Juegos peligrosos XIV

Te quiero

Juan nos encontró y se puso a bailar con Laura, por lo que yo tuve que bailar con los payasos de Jeremías y Cristóbal. Era muy gracioso porque jugaban a que se peleaban por bailar conmigo. La estábamos pasando muy bien hasta que Cintia nos encontró.

Venía de la mano de Máximo lo que hizo que se me erizara la piel de todo el cuerpo.

—Hola, Lau. Qué linda fiesta —dijo Cintia y me miró de reojo.

Laura la miró y con poca amabilidad le dijo —Pensé que hoy era su aniversario. ¿Qué pasó, se aburrieron?

—Es que nos pareció que iba a ser descortés, no venir —dijo Cintia, yo no podía dejar de ver esos pechos gigantes contenidos solo por dos botones de una camisa, claramente demasiado pequeña para ella.

—No recuerdo haber mandado invitaciones —dijo Lau de manera provocadora.

—Pensamos que no necesitábamos. Ya que somos amigos dijo Cintia y me miró a mí como si quisiera hacerme entender que yo estaba de más ahí.

—Creíste mal —le dijo Laura y no pude evitar sonreír.

Puse mi mano en su hombro y ella me miró, le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

—Permiso Máximo. Tengo cosas que hacer —dijo Laura y se fue adentro con Juan.

—Hola —me dijo Máximo.

Yo lo saludé, pero Cintia después del desplante de Laura se enojó. Así que tomó a su novio de la mano y se fueron para otro lado.

—No sé qué le ve —dijo Jeremías.

Me quedé mal, no podía evitar mostrar cómo me sentía. Tenía un nudo en el estómago que se apretó con más fuerza después de ver como Máximo salía detrás de ella.

—No nos van a arruinar la noche —dijo Cristóbal y me agarró de la mano para bailar.

Le di mi vaso a Jeremías y fui con Cristóbal. Mientras bailábamos le pregunté por qué se llevaban todos tan mal con la novia de Máximo. Él me contó que había sido la mejor amiga de Laura. Que sabiendo que Laura estaba enamorada de Juan, en vez de ayudarlos a estar juntos, por el contrario, a escondidas hablaba mal de Laura. Y le llenaba la cabeza de mentiras a Juan porque sabía que él también sentía algo por ella. Inclusive se había puesto de novia con Juan en una fiesta donde él y Laura habían discutido, aprovechando su enojo. Hasta le había dicho a Laura que estaba embarazada de Juan cuando él la quiso dejar. Finalmente, un día Juan y Laura hablaron y se dieron cuenta de que Cintia era la que hacía que ellos estén siempre peleados.

—Guau, ¿pero eso cuando paso? —pregunté

—Se pelearon hace tres años. Pero ella cambió su versión con Máximo y él le creyó a ella.

—Entiendo, debe ser difícil para todos —dije y la canción terminó

Comenzó una lenta, lo que me hizo no saber qué hacer, nunca había bailado una canción lenta con un chico. Cristóbal me abrazó y me dijo al oído mientras bailábamos que él jamás me hubiera dejado ir si fuera el tonto de su amigo. Me sonrojé y me apoyé en su pecho para que no me vea.

Traté de defenderme diciéndole que estaba equivocado, que Máximo y yo solo éramos amigos. Cristóbal se empezó a reír y me dijo que, aunque tratará de ocultarlo, se me notaba lo incomoda que me ponía estar cerca de él cuando había venido a saludar.

—Así que o te gusta o te pone incómoda porque a él le gustas. ¿Cuál de las dos es? —me preguntó poniéndome muy nerviosa.

Lo solté y le dije que necesitaba ir al baño. Entre a la casa y empecé a buscar el baño. Al no encontrarlo fui al dormitorio de Laura donde estaba segura de que había un baño. En el camino Máximo me vio, pero yo traté de evitarlo. Al entrar y abrir la puerta del baño vi a Laura vomitando por lo que me acerqué a ella preocupada.

—¿Estás bien? —pregunté y le sostuve el cabello.

—Sí. Es que aún estoy un poco descompuesta, pero no pasa nada —dijo y se levantó para lavarse los dientes.

—Termina la fiesta si no te sientes bien —dije preocupada.

—Estoy bien. A veces me pasa cuando estoy muy estresada. Y esa chica sí que me estresa. Pero tranquila, no te preocupes por mí. Quiero que disfrutes de la fiesta —dijo y se volvió a pintar los labios antes de salir del baño rápidamente.

Yo no sabía qué hacer. ¿Era conveniente decirles a los otros que ella estaba descompuesta? Salí del baño pensando hablar con Cristóbal a ver si él podía decirme cómo proceder. No obstante, en el dormitorio de Laura estaba Máximo sentado en su cama. ¿Me estaba esperando? Yo no lo miré y traté de salir, pero él se puso entre la puerta y yo.

—Máximo, quiero salir —dije, no obstante él no se movió.

—Ayer no pudimos hablar. Porque me colgaste el teléfono —dijo con una hermosa y detestable sonrisa.

—Máximo, entiende que tú y yo no tenemos nada que hablar —dije molesto.

Él se acercó como para besarme y yo le corrí la cara. Se enojó y le pegó a la pared con el puño.

—¿Tanto asco te doy? Con Cristóbal y Jeremías no tuviste problema en que se acercarán y no los conoces, pero a mí no quieres ni mirarme.

En realidad, no se trataba de que me diera asco y no sabía cómo explicárselo. Mi impotencia era mucha, más después de saber las cosas que había hecho Cintia, y porque los demás no la querían. Yo no quería ser como ella y quitarle el novio a otra. Por lo que no podía decirle lo que sentía por él.

Sin darme cuenta me puse a llorar. Él me abrazó y yo al percibir el olor de su piel mezclándose con su perfume me tranquilicé, era casi mágico. Me daba cuenta de que deseaba quedarme así toda la noche.

—Perdón, no te quise asustar. Por favor, no llores. No te voy a hacer nada —me dijo preocupado.

Yo veía que no podía entenderme ni siquiera al llorar. Antes era tan fácil saber lo que el otro pensaba. ¿Por qué hora era tan difícil que se diera cuenta de que era lo que me pasaba?

—No entiendes nada —dije enojada, lo solté y me senté en la cama.

—Háblame, hazme entender —dijo él sentándose, tomándome del rostro y tratando de secar mis lágrimas.

—Yo quiero… Yo te quiero —dije y me puse colorada. Me tapé la cara con las manos. Él se quedó callado por un buen rato. Parecía sorprendido.