Capítulo 3

Al llegar al club, la atmósfera vibraba con energía. La fachada era imponente, y al cruzar las puertas, el sonido de la música envolvió nuestros sentidos. Este lugar era mi refugio, diseñado exclusivamente para ofrecer una experiencia única.

Nos dirigimos a la sala VIP, única y solo hecha para mí donde los vidrios polarizados aseguraban nuestra privacidad. Desde adentro, la vista era espectacular: las luces de la ciudad brillaban como estrellas de un lado, mientras que por el otro se veía todo el lugar y la gente en él, pero nadie podía ver lo que sucedía aquí dentro.

Era mi espacio, un santuario donde los negocios y el placer se entrelazaban.

Me senté junto a Marcos, y los tres rusos tomaron asiento al otro lado del cómodo sofa. La tensión de la reunión anterior comenzaba a desvanecerse, reemplazada por un ambiente más relajado. Una empleada entró, sirviéndonos tragos. El coñac brillaba en los vasos, en un símbolo de celebración y acuerdos.

En ese momento, la puerta se abrió nuevamente, y seis mujeres entraron, cada una con un aire de confianza y elegancia. Se repartieron entre nosotros.

Yo elegí primero a la que más me gustó. Tenía una sonrisa cautivadora y una mirada que prometía complicidad. Mateo también eligió a una, mientras que las restantes se unieron a los rusos, quienes parecían más relajados ahora, disfrutando de la compañía.

La conversación fluyó con facilidad, y aunque mi naturaleza era fría y calculadora, en este ambiente podía permitirme un momento de tranquilidad. Sabía que había tomado las decisiones correctas, y ver a los rusos sonreír mientras levantaban sus copas fue una victoria en sí misma.

La música se mezclaba con las risas, y por un instante, dejé de lado las preocupaciones del mundo exterior. Era un recordatorio de que, aunque el negocio era mi prioridad, también había espacio para disfrutar de los frutos de mi trabajo.

POV RUBY

Esa noche, todo tenía que ser perfecto. Miré mi reflejo en el espejo, ajustando el vestido corto negro que elegí. Era ceñido y elegante, justo lo que necesitaba para sentirme grandiosa. Me puse un blazer blanco grande que contrastaba con la oscuridad del vestido, y las medias veladas de maya acentuaban mis piernas. Completé el look con unas botas altas hasta la rodilla que me daban una postura imponente, me solté mi cabello negro en ondas y me aplique un ligero maquillaje que resaltaba aún mi belleza y mis ojos azules.

Camila, la mayor del grupo, se veía increíble en su vestido rojo. Era sencillo, pero el corte sexy lo hacía destacar. Los tacones del mismo color hacían que sus piernas se vieran interminables, y su confianza era contagiosa. Sabía que ella siempre sabía cómo llamar la atención.

Sofía, en cambio, era más sencilla. Optó por un vestido en un suave rosa palo que le quedaba perfecto, con unos tacones negros que le daban un toque chic. Su estilo era más delicado, pero eso no le restaba encanto. Cada una de nosotras tenía su propio estilo, y esa diversidad nos hacía únicas.

Estábamos afuera del club, y la emoción me recorría.

Sofía me miró con una mezcla de duda y esperanza. —Ruby, ¿estás segura de que podemos entrar?—

Sonreí y saqué mi teléfono. Marqué un número que conocía de memoria. La respuesta fue casi inmediata. —Hola, estamos afuera...—. Colgué y sentí que la adrenalina empezaba a subir.

Camila, siempre curiosa, preguntó quién era.

—Un viejo amigo que trabaja aquí— respondí, intentando sonar casual. No quería que se preocuparan.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y Duvan apareció. Lo saludé con una sonrisa y, sin perder tiempo, nos llevó entre la multitud que llevaba horas esperando.

Me sentía como una reina, y mis amigas me seguían con la misma energía.

Al cruzar las puertas del club, una ola de energía me envolvió como una manta cálida. La música pulsaba a un ritmo vibrante, resonando en el pecho de todos los que estábamos allí. El lugar era enorme, con techos altos y una decoración que combinaba el lujo y la modernidad. Las luces de colores danzaban por las paredes, creando un espectáculo visual que hipnotizaba a los asistentes.

La multitud era abrumadora. Gente de todas partes, cada uno con su estilo único, se movía al compás de la música. Algunos bailaban con fervor, mientras otros charlaban animadamente, sus risas se trataban de elevar por encima del sonido de los beats. Era un crisol de personalidades y energías, donde cada rincón parecía contar una historia diferente.

Este es el tipo de lugar donde los problemas del mundo exterior se desvanecían, y solo quedaba el aquí y el ahora.

Mientras avanzábamos hacia la tercera planta, la multitud se hacía más densa, pero también más vibrante. Una mezcla de risas, conversaciones y el sonido de la música electrónica llenaba el espacio.

La energía era contagiosa; cada paso que daba me hacía sentir más viva.

—¡Chicas, les he guardado ese lugar en la

esquina!— nos señaló al llegar a la tercera planta. —¡Ya vuelvo con sus bebidas!—

—¡Eres un amor, gracias, Duvan!— dije, viéndolo alejarse. Nos escabullimos hacia nuestro rincón. La planta estaba relativamente tranquila, lo que facilitaba nuestra entrada en el ambiente.

Al llegar a una pared que tenia un espejo grandísimo, saqué mi labial para retocarlo. Camila hizo lo mismo, mientras Sofía nos observaba con una sonrisa tímida.

—¿No quieres?— le pregunté, estirándole el labial. Ella negó con la cabeza, pero no podía dejar de sonreír.

—Está bien, vamos— dije, acomodándome el vestido. Me sentía lista para disfrutar de la noche.

Con un último vistazo al espejo, me dirigí hacia la mesa que nos esperaba.

—Venga, chicas, vamos a disfrutar de esta noche— exclamé, sintiendo la emoción burbujear dentro de mí.

Al llegar a la esquina que Duvan nos había reservado, me di cuenta de lo grandioso que era este club. Las paredes estaban adornadas con arte moderno, y el mobiliario era a la vez cómodo y elegante. Las mesas estaban dispuestas de tal manera que podías ver y ser visto, lo que añadía un aire de exclusividad a la experiencia.

Desde nuestra mesa, tenía una vista privilegiada de la pista de baile, donde un grupo de personas se movía en perfecta sincronía. La luz estroboscópica iluminaba sus cuerpos en movimientos fluidos, creando un espectáculo casi hipnótico. Era como si todos compartieran un mismo latido, una conexión inexplicable que solo puede surgir en un lugar como este.

Miré a mi alrededor, observando a mis amigas. Camila lucía emocionada, y Sofía, aunque más reservada, sonreía mientras disfrutaba del ambiente. Sabía que esta noche sería especial, llena de risas, conexiones y recuerdos que atesoraríamos por siempre...

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Comments

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Que les deparará la noche ellas la quieren conquistar y lo harán a su manera

2025-10-03

1

Yanitza Aguirre

Yanitza Aguirre

Llegó la hora de disfrutar chichas, mujeres al poder jajaja

2025-10-03

1

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