Capítulo 4

Lyra.

El dolor se cala en mis huesos y escucho como crujen esto me ha tomado varios minutos, pensé que sería rápido pero cada minuto que pasa el dolor se vuelve más insoportable haciendo que quiera desistir de hacer esto.

«No te resistas » me dice una voz en mi cabeza.

«Me duele, siento que me desmayare» le respondo.

«Te dolerá mucho más si te resistes, déjame salir, déjame el control y verás que ya no dolerá» me dice.

Hago lo dijo, dejo de resistirme al cambio y al hacer un par de huesos crujen y luego todo el dolor desaparece, alzo la mirada hacia mis amigas que están con una gran sonrisa y la manera en la que las veo es diferente.

«Las estás mirando atraves de mis ojos, las oyes atraves de mis oídos, ahora cada que cambies harás todo atraves de mi cuerpo lobuno».

«¿Como te llamas?» le pregunto.

«Lila».

«Un placer conocerte Lila, ahora vamos a estirar esas patas » le digo.

En menos de nada me veo corriendo a cuatro patas, todo lo que oigo a la larga distancia se escucha fuerte y claro, la vista es tan nítida capaz de ver al insecto más pequeño, me siento libre sentir el viento en mi cara me hace sentir libre.

Llego a una laguna donde la luz de la luna cae directamente haciendo que este lugar se vea mágico, Lila pone las patita frente a ella y recuesta la cabeza en ella y nos quedamos mirando hacia el lago hasta que se levanta en posición de atacar cuando se escucha un ruido detrás de unos arbustos, de repente un exquisito olor llega a nosotras haciendo que nos relajemos.

«Es nuestro compañero» digo.

El gran lobo negro sale de los arbustos y al mirarlo a los ojos siento que algo me golpea, son de un magnífico color dorado haciendo que Eros se me venga a la cabeza.

El es el único que tiene ese color de ojos.

¡Diosa no me hagas esto!

Él no puede ser mi compañero.

Me escondo detrás un árbol y rápidamente cambio a mi forma humana, tomo un vestido que hay siempre por ahí para que podamos cambiarnos, ya vestida salgo y me encuentro con el lobo que no deja de mirarme.

—¿Eres tú cierto? Eros — preguntó con un nudo en la garganta.

No me responde, se que es el, el color de sus ojos es inconfundible.

—¡Respóndeme! — le digo desesperada, necesito que me lo confirme.

Él se va detrás de un árbol y poco después aparece, siento como todo se me va abajo «el no puede ser mi compañero» me siento en el suelo sintiéndome de lo peor, lloro con mi rostro entre mis manos.

La diosa Luna me debe estar jugando una mala pasada.

Él no, él no puede ser mi compañero.

—Lyra escúchame.

—Aléjate de mi — le digo — no me toques — alejo sus manos cuando intenta tocarme.

No puede tocarme o hará que el vínculo me haga ser más blanda con el.

—Escúchame Lyra, yo…..

—No, no quiero escucharte, me has hecho la vida imposible desde los doce años no espere que te acepte como mi compañero ¡porque no lo voy hacer! — digo levantándome del suelo y alejarme de él.

Me paso el dorso de la mano por las mejillas para quitarme las lágrimas, lo veo a él allí en el suelo mirándome con desilusión. Me importa un comino si lo he herido él lo ha hecho durante muchos años.

—Yo Lyra Molloy — él abre muchos los ojos al darse cuenta de lo que haré — te recha…..

—¿Te has vuelto loca? — pregunta encima de mí cubriendo mi boca con su mano la cual es capaz de cubrir todo mi rostro.

Su tacto en mi piel me envia olas de electricidad y su aroma hace que mi cerebro deje de funcionar.

—Quítate Eros, aléjate de mi.

—¿Por qué? ¿Enserio vas a resistirte al vínculo?.

—Si, primero muerta antes de aceptarte como mi compañero.

—Eso me ha dolido — dice con mirada triste — ¿Tanto daño te hice?.

—No me importa si te ha dolido, y si me has hecho daño, mucho y lo sabes.

—Joder se que no he sido muy bueno, pero tampoco tan malo como para ganarme tu odio.

—Para mi si lo has sido, has sido de lo peor y más cuando me quitaste mi brazalete y lo lanzaste y jamás lo pude encontrar, te odio por eso y por muchas cosas más, así que déjame en paz.

—No te atrevas a rechazarme Lyra, no lo voy a permitir.

—Entonces aléjate de mi, no te quiero cerca de mi.

En lo ultimo que digo al levantarme del suelo e irme, y dejarlo allí, al alejarme de él sentí como mi cuerpo extrañaba su tacto, no llevaba ni un minuto lejos de él y ya podía sentir su ausencia y por eso prefiero estar lejos y sin tener ningún contacto con él no quiero que el vínculo entre nosotros se fortalezca no lo voy a permitir.

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