Guardería

-¿Qué hay de tus hijos?, además ella no murió, solo se fue de este lugar.

-Ella... se llevó todo.

-¿No entiendo, que se llevo?

-Ella pidió al juez que me quitaran los derechos sobre mis hijos.

-Pero... ¿Cómo ?

-Todo lo pagaba ella, no hay nada que yo les haya proporcionado, y los niños no sienten mi ausencia, no me quieren en su vida.

-Pero les proveía vivienda, este lugar, es su casa, tú se las diste.

Eduardo se coloco las manos en el rostro.

-No Raúl, la casa fue un regalo del padre de Miranda, no les di nada a mis hijos y ella tomó eso como ventaja.

-Eres un imbecil, te lo dije muchas veces, dale a tu familia el amor, atención y dinero que necesitan, preferiste gastar en esas mujeres que solo te buscaban para sacar ventaja de ti.

-Lo sé, lo sé, pero ahora no sé qué haré.

-Aún hay una oportunidad en la audiencia de divorcio. Tú eres el mejor abogado civil de la ciudad.

-No, ya no hay nada, no hay oportunidades, ni nada, ella pidió un divorcio administrativo, no hubo audiencia, no quiere nada de lo que yo tengo. Ella hizo su propia fortuna con su trabajo. ¡MALDITA SEA! - Eduardo arrojó todo lo que estaba en el tocador, sus ojos ya no lucían tristes ni desesperados, estaba furioso - Esa maldita mujer, como demonios pudo hacer eso tan rápido, frente a mis narices y no me di cuenta de nada.

-Tu eres ciego, con respecto a Miranda fuiste muy confiado, esto es el resultado de tus acciones. Te compadezco amigo.

-No me compadezcas a mi, ella va a pagar, juro que me las pagará.

-Ahora que estas bien, me voy tengo cosas que hacer.

-No te vayas, tomemos un trago.

- ¿Hablas enserio? , apenas se te bajó la borrachera y ya estás pensando en beber de nuevo, creo que tienes un problema de alcoholismo.

-Estas loco, no tengo ningún problema, es solo que tengo tanta rabia que si no bebo hasta perderme saldré a buscar a Miranda y le haré pagar con mis propias manos.

-Si quieres beber hazlo solo, yo tengo compromisos. Me voy.

Eduardo se vistió con jeans y una camisa casual, bajo al minibar y se sirvió un whisky, pero el alcohol no hacía su efecto, estaba tan molesto que salió de la casa y monto su auto.

Manejo por las calles de la ciudad, y pensó en que podía encontrar a Miranda por medio de sus hijos, ella siempre los llevaba a su guardería y también ella siempre los recogía, si él iba a la escuela y esperaba sin duda alguna la encontrará.

Regresó a su casa, buscaba algún documento donde estuviera la dirección o el nombre de la escuela, no encontró nada, Miranda era tan organizada y eficiente que no dejó nada atrás.

Bajo rápidamente la escalera, entró a la cocina donde estaba la sirvienta haciendo algunos deberes.

-¿A qué escuela van mis hijos?

-No lo sé señor.

Eduardo dio un fuerte golpe en la mesa de la cocina tirando fruta y verdura fresca.

-Lo... lo siento señor, pero una vez su hijo me hizo un dibujo, ahí tiene un logotipo.

-¿Que haces ahí parada?, ¡Ve por el dibujo!

-Si... Si señor.

La sirvienta corrió a una habitación del personal de servicio, busco entre sus cosa y después de 20 minutos ya iba con el dibujo en las manos.

Antes de llegar a la cocina Eduardo ya estaba a medio pasillo en su dirección.

Eduardo le arrebato el dibujo y cuando lo hizo la hoja se rompió, justamente donde estaba el logotipo de la escuela.

Él le dio una mirada de furia a la pobre sirvienta que no sabía dónde meter la cabeza, Eduardo se veía tan atemorizate que ella sentía el impulso de correr.

-¿A dónde vas? - Gruñó Eduardo.

-Se... Señor, tengo que regresar a la cocina, deje algo en la estufa. - Realmente era un pretexto para estar lejos de Eduardo.

La sirvienta al igual que muchas mujeres consideraban a Eduardo como un hombre extremadamente atractivo, además de que tenía una buena posición social y un estatus en la ciudad.

Pero al ver su verdadero rostro ella se sentía muy atemorizada.

La sirvienta estaba por dar un paso más y cuando escucho la voz de Eduardo se paro en seco.

-Necesita algo más, señor...

-Si, quiero cinta para pegar esto.

-Si señor, la iré a buscar.

La sirvienta camino rápidamente, casi como si huyera de un demonio.

Pronto regresó con cinta transparente y se la dio a Eduardo.

Él la tomó y se fue a su estudio, pego lo mejor que pudo el dibujo al cual no le había prestado mucha atención hasta que terminó de pegarlo.

En el dibujo estaba Miranda, que tomaba de la mano derecha a José y del lado izquierdo a Lily, la servidumbre de la casa estaba al fondo en un jardín verde y muy lejos de ellos estaba él, su padre, tomando de la mano a otra mujer.

Eduardo se sobo el puente de la nariz con los dedos de la mano derecha.

Esa era la idea que tenía su hijo sobre su padre, como si su familia no fuera importante para él, pero José no estaba tan equivocado.

Eduardo podía seguir con él mismo estilo de vida si no fuera por que Miranda se fue de la casa él ni siquiera sabe donde asisten a la escuela sus hijos.

Reviso el logotipo, era una escuela muy cara y exclusiva, Miranda no escatimaba en los gastos que hacía con sus hijos.

Ella era realmente una buena madre, además si ella podía pagar eso sin duda tenía un buen sueldo.

Lo que Eduardo no sabía era que ella también tenía propiedades heredadas por sus abuelos. Las cuales arrendaba por medio de un amigo suyo especialista en bienes raíces, fue él quien le aconsejo remodelar antes de vender su casa para poder pedir más.

Las otras propiedades eran más pequeñas que el lugar donde ahora se quedaba con sus hijos.

Tambien era muy buena administrando su capital, de esa forma ella nunca se preocupaba por dinero.

En la ciudad muchas mujeres que sabían quien era su esposo sentían envidia al verla vestida con ropa de diseñador, pensando que Eduardo era el proveedor de todo lo que ella usaba, sin saber que él no era más que un hombre miresable que no gastaba ni un peso en ella y sus hijos.

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