El sol caía sobre las dunas de Wadi Al-Rimal, en ese pequeño y apartado rincón de Raleigh, era como si el tiempo se hubiera detenido.
Sámira Al–Jabari caminaba entre las tiendas, se dirigia a su casa. Había crecido en Wadi Al-Rimal, no conocía otra forma de vida.
Su padre, Farid con el ceño fruncido revisaba los límites del campamento junto a un grupo de hombres armados.
El campamento se encontraba alejado de la civilización de Rhaydan la capital de Raleigh, sus contrastes eran enormes Rhaydan era un lugar moderno, una ciudad de rascacielos y luces , mientras el oasis era la historia misma del pueblo.
Tanto Farid como todo hombre que viviera en Wadi Al-Rimal consideraba a Rhaydan un lugar ajeno, peligroso y corruptor de almas.
Pese al pensamiento de su padre, Sámira no podía evitar pensar en esa ciudad, imaginando las calles, los grandes centros comerciales y ese modernismo desconocido pero que tanto despertaba su curiosidad.
Samira llego a su tienda , ahi su madre Laila, preparaba la cena mientras murmuraba antiguas canciones de su tierra.
— Hija lavate las manos debes ayudar con la comida.
Sámira obedeció a su madre, mientras tanto sus hermanas menores contaban los dátiles qué servirían para entregar a la comunidad.
Aunque Sámira respetaba la tradición no podía evitar que su mente viajaba mas alla de ese lugar, cada relato de viajeros o sus hermanos que habían visitado la capital encendía en ella el deseo de descubrir ese mundo tan ajeno.
Soñaba con la tecnología, los libros y la ropa que había visto en imágenes furtivas, mientras caminaba descalza por el desierto sintiendo la arena aspera entre sus dedos.
Soñaba con estudiar, como lo había hecho la princesa heredera.
Por tradición en su familia solo estudiaban los hombres, desafiando la ley de educación que establecia que las niñas debían estudiar. A las mujeres solo se les permitía aprender en casa, lo básico lectura y escritura, su madre le había enseñado pero al igual que ella solo tenia el conocimiento básico.
Segun su padre la mujer no necesitaba mas conocimientos.
A Sámira le hubiera encantado ser hombre,y poder conocer el mundo...
Al dia siguiente Samira escucho el sonido de vehículos acercándose, aun no había salido de la cama.
Ella se levantó rápidamente y se asomó a ver que ocurria. Disgustado su padre le grito.
— Vete adentro, con tu madre exclamó Farid furioso.
Sámira obedeció, ya había visto que era un convoy.
El convoy se detuvo antes de cruzar el límite del oasis, Kamal Al —Saadi Príncipe de Raleigh descendió del vehículo y camino hacia el grupo de hombres que rápidamente se había apersonado. Aunque no estaban a la vista para el príncipe era notorio que había armas.
— Tengan ustedes buenos días, soy el Doctor Kamal Al —Saadi.
— Sea bienvenido Príncipe Al–Saadi
Él asintió.—Pasaremos unos días aquí, estamos realizando controles médicos y traemos vacunas para todo aquel que lo necesite. Nos gustaría si están de acuerdo instalarnos junto al oasis.
Los hombres se miraron con desconfianza.— ¿ Solo médicos?, pregunto.
— Hay guardias reales, por una cuestión meramente protocolar.
— Entendemos sean bienvenidos, pueden instalarse donde desean exclamó el líder Farid Al–Jabari.
El líder de los médicos asintió y regreso al vehículo converso con el médico que estaba sentado a su lado.
— ¿ Están armados?dijo Serkan quien era uno de los cirujanos del ejército.
— Lo note, exclamó Kamal poniendo en marcha el vehículo.
Sámira se encontraba en la tienda, su madre la había golpeado por salir de la tienda sin autorización.
Su padre ingresó a la tienda, y la vio limpiándose el rostro motivo por el cual Farid no la golpeó, como solía decir su madre era mejor que ella la castigará y no su padre.
— Es un contingente de médicos, no las quiero deambulando por el campamento anunció Farid.
— ¿Podremos recibir atención médica?, pregunto Sámira.
Farid asintió, prefería que lo hicieran ahi y no tener que llevar a sus hijas a la ciudad.
— ¿Crees que haya un médico para los ojos?, cuando leo me canso dijo su hermana menor tocandose la frente.
— No leas y problema solucionado dijo Farid.
Sámira miro a su madre quien estaba preparando la ropa que lavarian en el oasis.
Mientras tanto los médicos se instalaban, habían hecho correr la voz de que a partir del media mañana comenzarían a atender, primero a los enfermos, luego a los mayores.
— ¿ Ha notado que no hay niños varones ?, comento una de las enfermeras.
Kamal levantó la vista.— Mucho me temo que estan en el colegio.
— ¿ Quieres decir que las mujeres de aqui no estudian?.
