CAPÍTULO 3: “Pequeño demonio"

Massimo, con la mirada fija en la joven, sentía un algo en su pecho, una maliciosa diversión encenderse en su interior. Su carita es tan angelical, pensó, será un placer corromper esa pureza.

No, él no había hecho absolutamente nada que se de este primer encuentro; el destino, caprichoso y justo se dijo, se lo había servido en bandeja de plata. Una sonrisa divertida y cruel se dibujó en sus labios. Lo que sí iba a forzar era el próximo encuentro... y los que le seguirían.

Sofía se deslizó en la silla frente a su amiga, en aquel ruidoso café del centro. Antonella, fiel a su estilo, ya había echado el ojo a una figura masculina del lugar.

-¡Mira, amiga! Exclamó Antonella, con los ojos llenos de una chispa especial.

-Aquella mesa, esos hombres... ¡Dios santo, qué guapos están! El morocho está bueno ... pero el otro, el rubio, ¡ ese me gustó! Esos ojos color cielo... ¡Ay, Sofi, ya me imagino tantas cosas!

Sofía suspiró.

-Anto, cálmate un poco, por favor. Vinimos a comer, ¿recuerdas?

-Y a ver chicos, ¡también te lo dije! respondió Anto.

-Tú... yo no... Recuerda, vuelve a la tierra, amiga.Tiro Sofi.

Antonella frunció el ceño, examinando a Sofía con suspicacia.

-¿A veces me pregunto si no serás gay, nena? No puede ser, ¡mírate, eres hermosa! Pretendientes que no te faltan. Hasta mi hermano, que está bien lindo, ¿no? Y también lo rechazas.

-A tu hermano lo quiero mucho, pero nada más. Es que siempre estábamos juntos los tres, ¿entiendes?

Antonella volvió a poner su mirada en la mesa de su interés.

En la mesa de Massimo, Nicola y otro socio, Patricio, cerraban un importante acuerdo.

-Esa niña, ¿qué le pasa? Murmuró Nicola, sin quitar los ojos de Antonella.

-No deja de tirarme los ojos encima. Si sigue así, le pediré su número. Está bien, y yo nunca digo no a nadie.

Massimo sonrió con ironía.

-Como si no lo supiera. Pero luego tenemos que hablar tú y yo.

Para evitar que Patricio sospechara, Massimo le envió un mensaje de texto a Nicola, contándole quiénes eran esas chicas. Los ojos de Nicola se abrieron con sorpresa.

-No lo creo.Dijo, en voz baja.-Qué jodida información. Justo me gustó la amiga, entonces.Pensó, con una mezcla de decepción, curiosidad, pero no de resignación.

Cerraron el negocio con un apretón de manos, y Patricio se retiró, satisfecho por el éxito de la reunión.

Antonella, atenta a cada movimiento, no tardó en ver su oportunidad.

-¡Justo se fue el único feo, quedaron los guapos! —exclamó, levantándose de la silla.

-¿Adónde vas, estás loca? Sofía no podía creer lo que veía. Salió tras su amiga, intentando detenerla.

Antonella llegó a la mesa de los hombres con una sonrisa resplandeciente.

-¡Hola, chicos! ¿Cómo están? Soy Antonella Romano, un gusto. Dijo, dirigiendo una mirada especialmente intensa y fuerte al rubio.

Sofía, avergonzada, intervino.

-Señores, disculpen a mi amiga, no está muy bien. Se acercó y les susurró, con fingida preocupación

-Tiene problemas mentales, se los juro .Y asintió con convicción.

Massimo, sorprendido, arqueó las cejas.

-¿Usted me llamo señor? Preguntó, con un tono que demostraba molestia.

Sofía lo miró, abriendo los ojos con incredulidad. ¡Qué cara de pocos amigos tiene este hombre!, pensó. Pero esos ojos color miel... ¡Qué belleza! ¡Cálmate, Sofi!, se reprendió. En cambio, respondió con firmeza:

-Sí, dije "señores" ambos no solo a usted. Respondió.

-¿Cuál sería el problema?

Antonella levantó las manos al cielo, agotada.

-¡Ay, ya me arruinó todo, como siempre! —y resopló con frustración, Antonella

Quería ahorcarla Massimo pero en cambio dijo:

-Un gusto, señorita —remarcó Massimo, extendiendo la mano hacia Sofía.

-Un gusto, señor... pero yo no doy la mano a desconocidos, disculpe usted.

-Vamos, Anto, que se hace tarde.Dijo Sofía, intentando escaparse de la situación.

Nicola, divertido, observaba la escena con interés. Esa chica Sofía estaba resultando ser mucho más interesante de lo que suponían. Habían averiguado toda su vida para realizar el plan, y decían que era sumisa, tranquila... ¡Jmmm, tendremos que pegar dos tiros a los informantes!, pensó. Esa descripción no coincidía en absoluto con lo que estaba viendo.

