El Plan

La tenue luz de la luna iluminaba su rostro, resaltando la intensidad de su mirada. Había hambre en sus ojos. Hambre de sexo.

Él deslizó sus manos firmes por mi cuerpo, arrancándome suaves gemidos involuntarios. Su mirada se clavó en la mía. Supe en ese instante que él me deseaba. Podía sentirlo en la forma en que me tocaba, en la forma en que me devoraba con la vista. Su deseo por poseerme, por dominarme, era palpable, cerniéndose sobre ellos como una sombra oscura y peligrosa.

No quería rendirme ante él. No debía hacerlo. Era un extraño. Un hombre que, por su sola presencia, irradiaba peligro. No podía entregar mi virginidad a alguien cuyo nombre ni siquiera conocía.

Pero cuando más intentaba resistirme, más imposible se volvía. Un escalofrío recorrió mi piel cuando sus manos se deslizaron por mis muslos, avanzando con cada segundo que pasaba hasta quedar bajo mi vestido.

—Mmmrrr— un gemido se escapó de mis labios.

¿Qué me pasa? Me pregunté con el corazón desbocado. Mi cuerpo ansiaba su contacto, lo deseaba con una intensidad aterradora. Nunca me había sentido así antes, y la mezcla de miedo y excitación me abrumaba.

Pensé en lo que había dicho Lina. "Necesitas divertirte. Vengarte de Elijah por engañarte. ¿Y qué mejor manera de hacer lo que entregando tu virginidad a un hombre tan increíble como atractivo".

—Ana—gimió en mi oído, mordisqueando mi lóbulo con suavidad. —¿Por qué me dejaste?—

Sus dedos rodearon mi cuello en un agarre que oscilaba entre la ternura y la amenaza. Parecía si batirse entre apretar con fuerza o simplemente acariciarme. Sus labios recorrieron mi cuello mientras su mano se deslizaba lentamente hacia mi ropa interior, rozando la piel sensible de mi muslo interno.

Su lengua caliente exploró mi cuello como si estuviera saboreando a su presa. Se detuvo en el Rubí que colgaba en mi collar y trató de quitármelo, pero lo detuve.

Él gruñó, irritado por su resistencia.

—No—gemí. —Por favor. Es de mi mamá—

El collar era lo único que me quedaba de mi madre. Una joya hecha a mano con un Rubí brillante que, en la oscuridad, parecía resplandecer con vida propia. En mi estado de vulnerabilidad y deseo, lo único que aún me anclaba a la realidad era ese objeto precioso que no quería quitármelo. La mirada dura de él se suavizó cuando le mencioné a mi madre, y sin previo aviso, sus labios se deslizaron sobre los míos con increíble fuerza y vigor. Aquel beso despertó en mí algo primario, un deseo ardiente que jamás había experimentado. La necesidad de sentirlo dentro de mí era tan intensa que creí que mi cuerpo estallaría en llamas si no lo tenía de inmediato.

—Ana— murmuró nuevamente entre susurros.

La confusión cruzó fugazmente por mi mente. ¿Por qué seguía llamándome así? No podía entenderlo, pero en ese momento no me importaba. Lo único que deseaba era que él me hiciera suya.

Sus incesantes palabras solo lograban desesperarme aún más.

—Solo bésame— gruñí, apretando mis labios contra los de él con un ímpetu desesperado.

Él pareció captar mi ansiedad, mi ansia era tan evidente como la de el mismo. Con un movimiento rápido, arrancó mi vestido, lo que me hizo jadear al sentir el aire fresco contra mi piel, anticipando lo que vendría.

Mi mente me gritaba que estaba haciendo algo mal, que debía de tenerme, pero el deseo me dominaba por completo. Mis pensamientos quedaron relegados al fondo de mi mente cuando él me tomó sin vacilar.

—Yo...— traté de hablar, pero mi voz se ahogó en un gemido cuando el dolor y el placer se entrelazaron en mi interior.

La intensidad de la sensación perforó mi alma. Con cada segundo, el dolor se disipaba y el placer se volvía tan abrumador que sentí que perdería el sentido.

