dijo la enfermera —. Es el teniente Walter...

Elise corrió en busca del teniente quien se encontraba visitando a sus saldados.

—Comandante, —lo llamó Elise —. Por favor necesito de su ayuda, es sobre el teniente Enzo de su escuadrón.

El comandante asintió en silencio.

—Él escapó, hace unos días estaba muy mal diciendo que él había matado a su hermano, no se donde puede estar ahora...

—El cementerio o monumento, el hermano de Isaac fue un héroe, debe estar ahí. A comparación con su hermano Enzo siempre fue el más impulsivo y bromista. El único lugar que se me ocurre es ese —dijo el comandante.

—Cierto, muchas gracias —Elise se despidió y corrió en busca de un taxi que la llevó directo al cementerio.

Ese día particularmente no había muchas personas, le fue fácil encontrar a Enzo en la silla de ruedas.

Tenía puesta una chaqueta negra sobre la ropa del hospital, a los ojos de Elise parecía vulnerable a diferencia de su apariencia intimidante.

—Hola...—dijo Elise a su lado.

Enzo se sorprendió por un momento pero después le regresó el saludo.

—Hola, pareces muerta.

Elise se avergonzó, salió tan deprisa que se olvidó siquiera de peinarse y eso sin contar la resaca de la borrachera anterior.

—Fue una noche larga, me dijeron que estarías aquí.

—Hoy es cumpleaños de mi hermano, era genial ¿no? —preguntó Enzo mostrando la foto a Elise.

En la foto podía ver a Enzo de pie abrazando a un hombre de tal vez 28 años, en ese tiempo Enzo se veía joven, el chico no se parecía a Enzo en lo absoluto, Enzo es alto y de piel bronceada, ojos y cabello oscuro, un chico guapo y extravagante como una belleza salvaje.

El chico a su lado es más bajo de estatura, su piel es pálida y su cabello y ojos eran castaños muy claro.

La foto tenía la fecha de 2007.

—Era muy guapo —dijo Elise.

—No mientas —dijo Enzo —. Todos saben que yo era el guapo.

Enzo aún a su manera seguía bromeando.

—Sabes, creo que él te amaba mucho, por cómo te mira parece que no le importaba nada más que tu —dijo Elise cortando una pequeña flor silvestre colocándola con la foto.

—Lo sé, no había día que no lo supiera... El día del accidente fui un imprudente, yo solo tenia que informar la ubicación a la base, pero mi idea de hacer algo heroico me hizo tratar de atacar por mi propia cuenta... Fui un estúpido, al final mi hermano me cubrió de los gases, el murió en la base y yo no pude volver a caminar.

—Enzo...—susurró Elise —. Eso no fue tu culpa, fue decisión de tu hermano... Lo sé porque mi padre hizo lo mismo por mi. Y eso es normal cuando se ama a alguien.

Elise se acercó a Enzo para sujetar sus hombros.

—No es algo que quisiéramos pero debemos aprender a vivir con ello, yo lo hago a diario aunque a veces me pregunté qué sentido tuvo despertar, todo estaba bien conmigo muerta...

Enzo acarició las manos de Elise sobre sus hombros.

—No, creo que despertaste en el momento correcto —dijo Enzo.

—¿Tú crees? —preguntó Elise con algo de incredulidad.

—Pude conócete, no se si es de valor la presencia de mi persona en tu vida, pero la tuya si es valiosa. Gracias por ayudarme.

—También me has ayudado mucho, gracias a ti creo que no estoy siendo una inútil—dijo Elise con una sonrisa.

Enzo empezó a reír.

—Puede que seamos un par de inútiles ahora, pero podemos ayudarnos, creo que podemos.

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