— Así parece, no lo vayas a preguntar directamente le susurró él.
Kamal reunio a los médicos como lider debia dar las órdenes. Miro hacia el cielo, como si pensara lo que diría.— Nuestra misión aquí es dar salud, no juzgar su modo de vida, obviamente cuando regresemos pasaremos un informe y ya sera un problema del rey, sin comprometen su labor con nuestra postura, no podremos terminar nuestro trabajo. Sean prudentes, aunque parezca raro decirlo aqui nos ven como a extranjeros.
Los médicos asistieron y comenzaron su labor.
Luego de llevar a su hermana con el pediatra, este autorizo a que la hermana menor de Sámira viera a un médico especialista para su problema de la vista.
— Te cuesta mucho distinguir la tarea en el colegio preguntó el médico.
— Yo no voy al colegio dijo Fatima
Sámira miro a su hermana menor.– Comprendo, dijo el médico con sus oscuros ojos velados. No era la primera vez que escuchaba eso. — Veamos como estan esos ojitos dijo el médico...
Mientras los médicos atendían, había una mujer dando vueltas por el campamento juntando posibles peticiones para el rey, pero nadie hacia ninguna petición.
Mientras tanto los diferentes médicos del ejército caminaban por el campamento, buscando a su hombre. Preguntaban si había heridos o enfermos de consideración qué requirieran asistencia en sus tiendas.
Un grupo de mujeres jóvenes esperaba junto a la tienda de las doctoras, habia varias jóvenes acompañadas de su madre.
Laila busco a su hija.— Tu padre quiere que la doctora te revise, para que de fe de tu buena salud. Samira miro a su madre, su padre había decidido casarla.
Sámira comenzó a temblar, para cuando logro ingresar Sámira se sintió náuseas y comenzó a vomitar.
Una enfermera le indicó a Sámira que se sentara e intentará calmarse, ya que era un manojo de nervios.
La doctora la miro con comprensión.
— No puedo dar fe de que tienes buena salud, pero estaremos aquí unos días más informó la doctora.
— Entiendo dijo Sámira.
— Le dare una dieta especial dijo la doctora. — Luego miro a Sámira.— ¿ Has estado con algún hombre?, Laila miro a su hija horrorizada, si ese fuera el caso Farid las mataría a las dos.
— No, murmuró Sámira.
— Entonces con la dieta estará perfecta, seguramente durante el desayuno algo le ha caído mal.
Esa tarde Laila le explicó a su esposo porque la doctora no le había dado el papel a su hija.
— Me hubiera gustado tener los papeles antes de hablar con el jeque Azizzi.
Sámira escucho a su padre el jeque Azizzi era un hombre mayor, solo tenia hijas mujeres de su edad y una esposa.
— ¿Será una segunda esposa?, pregunto Laila.
— Es la idea, que sea su segunda esposa, le informo Farid.
Sámira negaba con la cabeza mientras escuchaba agazapada, eso no podía estar pasando, no podían entregarla a un hombre como Azizzi...
— Será bueno para la familia dijo Farid, su esposa asintió en silencio.
El jeque Azizzi entregaría una gran dote por su hija y si Sámira le daba un hijo varón los llenaría de riquezas.
Esa noche Farid no ceno con su familia se traslado hasta el campamento del jeque Azizzi, a unos kilómetros de su ubicación.
Despues de una pequeña travesía en su camello Farid ingreso a la casa del jeque Azizzi. Una sombra apareció en una de las puertas, y el hombre de edad avanzada vestido con túnica blanca entró.
Farid se acercó a saludarlo. A continuación, se sentaron a la mesa sin dejar de conversar.
— Lamentablemente jeque Azizzi, mi hija no pudo recibir su certificado médico ya que se encontraba con un malestar estomacal.
— Lo entiendo Farid, pero sin ese papel no acordaré el compromiso, requiero una esposa saludable dijo Azizzi inflexible.
Una mujer ingreso en ese momento, era la hija menor de Azizzi, esta colocó una bandeja con dos tazas de té, sobre la mesa, inclinó la cabeza y Azizzi movio la mano para que su hija se marchara.
— Los médicos aún no se irán es de suponer que en dos días me entregaran los papeles.
— Entonces nos encontraremos en diez días mañana saldré de viaje para Rhaydan y luego a Durham estare de regreso en diez dias , si tienes el papel acordaremos el compromiso comento Azizzi...
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Comments
PATUBELA
@Lacarvel amiga, me parece que Samira va a requerir los servicios de la podóloga que conocemos...esa niña debe tener callos, esas uñas enterradas y llenas de tierra. Necesita un día de spa esa pobre criatura
2025-09-29
19
PATUBELA
Creo que entra en escena una desertora de la tribu 😳
2025-09-29
12
PATUBELA
Ay no manches 🤦🏻♀️ya van a ofrecer la chica como en bazar de San Isidro!!
2025-09-29
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