Por otro lado...

Lina.

Movía los dedos contra mi brazo con impaciencia mientras miraba a mi alrededor. Me encontraba de pie frente al lujoso hotel que daba al bar, esperando con ansias la llegada de Elijah.

Sabía que lo que estaba a punto de hacer no era correcto, pero solo sentí un atisbo de culpa. Había drogado intencionalmente a Marcela intencionalmente con el afrodisíaco más potente que pude encontrar, asegurándome de que mi plan saliera a la perfección.

El objetivo era simple: traer a Marcela completamente bajo los efectos de el afrodisíaco, a la habitación del hotel, donde un rico y obeso noble de la manada la estaba esperando. Aquel hombre, de mediana edad, había estado obsesionado con Marcela desde que ella era un adolescente, y yo no dudé en aprovecharme de eso.

Elijah me había asegurado que Marcela nunca aparecería en su apartamento, pero el idiota había subestimado la situación. Marcela casi me descubre con él, Y eso arruinó por completo mis planes.

Llevaba semanas viéndome con él a espaldas de Marcela y había ideado el plan perfecto para deshacerme de ella sin manchar la reputación de Elijah. No podía simplemente romper con Marcela sin una razón convincente. Y tampoco podían permitir que se descubriera su infidelidad.

Así qué ideé una solución perfecta.

Marcela, bajo la influencia del afrodisíaco, se vería envuelta en un escándalo con el noble, mientras que Elijah y yo la descubriríamos en el acto. Con las fotos adecuadas como evidencia, Elijah la acusaría de infidelidad y la relación terminaría de inmediato.

Limpio y fácil.

—Deberías estar aquí antes de que ella despierte—murmuré con frustración. —Todo el plan se vendrá abajo si no llegamos antes de que Marcela recupere la conciencia—

—¿Me buscabas?—

La voz de Elijah me tomó por sorpresa. Él me abrazó por detrás con familiaridad, pero lo aparté rápidamente y me encogí de hombros.

—Hablamos de esto— lo reprendí con un tono seco. —No podemos abrazarnos en público hasta que rompas con Marcela y hagas oficial nuestra relación—

Él me soltó con una risa despreocupada.

—Lo Siento— dijo mientras me ofrecía una sonrisa juguetona. —Es que No puedo resistirme a tu belleza—

—Guárdate los halagos— replique con burla. —¿Tienes la cámara?—

Elijah asintió, pero La chispa de diversión desapareció de su rostro, reemplazada por una ligera culpa.

—Escucha, yo quiero estar con el lobo más poderoso de la manada y convertirme en la luna. Tú quieres estar conmigo porque soy la hija del Alfa, lo que aumentaría tus posibilidades de ser el próximo líder. Así qué tenemos que deshacernos de Marcela, y no hay espacio para el remordimiento—

—Lo sé, pero... Ella es tan hermosa y no he dormido con ella—murmuró, como una parte de él aun dudará.

Entrecerré los ojos con irritación por sus palabras.

—Sin peros—dije sacando una invitación de mi bolsa y estampando la contra su pecho.

—¿Qué es esto?—

—Una invitación a la próxima subasta benéfica en la capital. Solo los dignatarios más importantes de todas las mamás vecinas asistirán. Si vas, podrás codearte con ellos y aumentar tus posibilidades de convertirte en el próximo Alfa—Elijah me miró. —Únicamente tendrás esta oportunidad si estás conmigo, no con Marcela, Ahora dime. ¿Estás conmigo o no?—

Elijah sonrió, deslizando sus dedos por el borde de la invitación.

—Por supuesto que sí—

Asentí, con satisfacción y lo tomé del brazo.

—Entonces vámonos— dije guiándolo hacia el ascensor. —Marcela está a punto de recibir la mayor sorpresa de su vida y que nunca olvidará—

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Comments

Maru

Maru

Creo 🤔🧐 que el plan de arruinar la reputación de Marcela se les va a poner en contra

2025-08-15

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