Loción

Eduardo se sentía tan furioso, quería tomar a Miranda del brazo y arrastrarlo fuera de ese lugar.

Pero no podía hacer un espectáculo en un lugar público.

-Puedes salir un momento conmigo, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

-Lo siento licenciado Torre Blanca, no puedo dejar solo a mi acompañante.

-Miranda... - dijo Eduardo con los dientes apretados.

-Licenciado, soy la Sra. Cárdenas, no quiero que me llame por mi nombre de pila, no somos tan cercanos.

-¿No somos tan cercanos?, jajaja, tus hijos llevan mis apellidos.

-No, no somos tan cercanos, como le había dicho usted solo proporcionó el espermatozoide, solo eso. Debería estar al tanto de que por orden judicial en apoyo a mi situación mis hijos han presidido de su apellido. Ahora usted es completamente libre de jugar con todas las secretarías de su despacho o cualquier otro lugar, su mala conducta no arrastrara a mis hijos a ser burla de nadie.

-¡Tu...!, ¿te atreviste a quitarles mi apellido a mis hijos?

-No se equivoque, yo no, el juez, para evitar que cuando usted esté viejo, acabado y ninguna de sus amantes quiera tolerarlo vaya a pedirles algo a los niños fueron olvidados por usted.

-¿Cómo pudiste?, eso es demasiado Miranda

-Tiene razón es demasiado.

Miranda tomó su bolso, miró de forma afectuosa a Nicolás y le dijo con voz suave muy diferente a la forma en cómo le hablaba a Eduardo.

-Nicolás ¿podemos ir a otro lugar?, este sitio es muy ruidoso.

-¡Claro!, Vamos pagaré la cuenta en la recepción.

Nicolás se puso de pie, tomó la mano de Miranda y salieron dejando a Eduardo de pie, atónito por lo ocurrido.

Varias voces a su alrededor hablaban de lo ocurrido. El Sr. Macias se acercó.

-Lo siento licenciado Torre Blanca, pero si usted no puede ni con su propia ex esposa, no creo que sea el adecuado para llevar mis asuntos legales.

Macias salió del restaurante, Eduardo estaba tan molesto, regresó a su mesa, bebió el resto de la botella de vino tinto y pidió otra. Después de un par de horas ya estaba ebrio sobre la mesa, comenzaba a incomodar al personal y al resto de los comenzáles.

El gerente fue a pedirle que se retirara pero Eduardo ignoro su solicitud.

Su actitud era tan arrogante y grosera que llamaron a la policía, casualmente Raúl tenía turno ese día y al escuchar el reporte de que Torre Blanca estaba molestando en un restaurante exclusivo de la ciudad el mismo pensó en ir a recoger a su amigo.

-No se preocupen muchachos, yo voy a sacar a ese borracho.

Raúl manejaba tranquilo por las calles, cuando llego al restaurante había una mesera esperando a la policía, sin saber que Raúl iba por Eduardo le negó la entrada.

-Lo siento señor, tenemos un pequeño problema y no estamos recibiendo gente por un par de horas. Pero puede pasar al bar del restaurante por una copa gratis.

-No es necesario señorita, yo soy oficial de la policía y vengo a solucionar su problema.

-Mhn, entiendo, pensé que enviarían una patrulla y policías uniformados, el hombre es muy agresivo.

-Es un trato especial para lugares de alta fama, no queremos afectar la economía local por los malos ciudadanos.

-Mnh... Entiendo, por aquí por favor.

Dentro del restaurante ya se habían vaciado las mesas aledañas a la mesa de Eduardo, había platos rotos y comida en el piso.

Al parecer él había hecho un desastre y su actitud había impedido que los meseros limpiará todo lo que había arrojado al piso.

-Vamos a casa.

-¿Quién... eres tú?... , no me quiero ir, esa maldita mujer, me ridiculiza... A mi... Yo soy...

-Vamos, soy Raúl, ya has hecho un desastre, sino nos vamos tu foto mañana estará en los medios, ¿eso quieres?

-Esta bien, vámonos.

El gerente interrumpió a los dos amigos.

-Señor ¿quién pagará por todo lo roto y la comida y la bebida?

Raúl sacó la cartera del bolsillo de su amigo y le dio una tarjeta de presentación de Eduardo.

-Haga llegar la cuenta a ese despacho, por favor.

-Esta bien, pero de ahora en adelante esta persona no puede ingresar a nuestro restaurante.

