Juventud en guerra Parte 1

Cuando la vida de una persona comienza, surge una nueva historia que contar, la incógnita es como contar la historia de una persona, poder abarcar cada detalle de su vida sin omitir una aspecto importante.

Les quiero contar mi historia antes de que termine mi tiempo en este mundo, mi nombre es Raúl Rodríguez. Tenia 15 años cuando era un joven que les gustaba leer bajo la sombra de un gran árbol, viendo como el sol se ocultaba detrás de las montañas y como la luna se volvía la reina de la noche. Así pase días, semanas, meses, hasta años; no podría decir que fueron los mejores años de mi vida, sin embargo fueron los más tranquilos que tuve durante toda mi vida, desgraciadamente esos años no duraron lo suficiente. Un día sin mas, estalló una guerra entre dos países, una guerra que solo trajo desgracias para las personas que residimos en ambos países; tan pronto empezó la guerra se hizo notar el poder militar de ambos países, haciendo uso de sus mejores tropas y del mejor armamento que el país podía proporcionar. Durante la primera semana desde que inicio la guerra, fallecieron más de 10000 soldados de ambos bandos, nosotros como habitantes tuvimos que cambiar nuestro estilo de vida, ahora teníamos que obedecer un toque de queda a las 7:00 pm, después del toque de queda no podía haber personas fuera de sus hogares, paso un mes desde que empezó la guerra cuando el país llegó a un punto crítico en el que las tropas y el armamento eran insuficientes para continuar la guerra. El gobierno del país tomo la decisión de ir a los poblados a obtener personas que sirvieran al país, por lo que empezó una expedición a todos los rincones del país para obtener nuevos a reclutas y mano de obra, a los dos días de hacer publico del dictamen del gobierno, llegaron a mi pueblo para lograr su cometido.

Ese día prácticamente todos los habitantes fueron reclutados, tanto hombres, mujeres, niños y niñas, por lo que en mi pueblo solo quedaron las mujeres que cuidaban de niños o niñas menores a 5 años, los demás teniemos que partir a la capital para recibir nuestro papel en el ejército. Durante el trayecto que hicimos hacia la capital, no faltaron los llantos por desprenderse de su familia, y no me malinterpreten en este aspecto, no pretendo decir que no me afecto alejarme de mi familia, sin embargo el tipo de vida que llevaba todos estos años me alejó de mi familia, disfrutaba más el tiempo a solas leyendo y admirando la belleza de la naturaleza, del sol y la luna. Sin más que hacer solo me preparaba mentalmente para cualquier situación que se me cruzara estando en la capital, durante el trayecto mi mente divagaba en millones de posibilidades, fueron tantas que no podía plantearme en un situación específica; la gente que iba conmigo se mostraba deprimida y asustada por la situación, de suerte nadie colapsó o estalló del pánico, aproximadamente a las 4 horas de salir de mi pueblo llegamos a la capital, el lugar donde mi futuro se decidiría.

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