Massimo se acercó aún más a Sofía, quedando a escasos centímetros de su rostro.

-¿Que no me diga "señor", le dije? No creo que sea tan mayor, ¿no?

Sofía se sintió invadida por una extraña sensación de nerviosismo. Tenerlo tan cerca le hizo temblar todo el cuerpo. Su cuerpo reaccionaba a él ¡Debo decir algo!, pensó, pero no me sale nada.

En cambio él habló.

-¿Necesita mi DNI? Pero le aseguro que la edad que tengo a usted le vendría muy bien.Y la recorrió con una mirada que la desnudó por completo.

Sofía sintió la necesidad urgente de escapar de esa situación. Ella no era una chica sumisa, sino más bien alguien que decía lo que sentía sin filtros. Por eso estudiaba, para ser independiente de sus padres y para que ningún hombre le dijera lo que debía o no decir, como este que tenía frente a ella. Lo que más le molestaba era que la hacía sentir vulnerable , tonta. ¡Que se caiga el mundo si lo voy a permitir!, se dijo.

-Qué desagradable que es usted. Le aseguro que no necesito a nadie, y menos a un hombre que me haga ver nada. Soy una mujer muy racional y jamás querría a alguien así para que me enseñe nada.Menos con su ceño de hombre enojon como él de usted. Le sonrió irónicamente.

Massimo echaba chispas por los ojos.

En ese momento, Nicola intervino.

-Bueno, chicas, un gusto conocerlas. Massimo, tenemos que irnos, nos esperan. Luego, mirando a Antonella, sacó una tarjeta y se la dió.

-Mi tarjeta, hermosa. Y le susurró al oído

-Espero que no tengas el carácter como el de tu amiguita.

Antonella sonrió con picardía.

-¡Ay, galán! Creo que sí, o peor. Igual soy más divertida que ella... pero te llamaré.Le guiñó un ojo.

Sofía mantuvo la mirada firme, sin permitirse mostrar el temblor que sentía bajo la penetrante mirada color miel de Massimo. ¡Es muy guapo, el condenado!, pensó. Pero este tipo de hombre jamás sería su tipo. Se negó rotundamente.

-Me retiro, que tengan un buen día. Dijo Sofía, tomando a Antonella de la mano

-Vamos, amiga, tengo...

Pero, por alguna extraña razón, se dio vuelta y añadió:

-Chau, señor. Y no se enoje tanto, que se le arruga la cara y parece más mayor.

Ahora era Antonella la que estaba sorprendida. Miró a Sofía diciendo "¿Qué haces?" “Nunca había visto a su amiga hacer algo así" , acá pasa algo. Pensó. Y salieron rápidamente del lugar.

Nicola, muy divertido, se reía a carcajadas y agarró del brazo a Massimo, notando sus intenciones.

-Amigo, contrólate. De la familia de esa chica tienes que vengarte, ¿eh? Será interesante... pero...Perdón dijo. viendo serio a su amigo.

-¡Cállate, Nico! Le gritó Massimo, furioso.

-No es lo que me informaron de ese pequeño demonio. ¿Sumisa? ¿Sin carácter? ¿Educada? ¡Puedo seguir nombrando el informe que me diste, eh!

Nicola levantó los brazos en señal de defensa.

-Ya envié a que le metan tres tiros al que hizo ese informe. Explotó Nicola.

-Es una insolente, soberbia. ¡Ahora sí se parece a la familia a la que pertenece, a la que destruyó la mía! Y la venganza, por lo que veo, será más que interesante.Massimo sonrió con malicia.

Cada falta de respeto Se la devolveré con algo que le hará temblar más aún, noté que estaba disimulando muy bien, este demonio mío. Tengo mucha experiencia en mujeres, lo sabes amigo .Noté su nerviosismo por mí. Lo quiso disimular, pero conmigo no, hermosa.Se escapó hoy.Empezo este juego. Dijo sonriendo maliciosamente.

Nicola miraba a su amigo con una mezcla de asombro y preocupación.

-Ya mandé a liquidar al informante. Dijo, con una sonrisa

- Igual te digo que me voy a divertir con la amiga, me gustó... una más a mi lista. Exclamó Nicola.

-Solo no tomes tanto, idiota, que se te pueda escapar algo....piensa cons cabeza no con lo de abajo por una vez.

Nicola lo miró y sonrió con seguridad. Él era una tumba, y Massimo lo sabía bien. Ni con alcohol ni drogado él hablaba.

Y salieron del lugar, dejando tras de sí una estela de tensión y promesas de venganza.

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