Capítulo 5 Bajo Ataque

Kira Vannecelli

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-Lo empujé y le dije- ¿Cómo te atreves a pedirme ayuda después de lo que me hiciste? Dame tu teléfono, necesito hablar con mi padre.

-Él suspiró con resignación, sacó su teléfono del pantalón y me lo entregó. Lo recibí y comencé a marcar el número de mi padre. En ese momento, él me dijo-Ojalá puedas perdonarme.

-le respondo-te perdonaré cuando estés en el infierno, y eso será muy pronto. -Lo observé dirigirse hacia la puerta y, al escuchar la voz de mi padre, le dije-Padre, soy yo, Kira.

-Él responde con entusiasmo y un tono más tranquilo-Kira, mi niña, qué alegría escuchar tu voz. Ya conocemos tu ubicación; llegaremos a rescatarte. Escóndete bien y no apagues ese teléfono para que podamos rastrearte.

-Miro a Cooper, que se encuentra en la puerta, y le digo-Padre, espera un momento, yo

-De repente, escuchamos un fuerte estruendo en la planta baja. Cooper saca su arma rápidamente y corre hacia mí, tomando mi mano.Se escucha a través de la radio de comunicación que están siendo atacados y que la mansión está rodeada. Se informa que el número de atacantes es considerablemente superior, y ya se han solicitado refuerzos, aunque su llegada podría demorar. Al preguntarle qué órdenes debía seguir, él simplemente apagó la radio. Dice-Los asiáticos ya han llegado. No hay tiempo que perder, debo llevarte al avión para que puedas llegar a Italia a salvo.

-Él me toma de la mano, pero yo la suelto y le digo-No son asiáticos, son mi familia.

-Él abre los ojos con sorpresa, pero rápidamente adopta un semblante serio y dice-Entiendo.

-Él guarda su arma y se da cuenta de que la puerta se abre. Aparece una señora visiblemente asustada, empuñando un arma en una mano y con la otra sostiene a Nam. El niño, llorando y asustado, me observa en silencio. Ethan se acerca a su madre y la abraza, al igual que lo hace su hermano, como si se estuviera despidiendo y aceptando su destino. Le Escuchó, en un susurro, cómo solicitaba su perdón por no haber podido salvarlos. Su madre le respondió que habían hecho todo lo que estaba a su alcance y que, juntos, morirían como familia. le da un beso en la frente, y luego, volviendo su mirada hacia mí, dice-Perdóname por todo lo que hice, Kira. Nunca olvides que te amo.

-En ese momento, se escuchan disparos. Siento cómo mi corazón se encoge ante la gravedad de lo que está sucediendo. Él merece morir, pero me siento aterrada ante la posibilidad de que eso suceda. Grito en mi interior, frustrada; la llamada se cortó, así que vuelvo a marcar. Mi padre responde- Cariño, ya estamos dentro de la propiedad. En unos minutos entraremos en la mansión.

-Le digo-Papá, ejecuta el ataque, por favor.

-Él pregunta- ¿De qué estás hablando, Kira?

-Le respondo- Solo hazlo, papá, simplemente hazlo.

-Escucho queda la orden y el sonido de los disparos se detiene. Oigo a mi hermano Uzziel preguntando qué está sucediendo.Mi padre, con tono molesto, dice-Kira Vannecelli.

-Debo estar muy estúpida para ayudarlo. Solo debía dejar que mi familia acabe con ellos; ya se pondría fin a esto. Pero solo mirar el rostro de ese niño asustado me hizo recordar que yo también tengo una hermana y primos de esa edad, y que yo también haría cualquier cosa por salvar a mi familia. Esto es un error, es muy idiota de mi parte. Miro hacia Cooper, que me observa con sorpresa, y le digo-Ordena que mi familia pueda entrar.

-Él toma un radio y da la orden de que bajen las armas y permitan el paso. Se aleja de su madre y se acerca a mí. Le digo al teléfono- Padre, entre en la mansión, te explicaré.

-Cuelga la llamada e intenta acariciar mi mejilla, pero me alejo y le digo-No te confundas, Cooper, entre nosotros nada ha cambiado. Bajemos.

-Él se dirige a su madre y le dice que se vaya a su habitación con Nam y que no salga. Luego, abre la puerta y ellos salen, seguido de mí. Él camina detrás de mí; observo las escaleras y comienzo a bajar. Me sorprende ver que mis padres, mis hermanos, mis tíos y el resto de la familia están aquí. Noté también que mi tío Dimitris, así como Bastian, el esposo de mi hermana, y Salvatore y David están en la sala, apuntando a varios hombres, incluyendo al señor que me administró el sedante. Al verme correr, mi madre me abraza con cariño. Yo le devuelvo el gesto. Ella comienza a examinarme y me pregunta-¿Estás bien, mi niña? Dime, ¿qué está sucediendo?

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