Fénix
¿¿Hola amor, felicidades...me gira por los aires, que hermoso para mi? Si mi vida, es una hermosa gargantilla. Con unas piedras celestes. Si mi amor como tus ojos. Y un abrazo me envuelven.
Me despierto, apagó el despertador, veo son las cinco de la mañana, como siempre, otro sueño, claro digo, otro más. Bajo de la cama que compartimos para dormir y lo veo con marcas de rubor y lápiz de labio en su cuello, otra vez se durmió sin bañarse, otra vez oliendo a alcohol, no sé si a algo más.
Bajo las escaleras y busco todo para preparar el desayuno, mi día a día.
Me llamo Fénix Godoy soy un beta de dieciocho años, estoy casado con Omar Pérez hace tres años, mi padre Ruperto Godoy me dio a este delta porque perdió un negocio millonario, mis hermanas, las trillizas tienen un año más que yo, y las dio también a tres deltas, eran betas, pero al año de estar con ellos cambiaron y son dos omegas recesivas y un gamma recesiva. Por mi parte no cambié. Y creo ese es el problema de mi matrimonio. Probé remedios, tisanas, rituales a la luna, y nada, sigo siendo un pobre beta, como me dice él.
Termine de preparar el desayuno y fui a despertar a mi esposo, entre a la habitación y él ya estaba en el baño, cuando estoy por salir lo veo en la puerta del baño, su cuerpo aún húmedo, sus músculos bien definidos, solo un toallón cubre su parte baja, me mira y me dice que me tiré en la cama, lo hago sin protestar, se que si digo o hago algo indebido sufriré las consecuencias. Me recuesto y pide me baje la ropa y abra las piernas, lo obedezco, introduce dos dedos en mi zona privada y embiste con brusquedad, me quieren salir lágrimas de dolor, pero aguanto, veo que se sonroja, sigue en lo suyo y su respiración se agita, de pronto saca su mano y se levanta. Me grita si siento algo, yo niego con la cabeza. Me mira con desagrado, y dice vístete y baja, que quiero me sirvas el desayuno. Entra al vestuario a cambiarse. Yo me arreglo y bajo. En la cocina me pongo a llorar en afirmado en la pileta de lavar, me preguntó por qué no cambio como ellas, porque no puedo sentir algo de su aroma, seguro otra vez me impregnó de sus feromonas, pero yo no las siento, que buen festejo de aniversario digo. Me seco las lágrimas, me lavo la cara y finjo indiferencia, y espero para servir sus alimentos.
Omar se fue a trabajar y yo quedé en la casa, limpie y ordené todo así no hay quejas, cuando me case teníamos servidumbre, pero con el tiempo las despidió para que yo sirviera para algo, y quedé a cargo de la casa, los jardines y sus amantes. Siempre termino preparando la habitación de invitados para alguna zorra que trae cuando se enoja conmigo, y cada vez es más a diario, ha llegado a tener tres en su habitación privada. Lo único bueno que en nuestra habitación nunca metió a ninguna, que dice que me respeta.
Mientras preparaba la cena me llamo y dijo que hoy no regresaría a casa, se despido y cortó. Vi lo que preparaba, y lo guarde en la heladera tomé una bolsa de papas fritas y fui a la biblioteca a leer un poco.
Amo leer novelas de romance, no termine mis estudios por qué me case muy joven y Omar no quiso que saliera de casa. Entonces no me quedo de otra que estudiar por mi cuenta buscando lo que me interesaba por internet y con eso sacie mí deseo de aprender más de todo un poco.
Con las novelas incursioné en el amor, el deseo y la lujuria. Me encantan las novelas de reencarnación, siempre ellos tienen otra oportunidad, villanos que se vuelven buenos, odiados que reencarnar en deseo, muchas veces, por no decir el noventa porciento son omegas o gammas, que terminan siendo protagonistas. El que muere reencarna en el último libro. Miró la portada cien años de soledad, y me digo mejor no morir a ver si reencarno con cola de rata, me río solo y voy a acostarme, seguro Omar volverá borracho y todo marcado.
Al día siguiente me despierto como siempre a las cinco y estoy solo, bajo a preparar el desayuno y espero, pero Omar no llega, a la hora de la cena me llama y dice que hoy no vendrá, corta, sin esperar respuesta.
Tomo un vaso de agua, guardo la cena y voy a la biblioteca a leer, veo la caja que me llegó de las compras en línea y veo que tres novelas llegaron. La de un delta odioso que es policía. No me interesa la dejo de lado, veo otra un Omega con dos deltas, pienso como puede con dos, yo no puedo con uno y me río para mis adentros y veo la tercera, mi enigma. No dice autor, no de que se trata, no hay prólogo, solo el comienzo. Tomo este último libro y voy a mi habitación a leer.
Al día siguiente otra vez me despierto a las cinco y estaba solo. Y así paso dos semanas donde únicamente a la noche llegaba la llamada, no voy no me esperes, y el silencio otras veinticuatro horas más. Ya había leído dos d ella tres libros y ahora estaba leyendo en línea como arreglar un lavar ropas, ya que sentía un sonido raro cuando centrifugaba. Esta noche no sonó el teléfono, por eso no me di cuenta la hora, cuando me dio sueño mire y eran las doce de la noche. Vi la cena, la levanté y tire a la basura, lave los platos y fui a dormir, me despertaba en un rato.
Una semana después de no recibir ningún tipo de llamada la puerta de la casa se abrió y Omar regresó, yo estaba todo sucio por qué estaba arreglando el aparato de lavado, que cuando me llamo. Años gritos salí corriendo para verlo, mi corazón latía a mil, aunque fuera así conmigo era mi marido y lo debía querer y ya teníamos tres años juntos y seguía deseando poder sentir sus Feromonas para que fuéramos felices. Fui sin cambiarme y cuando me vio, me gritó que estaba haciendo, porque la casa estaba sucia y porque yo era una mugre, baje la mirada y allí escuche su voz chillona y haciéndose la niña, papi no le grites se nota que no sabe manejar una casa solo. Y lo agarro a mi marido del brazo y se colgó de él. Yo miré con furia la situación, pero un golpe certero me volvió a la realidad, Omar con un cachetazo en mi rostro me hizo recapacitar. Me gritó y dijo, nunca más vuelvas a mirar a mi novia así, ella es una Omega, ella no es una falla inservible como tú. Es hora que te des cuenta cuál es tu lugar. Lo miré, quería llorar, pero me aguanté, baje la mirada y me fui a mi habitación, pero él venía detrás de mí y cuando entro a nuestro cuarto me tomo del brazo y me dijo, toma tus cosas y te vas a la habitación junto a la cocina, allí vivirás por ahora. Soltó el agarre y yo me di vuelta y tomé mis pertenencias, y me mudé a la habitación de la cocinera que había antes.
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Comments
Nidia Mojica
Me encantan estas historias, masoquismo puro.
2025-06-10
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