-Si entiendo, por favor haga la cuenta y envíela, si no le dan una rápida respuesta puede buscarme. - Raúl le dio su propia tarjeta de presentación.

Apoyo a su amigo en su hombro y con ayuda de un camarero lo subieron a su auto.

Raúl manejo a la casa de Eduardo, ya había estado muchas veces ahí, por lo regular cuando Miranda estaba trabajando así que no se habían encontrado.

Al entrar la casa era la misma pero se sentía diferente, antes tenía un aroma peculiar, un suave perfume en todo el ambiente.

Tambien encontraba algún juguete en la sala y algún artículo de mujer olvidado en algún sillón o sobre la mesa de café.

Está vez era un lugar frío y triste, sin vida. Como si fuera un lugar vacío u olvidado de los rayos del sol.

Cuando se escucho la puerta abrirse la sirvienta corrió a recibir a su jefe.

-Señor, ya está la co...

La mujer quedó en silencio al ver que su jefe no entraba sólo, al contrario iba en un estado semiinconciente y olía demasiado a alcohol.

-Ayudame a cerrar la puerta y hazle un café bien cargado a tu patrón.

-Si señor. Necesita algo más.

-Si, subes el café y le preparas ropa cómoda,

Raúl con lucho esfuerzo subió a Eduardo a su recámara , vio que lucia como si nadie hubiera dormido ahí por días.

Tiro a Eduardo en la cama y fue la baño, ya no había rastro alguno de que una mujer usará ese baño, ni cosméticos, ni shampo de mujer nada, solo un frasco de loción de mujer era lo único que había, el único rastro de que alguna vez fue el baño de una pareja.

Eduardo llevó la tina con agua tibia, puso un poco de loción de baño en la tina.

Salió a la recámara , desnudo a su amigo y lo llevó al baño, lo metió en la tina y después de unos segundos Eduardo reacciono.

-Miranda, sabía que regresarias...

Abrió los ojos y no era Miranda sino Raúl quien estaba haciéndole compañía.

-Jajaja, sé que soy hermoso y me amas pero no soy Miranda, haz roto mi corazón.

Eduardo aún ebrio

- ¿Qué haces tu aquí? , ¿dónde esta ella? , huelo su aroma, dime donde está, ¿acaba de salir del baño? - Eduardo se puso de pie y se disponía a salir de la tina.

- No, ella no está aquí, solo tome algo de loción para la tina, supongo que es la que ella usa.

El rostro de Eduardo se entristeció de inmediato.

-Ah, eso. No lo desperdicies imbecil.

-No encontré otra cosa para quitar el apestoso aroma de borracho.

-¿La botella donde esta?

-La tire.

-Imbecil... - Eduardo salió de la tina y busco en el cesto de basura del baño, estaba completamente vacío. - ¿donde lo tiraste?

-La sirvienta ya lo arrojó junto al resto de la basura.

-¡Qué!

Eduardo tomó una toalla y se la coloco en la cintura y salió de su recámara , bajo las escaleras y vio a la sirvienta sacando la basura.

Le arrebato las bolsas y la regó, busco la botella de loción de Miranda pero no estaba.

-Se.. Señor, ¿le puedo ayudar en algo? - pregunto asombrada por las acciones de Eduardo.

-¿Dónde está la botella de loción?

-No sé de qué me habla señor.

-La que estaba en mi baño, ¿dónde está? .

-No lo sé.

-Como que no lo sabes, Raúl me acaba de decir que la tiraste a la basura, ¿donde está?

-Señor... No he tomado ni visto ninguna botella de loción.

En ese momento Eduardo pensó en la mala broma de su amigo y regresó a su recámara , la embriaguez ya se había ido por completo de su cuerpo.

Cuando entró vio a Raúl riendo a carcajadas, con una pequeña botella en las manos.

-¿Buscas esto?

-Si, dámelo.

-Ya es basura, esto no sirve de nada es solo un recipiente plástico.

-No importa, es mi recipiente plástico, ¡dámelo!

-Te lo daré, ¿para que lo quieres?

-Solo dámelo.

Raúl se fue sin darle la botella a su amigo.

-Es un producto muy bueno, tengo que comprarlo, me deja la piel muy suave.

-Jajajaja, te escuchaste como un hombre metro sexual, jajaja, desde cuando te importa el cuidado de tu piel.

La voz de Eduardo fue de repente muy suave

-Es lo único que tengo para recordarla.

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