Los ojos de Alfa Savir eran enormes, mientras observaba a las hermanas caminar a la habitación donde estaba su padre.
—¿Qué locura dices, Lady Lynn? ¡Imposible!
La anciana acunó su rostro, lo observó.
—El Alfa lo dijo primero, que necesitamos expandirnos, no hay más lugar en nuestras tierras, Alfa Savir, pero ¿Qué tal al norte como lo predijo? Si usted se vuelve pareja de alguien de Green Field, podría comprar tierras que le pertenecen a esa familia, el rey Alfa de Green Field no puede negarse por el tratado de Orión, y siendo el yerno de un Lord, lo haría posible.
Alfa Savir bajó la mirada, no había fallas en la lógica de la anciana Lynn.
***
Anika y Saya fueron con su padre, él estaba tan asustado, pero verlas bien lo hizo calmarse.
Las chicas durmieron esa noche en el frío suelo, mientras la curandera vino varias veces en la noche para revisar al hombre.
***
A la mañana siguiente.
El hombre estaba mejor, aún no podía caminar tan bien, pero pudo pararse.
—La flecha no penetró por completo, de lo contrario pudo perder la pierna. Me temo que su lobo estará herido por más tiempo —dijo la curandera, llamaron a la puerta, la mujer hundió la cabeza al ver al Alfa Savir entrar.
Anika hizo lo mismo, pero no Saya.
Alfa Savir encontró su mirada azul, cielo, intensa.
—Buen día, me alegro verlo mejor, Lord Sallow.
Alfa Savir llamó a una empleada, le pidió que llevara a las chicas a tomar el desayuno al comedor principal, y pidió que la curandera se marchara.
Saya estaba renuente, Anika la obligó a salir de ahí.
Una vez a solas, Lord Sallow supo que era lo que ocurría.
—Gracias, Alfa Savir, sé que nos salvó la vida.
Alfa Savir caminó por el lugar.
—Me alegro de que esté consciente de mi gran generosidad, la manada Luna Dagda no suele ayudar a alguien ajeno a su tribu, he hecho una concesión por usted, pero, ahora, esa misma ayuda lo ha puesto en deuda conmigo.
El Lord Sallow tragó saliva, le miró fijamente, sentado sobre una silla, ya que el dolor de estar de pie lo mataba.
Asintió.
—Lo sé, dígame, ¿Cómo puedo pagar este inolvidable favor?
Alfa Savir se giró, dándole la espalda, pensó en lo que la manada esperaba de él, pero también pensó en Maeve, su amada compañera difunta, casarse con otra, en su pensamiento, sería como una traición.
«Perdóname, Maeve, sabes que nunca amaré a otra loba, como te he amado a ti»
—Voy a casarme con una de sus hijas, así consolidaremos una alianza, entre los Sallow y la manada Luna Dagda.
Los ojos de Lord Sallow se abrieron enormes, asustados, todo esperó, menos eso.
Bajó la mirada.
—¿Casarse con una de mis hijas? Bueno, no pensé que pediría eso.
—Debería ser un halago, mi manada se ha mantenido fuerte e independiente desde hace años. Lord Sallow, además, esto nos beneficiaría a ambos, sabrá que estará protegido, incluso, del insulso rey Alfa Kadir al que sirve.
El hombre asintió despacio.
«No tengo opción», pensó
—Bien, ¿ha elegido ya a una de mis hijas?
—He elegido a la mayor, me casaré con ella.
—La mayor es mi hija Anika.
—¿Anika? ¿Cuál de ellas es?
—La rubia.
El hombre asintió, pero no supo por qué dentro de sí, sintió cierta decepción.
«Es lo mejor, esa es sumisa, la otra parece rebelde y su olor, ese olor terminará por ser un infierno para mí», pensó, pero su lobo lanzó un aullido en su interior, protestando.
“Ella es mi mate”
Pero, Alfa Savir se negó a escucharlo.
Más tarde, fue el momento en que los Sallow tuvieron que irse, Saya estaba feliz, incluso el mismo Alfa Savir les trajo el carruaje que tenía en la manada para llevarlos a casa.
Lord Sallow le dio la mano.
—No olvide nuestro pacto.
—Soy un lobo de palabra, nunca lo olvidaría, Alfa Savir.
Anika miró al hombre, bajó la cabeza en una suave reverencia.
—Muchas gracias, Alfa Savir.
Él asintió, casi reflejó una suave sonrisa, que la dejó perpleja y la emocionó.
Saya frunció el ceño, ella estaba a punto de hacer la reverencia, cuando el hombre dio la vuelta y se fue, dejándola ahí.
Ella miró atrás, sintió rabia, nadie había sido tan descortés con ella, era hija de un Lord.
Humillada, tragó saliva, subió al carruaje, segundos después los Sallow partieron de la manada Luna Dagda.
Viajaron por todo un día, y llegaron al amanecer.
Al llegar, los guardias de Alfa Savir ayudaron a bajar al padre, la madre abrió la puerta, sollozaba, conmovida de verlos otra vez.
Sentaron al hombre en un sillón del salón principal, y se marcharon.
—¡Anika! ¡Saya! ¿Qué fue lo que pasó?
—Escapamos, madre, pero… la manada de Luna Dagda nos ayudaron.
—¡Dios! ¿La manada de salvajes?
—Calla, mujer, esos salvajes nos salvaron la vida de las garras de los guardias del rey Alfa.
—¡Padre!
Los ojos de Lord Sallow casi salían al ver a Elric.
—¡Elric! ¿Cómo pudiste? —exclamó su padre mordiendo sus palabras con rabia.
Saya se acercó a Elric, le miró con furia, y le encestó tal bofetada.
—¡Saya! No seas una salvaje, ¿Qué haces? —intervino su madre.
—¿Sabes? Él ha puesto en peligro nuestras vidas.
—¡Lo siento! Me enamoré, pero todo se ha solucionado, ¡el rey Alfa dio su consentimiento para que sea yo quien me case con su hija!
Lord Sallow estaba perplejo, la madre sonrió feliz.
—¡Es la mejor de las noticias! ¿No lo creen? Mi hijo será un príncipe consorte.
—Pero ¿Cómo así?
La empleada fue con ellos.
—¡Ha llegado el rey Alfa Kadir!
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